Tuesday, May 29, 2007

LA LUCHA POR EL SENTIDO COMÚN

Quienes aborrecen al presidente George W Bush por todo lo que hace y dice y por todo lo que no hace ni dice, están por cierto en contra de su firmeza para combatir al terrorismo internacional en Irak, Afganistán y en cualquier sitio en el que se refugie y actúe.
Con respecto a Irak, los anti Bush le conminan a que ordene el retiro de las tropas de los Estados Unidos y con ellas las de la Coalición. Algunos piden que lo haga de inmediato, otros dan “generosos” plazos que varían entre semanas, meses y hasta un año.
El argumento que esgrimen es que Bush fue a la guerra por capricho y basado en informes falsos sobre los supuestos nexos de Saddam Hussein con Al Qaida, la destrucción de las Torres Gemelas y la posesión de armas nucleares, químicas y biológicas de exterminio masivo.
Pero además afirman que la Coalición militar que lideran los Estados Unidos se ha inmiscuido sin sentido en una guerra civil interna de Irak y que la solución a ese problema debe quedar en manos del gobierno iraquí. A éste le exigen, por tanto, que liquide tal guerra por su cuenta sin ayuda militar externa y en el plazo lo más corto posible.
Esos han sido los argumentos de los demócratas en el Congreso, en el cual tienen mayoría tras las elecciones de noviembre pasado. Para forzar a Bush a rendirse, pretendieron atar al proyecto de ley para asignar fondos a las fuerzas armadas un calendario con fechas fijas de retirada de Irak.
Bush vetó el proyecto y luego ejerció evidente habilidad para convencer a sus opositores a retirar el calendario de capitulación. Solo así el proyecto, llegado a la Casa Blanca, recibió la aprobación y firma del Presidente.
Los demócratas parten de varios supuestos falsos. Primeramente, en Irak no se libra una guerra civil. Lo que existe es el asedio pertinaz de los terroristas árabes financiados por Al Qaida, Irán y Siria para tratar de desestabilizar al gobierno iraquí, libremente elegido por el pueblo en comicios transparentes realizados pese al acoso terrorista.
El instrumento de oposición al régimen democrático son los ataques de terror perpetrados por suicidas o bombas improvisadas en escuelas, hospitales, mercados, calles, cuarteles y todo sitio donde se congregue el mayor número de ciudadanos inocentes, no necesariamente objetivos militares, ni extranjeros.
Por cierto entre las víctimas se cuentan militares de distintas nacionalidades, unidos para combatir al terror. El terrorismo no discute, no dialoga, el terrorismo mata y asesina con brutalidad sin precedentes. De ahí que la búsqueda de un diálogo sustitutivo de los operativos militares para garantizar la seguridad, son inaplicables.
Si los demócratas califican a la violencia en Irak como guerra civil, la población iraquí opina de otro modo. Según encuestas profesionales que se realizaron poco tiempo atrás, el 67% de los consultados dijeron que no hay guerra civil en Irak, sino luchas entre facciones shitas y sunis estimuladas por fuerzas terroristas extranjeras. ¿Qué habrían respondido los españoles a la época de la guerra civil en una encuesta similar?
En una guerra civil, como la de España, los objetivos se definen y dividen con claridad. Los “rojos” querían imponer su estilo socialista o comunista de gobierno y los franquistas lo contrario. La población se partió en dos y las luchas fueron salvajemente cruentas, en premonición de lo que habría de venir años más tarde con la debacle de la Segunda Guerra Mundial.
En Irak no existe nada similar. Las zonas donde prevalece la paz son extensas y los kurdos se hallan al margen de la lucha sectaria. La violencia terrorista se concentra en Bagdad y otras pocas ciudades clave y por cierto es allí donde se genera la noticia y su divulgación al mundo entero.
Lo último que quieren los extremistas de Irán o Siria, para no hablar de Al Qaida, Hamas, Talibanes y grupos paralelos es que el régimen democrático en Irak se consolide. La mayoría iraquí si lo desea, pues comprende que esa es la manera mejor de convivir entre seres humanos y el mejor marco para desarrollar las iniciativas privadas, intelectuales y empresariales y progresar en todo nivel.
Es lo que ha ocurrido en otra pequeña y poco poblada nación que se asienta en la misma región, Israel. Con menos de seis millones de habitantes ha dado ejemplo en cuanto a creatividad y poder defensivo militar y económico. La ínsula está cercada por países árabes regidos por gobiernos autocráticos medievales, que sin la riqueza petrolera todavía estarían gobernando a pueblos nómadas.
Otra falacia de los demócratas es la supuesta falsía de Bush para ir a la guerra. No hubo armas de destrucción masiva, dicen, no hubo vinculación concreta de Hussein con Al Qaida, el terrorismo ha aumentado. Pero la idea de las armas no fue invención de Bush. La dieron los servicios de inteligencia de USA y Europa. Y el propio Hussein las utilizó para exterminar a decenas de miles de kurdos por la vía química.
Es probable, además, que los componentes o las armas mismas fueran llevados a buen recaudo en el lapso transcurrido entre el anuncio de invadir a Irak y la invasión misma. Hay fotografías de convoyes sospechosos cruzando la frontera hacia Siria e Irán. Además, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas no aplicó las sanciones acordadas contra Hussein por su persistente negativa a revelar el escondrijo de tales armas de destrucción masiva.
En cuanto a la eventual retirada de las tropas de Irak, como lo quieren los que a si mismos se denominan “pacifistas”, la consecuencia sería el recrudecimiento de los ataques terroristas y la eventual caída del gobierno democrático iraquí. No hay que especular para concluir que el vacío sería llenado por los árabes de extrema apoyados por Mahmoud Ahmadinejad de Irán y Bashar Al Assad de Siria.
(Assad acaba de dar un “brillante” ejemplo de democracia a la árabe: fue ratificado ayer como presidente por el 97% de los votantes. ¿A quién derrotó de modo tan contundente? A nadie, pues no había opositores la oposición no existe en Siria. Probablemente ese es el tipo de “democracia socialista del siglo XXI” que quieren los Chávez y Correas del tercer mundo latinoamericano…)
De todas maneras, desconcierta que haya demócratas y republicanos que intenten manipular desde el Congreso las acciones y estrategias de las fuerzas armadas de los Estados Unidos, sobre todo en situación de guerra. Uno de las primeras acciones adoptadas por la naciente nación en la Guerra Americana, fue establecer claramente que la guerra tiene que conducirla el jefe de Estado en su condición de Comandante en Jefe de la institución militar.
Cuando una nación está en guerra, el objetivo es la victoria. Las negociaciones posibles con el enemigo pueden darse, pero después de la victoria. Eso fue lo que ocurrió en la segunda guerra mundial tras la derrota de Alemania y luego del Japón. El convenio al que los Estados Unidos llegaron no fue para resarcirse de los gastos de guerra, como ha sido lo usual en la historia, sino para que en las naciones derrotadas se implanten regímenes democráticos.
Hay destacamentos militares aún en Alemania, Japón, Corea. Pero no son tropas de ocupación sino de respaldo y asistencia. A las naciones derrotadas no se las esquilmó ni explotó: se las ayudó en la reconstrucción y acaso el modelo ejemplar de ello es el Plan Marshall.
Los objetivos son similares en Irak y Afganistán. El petróleo no es de Bush ni de la Exxon, es de los iraquíes. No se ha llegado a la plena capacidad productiva debido a los atentados terroristas, pero en la vigilancia y mantenimiento están permanentemente los expertos y militares de la Coalición. Sobre cómo distribuir los ingresos petroleros de modo justo y equitativo entre los iraquíes, aún se discute de manera abierta y democrática.
(Con Hussein, el programa humanitario de Naciones Unidas Petróleo por Alimentos fue festinado, con la complicidad de Rusia, Francia y Alemania, que no por casualidad se opusieron a una acción armada para derrocar a Hussein).
Cuando finalmente los terroristas en Irak sean derrotados, advendrá la democracia y las ventajas ya visibles en amplios sectores del país pero cuya cobertura escapa a los medios tradicionales de comunicación, se extenderán a las zonas hoy estremecidas por la violencia del terror.
¿Acaso los árabes de Irak y los árabes de toda la región no tienen derecho a vivir en libertad y democracia? ¿Es una chifladura de Bush el propugnarlo? ¿No está claro que hay diferencias culturales que lo impiden? Así razonan los anti Bush y los “pacifistas” de dentro y fuera de los Estados Unidos.
El negar a los árabes el derecho a ser libres es infame. Es, ciertamente, una actitud racista porque implica que ese privilegio es exclusivo de individuos con ciertas cualidades étnicas y culturales. El propio Irak está desmintiendo esa torcida aseveración cuando más de l2 millones de votantes acudieron a las urnas sin temor a las amenazas terroristas. Y allí están los kurdos que en sus territorios están fundando una sólida y próspera comunidad democrática.
Eso es a lo que temen los extremistas musulmanes, azuzados y financiados por los déspotas de la vecindad: que la democracia iraquí se afiance y prospere y sirva de ejemplo a la región. Que los demócratas exijan un repliegue de tropas, una declaratoria de derrota antes de que la guerra contra el terror termine, es un contrasentido, es una burla al término “demócrata” que ostentan, es, para decirlo sin circunloquios, una traición.

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No obstante que el sentido común debería inclinarse a respaldar a Bush, lo contrario es lo que se divulga y analiza en los principales medios de comunicación. Si Bush fuera un Correa o un Chávez, ya habría clausurado a muchos medios de comunicación y encarcelado a infinidad de reporteros y columnistas. Pero aquí en USA se vive en democracia y se respeta y tolera pensamientos contrarios.
Otro punto de disidencia es el de la inmigración. En este campo quienes se oponen a una ley para superar el problema existente son los republicanos, como en contra de la guerra antiterrorista están los demócratas.
Bush ha planteado un mecanismo que facilite paulatinamente a los 12 o más millones de inmigrantes ilegales ya en territorio norteamericano su paso a la legalidad. Al propio tiempo, ha propuesto un programa de trabajadores huéspedes, para quienes no buscan residir permanentemente en el país, sino visitarlo temporalmente para trabajar en cosechas o en otros menesteres cíclicos.
Al propio tiempo y sobre todo para complacer a los republicanos, Bush asigna creciente importancia al control físico de los inmigrantes por la frontera con México, erigiendo una valla cada vez más alta, aumentando el número de guardias fronterizos y adquiriendo y multiplicando métodos electrónicos de control y vigilancia de avanzada.
Con tales medidas, la meta es extraer de las sombras a millones de personas sin documentos, incorporarlos a la sociedad legal abierta, convertirlos en agentes reales de producción, consumo y pago de impuestos. Paralelamente, el flujo de nuevos inmigrantes se racionalizaría disminuyendo las medidas punitivas. Como corolario, se diseñarían esquemas para nacionalizar a futuro a quienes lo deseen, para seleccionar a futuros inmigrantes y para facilitar la llegada de familiares.
Los republicanos se alborotan. Dicen que lo que Bush propone es amnistía y que eso premiará a millones de ilegales y castigará a los que se han esforzado y esfuerzan por inmigrar siguiendo las reglas de juego en vigencia. Si esto se permite, dicen, las fronteras quedarán abiertas y la avalancha latina será tal, que la cultura anglosajona y angloparlante declinará hasta extinguirse.
Muchos de sus lamentos recuerdan los gritos de guerra de los “supremacistas” blancos agrupados en el Klu Klux Klan que invitaban a oponerse a las medidas contra la discriminación de los negros, justamente para evitar el deterioro de la gloriosa cultura anglosajona.
Los demócratas, que ahora quieren figurar como campeones de los derechos humanos, se opusieron a la liberación total de los negros. Cuando finalmente la esclavitud fue abolida por Lincoln y asesinado éste, al general Grant que le sucedió le fue imposible complementar el fruto de la guerra civil a favor de los negros por oposición de los demócratas del Sur. La discriminación fue abolida por ley tras las luchas de Martin L King, 100 años más tarde.
La xenofobia, por desgracia, es un fenómeno presente en toda sociedad. Aquí, en la nación de inmigrantes por excelencia, hubo hostilidad enorme contra los inmigrantes alemanes y sobre todo irlandeses en el siglo XIX, luego contra los italianos de fines de ese siglo y comienzos del XX. Ahora les ha tocado el turno a los latinos.
La hostilidad se atenuará, sin duda, con el paso de leyes como las que ahora se discuten y sobre todo con la asimilación persistente de los latinos a la cultura abierta y tolerante de esta nación. Los ejemplos se multiplican a diario y en todas las áreas: en política, literatura, música, periodismo, deporte o en las costumbres diarias como la alimentación con los restaurantes latinos cada vez más populares y bienvenidos por el “main stream” nacional. La cultura anglo no sufrirá merma ninguna: se enriquecerá como asi ha ocurrido a lo largo de esta nación.
(Hace pocos días, la Reina Isabel II vino a celebrar el cuarto centenario de la fundación de Jamestown, el primer pueblo fundado por los “anglos”. Eso estuvo muy bien. Pero ¿sabía usted que el primer pueblo europeo en los Estados Unidos fue fundado por los españoles en 1523 –mucho antes que Quito, 1534- y que su nombre es San Agustín, está situado al norte de la Florida y que se halla primorosamente preservado?)
La tesis republicana de primero seguridad de fronteras y luego trato con los 12 o más millones de indocumentados, es incongruente e inaplicable. Puede erigirse una muralla más alta y ancha que la de Berlín, que los inmigrantes en búsqueda de un mejor empleo y salario se las ingeniarán para vulnerarla. O para buscar otros modos de ingresar por mar, Canadá, por aire, por containers.
Mientras Estados Unidos continúe siendo una nación próspera, atraerá a latinos y no latinos del mundo entero. La solución no e impedir artificialmente su ingreso, sino regularlo como pide Bush. O, a largo plazo, confiar en que las economías empobrecidas del sur del Río Grande prosperen y desalienten a sus ciudadanos a emigrar.
Lo que indigna es que los gobiernos y los ciudadanos de países en los cuales se generan éxodos por las razones anotadas protesten e injurien a Bush y los Estados Unidos por los supuestos maltratos a los inmigrantes. Han llegado a la cobardía de abuchear por esos motivos a la candidata de Estados Unidos que fue al concurso de Miss Universo en México.
México es uno de los países con las leyes más severas contra los inmigrantes. Simplemente no se los tolera. Y quienes no hayan nacido mexicanos están prohibidos de ocupar cargos públicos y menos optar por la presidencia de la república o un cargo de ministro de Estado. (En el Ecuador aún está claro el recuerdo del cerco que se le tendió a Assad Bucaram para evitar que se postule a la presidencia, debido a su ancestro árabe libanés)
Pero el proyecto de ley para inmigración ha sido modificado con anuencia de los bandos demócrata y republicano en el comité senatorial pertinente. La lucha para aprobarlo será todavía feroz, pero hay optimismo de que las cámaras lo aprueben a la postre y que pase a la firma de Bush en la Casa Blanca.
Si tal ocurre será victoria de Bush y del sentido común -como en el caso de la guerra en Irak y contra el terrorismo- para enfrentar a una oposición, ahora de sus propios coidearios republicanos, que inicialmente parecía infranqueable.

Sunday, May 27, 2007

ESTE PRESIDENTE CORREA ES MALIGNO

Con el paso de los días y la constante e incontenible verborrea del presidente Rafael Correa del Ecuador, uno se siente inclinado a creer que este extraño ciudadano no solo que es violento, injusto y prepotente sino sobre todo que es maldito.
Luego de haber vuelto a insultar al periodismo ecuatoriano en la emisión radial sabatina de la semana pasada, cuando expulsó a un respetable columnista del Diario El Universo de Guayaquil, la gente esperaba que en la edición radial de ayer hubiese algún intento de excusa y de reconciliación con los medios, como lo auguraba su ministro de Gobierno.
Éste funcionario, Francisco Larrea, hijo de periodista, había declarado en días pasados que el régimen cesaría de vejar a los periodistas por sus críticas y que en el futuro modificaría su actitud de desafío y amenaza contra los medios.
Algunos pensaban que esa promesa era indicio de algún acuerdo con el jefe de Estado en respuesta a las múltiples protestas por sus constantes amenazas contra la libertad de expresión, provenientes no solo de dentro sino de fuera del país, con inclusión de respetables organismos internacionales de prensa.
Muchos columnistas de importantes diarios ecuatorianos, que repetidamente se manifestaron a favor de Rafael Correa durante la campaña presidencial y en los primeros meses de su gobierno, también reflexionaron acerca de los excesos verbales del mandatario y le pidieron cordura y rectificación.
Los presagios fueron vanos. En su intervención de ayer, radiada desde Salinas, el presidente Correa volvió a lanzar su ponzoña contra los medios. En esta ocasión inclusive fue más allá para especificar con nombres a las víctimas de su furia, con manipulación y distorsión de hechos como le es usual.
De victimario de la prensa intentó convertirse en víctima. Sobre la acusación de la “trampa” que él tramara el sábado antepasado contra los periodistas invitados para humillarlos, dijo que la trampa real era la que le han tendido a él los periodistas en reacción a los incidentes en esa fecha ocurridos.
La obscena palabra “verga” no la pronunciaron ni él ni los estudiantes invitados para que lo secunden en coro en sus ofensas a los medios. La profirieron los mismos periodistas, dijo Correa. ¿A quién pretende convencer con argumentos tan artificiosa y puerilmente manipulados?
En un video difundido por la Presidencia de la República el miércoles pasado, se observa al presidente rodeado de los estudiantes, rector y profesores del colegio invitado para la comedia del sábado precedente. Les pide que confiesen qué es lo que ocurrió en la reunión, quiénes mienten, quiénes no.
Es un espectáculo deplorable y no se acierta a decir qué fue más humillante si la actitud de los alumnos el sábado 19 o la del miércoles. Hablaron los estudiantes, el rector, un padre de familia, éste para retractarse del reclamo que hiciera ante medios con anterioridad con anterioridad por la manipulación a los estudiantes. Todos actuaron como guiñoles con los hilos casi visibles en manos de Correa. A esa edad generalmente los muchachos son rebeldes idealistas, no siervos de ningún autócrata.
Correa arremetió con rudeza aún mayor contra la prensa, repitiendo los mismos calificativos de mediocre, majadera y mentirosa. Su malignidad acaso rebasó las expectativas cuando insinuó que la “hoguera bárbara” con la que fue incinerado Eloy Alfaro a comienzos del siglo pasado en Quito fue atizada por la prensa.
Esta breve mención no se lee en los mayores medios escritos del Ecuador con acceso al Internet. Está transcrita en la versión que da Ecuador Inmediato, un medio electrónico que acaba de recibir un premio de excelencia. En la parte pertinente, la versión dice que Correa “Rememoró que uno de los principales responsables del magnicidio del presidente Eloy Alfaro fue 'la prensa' de entonces.”
La “prensa de entonces” era El Comercio de Quito. Correa no concreta. Elude hacerlo por hipocresía, prefiere sembrar dudas, vaguedades. Si se revisa la historia, se constata que la turbulencia política que siguió a la muerte inesperada del presidente Escudero generó un vacío.
Alfaro quiso llenar ese vacío por la fuerza, pero fue impotente. Cayó preso en Guayaquil y luego fue trasladado a Quito tras el caos en el puerto principal. Los hechos indican que el pueblo se amotinó, allanó la penitenciaría de Quito, extrajo a Alfaro, lo arrastró por las calles y terminó incinerándolo en El Ejido.
El Comercio simplemente relata esos hechos como sucedieron. Más tarde los panegiristas de Alfaro, que tratan de mitificarlo y exculparle de faltas, han insinuado que el diario manipuló intencionadamente la información para exacerbar a las turbas. La verdad es otra y allí está la constancia en los archivos para probarlo.
Correa, no obstante, repite esa calumnia para respaldar su posición hostil hacia el periodismo independiente en general y en contra El Comercio en particular. ¿Tiene acaso en su agenda clausuras al estilo de la RCTV de Venezuela? Ayer amenazó con revisar las concesiones de frecuencias para cancelar las que considere fraudulentas. Y el ministro de Gobierno, hijo de un periodista activo, anunció que no se condenará la clausura a la televisora y radio de Caracas, “porque ello es un acto soberano de Chávez”.
¿Y si Chávez resolviera liquidar a los ciudadanos de apellido Larrea ¿será ése también un acto soberano no admisible de condena? (Hugo Larrea, padre de Francisco, vivió largos años en Caracas exiliado huyendo de juicios por actos ilícitos, sin que la alusión insinúe descendencias impropias dejadas allá por él).
Dice Correa que no tiene miedo de seguir enfrentándose a los medios de comunicación y por táctica o por broma, afirma que la amenaza no es contra los periodistas (¿les trató de “compañeros”?), sino contra los dueños, esto es, contra los empresarios. De nuevo ¿a quién trata de convencer con esa lógica de imberbe? ¿Está invitando a la rebelión de los periodistas explotados por los empresarios para que se tomen por la fuerza las empresas, contando para ello con la ayuda de la “revolución” correista?
Correa debutó también ayer como moralista aconsejando en esa área a los medios audiovisuales y escritos. Calificó de pornografía la ilustración con bellas mujeres en traje de baño en las portadas de la revista Vistazo “solo para vender más ejemplares” e igual calificativo endilgó a las telenovelas en las que se relatan cuentos de adulterio.
Los moralistas predican con el ejemplo. Lo contrario sería muestra de hipocresía. Hay que confiar en que este mini Robespierre sea modelo de virtudes en su hogar, que rompa la portada de Vistazo antes de leerla, que haya evitado en Salinas ir a la playa a ver bellas bañistas, que jamás en los Estados Unidos haya caído en sus manos castas revistas como Playboy o Hustler y que nunca ni por accidente haya accedido a un sitio porno en Internet.
Pero casi siempre moralistas de esta laya son lo opuesto en lo personal a lo que predican en sus sermones. Para bien del país, hay que confiar por supuesto que Correa sea una excepción.
No obstante, surgen temores. Por ejemplo, un moralista auténtica jamás habría dicho la barbaridad de que las sanciones penales contra los narcotraficantes deben ser suprimidas cuando el narcotraficante no tiene otro recurso para ganar unos dólares para su familia por falta de empleo. Se refería a su padre, quien fue arrestado y condenado a prisión en los Estados Unidos por “mula”.
O cuando contraviene a la ley para imponer el nombramiento sin méritos a su padrastro para que dirija el Banco de Fomento. O para que respalde a su ministro de Economía Patiño cuando éste viola la ley y la ética en el caso de los videos con representantes de los tenedores de bonos del Estado ecuatoriano.
Difícil aventurar qué política, qué estrategia se debería seguir para evitar que este maligno personaje continúe dividiendo al Ecuador. Por fortuna, reconforta leer brillantes artículos de condena a las actitudes hostiles y despóticas contra la prensa. Hay ciertos casos patéticos, como el de Rodrigo Fierro que luego de haber comparado a Correa como el nuevo Alfaro salvador de la Patria, ahora le observe por coartar la libertad de expresión. Fierro fue condenado por calumnia al escribir contra León Febres Cordero, sin fundamento. O el de Carlos Montúfar, quien insiste en lamer a Correa, pero le pide “no ser malito” con los periodistas.
Aparte de estas acciones individuales, sería conveniente una acción continua y persistente de parte de la asociación de Diarios y Radios para repeler al agresor cada vez lance una piedra. Si no las miasmas de Correa serán imparables y sobrevendrán las retaliaciones que ya anuncia contra los medios críticos y contra críticas de cualquier sector de la sociedad. Venezuela y Cuba son los espejos en los que se podría mirar el Ecuador si se prolonga la inacción y el desconcierto.
No importa que el 80% o más de la población respalden las sandeces de este individuo. No por ello ni él ni ese pueblo tienen razón. Hitler, Nasser, Castro, Mussolini, Stalin tuvieron siempre votaciones semejantes y en todos los casos generaron desastres.
La preocupación política de Correa estos momentos es la asamblea. Tiene a su mando el Tribunal Supremo Electoral. Éste acaba de determinar que las listas que no tengan un 50% de mujeres candidatas serán rechazadas. Los aspirantes tendrán por fuerza, entonces, que obligar a cualquier fémina a que acepte ser incluida por la necesidad de la cuota, aun cuando no esté preparada ni tenga interés.
Ese es el concepto de la “democracia socialista del siglo XXI” que proclama el presidente. Cero oposición, cero sentido común. La democracia en lo político y económico, es libre oportunidad y libre competencia de talentos. Si las mujeres, en una sociedad cada vez más abierta, aspiran a intervenir en la política, bienvenidas. Pero sin privilegios mal entendidos ni contraproducentes.
¿Cómo marcha la economía, en medio de este caos político? Datos oficiales indican que el déficit comercial fue negativo en el primer trimestre de este año, con 184.1 millones de dólares frente a un superávit de 437.6 millones de dólares en igual lapso del 2006. En Guayaquil, tierra nativa de Rafael Correa y capital económica del Ecuador, la inversión en tiempo similar bajó en un 91%, para reducirse de 885.4 millones de dólares a 76.2 millones de dólares.
Huelgan comentarios.

Sunday, May 20, 2007

¿MERECE EL ECUADOR UN PRESIDENTE COMO CORREA?

Las distintas reseñas de lo ocurrido durante la conferencia radial de ayer en el Palacio Presidencial de Quito, con el gobernante como protagonista, causan estupor e inclusive incredibilidad.
¿Se merece el Ecuador un presidente tan poco calificado para ostentar esta dignidad como Rafael Correa? La interrogante surge pese y precisamente por las encuestas que indican que aún cuenta él con un enorme respaldo popular, cercano al 80%.
Si ese porcentaje es verídico, entonces la respuesta a la pregunta sería obvia, si, el pueblo lo respalda. Pero no es aceptable. Correa, en los escasos cinco meses de gobierno, se ha perfilado como el líder con menor capacidad de estadista en la historia del país, sin exceptuar dictadores.
En el breve lapso de su gestión, que por lo general los nuevos gobernantes aprovechan para poner en marcha sus más preciados proyectos de campaña respaldados por un “capital político” intacto, Correa no ha exhibido ni una sola acción positiva, original, merecedora de aprecio.
Se diría que realmente no está gobernando y que continúa en campaña electoral no ya para “coronarse” como presidente, sino para consolidar su “corona” con la asamblea constituyente que se propone controlar y manejar a su antojo para que le otorgue facultades omnímodas.
En ese afán se ha dedicado a insultar y vejar a todo aquel que emita opiniones que no sean de su agrado o sobre las cuales no fue consultado, como en el caso de sus hermanos. Aún antes de alcanzar los plenos poderes de la Asamblea, se ha convertido en el árbitro de la verdad en todos los campos de la economía, las relaciones internacionales, la libertad de expresión.
Sigue resuelto a ignorar los reclamos nacionales e internacionales por sus amenazas contra los medios de comunicación y ha entablado juicio contra el director de uno de ellos, Francisco Vivanco de La Hora, por un editorial en que se censuró su abusiva intromisión en la Superintendencia de Bancos para imponer el nombramiento de alguien incondicional en la junta directiva.
Correa espera que el juez acepte el juicio y ordene la prisión preventiva del acusado, que podría ser sentenciado hasta a dos años de prisión, por el solo delito de disentir con el jefe de Carondelet. En la conferencia radial de ayer el presidente volvió a fustigar a la prensa “mentirosa” y exhortó al pueblo a que lo imite e instaure juicios similares contra los periodistas.
La cita de ayer en el palacio para la emisión de su ira radial sabatina excedió las expectativas que ha llegado a suscitar este “show”. En un enfrentamiento verbal con un periodista de opinión de El Universo, que estaba defendiendo la libertad de expresión amenazada, montó en cólera ante una pregunta por él planteada y ordenó a los guardias que lo expulsen de la sala.
Agradezca que estoy ahora de Presidente, le dijo al periodista, porque si no lo hubiese sacado de otro modo -se entiende que a patadas y trompones. ¿Cuál era la pregunta que desató la furia del “coronado”? Simplemente que aclare o ratifique si el dinero que piensa colectar con los juicios que gane lo destinará o no a ayudar a su familia, como ya una vez lo dijo dubitativamente.
En otro fragmento de la borrascosa sesión radial, Correa insultó a otro periodista presente, esta vez del diario Hoy. Le dio lecciones acerca de cómo se debe o no poner títulos a las informaciones, seguramente para evitar que disgusten al jefe de Carondelet. Y se enfrascó en una analogía, a su juicio chistosa, con la palabra náutica verga y su connotación sexual masculina.
Sin que nadie lo supiera de antemano, aparte de menos de media docena de periodistas de opinión estaban presentes adolescentes de un colegio secundario de la capital. Habían sido llevados por Correa para que aplaudan sus vejámenes a los periodistas y festejen sus juegos verbales de corte sexual.
Vuelve uno a preguntarse ¿serán ciertas las encuestas que revelan tan amplio respaldo popular para un líder que ha degradado a tal extremo la majestad de las funciones de Jefe de Estado? Cabe resistirse, pues admitirlo equivaldría a aceptar como cierta la máxima de que los pueblos tienen los gobernantes que se merecen.
Aparte de insultar y dividir ¿qué ha hecho Correa como gobernante, aparte de su victoria aplastante a favor de la constituyente y sus acciones inconstitucionales para castrar al Congreso, el Tribunal Supremo Electoral, el de Garantías Constitucionales, la función judicial y atemorizar a los medios de comunicación y sus comunicadores?
Anuncia una “gran” reforma tributaria, consistente en la reducción en dos puntos al 10% del impuesto a las ventas. La baja de ingresos para el fisco compensará con el alza de tributos al consumo de bienes suntuarios. Su ministro ha dicho al respecto: “…solo a través de un sistema distributivo de la riqueza se hace la verdadera democracia…”
Con lo cual reitera el credo de este gobierno: la riqueza de los ricos es riqueza mal habida y por tanto hay que arrebatarla y transferirla a los pobres. La fórmula, claro, lo que conseguiría es generalizar la pobreza y asfixiar todo mecanismo de producción, generación de capital y empleo y, por ende, de riqueza.
Los impuestos a los bienes suntuarios no harán sino estimular el contrabando. Una reforma tributaria realista y práctica sería reducir los impuestos para todos, ricos, pobres e intermedios. Y reducir el gasto fiscal innecesario.
En todos los países con mentalidad moderna y sin prejuicios demenciales contra la noción de mercado como los tienen Correa y los suyos, la aplicación de la teoría ha funcionado y bien. En los Estados Unidos, en las naciones que se liberaron de la URSS, en las que emergieron del concepto socialista de preferir la interferencia estatal en el mercado libre de ideas, inversiones, capitales y mano de obra.
Correa busca vías opuestas. Quiere multiplicar la intervención del Estado en todos los campos, no obstante el fracaso evidente de entes estatales como Petroecuador. Y quiere, además, que las empresas privadas de medios de comunicación pasen a manos de sus trabajadores o, en última instancia, del Estado.
Si la gente sensata no reacciona a tiempo para detener a este individuo que se ha encaramado en el poder, llegará la asamblea de Montecristi y ya nada ni nadie se le opondrá, al menos por un buen lapso. El rebaño de asambleístas seguirá servil a su pastor y el país iniciará su tránsito hacia el despeñadero de otra dictadura más, acaso la peor y de la que tendrá que salir penosamente cuando el descalabro ya sea total.

Sunday, May 13, 2007

A CORREA HAY QUE ENFRENTARLO

Habría sido imperdonable que los diarios del Ecuador hubiesen seguido silentes frente a los continuos agravios y amenazas contra la libertad de expresión que ha proferido el actual gobernante en tiempos recientes.
Hace algunas semanas Rafael Correa contestó en forma grosera e infundada a un comunicado de la AEDEP (que asocia a los principales medios escritos del Ecuador), en el que expresaba la preocupación ciudadana por los excesos autoritarios del régimen en el manejo de la crisis política del país.
La Asociación optó por no replicar directamente a los insultos. Acaso estimulado por ello, Correa volvió a escarnecer a los medios de un modo generalizado, sin citar nombres, acusándolos de mediocres (¿?), corruptos y mafiosos. Tampoco hubo reacción esta vez de los diarios.
Como tampoco la hubo cuando en dos o más ocasiones Correa atacó al Diario El Comercio citándolo concretamente. Los pretextos para las diatribas en todos los casos eran informaciones u opiniones que disgustaban al mandatario. Pero la cuota de paciencia al parecer se agotó con el planteamiento de juicio penal por injurias contra el director del Diario La Hora por una nota editorial crítica al régimen.
La AEDEP por fin ha divulgado hoy su segundo comunicado en el que afirma que el presidente Correa viola la Constitución al pretender silenciar la opinión crítica de los medios con amenazas y manipulación de leyes secundarias y reitera que se opondrá frontalmente a los intentos del gobernante por vulnerar la libertad de expresión.
La actitud de la Asociación es saludable y no tardía. Porque Correa actúa así cuando aún carece de todos los poderes que espera recibir de una asamblea constituyente dócil que comenzará tan solo en septiembre próximo. Si no hay una acción solidaria temprana contra el déspota, los resultados pueden ser peores luego de la Constituyente.
Es probable que el presidente Correa conteste en las próximas horas a la AEDEP, acaso con los mismos argumentos que utilizó para atacar a la SIP. Esto es que la Asociación, como la SIP, responde a intereses de los “empresarios” no de los periodistas y que, por tanto, no tienen validez.
¿Cómo quiere que los periodistas ejerzan su profesión de comunicadores a nivel local, nacional e internacional si no es a través de empresas consolidadas en las áreas de la radio, la TV y los medios escritos? ¿Acaso insinúa que las empresas existentes en manos privadas pasen con un decreto suyo a ser propiedad de los periodistas?
La otra alternativa en la que probablemente esté pensando es en confiscar las periodísticas existentes (como acaba de hacerse con la petrolera Oxy) para hacerlas estatales. Al igual que lo está haciendo Chávez en Venezuela con la mayor emisora de radio y TV privada. Correa ya ha anunciado su intención de imitarlo creando una emisora estatal de radio y TV. Y también ha advertido que el Diario El Telégrafo es de propiedad fiscal, no de sus accionistas privados.
Las empresas periodísticas que se han creado con sujeción a las leyes y al libre juego del mercado, en el cual el árbitro y juez determinante no es ni el monarca o presidente de turno sino el consumidor final, debe ser defendida sin desmayo ni cuartel. No tan solo porque ello implica defender el derecho a la libertad empresarial y la protección al periodista y el periodismo libres sino porque es un consustancial a la democracia y al sistema institucional que ha prevalecido en el Ecuador desde la fundación de la República.
Ha habido atentados contra la libertad de expresión en distintas épocas de la historia republicana, con cierre de empresas, con el apresamiento y ultraje a periodistas. Pero esas afrentas duraron poco y prevaleció el respeto. Lo grave ahora es que se pretenda manipular las leyes para acallar voces discrepantes con la tesis de que ello se justifica para hacer prevalecer la verdad oficial sobre cualquier otra.
Rafael Correa en menos de medio año de presidencia ha rebosado intolerancia en todos sus matices. No es un estadista, actúa como jefe de gang que silencia a manotazos y trompadas a todos quienes pretendan imponerse en su marcha hacia el control total de sus subalternos.
Al paso que va, mientras crece el malestar es probable que arrecie de su parte el reparto del garrote verbal y físico a la oposición. No es difícil predecir los resultados y el fin de tan improvisado y delirante aprendiz de dictador. Si el 82% de votantes lo respaldó en las últimas elecciones para la Constituyente, no fue para que arrase con instituciones tradicionales como la libre expresión del pensamiento y otras que son medulares a la democracia en el Ecuador.
Esta democracia ha tenido, tiene y tendrá debilidades. Pero para superarlas y fortalecer esa frágil democracia, hay que curarla, no matarla.

Saturday, May 12, 2007

PRESIDENTE CORREA, "NO SEA MALITO"

Quienes no escatimaban elogios para el candidato presidencial Rafael Correa ni se contenían en demonizar a su rival Álvaro Noboa, comienzan ahora a preguntarse si el ahora presidente quizás no esté dando síntomas dictatoriales de preocupación.
Muchos de los panegiristas son columnistas de diarios importantes. Alguno de ellos, como Francisco Carrión, fue canciller y ha debutado como articulista en El Comercio. Hay otros conocidos como Grace Jaramillo, Rodrigo Fierro y más.
Están inquietos con el líder de su preferencia y le aconsejan, le ruegan, “que no sea malito” (según el ecuatorianismo), que no asuste y se comporte bien.
En algunos casos mencionan excesos en su conducta, tanto verbal como de acciones. Pero en general se refieren a su imparable egocentrismo, a su megalomanía que le ha llevado a romper ya 55 veces la Constitución, según un último recuento del ex presidente León Febres Cordero.
Sus fervientes pero hoy preocupados partidarios le sugieren que administre con mesura el enorme respaldo popular obtenido al ganar con el 82% de los votos su pedido de convocatoria a una asamblea constituyente, que ya está decidido se realizará en Montecristi, Manabí, en septiembre venidero.
Le reclaman también que no atropelle con garrote y verbo a quienes disienten con él, que tolere la discrepancia y trate de gobernar con la unión, no la desunión. Es actitud tardía e ingenua, es como pedir peras al olmo. O como pedir que Correa, por el solo pedido de tan reflexivos partidarios, deje de ser Correa de la noche a la mañana.
Si el coro de suplicantes tenía esperanzas de que cambie el gobernante, con seguridad se evaporaron del todo con las diatribas lanzadas por Correa hoy en su habitual catarata verbal de los sábados. Evidentemente nada ni nadie le hará cambiar, ni sus partidarios que terminarán arrepentidos, ni la Unidad Europea, ni la OEA ni peor, por cierto, los Estados Unidos.
Ha vuelto a arremeter contra la banca y el periodismo. A la banca le repite que hará “morder el polvo” como al Banco del Pichincha si no baja los intereses a su capricho. Economista con grado doctoral, se burla del mercado en ésta y otras instancias y quiere tasas y precios fijos para todo, fijados por él.
La banca, sin alternativa, tendrá probablemente que no excederse de un cierto límite de tasas. Pero a costa de la supresión de los créditos que de otro modo no podrá conceder. El perjudicado no será el rico, sino el menos rico.
Paralelamente dijo que insistirá en el juicio contra el Pichincha por haberlo incluido en una lista de morosos por una deuda de 136.98 dólares contra su tarjeta de crédito, que nunca la utilizó, dice, pues se hallaba ausente del país.
Es probable que hubo un error contable no infrecuente. Pero Correa, ya de Presidente, presiona contra el Banco para que le compense por el atentado contra su honor con 5 millones de dólares. ¿Qué es sino extorsión, no tan solo por la desproporción de sumas, sino por el hecho de que el demandante es jefe de Estado?
Con hipócrita generosidad pide a su “pueblo” consejos para mejor administrar esa considerable suma de dinero, aunque anticipa que primariamente tendrá que velar por el bienestar de su familia.
Una extorsión similar o abuso de poder es el que trata de ejercer sobre el Diario La Hora. Le demanda compensación por daños y perjuicios derivados, según él, de un editorial sobre su estilo de gobernar, que no le gustó. En gesto de clemencia dice que podría suspender el juicio si el director del diario se prosterna ante él y le pide perdón por el editorial que a él no le agradó.
Liga esta decisión y esta nueva amenaza y desprecio por los medios de expresión con la SIP y condena a esta organización interamericana de diarios sugiriendo que lo que digan y defiendan no tiene validez, porque representa a los empresarios, no a los periodistas.
Revela, una vez más, una obsesión contra la empresa, el mercado, el ahorro y la formación de capital. En suma, tiene un odio visceral contra el capitalismo y lo que le es consustancial a este sistema, la libertad económica y política.
El embajador de Alemania, en representación de la Unión Europea, le expresó al mandatario en forma verbal y directa, la preocupación que tenían por el manejo poco democrático de la crisis institucional del Ecuador. Correa se mofó de ello y les dio una lección de historia reciente de Europa: acuérdense, les dijo, lo que sucedió en ese continente con el repudio a los ataques del Eta y con la rebelión de 1968.
Ecuador está viviendo el mismo despertar, les explicó. ¿Qué quiso decir? ¿Qué vinculación existe entre el voto por la constituyente y los asesinatos terroristas de los extremistas vascos? ¿Qué entiende él acerca de lo sucedido en París y otros lugares en aquel año de 1968?
Correa era muy joven, niño talvez, en esa época. Pero fue estudiante universitario y se graduó y debió leer historia pasada y reciente, por lo cual es imperdonable que pretenda aleccionar a los diplomáticos de la Vieja Europa con menciones tan descabelladas. 1968 fue al año de Vietnam, del Che Guevara, del amor y el sexo libres, de la rebeldía contra las exigencias educativas. Los estudiantes se amotinaron por ello, no por ningún ideal más elevado, ni menos comparable con la actitud del electorado ecuatoriano por la constituyente.
De Gaulle cayó, si, como efecto de las revueltas, pero las revueltas fueron sofocadas con el aporte de los mismos partidos de extrema izquierda y los gremios de trabajadores hartos de tanto desorden estudiantil. A poco hubo nuevas elecciones y el gaullismo no solo que no perdió ni fue sepultado sino que salió vigorizado. Y tanto que ha durado hasta estos días con Chirac.
Sarkozi es ahora el victorioso. Promete superar los estragos nefastos de las revueltas de 1968, de los populismos dictatoriales de De Gaulle y de las perniciosas propuestas izquierdistas que van contra la corriente del sentido común en cuanto manejar la economía basada en la apertura hacia el mercado y la libre competencia interna e internacional.
Francia, Alemania, Australia, Canadá, el Reino Unido están en esa ruta al igual que las naciones cada vez más prosperas del sudeste asiático como Corea del Sur, Singapur o de la misma Europa de naciones ex soviéticas o de Irlanda o la India y algunos de Centro y Sudamérica.
Correa va contra corriente, acaso porque no entiende ni quiere entender lo que sucede en el mundo. A él lo que le preocupa es la concentración del poder en si mismo. Ha arrasado con el Congreso, el Tribunal Supremo Electoral y ahora el Tribunal de Garantías Constitucionales. No le importa un bledo la protesta del Human Rights Watch que condena su intrusión en este último organismo. Ni de nadie sobra nada.
En su emisión o polución radial sabatina, ha ratificado que militarizará a Petroecuador. Este ente estatal es ejemplo de cómo no se debe manejar una industria vital para la economía nacional por parte del Estado. Como antes lo fueron los ferrocarriles.
Petroecuador, dicen sus técnicos, es un caos productivo debido a los incendios, paros, robos y gestión nula. Su producción se ha reducido a 165.000 barriles diarios, tiene una deuda de 122 millones de dólares, no ha habido reinversión, la producción de gasolinas ha bajado del 60% al 41% y la de gas ha caído al 20%. El monto de robos de productos y tuberías llega a 40 millones de dólares.
La solución no será militarizar las instalaciones ni las operaciones. Los militares no fueron adiestrados para ello, como no lo fueron para controlar y administrar las aduanas, ni para construir caminos de uso civil. La solución es otra, abrir la inversión y la competencia a las empresas privadas internacionales cuando faltan los recursos internos, algo imposible para este régimen.
“Detesto el libre comercio”, le dijo Correa a Negroponte, el representante del Departamento de Estado que acaba de visitarlo. Lo cual pone punto final a toda esperanza de llegar a una posible fórmula de arreglo para que el Ecuador firme un tratado de libre comercio como el que firmarán Perú y Colombia. Justamente cuando en el Congreso federal de USA se llega a un acuerdo partidista para dar paso a la aprobación de tales acuerdos.
Ecuador quedará aislado, por voluntad de Correa. Aislado del mundo libre, no de Venezuela, Boivia, Nicaragua e Irán. Con ellos formará otro banco para pelear contra el Banco Mundial, la CAF, el Fondo Monetario Internacional, la ALALC, el FLAR y otra cadena de siglas de organismos para la integración bolivariana, que no ha servido para nada, salvo para la retórica vacua.
Rodrigo Borja viene como anillo al dedo a los sueños disparatados de Correa y los suyos. Anuncia que presidirá ese nuevo ente de Unión del Sur contra el Norte, desde un edificio que construirá en el Mitad del Mundo el arquitecto brasileño Niemeyer.
Como parece que Borja conoce también de arquitectura, ha dicho a los periodistas que el edifico se construirá de abajo hacia arriba, como su gobierno. Y como lo hará en su nueva misión yendo de lo nacional a lo subregional y de allí a lo regional. Lo más probable es que la Unión del Sur Contra el Norte ni siquiera pase de los cimientos con líderes tan mágicos como Correa, Borja, Chávez, Ortega, Morales y, allá hacia lo lejos, el inmortal Fidel.

Sunday, May 6, 2007

LA LECCIÓN DE LOS FRANCESES

John Kerry y sus compinches demócratas no deben estar muy contentos con la contundente victoria alcanzada por el candidato presidencial francés Nicolás Sarkozy. Como tampoco deberán estarlo muchos otros “demócratas” del mundo, entre ellos Correa del Ecuador, Chávez de Venezuela, Fidel Castro.
Lo que dijo hoy el pueblo francés fue basta a los experimentos socialistas que no han hecho sino estancar la economía del país, generando el más alto índice de desempleo en muchos años y restando liderazgo mundial a Francia frente a otras potencias, incluso la Alemania de la misma Europa.
Y ha determinado, además, que para rescatar la confianza, seguridad y afán de alcanzar mejores niveles de vida y bienestar para Francia no hay otro camino mejor que a través en un ambiente de libre mercado, que implica libre competencia, libre flujo de capitales y menos proteccionismo en el plano laboral.
Lo prueban los Estados Unidos. “Estados Unidos pueden contar con la amistad de Francia” ha dicho el candidato triunfante, señalando con ello su apoyo a las teorías en las cuales esa nación es pionera. Países que han seguido esa línea han prosperado saliendo del socialismo abierto o simulado como Irlanda, India o el Sudeste Asiático y han alcanzado progresos espectaculares.
Un reportaje de la AP, divulgado horas antes de los comicios en Francia, indicaba que pese a las diferencias políticas entre Estados Unidos y Francia, sobre todo por la intervención en Irak, las economías de los dos países han estado estrechamente vinculadas. Entre los años 2000 y 2006 las empresas “yanquis” invirtieron en Francia 22.300 millones de dólares, más que los 15.000 millones de dólares en China o los 5.000 millones de dólares en India.
Aparte de la inversión directa las empresas francesas afiliadas a multinacionales norteamericanas tienen 256.000 millones de dólares en activos, que han generado 176.000 millones de dólares en ventas en el 2004. Gigantes franceses como Alcatel-Lucent emplean alrededor de 600.000 “gringos” que proveen servicios no solo en Francia sino dentro de los mismos Estados Unidos.
Sarkozy, hijo de inmigrante húngaro, es un observador realista. Mira que la historia actual gira alrededor de la globalización de sistemas económicos que han probado ser efectivos al propiciar la iniciativa privada, el respeto a las reglas del juego comunes a todos y que limitan el papel del Estado al de control y garantía del ejercicio de esa ley y nada más. Sin ser fórmula perfecta, es la mejor: lo demuestra cualquier estadística seria de índices de la evolución de la economía de un país.
Debe resaltarse la condición de descendiente de inmigrantes de Sarkozy. En el Ecuador él no habría tenido ninguna posibilidad de acceder a tal cargo, peor en México. Para el caso ecuatoriano recuérdese a Assad Bucaram y la guerra promovida contra él por Jaime Nebot padre y Velasco Ibarra. En México nadie que no haya nacido mexicano y sea descendiente de mexicanos tiene derecho a un cargo público, menos al de Presidente.
En a cuanto Francia contrasta la respuesta del pueblo francés con la dada hace poco por pueblos como los del Ecuador y Venezuela. Mientras Francia resuelve marchar hacia adelante dejando en atrás la mitología fascista/socialista, los Chávez/Fidel/Evo/Daniel/Rafael (no importa el orden) van contra corriente. ¿No equivale esa marcha a la marcha de un cangrejo, esto es, a una marchar contra losnuevos derroteros de la historia?
Rafael Correa no se cansa de condenar a los Estados Unidos y a la democracia capitalista que lidera. Quiere sustituirla por un fascismo concentrador de todos los poderes que suplante las libertades individuales por una rígida planificación del Estado. La fórmula fracasó en el siglo XX. Sobrevivió en forma mixta en algunos países europeos proteccionistas y también fracasó. De ello se han percatado los alemanes y franceses. Pero no los ecuatorianos.

Friday, May 4, 2007

EL FASCISMO COMO PSICOPAT'IA

El presidente Hugo Chávez se encaramó en el poder a horcajadas sobre una oposición desorientada y paralizada por un sentimiento de culpa. Venezuela, después de todo, cayó en manos de Chávez en gran parte por la falta de liderazgo de sus dirigentes democráticos.
Pero inicialmente las arbitrariedades que Chávez cometió en su administración primera originaron una reacción popular y militar y fue depuesto. Pero poco duró esa maniobra, ya que quien asumió el mando de la república demostró no estar capacitado para dirigir un nuevo orden de democrático en el país.
A la final Chávez reasumió el poder y a partir de entonces se dedicó, con la asesoría directa de Fidel Castro, a consolidarse y tratar de perpetuarse en la función de presidente autoritario. Sus acciones y discursos lo califican como un discípulo ejemplar de Fidel: virtualmente toda oposición ha sido demolida.
De todas maneras a Chávez le tomó tiempo alcanzar el poder que ahora detenta. Y, sobre todo, tuvo que recurrir a un fraude escandaloso para lograr la reelección para un segundo período de 6 años, que ha prometido extenderlo a otros 6.
El fraude se denunció oportunamente. Básicamente, consistió en suspender el conteo de votos cerca de la medianoche porque los primeros resultados le desfavorecían. Hacia la madrugada, el control electrónico fue manipulado y la victoria para Chávez se anunció con presteza al mundo entero.
Las protestas de fraude pudieron haber tenido alguna repercusión. Pero fueron silenciadas con la abrupta intervención del ex presidente de los Estados Unidos, Jimmy Carter, quien desoyó los reclamos y sin escuchar a los reclamantes, declaró a Hugo Chávez como ganador en unos comicios “impecables, límpidos y transparentes”.
La historia del fraude quedó fuera de los textos y los diarios. Chávez, muy ágil, continuó en su objetivo de concentrar todos los poderes en si mismo, cada vez con más y más respaldo de la mayoría de ciudadanos, víctimas principales de los pasados regimenes frágilmente democráticos que no supieron aprovechar las enormes riquezas del país, sobre todo petroleras, para crear un ambiente de libre acceso a las oportunidades para progresar.
El gobernante venezolano, protegido por el incremento en los precios del petróleo, disfraza su tránsito a la dictadura total con la prédica de una socialismo bolivariano del siglo XXI, que supuestamente repartirá riqueza a todos lo pobres pero que a la postre los empobrecerán más.
Chávez, discípulo de Fidel, ha tenido discípulos. Uno de ellos, Evo Morales de Bolivia, da indicios de incompetencia. Con dificultad entrelaza algunas frases en español y ha sido nulo para controlar la asamblea constituyente que debía estar a sus órdenes para darle un estatuto jurídico que le consagre como dictador. Muy distinto el caso de otro de sus discípulos, Rafael Correa del Ecuador.
Éste expresa con soltura, con una verborrea tropical ahita de insultos contra los ricos, los Estados Unidos, los partidos políticos. Ha quemado etapas en relación con el maestro. En menos de 6 meses ha desecho a los partidos, al Congreso, al Tribunal Supremo Electoral, al Tribunal de Garantías Constitucionales y ha reducido la capacidad de respuesta de los medios de comunicación.
En cuanto a los medios, hay que exceptuar a varios columnistas que no se han arredrado y continuan criticando los actos y discursos dictatoriales de Correa. Lo que se echa de menos es una posición frontal de los diarios y emisoras de radio y TV contra las actitudes y amenazas del gobernante contra la libertad de expresión.
Correa afirma que hay respeto a dicha libertad y que él hace uso precisamente de ese derecho para criticar lo que él cree censurable de los medios. No es ese el papel de un gobernante. Por su función, tiene que abstenerse de asumir la posición de un crítico directo para señalar lo bueno y lo malo que en su opinión tienen los medios. Eso queda en manos del público, de los clientes de esos medios.
Lo cual no implica perdón por los errores que los medios puedan cometer de buena o mala fe en la divulgación de informaciones y opiniones. Pero cuando ese error se detecta hay que sustentarlo, pedir rectificaciones o sanciones que la misma ley establece.
Si Correa fuese presidente en los Estados Unidos, gran parte de su tiempo tendría que dedicarlo a castigar y silenciar a centenares de miles de medios de comunicación que probablemente no serían de su agrado. Desde los tabloides de supermercados hasta los “talk shows” de radio, CNN o FOX . El mismo The New York Times o The Wall Street Journal correrían peligro de amenazas, de ser callados o censurados por el molesto “füherer” tropical.
Lo penoso es que con cada nuevo gesto dictatorial de Correa, con cada discurso sabatino venenoso, con cada bofetada a quien no piense como él o no logre su venia previa para opinar, su popularidad se acrecienta. El voto por el SI le fue favorable en un 82%. Luego de este resultado y de manotazos al viento contra sus opositores su popularidad subió al 78%, sobrepasando incluso a Uribe de Colombia.
El 1 de mayo encabezó la marcha de los trabajadores y a su paso recibió pétalos de rosas desde los balcones quiteños, igual que Simón Bolívar cuando paseaba en triunfo por las mismas calles capitalinas. El gesto de Correa en el desfile era claro: estoy con los trabajadores (explotados) y en contra de los empresarios (explotadores).
Un jefe de Estado no puede alinearse con ninguna de las partes porque ambas son parte constitutiva y sustantiva de la comunidad, en lo social y económico. No hay prosperidad ni progreso sin las dos partes y la misión ideal del gobernante es armonizar y evitar conflictos de conformidad con la ley, no exacerbarlos. Correa quiere esto último.
Ahora anuncia que unificará los salarios de los trabajadores, tanto urbanos como rurales. Es absurdo. Si se aplica –obviamente con un ajuste y la unificación al alza- ello significará quiebra de las empresa agrícolas, escasez de alimentos, inflación y, como consecuencia, mayor pobreza general.
También ha aceptado ser prioste en Pujilí, otra payasada de su parte. Su meta, en temas indigenistas, es borrar 500 años de oprobio del blanco sobre el indio. No ha elaborado su propuesta, pero se supone que quiere volver a la época de la dominación inca prehispánica en el vasto Tahuantinsuyo, con el actual Ecuador incluido.
El paraíso precolombino no era tal, según revelan los documentos y según se observó dramatizado el ejemplo de los mayas y aztecas en la película de Mel Gibson Apocalypto. Últimos análisis históricos indican, además, que la disputa entre Huáscar y Atahualpa obedecía al intento de “modernizar” la sociedad inca por parte de Huáscar y no a conflictos de poder territorial como lo cuentan los textos de historia en las escuelas.
El trabajo colectivo de las masas debía ser colectado para el goce de las momias, de los incas muertos y sus allegados. No para satisfacer el hambre de los súbditos en un “paraíso socialista”. Huáscar quiso cambiar este concepto por absurdo y halló la oposición implacable de Atahualpa, convertido en defensor de un statuo-quo ominoso.
Correa, como Chávez, desea para “su” pueblo el bienestar. Pero lo quiere a su manera, concentrando todos los poderes. Se ha inventado, o repite la frase de alguno de sus subalternos, de que su gobierno tendrá como prioridad “el pago de la deuda social, no de la deuda externa”. La gente modesta lo escucha y sin demandarle explicación, le aplaude y le sigue como cordero al matadero.
Con el Banco Mundial Correa se peleó porque le objetó que haga mal uso de un fondo de reserva preventivo con los excedentes de los precios petroleros. Ahora dice que no pagará la deuda externa “ilegal”, justamente para destinar los pagos a “su” pueblo pobre, vía bonos y subsidios.
La ecuación no es tan simplista. Si en lo personal un individuo está ahogado en deudas, no por no pagarlas quedará exento de responsabilidad y no por destinar los correspondientes pagos a gasto innecesario mejorará la situación suya y de sus íntimos. Las deudas se contrajeron con voluntad de los gobiernos y hay que pagarlas. No existe alternativa.
A esta conclusión llegaría cualquier ciudadano con sentido común. Mucho más cabría esperarlo de un economista que obtuvo el doctorado en una universidad norteamericana, luego de pasar por las aulas de otra universidad belga. ¿Cree Correa en lo que está diciendo? Probablemente si y ello aboga la teoría de que padece de una psicopatía.
Ésta se reflejó también en su reacción contra sus hermanos, que en el afán de apoyarlo políticamente intentaron crear un movimiento con su nombre para respaldar candidaturas a integrantes de la asamblea constituyente. Si el que tomaran su nombre sin consultarlo le desagradó debió llamarlos para que rectifiquen. Prefirió el balcón para denunciarlos y castigarlos públicamente, en otro de sus típicos actos teatrales. (*)
¿Qué quería demostrar esta vez? ¿Qué es “incorruptible”, que castigará a los corruptos o que simulen serlo aún si fueren sus hermanos? ¿No circulaba por su mente la imagen de Robespierre Incorruptible y Castigador? ¿Será todo éste un presagio de que con Correa correrán también ríos de sangre de los opositores por las calles de Quito, que ahora quedaron cubiertas con los pétalos de sus admiradoras?
¿Cómo terminó sus días Robespierre? Guillotinado.

(*) Alguien me decía que Correa presionó a la Supertintendencia de Bancos para que acepte a su candidato para presidir el Banco de Fomento, con su estilo peculiar: a patadas. Luego se supo que el candidato es padrastro del mandatario. ¿Es cierta esta versión? A uno le asaltan las dudas pues ningún detalle al respecto se ha leído en los diarios tradicionales, por lo menos a través del Internet. Si es verdad ¿están entonces auto amordazados los medios de comunicación en el Ecuador?