Tuesday, March 17, 2015

EL "MILAGRO" ECUATORIANO


Una de las fanfarronadas que lanzó Rafael Correa a comienzos de su régimen fue decir que con  la “revolución” ciudadana se iniciaría en el país el “milagro” ecuatoriano de la bonanza y buen vivir.
El “milagro” consistió en gastar irresponsablemente los dólares llegados al fisco con exceso inesperado, debido a que los precios del crudo superaron los 100 dólares por barril en el mercado mundial.
Menudearon los subisidios, aumentó la burocracia, se multiplicaron las obras públicas sin licitaciones, hubo adquisiciones innecesarias o no reguladas y se hicieron contratos para pagarlos con crudo a precios en alza congelados.
Muchos columnistas y políticos advirtieron que el curso de la economía era equivocado, pero sus voces no tuvieron eco. Correa los ignoró y acentuó sus equivocaciones. Arrogante, negó el pago de la deuda externa, se desligó del FMI y de la banca occidental y se entregó a China.
Este Blog se sumó en las críticas al petulante, quien parecía no haber asimilado nada a su paso por las universidades de Bélgica y Estados Unidos, donde recibió títulos académicos en economía, ni en la de San Francisco de Quito, donde ejerció la cátedra sobre la materia.
Hace tiempo este Blog clamaba porque se produzca un milagro a la inversa para hacer añicos el supuesto milagro del Ecuador y la “revolución” ciudadana de Correa: que los precios del petróleo, por alguna razón que entonces no se intuía, cayeran a 20 dólares o hipotéticamente a 0.
De esa manera, se razonaba, el pueblo ecuatoriano se vería forzado a vivir súbitamente los efectos del modo demagógico de gobernar en tiempos de abundancia. En lugar de utilizar esa coyuntura para estimular un crecimiento real del sector privado, Correa lo asfixió expandiendo el gasto público y la deuda.
Finalmente se produjo la caída de los precios del crudo el año pasado y en el Blog del 20 de octubre se compilaban datos y estudios de algunos comentaristas sobre el estado de la economía y el impacto que habría si el crudo se llegara a vender a no más de 40 dólares por barril, como en efecto ha llegado a ocurrir.
En un sistema parlamentario el gobierno de Correa habría sido sustituído en elecciones anticipadas. Por desgracia, el sistema que se vive en el Ecuador ni es parlamentario ni es democrático: es una dictocracia en la que el gobernante dispone caprichosamente de las tres ramas del poder y controla los medios de comunicación.
El déficit por la caída de los precios del crudo no puede ser cubierto con impuestos directos, debido a la saturación. En consecuencia, Correa ha recurrido a la vía indirecta del aumento masivo de los aranceles y al uso del dinero electrónico, para devaluar conservando la dolarización.
Si no hubiese la dolarización, Correa ya habría decretado devaluaciones. En los Estados Unidos, matriz del dólar, la devaluación es constante con Obama. El gasto y la deuda pública ha crecido al nivel surrealista de 18.1 trillones y ni el Congreso ahora republicano ni nadie es capaz de detener la irrefrenable máquina de imprimir billetes.
Pero la economía norteamericana, ahora en peligro, tiene sin embargo otra configuración. La del Ecuador, dependiente del petróleo, pudo haber mejorado su capacidad para diversificar e incrementar la producción si aprovechaba bien la efímera época de abundancia de petrodólares. Pero con Correa ocurrió lo contrario.
Las medidas arancelarias lo encarecerán todo. Fomentarán el contrabando y el supuesto ahorro para el fisco será nulo. La deuda china será un legado fúnebre del régimen, pues habrá que pagarla con el crudo a pecios de 80 o más dólares el barril, cuando éste seguirá a 40 o menos de 40 dólares.
(La USFQ, en la que enseñó Correa, difundió un estupendo y muy bien sustentado análisis sobre las medidas arancelarias de su ex-profesor, pulverizándolo. Dicen que los discípulos de Correa lo llegaron a adorar.)
A última hora Correa ha intentado rehabilitar sus relaciones con el “imperio”, con el FMI y con Wall Street para negociar nuevos créditos, venta de oro y bonos pero su corazón sigue fiel al Irán, a Maduro, a las FARC y a la presidenta Fernández de Argentina. La crisis del petróleo ha hecho trizas su “milagro”, pero no a él.
Sigue popular. Tiene el 60% de respaldo según las encuestas de opinión y no ha dado señales de renunciar a su empeño de eternizarse en el poder. Minucias como el impedimento constitucional para la reelección no es un problema para él. Sin necesidad de plebiscito, reformará la Carta con una mera orden a sus asambleístas y punto.
Como lo dice Obama en esta su tierra adoptiva, a él le bastan “a cellphone and a pen” (un celular y un esfero) para gobernar. Le tienen sin cuidado las críticas del Congreso o de los políticos y periodistas. Para eso tiene los Decretos Ejecutivos...

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