Sunday, December 21, 2008

EL CHARLATÁN SE RECTIFICA

El presidente Rafael Correa, que ha superado a Abdalá Bucaram como el peor charlatán en la larga historia de gobernantes del Ecuador, acaba de rectificarse y advertir que la crisis global de la economía también afectará a esa nación bananera/petrolera.
Correa tiene un doctorado en Economía en una respetable universidad de los Estados Unidos, pero sus conocimientos académicos sobre la materia no parecen superiores a los de un abacero de barrio. Cuando se produjo el colapso en el mercado hipotecario de los Estados Unidos, casi pareció alegrarse suponiendo que ello solo afectaría “a los gringos”.
Me importa un comino lo que les pase a ellos, dijo, puesto que nosotros en el Ecuador “estamos blindados” para evitar cualquier impacto de ese problema. Como en tantas otras de sus predicciones y sentencias sobre economía, esta vez también falló. El mal manejo de la política de concesión de hipotecas, por influjo de los gobiernos demócratas, hizo tambalear no solo a la economía y finanzas de los Estados Unidos, sino de todo el mundo.
Una de las consecuencias del descalabro, que no se sabe cuando terminará ni cuando comenzará a superarse, fue el desplome de los precios del petróleo de 140 dólares por barril a menos de 30 dólares, que bajan a 20 dólares para el crudo del Ecuador. Los emigrantes ecuatorianos en USA y Europa, además, están reduciendo drásticamente los envíos de dinero a sus familiares en el Ecuador.
Esos dos rubros, petróleo y remesas, generaban la bonanza fiscal de Correa que le permitió apuntalar su forma altanera e insultante de gobernar. En base a ese poder económico ficticio, descuartizó la estructura institucional democrática del país, acrecentó el gasto público de manera descomunal e irrresponsable, absorbió el control total de la economía y con ello desalentó la inversión nacional y extranjera, aumentando el desempleo y la pobreza.
Ahora se ve en aprietos por el impacto del fenómeno mundial “que ha ido más allá de nuestras expectativas”. Pero lejos de pedir excusas por las evidentes muestras de su incapacidad como estadista, se lanza en nuevos insultos contra banqueros, empresarios, periodistas a los que acusa de “pelucones” corruptos acostumbrados a “mangonear” del país.
Un dato estadístico señala que su su administración de 2 años hubo un ingreso imprevisto de 17.000 millones de dólares por las ventas petroleras, debido al incremento igualmente inesperado de los precios en el mercado mundial. En lugar de crear un fondo de reserva para afrontar posibles contratiempos no planeados en la economía, como Noruega lo ha hecho de modo ejemplar, Correa forró sus discursos con una expansión insolente de la burocracia, los ministerios, la concesión de contratos sin licitación ni control, los viajes innecesarios, las compras inútiles de aviones y más equipos.
Para halagar y silenciar a las fuerzas armadas, ahora se conoce que Correa duplicó a 631 millones de dólares las compras de armamentos hechas por sus 3 predecesores juntos. Cada una de las ramas recibió jugosos contratos para obras públicas, hecho que no se repetía desde las últimas dictaduras militares. La Marina se hizo cargo de Petroecuador, por añadidura.
El dinero fácil le permitió continuar en su arrogante actitud frente a las empresas de inversión extranjeras, como las del petróleo u otras como las brasileñas. Y le indujo a decidir unilateralmente el no pago de parte de la deuda externa, casi la mitad de 12.000 millones de dólares, lo que traerá como consecuencia el cierre del crédito externo y el planteamiento de juicios por parte de las aseguradoras de esos créditos en mora.
En su obsesión antinorteamericana, resolvió poco antes de la crisis mundial volver a adherirse a la OPEP, en la creencia de que era otro sindicato anti yanqui. Con la baja de los precios, ese organismo acude otra vez a la rebaja colectiva de la producción para sostener dichos precios y el Ecuador, lo dice Correa, acatará el acuerdo en la cuota porcentual. No cabe duda, Ecuador terminará nuevamente por desafiliarse y ahora tampoco podrá pagar la millonaria cuota de asociación.
Humillación tras humillación. Como plazuela de barrio, se irritó por una falla de construcción de la hidroeléctrica San Francisco y decidió expulsar a la constructora brasileña y no pagar el crédito de un banco estatal de ese país. El presidente Lula frenó al gangster y ahora, tras dialogar con él en Brasil, Correa terminó por aceptar pagar lo que debe pagar.
Igual sucederá con las petroleras cuyas instalaciones fueron confiscadas y, con el paso del tiempo, con las empresas de la familia Isaías, incluídas las estaciones de TV. A la banca privada la ha acosado verbal y jurídicamente y cuando ellos, en un comunicado de la Asociación, le piden cordura porque los malos tiempos se avecinan, los amenaza con encarcelarlos si osan nuevamente “propalar falsos rumores”.
Para paliar la crisis, auncia más impuestos. Promete limitar el gasto, pero deja sin precisiones esa tarea a los 30 y más ministerios. Se sabe que nada significativo ocurrirá en el corto plazo. Pero reitera que los subsidios y el “gasto social” no se reducirán. ¿Cómo hacerlo? Lo dice con todo descaro: tomando del IESS 2.200 millones de dólares.
Su razonamiento de economista con PhD es “claro”. ¿Por qué vamos a regalar esa plata a los gringos, colocándola al 0.98% de interés, cuando aquí podemos usar ese dinero al 5 % o 6%%? El dirigente del IESS, esbirro colocado por Correa, dice estar listo a ayudar al Gobierno, como ha sido costumbre con gobiernos anteriores...
Velasco Ibarra era adicto a echar mano de los fondos del IESS cuando le venía en gana. Correa lo hará y en todos los casos lo que ocurrirá es que esos fondos nunca regresan y pasan a alimentar la deuda eterna del sector público con esa institución, a la que aportan los trabajadores y empresarios del sector privado.
Algo parecido sucedió recientemente en Argentina, aunque de modo mucho más radical. No debe sorprender si ese primer manotazo de Correa termina en algo parecido en el Ecuador. Cuán distinto sería si la seguridad social buscara el canal privado para capitalizarse, como en Chile y que, en lugar de que los ahorros sean poco productivos o caigan en manos de gobiernos irresponsables, alimenten el ahorro social para fines productivos a través de la empresa privada.
Correa sigue impertérrito en su voluntad de entrar en moratoria del pago de la deuda “ilícita”. Ignora que los préstamos externos se conceden no a los titulares de los gobiernos del momento, sino a los gobiernos representativos de los Estados soberanos. Si se detectaran irregularidades de cualquier tipo en la concertación de los empréstitos, se los podría volver a examinar, pero con la venia de las partes. No unilateralmente. Eso viola la ética y las regulaciones internacionales sobre materia..
Pero Correa dice que si seguirá pagando las deudas al BID, a la CAF y a otras institucionaes crediticias regionales “porque son nuestras”. ¿O sea que si “no son nuestros” no paga? Por lo que se conoce el principal accionista del BID es los Estados Unidos (cuando se fundó aportó 15 de los 40 millones de capital, ahora tiene 991 millones de dólares de los 2.902 milllones y en el presupuesto de operaciones especiales su aporte es de 100 millones de dólares del total de 150 millones de dólares).
Con menos dinero del petróleo y de las remeses de los emigrantes, la economía ecuatoriana se desploma. Las medidas correctivas no servirán para nada, pues en nada se alterará la actitud obstructiva del gobernante en contra de la actividad privada empresarial, nacional y extranjera. Con más impuestos a las importaciones y más restricciones al ingreso y egreso de capitales, habrá menos inversión.
Muchos analistas hay en el Ecuador que están preocupados por esta marcha al vacío del presidente Correa y piden que reflexione. Lo que consiguen es más insultos y más amenazas de crear mordazas a la libre expresión del pensamiento a través de la radio, la prensa y la TV. Pero los gremios no reaccionan aun en debida forma.
Uno de los afectados es Carlos Vera, considerado (sobre todo por él mismo) como la superestrella de la televisión ecuatoriana. Vera fue un ardiente defensor y propulsor de Correa en la campaña presidencia y sucesivas. Pero últimamente ha denunciado algunas cosillas impropias del caudillo, como viviendas mal construídas con fondos públicos en su tierra natal de Manabí.
La respuesta de la maquinaria propagandística del gobierno ha sido furibunda contra Vera. Y éste se queja (en entrevista concedida a Ecuador Inmediato), no de Correa en general, sino de su inconsistencia e ingratitud, pues le recuerda que siempre le ha sido fiel y que si volviera a presentarse la disyuntiva entre Correa y Álvaro Noboa, volvería a votar con los ojos cerrados por Correa.
¿Por qué me tratas así? parece decirle Vera a Correa, si yo he aplaudido todos tus actos buenos como el no pago de la deuda ilícita, la arremetida contra las empresas petroleras extranjeras, la reacción contra Colombia por destruir el campamente de narcoterroristas en la frontera, por el saqueo a las empresas de la familia Isaías. Todo, todo eso he aplaudido ¿y me pagas de ese modo, Rafael?
Si Vera (cuyo estrellato despuntó en uno de los canales de TV de los Isaías) y otros concuerdan con esas acciones de Correa, deberían ser entonces sus incondicionales. Las malas construcciones escolares no son sino minucias comparadas con esas aberraciones de mal gobernar, que Vera las aplaude.

Sunday, December 14, 2008

ECUADOR EN PROCESO DE EXTINCIÓN

El presidente Rafael Correa continúa en su plan de destruir al Ecuador en todos sus flancos.
En lo político ha destrozado y corroído el sistema institucional democrático basado en el mecanismo universalmente aceptado de controlar los excesos de poder, dividiéndolo en tres ramas que se vigilen mutuamente.
Ahora nadie puede prevenir ni sancionar los excesos de una de las tres ramas, la del Ejecutivo, en manos del presidente Correa. No hay ni Congreso ni Función Judicial ni Contraloría que puedan frenar sus abusos y corrupción.
Una de las tantas muestras de abuso las dio Correa al intervenir personalmente en Petroecuador para que se revoque la concesión legalmente otorgada a una empresa minera norteamericana y cederla a otra petrolera representada por su hermano mayor.
La compañía afectada ha presentado una querella ante una corte de Colorado. Probablemente la gane y el país, con o sin Correa, tendrá que pagar las consencuencias. Mientras tanto el mandatario protege a su hermano en lo interno y trata de bloquear cualquier investigación interna amenazando que si se procede, renunciará.
En política exterior, no hay Comisión Consultiva de Relaciones Exteriores o Congreso para le apruebe o no sus arriesgadas decisiones, como la de insistir en la ruptura diplomática con Colombia o indisponerse con Brasil.
Tampoco nadie le ha objetado que continúe distanciándose de la Unión Europea y los Estados Unidos al estrechar lazos con Irán, que está condenado por las Naciones Unidas por su negativa a aceptar la inspección que compruebe si sus programas nucleares están o no encaminados a fabricar bombas.
Peor aún, Correa ha dicho lo que no ha dicho ningún otro jefe de Estado, ni el propio fundamentalista iraní Ahmadenajad: que nadie puede negarle el derecho a Irán de contar con su propio arsenal nuclear.
Cuando los Estados Unidos fabricó y utilizó las primeras bombas atómicas, como último recurso para derrotar al Japón y terminar la II Guerra Mundial sin más víctimas norteamericanas y aliadas, propuso al mundo que no se fabriquen más bombas y que la energía atómica sirva solo para fines pacíficos.
La Unión Soviética se opuso, como se opuso a integrar el Plan Marshall para la reconstrucción europea. Luego se entendió por qué y para qué. Hurtó la fórmula a los Estados Unidos y desarrolló no solo la bomba atómica sino también luego la de hidrógeno. Con ello amedrentó a Occidente para expandir su imperio ideológico por todo el orbe.
Correa quiere que Irán se sume al club nuclear ¿para qué si nadie quiere invadir a ese país? La respuesta la ha dado el mismo Ahmadenajad en repetidas oportunidades: el propósito es liderar al fundamentalismo musulmán para borrar del mapa a Israel y atacar a los Estados Unidos y sus aliados de Occidente, como ya lo ha hecho antes y después del 9/11, pero con mayor fuerza destructiva.
Para tan radical giro en la política exterior del Ecuador, Correa está rodeado no de consejeros ni analistas, sino de esbirros. La ejecutora directa de sus caprichos, la Canciller María Teresa Salvador, es una que ahora se retira del cargo “con la misión cumplida”.
Los militares no opinan nada. Su silencio está al parecer comprado con los contratos asignados a dedo por Correa para que ejecuten obras públicas que nadie fiscaliza o para administrar mal empresas estatales como Petroecuador.
Las escuelas y viviendas contratadas con orden suya, sin concursos de licitación, se caen por mal construídas y la vialidad nueva y las obras de mantenimiento no aparecen mientras los caminos están más intransitables que nunca.
En lo económico, borró la independencia del Banco Central y de la Superintendencia de Bancos y ha castrado a la banca privada, al extremo que tres importantes bancos se han ofrecido en venta al gobierno. Estaciones de TV y al menos un diario nacional han sido confiscados y nada que critique al mandatario se permite divulgar o comentar.
En uno de sus peores gestos de matón, expulsó a la empresa brasileña Odebrecht y decidió no pagar el préstamo brasileño para construir la central hidcroelétrica San Francisco (sin licitación). Acto continuo decidió declararse en mora en el pago de deuda externa e intereses que juzga “ilegales” y que constituyen el 40% del total de más de 12.000 millones de dólares de deuda.
La resolución coincide con la baja en los precios del petróleo y con el debilitamiento de la economía global, que ha reducido las remesas de los inmigrantes que buscaron refugio de trabajo en otros lares.
Las ventas del crudo y esas remeses representan los mayores ingresos del fisco, esto es, de la chequera no auditable del dictador “constitucional” Correa. Si siguen a la baja, como todos predicen, la charlatanería obscena del líder no bastará para sufragar sueldos ni para afrontar el boicot financiero internacional que sobrevendrá por el no pago unilateral de la deuda.
Sobrevendrá la inflación, tendrá que desaparecer el escudo de la dolarización y el país entrará en crisis total que afectará, como siempre y principalmente, a los sectores más desprotegidos de la población.
Segmento que, irónicamente, es el que le sigue apoyando beatífica y masoquistamente con cerca del 70%, según las últimas encuestas de opinión.

Sunday, December 7, 2008

REVOLUCIÓN CIUDADANA + REVOLUCIÓN ISLÁMICA

El presidente ecuatoriano Rafael Correa ha volado a Teherán acompañado de casi un centenar de personas para sellar personalmente y ante testigos un pacto con el gobierno teocrático que preside el Ayatola Sayed Ali Jamein.
El pacto no es para crear y estimular el comercio entre los dos países. Dado que ambos producen y consumen casi los mismos productos, ese objetivo es solo una fachada. La verdadera razón de la alianza es la lucha conra el enemigo común: los Estados Unidos.
Se entiende que Irán considere a los Estados Unidos su enemigo por ser el líder de un movimiento que cuenta con el respaldo de las Naciones Unidas para obligar a esa nación a que se abra a la inspección de expertos para comprobar si está o no construyendo armas nucleares con las cuales quiere, según confesión expresa de sus líderes, combatir a Occidente y borrar del mapa a Israel.
Tampoco Irán ha visto con simpatía a los Estados Unidos y sus aliados de la OTAN en la lucha para contener la expansión del terrorismo islámico de Al Qaeda, Hamas, el Talibán y otras organizaciones afines y conexas que cuentan con el respaldo político, financiero, moral y táctico de Irán.
Lo que no está claro es el origen y justificación de la animadversión de Correa contra los Estados Unidos, ni el sumarse a las autoridades iraníes para calificar a este país como potencia imperialista de la que hay que liberarse asociándose con regímenes que propician y aplican el terror.
El Canciller iraní Manecher Motaki, al unísono con Correa, acaba de decir en Teherán que "la unión entre países que no quieren estar bajo el yugo de los Estados Unidos es la única vía para salvar a la humanidad del imperialismo mundial".
Como eco a sus palabras, Correa ha dicho que "no hay lugar para los radicalismos relacionados con los Estados Unidos", añadiendo: "Los gobiernos de Irán y Ecuador triunfarán sobre la arrogancia de los Estados Unidos". ¿A qué radicalismo y a qué arrogancia se refiere el líder ecuatoriano?
La identificación que siente Correa con el Ayatola Jamein y con el presidente Mahmud Ahmedinejad debe ser muy fuerte como para justificar tan largo y tan costoso viaje y para decidir de común acuerdo, entre otras cosas, abrir embajadas en las dos capitales en enero próximo.
Si tal afinidad existe y lo están probando sus acciones, entonces Correra debe estar de acuerdo con Ahmedinejad en que Israel deber ser pulverizada tan pronto Irán disponga de un arma nuclear. Y que por cierto está de acuerdo con que no se obstruya su plan de fabricar tales armas.
Igualmente verá con malos ojos el proceso de democratización de Irak gracias al apoyo militar y económico de los Estados Unidos (y otra veintena de países que forman el contigente de intervención aprobada por las Naciones Unidas).
No lo ha dicho públicamente, pero si se identifica con Ahmadinejad entonces se opone a la presencia de tropas de NU en Irak y de la OTAN en Afganistán, donde las fuerzas islámicas talibanas, apoyadas por Irán, se resisten fieramente al proceso de democratización. (Los talibanes fueron los artífices de la reciente bárbara acción de terror en Mumbai o Bombay, India)
Rafael Correa vivió en los Estados Unidos por 4 años cuando en goce de una beca estudió Economía. Debieron haber sido años tortuosos para él, dada la aversión que tiene contra todo lo que se asocie a la cultura yanqui, a su sistema político y económico. Aquí obtuvo un doctorado, aunque ello resulte inverosímil dada su obscena ignorancia en asuntos económicos.
(Hay quienes creen que Correa aborrece a los Estados Unidos por cuanto su padre, ya fallecido, fue condenado a prisión aquí por tráfico de drogas.)
La alianza de gobiernos con similar odio a a los Estados Unidos, por ignorancia o convicción ideológica, recuerda las asociaciones o simpatías compartidas entre regímenes que se observaba durante la Guerra Fría, cuando la Unión Soviética estaba en el pináculo de su poderío bélico y su afán expansionista por el globo, incluyendo a Cuba y a través de ella América Latina.
Pero entonces había al menos dos claras ideologías en disputa: la socialista o comunista fomentada por Moscú y la capitalista y democrática, con los Estados Unidos a la cabeza. Correa, imitando a Hugo Chávez y a su asesor Fidel Castro, dice que su doctrina (o ideología) es la del Socialismo del Siglo XXI.
Nadie, ninguno de sus propiciadores, acierta a definirla. En todo caso ¿en dónde podría hallarse una afinidad entre Correa y el gobierno teocrático musulmán del Irán? No se lo ve por ninguna parte. Pero quizás la analogía se la podría hallar en el membrete de los dos gobiernos : el de Correa es gobierno de la "Revolución Ciudadana", el del Ayatola es el de la "Revolución Islámica Iraní".
¿Qué tienen en común  las dos "revoluciones",  aparte de su común desafecto por los Estados Unidos? Muy simple: la concentración unilateral del poder en manos del Ejecutivo. Y la consecuencia inevitable : pauperización, destrucción del esfuerzo privado para crear riqueza, acumular capital e incrementar el empleo y la reducción de las libertades individuales.
Es sintomático que las economías de Irán y Ecuador estén en declinación por el excesivo gasto fiscal y la caída de los precios del petróleo, producto exportable que genera la mayor parte de los ingresos públicos en ambos países. En Irán, como en Venezuela, la inflación ya está en el 30% y en el Ecuador sería igual o mayor si no fuere por la contención de la dolarización, recurso que está en peligro de sucumbir a corto plazo.
¿Será capaz el terrorismo islámico de derrotar a Occidente y a los Estados Unidos, como lo pronostican Correa y el Ayatola con la alianza que acaban de concertar? ¿Qué opinan al respecto los ciudadanos conscientes del Ecuador, sus políticos y sus fuerzas armadas? ¿Qué dice la comunidad católica (cristiana en general) y judía? ¿Y la Canciller María Isabel Salvador y su padre y ex Canciller Jorge Salvador Lara, supuestamente ultra católico? El silencio es cómplice.

Sunday, November 30, 2008

PRIMERO VAYAN A HACER PAÍS

Frente al lamento plañidero de los delegados ecuatorianos forzados a firmar el Protocolo de Río de Janeiro el 29 de enero de 1942, el Canciller del Brasil Oswaldo Aranha les habría recomendado que para reclamar "vayan ustedes primero a hacerse país".
Bueno, esa es al menos la frase que se ha popularizado en la historia. Aranha habría dicho, en realidad según los documentos: "Vayan y digan a su país que primero sean una fortaleza. Una vez que sean fuertes, reclamen al mundo sus derechos.
En el fondo, el ministro brasileño, uno de los más brillantes de la tradicionalmente brillante diplomacia brasileña, estaba diciendo lo mismo. Al hablar de fortaleza no se refería solo al aspecto militar, sino a la fortaleza de país en su conjunto cultural, social, económico y político, indispensables para alcanzar respetabilidad.
Sin esas fortalezas no cabe pensar en una hipotética fortaleza militar. Ésta es resultante de ellas, no lo contrario. Hitler lo entendió así cuando se trazó como objetivo denunciar el Tratado de Versalles que humilló a la Alemania derrotada en la I Guerra Mundial.  
Concentró los poderes para rearmar a Alemania y fortificarla en todos los planos. Una vez que lo logró, denunció no con la retórica sino con las armas el Tratado y no solo se limitó a ello, sino que se propuso y casi lo logra, expandir su poder bélico por Europa y otros continentes. 
Ecuador no siguió los consejos de Aranha de "hacer país" primero para merecer el respeto de las naciones, sino que reinicidió en acciones absurdas como la de Velasco Ibarra de "denunciar" el Protocolo de Río sin ningún respaldo militar ni diplomático. La denuncia cayó así en el vacío y solo sirivió para alimentar una huera retórica en cuarteles, aulas y espacios periodísticos.
La retórica no siempre fue verbal y pasiva. En otras dos ocasiones se tradujo en acciones bélicas descabelladas, como la de Paquisha y el Cenepa, de las cuales el país fue librado del desastre solo por acción de la diplomacia de los mediadores. A la final la leyenda de los "sagrados derechos territoriales" concluyó con un acuerdo bilateral por el cual el Ecuador terminó por reconocer lo que ya era reconocido por todos: la validez del Protocolo de Río.
La migaja que recibió a cambio el Ecuador (¿a cambio de qué? habría que preguntar) fue una chacra en el monte, donde no se ha podido cultivar ni chochos. Lo positivo, eso si, ha sido la apertura sin restricciones de la frontera entre Ecuador y Perú, lo que ha multiplicado varias veces las transacciones comerciales mutuas y las inversiones y, con ello, la prosperidad binacional.
La eliminación de las tensiones de frontera permitió reducir gastos militares de control. Pero los dividendos de paz no han durado mucho, pues con el actual presidente colectivista Rafael Correl, el país se ha abierto unilateralmente otro frente de batalla: Colombia, pese a que siempre las relaciones con el vecino del norte fueron cordiales, acaso con la excepción de la disputa por el triángulo de Leticia.
Pero Correa ha corrompido esas relaciones y todo por una incursión militar dispuesta por el presidente colombiano Álvaro Uribe para destruir un campamento clave de narcoterroristas en territorio del Ecuador, de cuya existenciasa conocían el mandatario y su ministro de Seguridad Francisco Larrea. Éste incluso se entrevistó varias veces en ese campamento con "Raúl Reyes", el comandante del grupo y segundo a bordo de las FARC. 
Reyes y una veintena de terroristas de varias nacionalidades murieron en el bombardeo del 1 de marzo pasado. Este fue calificado como el Día de la Infamia por el poeta ministro de Defensa Javier Ponce Ribadeneira, no obstante que debió ser reconocido como el Día de la Gratitud por quienes consideran al narcoterrorismo como uno de los peores enemigos de la humanidad en los tiempos presentes.
Contrariamente al objetivo de "hacer país", Rafael Correa ha emprendido una "revolución" ciudadana que es involución o regresión a lo peor del pasado en prácticas de gobierno. En lugar de corregir los defectos propios de cualquier régimen democrático, los está agravando a pasos acelerados, destruyendo el control del poder central con las funciones legislativa y judicial (y electoral).
Éstas han sido borradas del esquema y quienes pretenden representarlas son subalternos no deliberantes de Correa. No hay Congreso, no hay Corte Suprema. Correa gobierna por edictos, o decretos leyes de emergencia (más de 47) que nadie supervisa ni controla. Entrega el control de Petroecuador a la Marina en acto dictatorial y el fracaso es rotundo. Igual sucede con la vialidad y la construcción de viviendas y escuelas en manos del Ejército. Los contratos se hacen a dedo, sin concurso ninguno.
Uno de esos contratos fue concedido así a la empresa brasileña Odebrecht para la construcción de la hidroeléctrica San Francisco, con financiamiento brasileño. Algo falló en la estructura que ningún fiscalizador detectó previo a la recepción de la obra (porque no lo hubo) y la obra se paralizó.
Correa montó en cólera, dijo que no pagaría el préstamo y expulsó a la compañía brasileña sin más trámite. La cancillería brasileña, que protege a sus compañías por principio y hasta que se prueben posibles yerros, protestó y llamó a Brasilia a su embajador en Quito. Paralelamente detuvo todo otro proceso de cooperación con el Ecuador.
El préstamo para la San Francisco fue de unos 286 millones de dólares que ahora Correa dice que no pagará, vulnerando toda ley y convenio internacional sobre la materia. También quedará en el aire un negocio de compraventa de aviones de combate Toucán y un avión presidencial con crédito brasileño por unos 261 millones de dólares.
El poeta Javier Ponce desmintió que los aviones iban a ser financiados con crédito brasileño. Afirmó que la transacción sería con pago al contado. ¿Dice la verdad el poeta? A nadie con sentido común se le ocurre realizar una compra de ese volumen con pago "cash", salvo talvez en un caso de guerra declarada.
Pero ¿para qué van a o iban a servir los Toucan (son, o eran, 12 o 14)? El frente del "enemigo secular" peruano desapareció. Pues ahora hay uno nuevo: Colombia. No, las armas no van o iban a servir para cooperar con Uribe en la lucha contra el enemigo común, el terrorismo. No. Es para evitar, como lo han dicho varios funcionarios, que se repita otro Día de la Infamia. En otras palabras, ni Correa ni Ponce tolerarían nuevas acciones bélicas en territorio ecuatoriano para matar a más narcoterroristas colombianos. Para eso los Toucan.
Ojalá el distanciamiento entre Lula y Correa frustre la compra al contado de armamento inútil. Hacerlo sería una locura, en momentos en que el precio del petróleo está a la baja y continuará estándolo por mucho tiempo. Ni el mentor de Correa, Hugo Chávez de Venezuela, se siente ya dispuesto a continuar los gastos enloquecidos, pese a que la producción petrolera en ese país es unas 10 veces superior a la ecuatoriana.
Con los ingresos fiscales en crisis por los precios del crudo y la baja en las remesas de los emigrantes en Europa y Estados Unidos, amén de la crisis financiera global, la fiesta del gasto de Correa está llegando a su final. Para superarla no habla de reducir el gasto sino de aplicar más y más obstáculos al desarrollo de la producción y productividad nacionales. En lugar de propiciar la inversión la desalienta con confiscaciones de bancos, empresas y amenazas de intervenciones en la propiedad agrícola.
Puesto que no le preocupan la ley ni del Congreso, acaba de ordenar a dedo que se incrementen los aranceles a la importación de un millar de artículos "suntuarios", igual que en las peores dictaduras militares, a sabiendas que los efectos son contraproducentes, desalientan la producción y estimulan el contrabando. Paralelamente dice que si en un año todas las tierras de los "pelucones" (oligarcas) no están en plena producción, las confiscará (o pagará el precio catastral, que es lo mismo) para entregarlas en gratuidad a los "campesinos" pobres para que las cultiven. No cabe, ha dicho, que los pelucones guarden sin cultivar las tierras para especular sin compensar la inversión fiscal en caminos y riego.
Las experiencias colectivistas en esta área han fracasado sin excepción en todas las épocas y en todas partes, generando hambrunas como en la URSS. Algo de eso se observó con la repartición de los huasipungos en el decenio de 1960 en el Ecuador. La gente, sin conocimientos y sin capital, nada pudo hacer con los lotes asignados. Y la potencial unión en cooperativas o fusión para mejorar la producción no se dió debido a la prohibición de comercializar los lotes en uno u otro sentido.
Correa es un colectivista o "socialista del siglo XXI", aborrecedor de la formación de capital por el esfuerzo e iniciativa privados, la libre competencia y el libre mercado. Cree que todo debe provenir del Estado planificador, regulador y concentrador de poderes. Hacia allá va y lo está consiguiéndolo apoyado en Chávez y los 2/3 o más de la población ecuatoriana.
Cuando menciona confiscaciones, revela su repudio al principio fundamental del capitalismo (sistema dentro del cual han emergido y prosperado las naciones más ricas y libres del planeta): el derecho a la propiedad. Sin ese derecho básico se frustran los estímulos para crear y ahorrar y sin él, la libertad de competencia es inconcebible. En cambio el talento y el sentido empresarial ebullen cuando hay ganancia en compensación, paso previo a la formación del ahorro y el capital.
La distribución, o redistribución, de la riqueza no crea riqueza. Es confiscatoria por parte del fisco y reduce la capacidad de crecimiento e inversión. Si las amenazas confiscatorias de tierras o a través de más aumentos tributarios a los "ricos" se cumplen, el inversionista buscará otros lares para guardar sus recursos o invertirlos en ambientes más propicios. Eso puede ocurrir no solo en el Ecuador sino inclusive en los Estados Unidos si Obama cumple sus promesas de campaña en parecida dirección.
En decenas de países se está aplicando un estímulo real para evitar la emigración, fomentar la inversión e incrementar la riqueza. Muy lejos de confiscaciones y elevaciones tributarias, lo que se está experimentando es lo opuesto, mediante el llamado flat-tax o fair-tax, o sea impuesto único o impuesto justo. Con variantes, en suma la idea es eliminar la maraña del impuesto a la renta por uno general del 19%. En USA puede llegar al 38%. Los impuestos a las ganancias de capital bajarían al 15%, del casi 38% que rige en Estados Unidos.
La filosofía liberal y democrática es aumentar, no reducir el número de ricos y dar oportunidad al mayor número de personas a que prospere. Por cierto el libre mercado deja de ser tal cuando los agentes involucrados en él dejan de cumplir las leyes y regulaciones para chantajear, eludir impuestos o vulnerar la competencia mediante ardides fraudulentos como monopolios y carteles. 
Es propio de la condición humana ceder a las tentaciones. Cuando ocurren, hay que detectarlas y castigar a los responsables, no castigar a la sociedad corrompiendo el sistema de producción. Cuando se obstruye la libre producción y competencia, como lo quiere Correa, los perjudicados son los más débiles de la sociedad. Y el Estado interventor termina por sucumbir ante la corrupción y la ineficiencia. 
Correa y sus incondicionales van por ese camino. Sus peroratas y bravuconadas contra todos y contra todo lo que se opone a su modo de pensar y actuar, aún tiene amplio respaldo popular. Pero irá decayendo. Es inevitable: lo demuestra la historia. Sobrevendrán algún momento el caos,  el desconcierto y por enésima vez brotará la esperanza de que por fin llegue alguien con dotes de líder para hacer realidad lo que Aranha aconsejaba al Ecuador: que algún día termine por "hacerse país".

Sunday, November 23, 2008

EL MITO IRÁ DISIPÁNDOSE

La euforia que precedió a la elección presidencial en los Estados Unidos ha comenzado a declinar y así ocurrirá paulatinamente más con la mitificación del elegido, el mulato demócrata Barack Hussein Obama.
Mucho se lo venera, casi adora todavía, no solo dentro de este país sino sobre todo fuera de él. En Europa, América Latina y otras regiones la selección de Obama parece como que ha reducido el repudio al "imperio" y ahora los gringos son recibidos en tierra extraña "como buena gente".
El columnista argentino residente en Miami, Andrés Oppenheimer, que él dice es leído en no menos de 40 diarios importantes de América Latina aparte del The Miami Herald, luce feliz con Obama y con un informe del Departamento de Estado según el cual el poderío norteamericano ha comenzado a declinar en los últimos años y ocurrirá peor en los próximos.
Según relata el columnista del informe, el dólar se debilitará y la globalización de la economía, si bien seguirá consolidándose ya no seguirá el "modelo" yanqui. De otro lado, según el informe, el terrorismo y Al Qaeda seguirán declinando por lo cual ya no se justificará tratar de perseguirlos "por todas partes".
En otras palabras, a medida que se debilita el "imperio" Andrés cree que el cariño por Estados Unidos aumentará. Es tesis cuestionable. Primeramente porque especular sobre la declinación del "imperio" no pasa de ser especulación y segundo que las economías del mundo no crecerán si no se expande la iniciativa privada y el libre comercio por todo el orbe, con leyes a las cuales sujetarse y cumplir.
Si ese modelo basado en la lógica y el sentido común quiere ser atribuído casi en exclusividad al modelo norteamericano, pues bievenido, ya que la alternativa, esto es, una mayor restricción al esfuerzo privado y una mayor ingerencia de los gobiernos en la conducta de la gente no conduce sino a la miseria y pérdida de la libertad.
Cuando Oppenheimer menciona que el terrorismo debilitado dará paso más bien a una discusión de ideas, yerra. Si a él y a los autores del informe les parece que fuerzas terroristas han decrecido, las informaciones y los últimos hechos desalmados en varios puntos del orbe prueban lo contrario. Lo que si ocurre es que en Irak y ahora en Afganistán las fuerzas militares occidentales los han acorralado y puesto en fuga (lo que sucederá pronto en el segundo país).
La lucha contra el terrorismo, de otro lado, es una lucha ideológica, es una lucha de ideas. El extremismo musulmán busca exterminar a Israel y a las potencias del mundo occidental nacidas y formadas en la cultura judeo cristiana. Con ellos, los terroristas, no hay posible diálogo: todos los intentos han fracasado. La sola opción es doblegarlos por la fuerza de las armas.
La economía de los Estados Unidos atrviesa por un grave quebranto, pero no por la falla de sus principios sino porque fueron ellos vulnerados por tendencias y prácticas izquierdizantes que creen que más intervención estatal es mejor para alcanzar una supuesta justicia social con redistribución de la riqueza.
El campeón de la tendencia es precisamente Barack Hussein, el uncido, como lo demuestra su récord de votaciones en su corto lapso por el Senado . Es probable que por sus ideas extremas sobre el papel de los gobiernos en las sociedades -lo que ideológicamente le coloca muy cerca a los regímens fascistas de izquierda o de derecha- su candidatura no habría emergido de las primarias demócratas.
Pero triunfó de manera espectacular, primeramente sobre Hillary Clinton, que parecía imbatible y sobre el republicano John McCain, que fracasó por su inconsistente defensa de los principios medulares de esta nación que su opositor cuestiona.
Obama, de oratoria fluida frente a un teleprompter pero vacilante fuera de ellos, ha tenido la carrera más rápida hacia la Casa Blanca de toda la historia política de este país. Algunos enamorados de él pretenden retratarlo como un ser pobre, de origen muy modesto, hijo de un inmigrante de Kenya, de duro batallar para alcanzar notoriedad. Nada de eso es cierto.
Su padre lo abandonó cuando era muy tierno, pero no fue inmigrante. Llegó a los Estados Unidos legalmente como estudiante universitario, conoció a la joven madre cuando ella era menor de edad, la abandonó y luego volvió a su país de origen donde tuvo un final miserable, como alcohólico. La madre, originalmente de Kansas y una típica hippy, volvió a casarse con un indonesio y por un tiempo vivió allí con su hijo Obama, quien asistió a una escuela musulmana, la religión de su padre y su padrastro.
Pero la educación del presidente electo corrió a cargo de su abuela blanca (hacia quien se refirió en tono despectivo en la campaña), quien le permitió estudiar en las mejores escuelas y colegios. Luego accedió a la elitista universidad de Harvard, se conectó con la "mafia" política  "eterna" de Chicago y fue promovido a legislador estatal y luego federal. 
Casó con Michelle, procreó dos hijas, tiene una residencia en Chicago de casi dos millones de dólares y junto son su mujer, que es abogada de Princeton, recibían un salario anual de 7 cifras. Todo lo cual es admirable y encomiable, excepto si no se tratara de ocultar la verdad para hacerlo aparecer como si proviniese de los negritos de los ghettos de Chicago o Alabama, descendientes de esclavos. (El padre de Obama nunca lo fue, por cierto. Siempre fue ciudadano libre de Kenya).
Pese a que Obama y Michelle constituyen el mejor ejemplo de la amplitud de oportunidades que la sociedad norteamericana ha logrado desarollar a favor de la gente de color (y de otras minorías étnicas), otrora esclavizada y discriminada de facto y por ley, la pareja ha mantenido un tono agrio y resentido contra los fundamentos de este país que les ha permitido surgir y contra los "opresores", es decir, los blancos con fortuna.
Durante la campaña ha prometido el "cambio". Aunque impreciso, se supone que es un cambio para alterar el sistema liberal de la economía y la política, para sustituirlo por otro estatista que grave a los ricos con la supuesta intención de favorecer a los desposeídos.
Ayer anunció las primeras medidas que aplicará en esa dirección. Confirma que reducirá los impuestos al 95% de la población que gana menos de 250.000 o 200.000 dólares (no está claro cuál es el tope), lo que implicaría que el 40% que no paga ningún impuesto por su reducida renta, recibirá un bono de 600 o más dólares. 
Lo cual está bien. Esto es, que el fisco renuncie al menos a esa franja de impuestos y los devuelva al contribuyente, aún cuando haya el peso del gasto fiscal por el subsidio al citado 40%. Pero esa medida no crea ni riqueza ni empleo. Lo que si afectaría y negativamente a la economía es su oferta no solo de no prorrogar el corte general de impuestos de Bush más allá del 2010 autorizado por el Congreso, sino suspenderlo ya y crear más tributos a la renta por ganancias de capital y otras operaciones.
Si ocurren simultáneamente las dos medidas, esta última será desastrosa, como ya lo está siendo aún antes de aplicarla. La Bolsa de Nueva York no reacciona pese a los estímulos, precisamente por el temor a las amenazas tributarias de Obama y su clan. Ello se comprobó con el rumor del nombramiento como Secretario del Tesoro a Timothy F. Geithner, alguien más confiable por su expriencia en la Bolsa de Nueva York.
Pero ¿que es lo que anuncia para estimular la economía? Es un remedo de lo que hizo Franklin D. Roosevelt para agravar la Gran Depresión de 1929: quiere crear en dos años 2.5 millones de nuevos empleos. ¿Cómo? Invirtiendo dinero fiscal en carreteras, puentes, reparación de escuelas y obras parecidas. Claro que habrá empleo, pero temporal y con dineros fiscales. Las carreteras y las escuelas están bien, pero no crean riqueza por si mismas e implican mayor gasto fiscal.
En lo energético, asunto clave en cualquier economía, dice que va a reducir el consumo de petróleo para reemplazarlo con fuentes energéticas como molinos de viento, energía solar y plantas nucleares. No cita la opción etanol, que es loable, como es también su aceptación (por fin, tras tanta oposición demócrata) a las centrales nucleares de las que ahora se abastece primordialmente Francia. Pero es ingenuo suponer que con viento y sol se reemplazará al petróleo.
Si no libera la exploración y refinación en suelo norteamericano, la dependencia del crudo árabe o venezolano aumentará. La industria y el nivel de vida basada en el petróleo no puede ni debe ser arrancada de tajo por capricho de boberías relativas a la preservación del medio ambiente. 
Distinto sería que, paralelamente al hallazgo y explotación de nuevas fuentes de petróleo propias, se estimule el desarrollo de fuentes alternas como plantas nucleares, eólicas y solares. Así se destinarán menos dólares a regímenes poco amigos o enemigos y al propio tiempo se preservará la calidad de la vidad de los norteamericanos. Es obvio que sería preferible que por calles y carreteras circulen vehículos no contaminantes impusaldos por hidrógeno. Pero ello es un ideal que desarrollará por propia iniciativa la empresa privada y tomará tiempo. Mientras tanto, no hay que descuidar que el hecho adicional de que el petróleo y la petroquímica probablemente jamás dejarán de utilizarse para tantas maravillosas invenciones que han hecho la vida diaria más fácil y placentera, con los plásticos y derivados solo como ejemplo.
Si Barack Hussein Obama insiste en obligar a las fábricas de automotores a producir modelos basura que nadie compra (frente a modeles japoneses o euroreos y muy pronto chinos o hindúes), la industria irá a un descalabro mayor.
La Ford, Chrysler y General Motors están en virtual quiebra por esa razón y porque los sindicatos han impuestos beneficios cuya carga hacen imposible la competencia con las rivales de dentro y fuera de los Estados Unidos. Si aspiran a una ayuda fiscal, deberían estar condicionados a una bancarrota que facilite la reestructuración de las empresas, para hacerlas así más productivas y por ende más competitivas.
Ello ocurrió con el presidente Ronald Reagan a quien los famosos CEOs o ejecutivos de las automotoras acudieron para pedir similar subsidio para seguir sufragando iguales gastos "obscenos". Reagan negó el pedido de prohibir la importación de vehículos japoneses para subsidiarlos (en esa época no había filiales en los Estados Unidos) y les pidió que compitan o sucumban. Se reestructuraron, tuvieron un auge impresionante, pero han caído otra vez, algunas de ellas, no todas, en la virtual quiebra por falta de calidad gerencial.
La quiebra bancaria, teóricamente, debió superarse por fuerzas del propio mercado, corrigiendo los errores de prestar a quienes no podían pagar, con la garantía absurda de dos empresas estatales. Se dice que la magnitud del daño hacía imposible esa opción. Se convino por ello en ofrecer un subsidio de rescate de 700 mil millones de dólares, pero la medida aún no surte efecto, hay algo que anda mal. ¿Qué? No precisamente la aplicación justa y clara del sistema de libre mercado que ha hecho grande a esta nación, sino todo lo contrario.
La disipación del mito Obama acaso se concrete más temprano que tarde si de entrada aplica las ofertas estatistas que no crean riqueza, que no crean empleo sino lo opuesto. A menos, claro está, que inesperdamente se torne juicioso, pragmático y con sentido común y haga lo que debe hacerse aquí y en cualquier otra parte del mundo que anhela crear riqueza a corto, mediano y largo plazo: fortalecer, no disminuir, una auténtica economía de libre mercado, sustentada en leyes acatadas y cumplidas por todos.

 

Friday, November 14, 2008

EL TURNO DE LOS UTOPISTAS

El miércoles pasado circuló en las calles de Manhattan y en las estaciones del subterráneo una edición falsificada del diario The New York Times. La tipografía y el diseño eran idénticos y solo la fecha era distinta: decía Julio 4, 2009.
No se han difundido mayores detalles del contenido pero en esencia los autores, que dicen haber consumido mucho tiempo y dinero para elaborar el ejemplar, anuncian en él los supuestos y luminosos logros del presidente Barack Hussein Obama a sus 6 primeros meses de gestión.
La guerra en Irak habría terminado en el tiempo originalmente promedito por  Obama y todo sería paz y sonrisas en el Medio Oriente. Probablemente el diario informará que para esa fecha ya todos  los conflictos en la región serían cosa del pasado, tras la salida de las tropas yanquis de Irak y Afganistán.
Es probable una crónica ficticia acerca de cómo Maliki y Ahamdinejad, los líderes de Irak e Irán, se confunden en un cálido abrazo para sellar una alianza que nunca permitirá más incursiones de tropas infieles en sus territorios. Esa atmósfera beatífica se habría esparcido también a Siria y el Líbano, aunque no se sabe qué dirán sobre Israel.
En cuanto a la política interna de los Estados Unidos, la edición afirma que se ha instaurado un juicio para condenar los crímenes del presidente George W Bush. Esos crímenes tienen que ver con la audacia del mandatario de tratar de garantizar la seguridad nacional del país por todos los medios lelgales a su alcance.
No se reseñan otros logros de Barack Hussein Obama en 6 meses, pero quizás se mencione que, al fin, todos los norteamericanos gozan de protección gratuita de salud y todos pueden acceder a las universidades también gratis y sin el escollo de la barrerra del mérito. Se supone que el gasto para financiar tales medidas provendrá del "justo" incremento de impuestos a los ricos.
Lo que han hecho los autores con la edición ficticia es resumir en poco espacio el utopismo de la mayoría de norteamericanos que eligió a B. Hussein Obama, individuo mulato, poco conocido, críptico en sus respuestas a las pocas preguntas que se la han podido hacer en la campaña y brumoso en sus promesas de "cambio".
Con el "cambio" dijo que terminará la guerra en Irak en 6 meses (aunque luego amplió el plazo a 16 meses), que bombardeará a Pakistán si es preciso para capturar en alguna cueva de ese país a su casi homónimo Osama Bin Laden y que el grueso de las tropas de Irak lo trasladará a Afganistán, con o sin la venia de la OTAN para triturar a los talibanes.
Ha prometido, además, sacar de la pobreza no solo a los de su raza, sino a todos los pobres que ganen al año menos de 250.000 dólares (luego bajó el tope a 200.000 dólares y su Vicepresidente ahora electo Joe Biden lo redujo  a 150.000 dólares), a todos los cuales les eximirá del pago total de impuestos.
Ese segmento de población, como él mismo lo dice, comprende al 95% de los contribuyentes. Pero ocurre que al menos el 45% de ese segmento gana por debajo del mínimo tributable, por lo que en compensación recibirán una limosna de 600 dólares a 1.500 dólares. Pero ocurre, también, que el 5% restante de contribuyentes, a los que ha prometido castigar con más impuestos, genera ya el 75% del total de los ingresos fiscales.
Desafortunadamente, la repartición de la riqueza por esa vía tributaria u otras no genera riqueza: la disminuye. Si la gente con más capital empresarial es amenazada con más tributos a sus ganancias, a sus ingresos, a sus inversiones, dejará de ahorrar e invertir. Y así habrá menos empleo y menos inversión, catástrofe que jamás podrá ser compensada con las dádivas del reparto de mini dólares, sobre todo en la actual crisis. 
Barack  Obama y quienes piensan como él, creen que más intervención del Estado en la economía es beneficioso para la comunidad. Es todo lo contrario. La historia así lo demuestra. Desde tiempo inmemorial ha existido la lucha eterna de la comunidad para idearse mecanismos que frenen el abuso del poder en manos del monarca, el emperador o presidentes/autócratas.
Los peregrinos que arribaron a Norteamérica en el Mayflower huían del régimen feudal de Europa, que les hostigaba, explotaba e impedía laborar, pensar, movilizarse y ejercer su religión sin trabas. A la postre ellos y sus sucesores se unieron para formar una república en la que imperase no un monarca autócrata sino un ciudadano líder elegido por voto popular, responsable de sus actos ante ellos y regido por leyes popularmente dictadas, aceptadas y acatadas. 
Ello se plasmó a fines del siglo XVIII. Desde entonces hasta la fecha y como antes a lo largo y ancho de la historia, no han cesado los intentos urbi et orbi de los gobernantes por abusar del poder. En algunos casos porque accedieron al poder mediante revoluciones de corte fascista, inclinados a la izquierda o a la derecha, pero siempre identificados en su estilo de gobernanr por sobre las leyes.
La Revolución de Octubre prometió la utopía de la felicidad colectiva con Lenín/Stalin. El zar fue sustituido por los zares "del pueblo" que impusieron su estilo colectivista a sangre y fuego, con el asesinato, este si colecitvo, de más de 20 millones de seres humanos. Al otro lado del espectro llegó la utopía nazi que segó la vida a 60 millones de individuos. 
Obama y los Chávez y Correa del mundo entero creen que el capitalismo y el libre mercado están en decadencia y que la estabilidad de la economía mundial se alcanzará con más regulaciones y más intervención estatal. Se insiste en ello pese a quedar demostrado que la economía entró en crisis en USA precisamente porque los gobiernos de Jimmy Carter y Bill Clinton intervinieron en el mercado para forzar la concesión de préstamos hipotecarios a quienes no podían pagarlos. 
Esa ley elemental del mercado (no prestes a nadie que no te pueda pagar) siguió su marcha por la presión de los demócratas y conivencia de los republicanos. El gobierno culpable ahora ha salido a coregir sus yerros con la más incomprensible y hasta la fecha inaplicable operación de rescate en toda la historia de éste y cualquier otro país.
Teóricamente la quiebra bancaria debió seguir su curso, hasta que el propio mercado lo auto corrija, pese a los sacrificios que implique. Pero se ha preferido el salvataje fiscal, con el agravante de que Obama no niega que tras posesionarse elevará a no se sabe qué nivel el impuesto al 5% de ricos de este país. 
No se necesita ser una graduado de las universidades de la Ivy League para comprender que en una época de crisis, más impuestos agravan la situación. Eso hizo el presidente Hoover, un republicano y lo agudizó el demócrata Franklin Roosevelt en el decenio de 1930 y la consecuencia fue la Gran Depresión. Obama, como sus antecesores, también habla de restringir el comercio externo y revisar los tratados con México y Canadá y de oponerse al TLC con Colombia.
Si persiste en esas maniobras económicas, a la actual depresión sobrevendrá una nueva recesión como la anunciada en Alemania. Las bolsas de Nueva York, por la incertidumbre, no reaccionan y no buscan ni dan créditos, aunque tienen dinero. Están a la expectativa. Cuando Bush salió en defensa del capitalismo y el libre mercado, hacia las 2pm del jueves, la Bolsa cerró al alza.
En cambio si Obama cesa su amenaza de suspender el recorte de impuestos de Bush, que el Congreso lo prorrogó hasta el 2010 y deja en el olvido la demagogia el recorte para el 95 % de la población, es probable que la bolsa y el mercado reaccionen, deteniendo la ola de pedigüeños que aguarda en fila el auxilio fiscal por las pérdidas derivadas de malos manejos empresariales.
B. Hussein Obama, más aún, exige en estos días que el fisco regale a las compañías que fabrican automóviles no solo los 25.000 millones de dólares previamente aprobados sino 50.000 millones de dólares mas para rescatarlas de la bancarrota. Lo hace para halagar a los poderesos sindicatos que le dieron el voto y que son factor clave en la quiebra por el exceso de beneficios que reciben. (Hay obreros que ganaban 78 dólares por hora antes de la llegada de los robots. No se reubicaron pero siguen ganando esa cifra sin hacer nada...Muchas otras fábricas, sobre todo de origen europeo asentados en USA, están boyantes).
Los liberals de Obama ven como ideal el sistema de gobierno que rige en Europa. Allí se ha optado por preferir la sobreprotección social a la productividad: dos meses de vacaciones, 7 horas diarias de trabajo, medicina gratuita, estabilidad de por vida en el empleo por sobre el mérito, educación gratuita hasta la universidad. Los resultados están a la vista: las finanzas en rojo. La crisis en USA está acabando por hundir a sus quebradas economías.
En el campo exterior, un retiro abrupto de tropas de Irak volverá a fortalecer a las fuerzas de Al Qaeda y el proceso de estabilización del país en marcha con sus tres facciones se irá al tacho de basura. Ahjmadinejad inundará al país y lo "satelizará". Igual destino tendrán otras naciones árabes del área, en donde se predica como ideal religioso borrar del mapa a Israel e intensificar la guerra santa contra Occidentey y su líder, los Estados Unidos.
El objetivo del extremismo musulmán tiene ahora nuevos aliados: Rusia, embozadamente China y últimamente Venezuela y Cuba. Nada sorpresiva que pronto se sume el Ecuador, cuyo líder no oculta su simpatía por Ahjmadenejad y su antipatía por los Estados Unidos. ¿Es éste el "cambio" al que se refiere B. Hussein Obama y que se saluda y apoya con tanto frenesí por el mundo entero?

  

Sunday, November 9, 2008

QUÉ EMOCIÓN, GANÓ OBAMA!!!

Es la expresión más frecuentemente escuchada dentro y fuera de los Estados Unidos. Oh! Qué emoción: por fin llegará a la Casa Blanca un negro. Un negro será Presidente en el país más racista del mundo, qué emoción. No ha sido tan perversa la democracia del imperio: un negro se ha impuesto finalmente en elecciones libres...
Muchas personas, dentro y fuera de este país, han llorado de la emoción al constatar esta realidad. Han bailado en las calles y muchos han dicho que el mundo será diferente a partir del 20 de enero próximo, cuando se posesione del cargo este joven negro tan simpático de 47 años de edad, cuya oratoria le hace cosquillas en la entrepierna al director de noticias de la cadena MSNBC, Chris Matthews.
El paroxismo es casi orgiástico entre negras y negros, que creen que les ha llegado un nuevo Mesías que les vengará de las atrocidades cometidas por los blancos en tiempos de la esclavitud. Algunos inclusive han dejado de pagar sus hipotecas convencidos de que las deudas serán redimidas por el Magnánimo. Otro, desempleado, dijo que dejará de buscar trabajo pues con Obama ya no lo necesitará pues él le proveerá de dinero para cuidar de su hogar sin necesidad de emplearse.
El problema sustantivo de las reacciones post eleccionarias es que se basa en la emoción, de idéntico modo como se observó en las votaciones. El voto fue emotivo, no reflexivo. No se eligió a Obama por sus cualidades sino primordialmente por el color de su piel, lo que contradice la prédica de ese gran hombre negro que fue Martin Luther King, Jr.
Howard Stern, un popular radiodifusor con inclinaciones de extrema izquierda y la pornografía, se lanzó a las calles días antes de las elecciones para preguntar a los negros y negras por quién y por qué iban a votar. Todos estaban por Obama. El animador jugó con varias preguntas. ¿Votará por Obama pese a que escogió a una mujer, Sarah Palin, como candidata a la vicepresidencia? (Palin estaba con McCain) Si, lo haré, no me importa. A otro: ¿no le preocupa que Obama quiera prolongar la guerra en el Irak indefinidamente y que esté contra el aborto? (Obama quiere retirar las tropas de Irak lo antes posible y es abierta y reiteradamente pro aborto, al contrario de McCain) La respuesta, siempre la misma: votaré por Obama como sea...
Esa visión emocional perdura tras la victoria de Obama. Creen que ahora todos los males achacados al presidente saliente George W Bush se solucionarán como por ensalmo. Las tropas norteamericanas y de la coalición saldrán de Irak y así se vendrá la paz en el Medio Oriente. Los gastos militares se reduciarán y serán reasignados al "gasto social", esto es, a más beneficios por desempleo, más cobertura médica gratuita y otros.
La gente que ha votado con ese sentimiento de por medio, pronto se estrellará contra la realidad. Pero hubo muchos otros que votaron con la plena consciencia de respaldar sus tendencias izquierdistas, entre ellos blancos y judíos que han sostenido que este país está mal conducido en lo interno y externo, por lo que urge un "cambio", el cambio prometido por Obama.
El "cambio" que propone es comparable al "socialismo del siglo XXI" que proponen Chávez y Correa y Morales en Sudamérica. Ninguno de ellos lo puede definir y alguno ideólogos se justifican diciendo que es una doctrina "en formación". Pero es fácil explicar esa posición con ayuda de la hisotria: lo que buscan el trío y Obama es cada vez una mayor ingerencia del Estado en el mercado y en las decisiones individuales, para así incrementar su poder.
Los negros en los Estados Unidos piensan que con Obama ha llegado un nuevo Lincoln que terminará por liberarlos. Pero la fórmula en la que están pensando es la de mayores dádivas protectivas del Estado, no en mayores oportunidades para forjarse su propio destino con su propio esfuerzo, que es lo típico de las sociedades democráticas abiertas y liberales como la de los Estados Unidos, gracias a lo cual esta nación es la más poderosa del orbe y de la historia.
La esclavitud fue y es, donde todavía existe, bochornosa y condenable. Ha existido desde tiempos remotos, subsiste en el África. Hacia los siglos XVII y sucesivos prosperó el tráfico de esclavos con la participación no solo de los mercaderes blancos sino de los negros cazadores de sus congéneres más débiles. Grandes líderes en la Unión Americana como John Adams condenaron desde un principio la esclavitud y pidieron abolirla, . Otros fueron ambiguos, como Jefferson e inclusive el mismo Washington. El problema detrás de estos conflictos de apreciación era la vinculación del esclavismo con la economía.
En el sur de la Unión, las grandes plantaciones de algodón y las grandes fortunas se basaron en el trabajo de los esclavos. Cuando surgió otro líder visionario como Abraham Lincoln con la misión de iniciar un proceso para terminar con el mal moral de la esclavitud, los esclavistas sureños se opusieron. Al tiempo de las elecciones presidenciales en 1960, amenazaron con la Secesión si Lincoln era el victorioso.
Lincoln ganó y la amenaza secesionista se concretó. Para evitarla sobrevino una cruenta guerra civil entre el Norte camino de la industrialización y el Sur con plantaciones de esclavos. Triunfó el Norte y sobrevivió la Unión, quedando abolida la esclavitud. Pero la guerra quedó inconclusa en lo referente a los negros. Lioncoln fue asesinado y sus sucesores no pudieron conceceder a los negros todos los derechos civiles inherentes al resto de ciudadanos norteamericanos.
La segregación contra los negros se impuso en toda actividad: en restaurantes, escuelas y colegios, ómnibus, servicios higiénicos, oportunidades de empleo. Esa segregación fue abono para que surgiese el calificativo de afroamericanos para diferenciar a un respetable grupo humano cuya piel es negra u obscura. La segregación fue furiosamente defendida por los demócratas, sobre todo del Sur, que no habían logrado sobreponerse de la derrota en la Guerra Civil. La fobia racial alcanzó niveles de horror con el Ku Klux Klan y los linchamientos, hasta bien entrado el siglo pasado.
La situación comenzó a variar con la defensa de los derechos civiles para todos, gracias a líderes de la calidad excepcional como MLK, asesinado como lo fue Lincoln por la furza del contenido moral de sus discursos. Los líderes demócratas cedieron a la presión y, finalmente en la presidencia demócrata de Lyndon Johnson se aprobó un cuadro de derechos civiles mandatorio en favor de los negros, que eliminaba por completo toda forma de discriminación.
Pero quedó en el subconsciente de los autores de la ley la convicción de que el negro, como decía Jefferson, es un ser humano de calidad inferior, al que había que ayudar, aconsejar y guiar como a un niño, como si fuere un ciudadano de segunda clase. Fruto de ese enfoque fueron leyes protectivas (y humillantes), como la de obligar a universidades y empleadores a aceptar una cuota mínima de negros y de otras minorías, sin importar sus niveles de mérito para ello.
La crisis económica actual, que terminó por hundir al mediocre candidato republicano John McCain, tiene también su origen en ese criterio despectivo hacia el negro. El presidente demócrata Jimmy Carter y luego su coideario Bill Clinton reformaron la ley para obligar a los bancos a otorgar préstamos hipotecarios a todos los que no tuvieran casa propia, especialmente a las minorías negras. Se trataba de una decisión emocionalmente válida, pero ¿quién iba a proteger a los bancos de los créditos riesgosos que tenían que ofrecer por obligación? Se inventaron para ello organismos con respaldo estatal como Fannie Mae y Freddie Mac.
Los préstamos de riesgo comenzaron a multiplicarse como esporas, pues era buen negocio para los bancos y para los especuladores. Hubo casos en que se obligaba a la gente en vías de adquirir una casa en condiciones normales, a que lo hicieran por sumas mucho más altas, por mansiones fuera del alcance de sus ingresos. ¿A quién le tocaba llenar el vacío de las hipotecas dolosamente concedidas, cuyos beneficiarios poco a poco dejaron de pagar las altas cuotas? La burbuja estalló y a quienes va a tocar pagar esta infamia política y financiera es a los contribuyentes.
Uno de los altos dirigentes de una de las organizaciones estatales responsables de la debacle económica es Rahm Emanuel, un judío que acaba de ser nombrado jefe de Gabinete por Obama. Si hubiera sido republicano, el Congreso lo habría investigado y sometido a juicio. Estaría ahora tras de rejas, no en la alta posición para la cual ha sido seleccionado. John McCain, el fracasado candidato republicano, pidió por escrito en el Senado que se frene el abuso de las políticas de concesión de préstamos en el 2005, pero la mayoría demócrata se opuso.
La gente pro Obama confía en que uno de los inmediatos actos de su gobierno será superar la crisis de la economía. Pero las recetas que aplicará son las que anunció en la campaña. Cortará los impuestos a los que ganen menos de 250.000 dólares, o sea al 95% de la población, e incrementará los que ganen más de esa suma. Del 95% indicado, el 45% no paga impuestos, por lo que recibirán un bono de 1.000 o 1.500 dólares, tomados de los fondos fiscales. Mas ocurre que el 5% de contribuyentes que va a ser castigado con más impuestos paga en la actualidad más del 75% del total de los ingresos fiscales por impuestos.
Si a los "ricos" se les castiga con más impuestos invertirán menos, reducirán empleos, tributarán menos, al tiempo que el gasto fiscal sigue en ascenso. Cuando George W. Bush se posesionó en el 2001, heredó una recesión de Clinton. Para contrarrestarla, redujo los impuestos a todos sin excepción y ello género un boom de la economía sin precedentes y un aumento impresionante en la recaudación tributaria. Fue por ello que el impacto del 9/11 fue soportable.
Obama siempre ha pensado que el régimen capitalista es injusto y que hay que sustituirlo por una especie de estado socialista al estilo europeo, al menos. Lo dice en sus libros, lo ha dicho en incontables ocasiones en sus discursos y es evidente por la clase de amistades de su vida adulta, entre ellos terroristas domésticos como Ayerst o pastores antinorteamericanos como Jeremiah Wright. No se registra entre sus amistades a nadie de importancia que piense distinto. De ahí que suponer que Obama haga un gobierno moderado, centrista, es probablemente una utopía.
Obama tiene entre sus héroes de esta tendencia a Franklin D. Roosevelt. Accedió al poder en una recesión provocada por su antecesor republicano Hoover (que al igual que GWBush aceleró desbocadamente el gasto fiscal y aisló al país del comercio mundial). En lugar de rectificar esos errores, FDR los acentuó aumentando el gasto fiscal con obras públicas y "gasto social" con las cuales no creó riqueza, sino que limitó y prolongó la recesión. Fue la II Guerra Mundial la que lo salvó del caos, con la movilización general para la industria de guerra.
Obama quiere aumentar el empleo con obra pública, como FDR, para construir caminos y puentes. Ello significa tomar dinero de las arcas fiscales para gastarlas en nuevas inversiones que no generan riqueza por si mismas. Si va a elevar el gasto social y va a aumentar los impuestos al capital ¿cómo cubrirá el déficit? La inflación probablemente superrá el récord del 13% con Carter lo cual, si se añade la pérdida del empleo, repercutirá negativamente no en los ricos, sino en los negros que ahora lo adoran y en los liberales y, en general en toda la economía nacional y mundial.
La economía se ha convertido en la primera prioridad, relegando a segundo plano el tema de la seguridad nacional. Es irónico analizar que el candidato republicano perdió las elecciones debido a esos dos temas. La seguridad nacional no preocupó tanto como la economía, porque la guerra en el Irak cambió de giro con el general Patreaus (a insistencia de McCain) y terminó por inmponerse al terrorismo de Al Qaeda favorecido por Irán. Antes de la debacle económica, la delantera de McCain sobre Obama era notoria y el tema prevalente era la seguridad, en lo cual el candidato negro tenia las de perder. Pero lo económico prevaleció y, pese a que fue provocada por los demócratas, aparece como culpa de Bush. McCain fue incapaz de aclarar la verdad en éste y tantos otros temas concomitantes y, por ello, mereció perder.
Obama quiere retirar las tropas de Irak en 16 meses o antes, sin esperar al plazo hasta el 2011 que se está negociando en Bagdad. Quiere arremeter en Afghanistan y en Pakistán, capturar a Bin Laden y pulverizar a los talibanes. Pero allí es la OTAN la que comanda las operaciones y Pakistán es aliado al cual no se puede bombardear como lo ha prometido.
Hace pocas horas, Obama conversó con el presidente de Polonia Lech Kaczynski y le aseguró que la decisión de instalar en su territorio bases anti misiles para bloquear probables ataques de Irán a Europa, continuará sin cambio. Así lo anunció el líder polaco, pero a poco un subalterno de Obama lo rectificó, para aclarar que Obama no ofreció nada, que la instalación estará condicionada a estudios posteriores.
Rusia y su jerarca mayor, Vladimir Putin dijeron complacidos a través del presidente títere Dmitri Medvedev que no instalarán bases de cohetería dirigidos contra Polonia, hasta que Obama concluya que no instalará bases antimisiles en ese país. Si así comienza el manejo de la política exterior ¿cómo será a partir de enero próximo? Si salen las tropas de Irak, Al Qaeda regresará al país y Ahjmadinejad se sentirá libre para extender su influjo sin cortapisas en esa nación, vía armas, municiones y dinero. ¿Es eso lo que quieren Obama y su corte? La respuesta es afirmativa, si se revisan sus ofertas de campaña.

Thursday, October 30, 2008

CORREA Y LOS ENEMIGOS DE USA

El señor César Mora, quien eventualmente envía apuntes sobre los artículos aquí publicados, nos ha hecho llegar un comentario de suma preocupación acerca del giro que está dando el presidente Rafael Correa a la política exterior del Ecuador y que básicamente se sustenta en un odio irrazonado a los Estados Unidos y a la cultura política y democracia que representa. Por el alto interés de esta nota, se la reproduce a continuación con los debidos agradecimientos al autor.


Quisiera referirme a algunos asuntos recientes relacionados con Ecuador y menciono ciertos hechos inquietantes de dominio público acaecidos en los últimos días.

Primero: El secretario del consejo de seguridad de Rusia, Nikolai Platonovich Patrushev, visitó el día 15 de este mes al presidente Correa y, entre otras cosas, comentó que Rusia podría cooperar con Ecuador en labores de contrainteligencia. El presidente ecuatoriano expresó posteriormente, también entre otras cosas, que el armamento ruso es de primera calidad (!!!).

Segundo: Es un hecho que la campaña electoral que lleva a cabo Correa (porque no ha parado de hacer campaña, sólo ha disminuido el ritmo) va a contar con menos recursos que las anteriores por la caída de los precios del petróleo y la contracción económica general. Por lo tanto necesita algo más que simples promesas económicas para mantener el favor de los votantes.

Tercero: La virulencia de Correa contra Colombia desatada en los últimos días, llegando –por lo pronto- a los extremos del matón tonto de barrio que desafía sin fijarse contra quién lo hace.

Cuarto: La extraña aproximación a Irán -que no es de ahora sino desde el mismo día que asumió el poder- que no aporta en nada ni al comercio ni a los intereses del país pero tiene verdadera desesperación por entrar con pie firme en América Latina y desafiar a Estados Unidos en su vecindario. Irán también posee una importante oferta de armamentos propios y de fabricación Rusa, y Correa va a ir de visita (¿o de compras a crédito?) el próximo mes.

Quinto: Es claro para cualquiera que tenga ojos y oídos que Correa es un psicópata que igual maltrata a diestra y siniestra al que se le ocurre, sin medir las consecuencias, por lo pronto de palabra –aunque ya ha habido carcelazos-, incluyendo el fin de semana pasado nada menos que al presidente de Perú Alan García, un dignísimo caballero que utilizó en su mesurado discurso un término técnico que Correa, muy enojado, consideró que no pertenece al ámbito de la economía…y así le hizo saber, muy enojado, no faltaba más.

Sexto: Correa ya no tiene con quién pelear internamente y necesita desesperadamente un adversario. Por lo tanto, hay que buscarlo en el exterior.

Conclusiones a considerar: ¿Sería posible que Correa quiera embarcarnos en alguna clase de conflicto serio con Colombia? Sería la ocasión para matar dos aves de un tiro: primero cohesionar al país detrás de él y ganar las próximas elecciones y, segundo, fabricar la oportunidad de oro para comprar armas a los rusos, o a los iraníes, que no se hacen problemas a la hora de pagar buenas comisiones…Y eso que el país estcya en crisis por efecto de la baja de los precios del petróleo y la reducción del comercio internacional, entre otras cosas. Claro que el argumento de la 'soberanía', el 'patriotismo' y otras sandeces por el estilo debidamente empacadas y publicitadas permitiría quitar el pan de la boca a los pobres del país y convertirlo en armas que no van a servir de nada frente a una Colombia aguerrida, perfectamente entrenada debido al permanente estado de guerra interna y muy bien apertrechada; tanto que ni el mismo Chávez se atrevería a enfrentarse a ella dada su enorme potencia militar.

Pero así son los psicópatas, incapaces de reflexionar y aptos para cualquier acción que signifique un alivio para sus frustraciones y complejos y, cuando tienen la oportunidad, muy capaces de llevar a cabo sus enfermizas fijaciones mentales.

En todo caso, es claro que Correa es una real amenaza para el país dada su incapacidad de relacionarse civilizadamente con propios y extraños, entre otras muchas razones.

César Mora.

Wednesday, October 29, 2008

El señor César Mora, quien eventualmente envía comentarios al BLOG acerca de los artículos que allí se publican, ha remitido una nota de suma preocupación acerca de las decisiones que el presidente Rafael Correa está adoptando en materia de política exterior. Dado el interés, se la transcribe a continuación. Tras su lectura, uno se pregunta ¿por qué tanto odio a los Estados Unidos y a la cultura democrática que representan?

Sunday, October 26, 2008

SI OBAMA NO FUERA NEGRO

Si Barak Hussein Obama, el candidato presidencial demócrata, no hubiese sido negro con seguridad que habría quedado último en las elecciones primarias que el partido celebró para designar al candidato finalista.
Habría quedado último por detrás de Joe Biden, quien terció como pre candidato y ahora es su compañero de fórmula para la vicepresidencia. Obama sorprendió a todos y pasó a disputar la final con una mujer, Hillary Clinton, que había sido la favorita indiscutida de sus admiradores en los medios de comunicación y entre los más populares analistas políticos y no solo del ala liberal.
Pero Hillary, si bien tenía sus fans también tenía una implacable oposición en el partido por su arrogancia y excesiva ambición y porque fue demasiado débil en su actitud frente a las infidelidades y perjurio de su marido y ex presidente Bill.
Obama, ayudado por un 51% de los demócratas que no quería que Hillary fuese la escogida, surgió como espuma con su retórica populista y con lo que muchos califican de carisma. Pero acaso lo que más le sirvió en su auge fue el hecho de que era negro (si bien su madre era blanca).
La primera persona en destacar este hecho no fue republicano: fue una mujer demócrata, Geraldine Ferraro, la primera en optar por la vicepresidencia de la república, con Walter Mondale como candidato presidencial. Ambos perdieron y en esta ocasión, Ferraro respaldaba a Hillary.
Las palabras de Ferraro generaron la inmediata y furibunda protesta de los obamistas, quienes la tildaron de racista. Lo que dijo Ferraro era y es un hecho real e indiscutible. Los obamistas, desde entonces, no han dejado de utilizar el recurso del racismo para proteger a Obama de toda pregunta o acusación que se le hace en torno a su brumoso pasado político y familiar.
(Un juez federal acaba de rechazar el juicio que se le seguía a Barak Obama en
Filadelfia para exigirle que exhiba su partida de nacimiento legal. Según las investigaciones, documentadas con testimonios de su abuelastra nigeriana y sus dos hermanastros, él no nació en Hawaii sino en Kenia, lo que lo descalificaría como candidato presidencial. Los certificados de su nacimiento en Hawaii son contradictorios y no convincentes. John McCain, su opositor demócrata, nació en Panamá pero los documentos los exhibió sin tardanza para probar que nació en la Zona del Canal de jurisdicción entonces de los Estados Unidos).
Barak Hussein Obama es, en efecto, el candidato con menos calificaciones y con menos experiencia que registra la historia política de los Estados Unidos. No obstante, a 9 días de las elecciones presidenciales las encuestas le atribuyen una ventaja de entre 6 y 12 puntos. En cuanto a experiencia y calificaciones McCain tiene las condiciones exactamente opuestas a las de Obama.
¿Cuál la explicación de este fenómeno, que de concretarse en una victoria para Obama colocaría a los Estados Unidos en igualdad de condiciones que países tercermundistas, como un Ecuador con Rafael Correa? La respuesta está dada en el análisis de Geraldine Ferraro, sustentado y fundamentado en la historia de esta nación.
Los demócratas fueron el partido de la esclavitud. Cuando en 1960 Abraham Lincoln se perfiló como candidato presidencial republicano con la misión de iniciar el proceso de liquidación de lo que calificaba como el peor crimen moral de los Estados Unidos, los demócratas especialmente del Sur se escandalizaron y amenazaron con la secesión si triunfaba. Lincoln triunfó y los demócratas desencadenaron la Guerra Civil.
Tras centenares de miles de muertos de ambos bandos, la Unión se preservó y la esclavitud fue finalmente abolida. Sin embargo, los negros no llegaron a gozar a plenitud los derechos civiles como el resto de norteamericanos, pese a los esfuerzos, por ejemplo, del general Ulysses S. Grant (el que condujo a la victoria de la Unión y fue más tarde Presidente 1869/1877) por poner en práctica el Plan de Reconstrucción. Este buscaba complementar lo hecho por el asesinado presidente, para que los negros pudiesen votar y acceder a las oportunidades generales para prosperar, sin discrimen por el color de su piel.
Hubo de transcurrir más de 100 años para que la discriminación contra el negro comenzara a ceder en los Estados Unidos. Para prohibirla se dictó una ley. El encargado de firmarla y ejecutarla fue Lyndon Johnson, presidente demócrata converso de su activismo segregacionista.
Está bien, por cierto, que alguien rectifique una cultura de odio y se resuelva a abogar por la causa de sus anteriores víctimas (como Robert Byrd, el senador demócrata por West Virginia, un ex miembro del Ku Klux Klan todavía en funciones con sus más de 90 años de edad) . Lo que no está bien es que se trate de rehacer la historia. Casi no hay negro de los Estados Unidos que no sea y vote demócrata, pero pocos admiten que quien los liberó de la esclavitud fue un republicano que optó por la Guerra Civil para defenderlos aunque fue otro presidente, esta vez demócrata, John Kennedy (parecería ahora republicano por sus políticas fiscales) quien envió tropas militares para que el estudiante negro James Meredith ingrese a la universidad de Mississipi sin ser discriminado.
El pasado esclavista de los demócratas parece rondar aún en el alma y espíritu de los demócratas. Todavía siguen considerando al negro como Jefferson los consideraba: inferiores, de segunda clase. Ello explica la expedición de la ley Affirmative Action que obliga a las universidades estatales que reciben subsidio fiscal a aceptar una cuota mínima de estudiantes negros (se incluyó también a hispanos y mujeres), aunque estos no se ciñesen a los niveles académicos mínimos de ingreso. La penalidad por incumplir con la cuota es la suspensión de los fondos y subsidios fiscales.
Los resultados han sido funestos. Puesto que no todos estos negros, hispanos y mujeres eran aptos para el ingreso, redujeron los estándares de admisión para llenar la cuota y la calidad académica se resintió. Los negros mal preparados se sintieron ellos mismos discriminados y se refugiaron en ghettos. Cuando algunos estudiantes blancos acudieron a universidades negras para ingresar con similares derechos, fueron rechazados.
Esta visión despectiva del negro ha impedido su total integración a la sociedad norteamericana. Martin Luther King, el apóstol de la negritud, predicó que soñaba en el día en que los ciudadanos en este país fuesen juzgados no por el color de su piel, sino por su carácter, su personalidad y atributos intrínsecos de cualquier ser humano.
La discriminación racial persiste, aunque no en el grado de asignar a los negros ubicación especial en ómnibus, bares y restaurantes o cerrarles el acceso a los centros educativos o recibir trato especial en las fuerzas armadas. Pero no será ese sentimiento despreciativo del demócrata hacia el negro el que termine por eliminar el discrimen sino cuando todos convengan, negros incluidos, que esa etnia tiene tantas dotes para superarse y enfrentar los retos como cualquiera de las demás.
Obama y su mujer Michelle se educaron en las universidades de Harvard y Princeton, de las de mayor prestigio en el país. Se titularon y ambos ocuparon y ocupan posiciones prestantes en el mercado profesional y él es, por cierto, un político prominente.
Pero ambos destilan amargura y resentimiento. Se asociaron por más de 20 años con gente que odia a los Estados Unidos, cuya prosperidad está basada en el sistema democrático capitalista que aborrecen y prometen sustituir por un socialismo de corte europeo. Condenan a las fuerzas armadas y Obama, en su visita a Berlín, pidió perdón por los excesos por ellas cometidas (¿como liberar acaso a Europa de tiranías tras dos guerras mundiales?).
Como un Correa cualquiera, Obama rechaza a la gente de éxito, a los ricos y ha prometido reiteradamente elevar los impuestos directos a ellos, a sus empresas y a las ganancias de capital. Quiere que no se exporten capitales ni mano de obra, pero aumentará los impuestos por sobre el 35% que hoy rige en USA, uno de los más altos del mundo.
A Pepe el Plomero (Joe the Plumber) le dijo que si gana más de 250.000 dólares en la pequeña empresa que sueña en crear, le caerá con impuestos “para que se propague la riqueza a los demás”. Es el mismo concepto igualitario y empobrecedor de los correas y chávez de la América Latina. Los impuestos van al fisco y no a los bolsillos de los pobres, pero la idea fascina a los ingenuos.
Los negros votarán por Obama porque es negro, la raza que los demócratas se empeñan en sobreproteger juzgándolos minusválidos, para aumentar más aún su dependencia del fisco. Mas el fisco no crea riqueza, absorbe impuestos y en general estimula la corrupción y el desperdicio. Si suben los impuestos, decrece la inversión y disminuye la producción y el empleo. ¿No es así, “economista” Correa?
Pero no solo los negros votarán por Obama. Votarán los “liberal democrats”, que así buscan expiar sus sentimientos de culpa esclavista y expresar su rechazo al sistema que tanto detestan desde el decenio de 1960 y la guerra de Vietnam. Y votarán los judíos liberales que quieren evitar así ser racistas si prefieren a McCain. Lo cual recuerda el voto que dieron a Hitler en 1933 para que asumiera poderes absolutos, que usó para desencadenar la II Guerra Mundial y el Holocausto.

Sunday, October 12, 2008

PELIGRO DE UN "CORREAZO" EN USA

La candidatura presidencial del republicano John McCain se ha desplomado y se especula, con base a las encuestas, que su rival demócrata Barak Hussein Obama podría ganar las elecciones del 4 de noviembre próximo por avalancha de votos.
El derrumbe se inició con la detección de la crisis bancaria y financiera que aún no se resuelve y que se originó en el mal manejo de la concesión de préstamos hipotecarios a prestatarios que carecían del debido respaldo para cumplir con las obligaciones crediticias.
Los bancos prestamistas se vieron forzados a esa política irresponsable por regulaciones o desregulaciones populistas de los regímenes demócratas de Jimmy Carter, primero y de Bill Clinton después. El propósito fue facilitar acceso a gente con escasos recursos o ninguno para que contaran con vivienda propia. Para cubrir los riesgos se creó una agencia gubernamental para compra y recompra de hipotecas, lo que desembocó en una burbuja que ha estallado más tarde que temprano.
Hubo quienes advirtieron que el asunto era peligroso, que había que regular y revisar cuentas para impedir una catástrofe. El Presidente George W Bush lo dijo a poco de posesionarse en el 2001 y más tarde fue el ahora candidato John McCain quien lo reiteró por escrito y con respaldo de 12 legisladores.
Los demócratas bloquearon los pedidos de auditoría y control y la debacle se hizo inevitable y ahora se trata de amainarla con el estratosférico salvataje a la banca por 700.000 millones de dólares que tardará en aplicarse y que hasta la fecha no logra disipar la desconfianza, ni en los Estados Unidos ni en el resto del mundo.
Se entendía que el presidente Bush no haya querido referirse a los orígenes del problema económico, porque su propósito ha sido poner en práctica de modo urgente y global una operación de rescate en la que todos cooperan, tanto dentro como fuera de la nación.
Igual se presumía inicialmente de McCain, quien interrumpió su campaña para involucrarse directamente en el proyecto de salvataje en Washington con los congresistas. Pero el proyecto a la postre se aprobó con apoyo bipartidista y no se comprende por qué McCain no se ha decidido ahora a explotar en su favor la verdadera historia del descalabro en su favor.
Se esperaba que lo hiciera en el segundo debate que tuvo con Obama el martes pasado. Se refirió al hecho solo tangencialmente y no aprovechó la oportunidad para referirse a otras debilidades de su contendor, como el hecho de que su vida política se inició e impulsó con un terrorista confeso y que luego tuvo el respaldo moral por más de 20 años de un pastor antinorteamericano.
Por cierto que Bush no queda exento de culpa en la crisis económica, pues si supo de la situación caótica del mercado hipotecario, debió ejercer su autoridad para forzar a cambiar el rumbo. En ese sentido, también McCain y sus colegas republicanos del Congreso son susceptibles de reproche. Pero la causa principal es la ideología proteccionista y populista de los demócratas.
No obstante se supone que McCain quiere derrotar a su rival el 4 de noviembre y para ello debería utilizar todo instrumento legítimo a su alcance para tratar de debilitarlo y anularlo. Aparentemente no lo desea y ha preferido una conducta de contemporización con Obama, que ha desmoralizado a sus simpatizantes, entre las que se cuenta Sarah Palin, la brillante gobernadora de Alaska que él mismo escogió como su candidata a la vicepresidencia.
El problema de la personalidad de McCain, conocido como un Maverick, es la pretensión de nadar a dos aguas y de aparecer independiente en asuntos que él considera correctos, aunque su partido discrepe. Pero ha llegado al extremo de aparecer rojo (republicano) y azul (demócrata) al mismo tiempo, equivalente a no ser ni lo uno ni lo otro.
Cita con frecuencia a Ronald Reagan como a su héroe modelo. Pero Reagan no ganó la presidencia con una posición bipartidista, sino todo lo contrario: su visión republicana fue clara, inmutable y jamás pensó en variarla para atraer a “indecisos” independientes o a “blandos” de los otros bandos. Fue esa firmeza de liderazgo lo que le significó la victoria, lo que realmente atrajo a indecisos y no indecisos de toda la nación. Y esa fue la tónica de su gestión gubernamental.
En días pasados McCain recibió la protesta en vivo de partidarios que no están satisfechos con su actitud bipolar. Lo hicieron en distintas reuniones conocidas como “town halls”, durante las cuales gente sencilla o “gente del pueblo” tiene oportunidad de plantear preguntas directas (sin moderadores o filtros) a los candidatos.
Le reclamaron más energía para denunciar las debilidades del opositor, tanto en sus inclinaciones socialistas (cada vez mayor ingerencia del ejecutivo en las actividades privadas) como en sus relaciones del pasado y presente con gente indeseable, todo sustentado en hechos probados.
McCain desconcertó al decir que estaba en desacuerdo y que Barak Hussein Obama es un hombre decente del cual nada había que temer si llegaba a la Casa Blanca. Descalificó así automáticamente la campaña de avisos de su propio partido que ha cuestionado la personalidad de Obama y los discursos en el mismo sentido de Sarah Palin.
Irónicamente, el discurso agresivo y mordaz le ha estado rindiendo a Palin magníficos resultados. En múltiples oportunidades los organizadores de los eventos han tenido que buscar a última hora locales más amplios para alojar a multitudes de volumen mucho mayor del calculado. Sarah convoca a más gente que McCain o Joe Biden combinados. Es verdad que ella es atractiva, pero lo que más atrae es el tono de principios firmes de su oratoria.
Los asesores más próximos a McCain entrevistados por las emisoras de TV y radio no pueden ocultar su desconcierto. No atinan a defenderlo ni a superar la contradicción entre lo que ha dicho sobre Obama y la campaña para delatar al Obama real, virtualmente nacido de la nada.
El miércoles próximo se realizará el debate tercero y último entre los candidatos. Pocos seguidores de McCain creen que vaya a producirse algo que revierta la ventaja amplia de su rival. Palin, erigida como la campeona del pensamiento y la doctrina auténticamente republicana y “reaganista” después de todo no es sino candidata a la vicepresidencia. Y el principal parece haber “echado la toalla” aún antes de iniciarse el encuentro boxístico final del 4 de noviembre.
Como en el Ecuador, si gana Obama no será porque gane el mejor sino porque no hubo un rival de categoría. Rafael Correa triunfó porque a su rival Álvaro Noboa le faltaron condiciones de liderazgo. Correa no califica para jefe de Estado, pero el pueblo lo sigue respaldando. Si Obama llega a la Casa Blanca es indudable que su gestión será desastrosa.
En cuatro años habrá la oportunidad de sustituirlo. ¿Serán dos mujeres las finalistas? ¿Esto es, Hillary Clinton por los demócratas y Sarah Palin por los republicanos? Intrigante incógnita a ser despejado a muy corto plazo.

Sunday, October 5, 2008

LA POLÍTICA EN USA

A comienzos de este año, el tema favorito del partido demócrata para denostar al gobierno de GWBush era el “fracaso” de la intervención militar de los Estados Unidos en el Irak y la necesidad de fijar un plazo límite para el retiro de todas las tropas, prácticamente sin condiciones.
Bush consideró que ello equivaldría a capitular ante el enemigo, como ocurrió ya antes con Vietnam. Por tanto no solo que rechazó fijar plazos para la retirada sino que ordenó incrementar 30.000 hombres a las fuerzas asignadas al Irak y cambiar de tácticas al mando del general David Petraeus.
La nueva táctica, en suma, implicó una campaña de persuasión al pueblo para que identifique al enemigo y se adhiera a las fuerzas militares comandadas por los Estados Unidos, pero integradas por misiones de una veintena de países con el aval de las Naciones Unidos.
Los frutos fueron impresionantes. Los terroristas musulmanes, auspiciados por la dirigencia iraní, siria y de otros países con regímenes extremistas, iniciaron un repliegue y el apoyo que hallaban en insurgentes de las tres facciones de Irak comenzó a debilitarse y desaparecer.
El incremento de tropas y la táctica habían dado resultados. La victoria aún no es completa ya que el gobierno iraquí libremente elegido por el pueblo precisa todavía del apoyo militar y táctico de las fuerzas de Naciones Unidas para garantizar por completo la seguridad interna y externa del país. Pero la paz y armonía se han restablecido en Bagdad y otras ciudades clave y la economía prospera y expande.
El tema principal de batalla para la campaña electoral que culminará en Estados Unidos en un mes ha perdido fuerza entre los demócratas y pacifistas de variada especie. El pacifismo que abogan es el mismo de los años sesenta: capitulación, diálogo con el enemigo, cesión de posiciones, renuncia a defender el sistema de vida norteamericano basado en la libertad.
Barak Hussein Obama es el candidato presidencial demócrata y su contrincante es John McCain. El contraste, desde el punto de vista de la seguridad nacional, no admite discusión. McCain, héroe de Vietnam donde estuvo preso por casi 6 años, es un militar de ancestro y no admite otra opción que terminar la guerra contra el extremismo musulmán con la victoria. Fue él quien pugnó porque sean enviadas más tropas al Irak con ese objetivo.
Obama votó desde un comienzo contra la intervención en Irak y ha votado por la fijación de un plazo máximo de 16 meses para el retiro de las tropas, negándose también a la asignación de más fondos para la defensa sin la inclusión del plazo.
Él y su candidato a la vicepresidencia, Joe Biden, han reafirmado en la campaña que la alternativa es dialogar con enemigos como Ahjmadinejad, Hugo Chávez o líderes del terrorismo Hamas y similares, sin opción de guerra en ningún caso.
La reacción popular, expresada en las continuas encuestas, indica que McCain goza de un respaldo de 3 a 1 como potencial comandante en jefe de las fuerzas armadas para defender al país. Los estrategas de la campaña de Barak Hussein Obama estaban en un callejón sin salida si el tema Irak hubiera continuado siendo el primordial en la contienda electoral.
Brotó entonces, casi por ensalmo para ellos, el problema de la economía. Y de él se asieron como de un salvavidas y lo siguen asiendo y manipulando día a día para acortar las diferencias. Lo han hecho bien hasta el momento ya que Obama ha repuntado y lleva una delantera de 5, 6 u 8 puntos en las encuestas.
McCain no ha clarificado aún los orígenes reales de la crisis de manera tal que la ventaja se revierta en su favor y a favor de los republicanos. Si no lo hace en las siguientes horas de un modo contundente, sobre todo en el segundo debate con Obama el próximo martes en la noche, podría pensarse que para él y para su magnífica selección de Sarah Palin como candidata a la vicepresidencia, la perspectiva de triunfar se difuminará.
Obama insiste en sostener que la crisis bancaria y financiera es consecuencia de la política de 8 años de Bush de levantar las regulaciones y dejar que todas las actividades del área sean resueltas por las fuerzas del mercado. Es falso. Lo opuesto es exactamente lo que desencadenó la catástrofe.
El mal radica en esa actitud del partido demócrata de pretender favorecer a los desprotegidos de la sociedad con más intervención del Estado. Acaso sea por el intento de borrar la historia de su partido, que se opuso a que Lincoln terminara con la esclavitud de los negros y luego se opuso al programa de la Restauración para ayudar a gente de esa raza a integrarse a la sociedad.
Lo irónico es que la mayoría de negros en los Estados Unidos es demócrata y en las próximas elecciones votará por Obama solo porque es negro. Los demócratas, con apoyo republicano, forzaron en la época de Johnson a aprobar la ley conocida como Affirmative Action, que fija cuotas mínimas de admisión de negros y otras minorías en las universidades, so pena de perder apoyo financiero estatal.
Las universidades, cuya mayoría de dirigentes y profesores es demócrata, se vieron en el caso de admitir a miembros de las minorías sin la debida preparación para cumplir con las cuotas mínimas. Y para superar el desnivel entre éstos y los blancos que fueron admitidos con las normas usuales, optaron por bajar el nivel académico general, con tremendas consecuencias para la academia.
Pero inclusive con esa aberración, los negros no se han integrado ni en las universidades (donde formaron ghettos) ni en la sociedad, como erradamente se pretendía con las medidas. Algo parecido ha ocurrido con la banca y el sistema financiero que han colapsado y han tenido que recurrir al astronómico susidio fiscal de 700.000 millones de dólares.
Con Clinton, el gobierno decidió que los pobres tenían derecho a tener su casa propia. No puso en marcha para ello un programa con fondos públicos, como sugieren los demócratas para ampliar la cobertura de salud a todos, sino que impuso estímulos y protecciones para que la banca privada otorgue préstamos hipotecarios a todo el que lo solicite, sin los debidos respaldos.
La banca vio negocio en ello, pues las hipotecas de riesgo las vendió a una institución creada esta si con la garantía del gobierno, Fannie Mae y Freddie Mac. Los bancos y sus abogados ganaban con la transacción y la carga quedaba transferida a esa corporación, que a su vez se dedicó a comprar créditos por debajo de la tasa vigente, para inversiones y reinversiones que a su vez generaron una cadena de aseguraciones y re aseguraciones que terminaron por involucrar a todos: prestamistas, prestatarios, garantes, es decir, hay que repetirlo, todos.
Fannie Mae y Freddie Mac siempre ha estado manejado por negros demócratas que además tuvieron el “ingenio” de hacer “lobbying” ante los congresistas para que evitaran cualquier auditoría o examen sobre la marcha de sus operaciones. Bush y John McCain lo advirtieron del peligro latente, el primero a poco de posesionarse en el 2001 y el segundo en el 2005 cuando propuso una resolución para impedir que continúe el caos en el manejo hipotecario.
Los líderes demócratas Barney Frank, en el Cámara de Representantes y Chris Dodd en el Senado y otros de la misma ideología bloquearon todo examen y declararon que Freddy Mae y Freddie Mac marchaban de maravilla y que los republicanos lo único que querían era acabar con un programa para los “pobres”. Los cabilderos pagaron mucho dinero a las campañas de los congresistas, sobre todo a los demócratas.
Ex dirigentes de las dos corporaciones son ahora asesores económicos de Obama (el mayor beneficiario después de Dodd de cuantiosas donaciones). La hecatombe financiera está siendo contrarrestada con una medida de subsidio opuesta al pensamiento republicano, que hubiera preferido que sea el propio mercado el que se recupere de todas las contradicciones que se cometieron por no sujetarse a uno de sus más básicos principios: el sentido común.
¿No es de sentido común no prestar a alguien que no te garantiza el pago en un tiempo y en condiciones concertadas por las dos partes? Si prestas a un amigo o a un pariente convencido tú de que dado el bajo nivel de sus ingresos jamás recuperarás lo prestado, entonces lo que estás otorgando no es un préstamo sino una donación, un regalo.
Clinton y los demócratas tienen esa doctrina. Pretenden crear bienestar y riqueza desde el gobierno y fracasan. El “New Deal” de Franklin D Roosevelt, que reflejaba esa ideología para salir de la Depresión, no mejoró la situación en los Estados Unidos: solo aplazó y agravó la crisis. Lo que le salvó a los Estados Unidos fue la Segunda Guerra Mundial y la movilización social y popular para incrementar la producción agroindustrial para derrotar a las fuerza del Eje.
Algunos opinan que la actual crisis ha terminado con el American Dream y la noción del mercado como fuerza motora de las economías. Es todo lo contrario. La crisis demuestra que cuando hay interferencias indebidas en el mercado, sobreviene el colapso. Ahora Bush y McCain se han unido pese a sus ideologías contrarias al intervencionismo para salvar al país de la negativa interferencia de los demócratas, pero son éstos quienes pretenden lucrar políticamente de esta situación.
Si McCain no explica con énfasis la realidad de lo ocurrido, Obama continuará ganando puntos en ruta hacia la victoria. Si tal ocurre, por primera vez accedería a la Casa Blanca un candidato que no cree ni siente que Estados Unidos sea la sociedad ideal, ni que sus sacrificios por defenderla en dos guerras mundiales y en la actual contra el terrorismo, tengan sentido.