Monday, July 31, 2017

REACCIÓN POPULAR EJEMPLAR

Si los latinoamericanos hubiesen reaccionado con la virilidad y entereza como lo han hecho los venezolanos, acaso no se  hubieran asido del poder ni los Castro, los Correas ni demás tiranuelos de la calaña de los Ortega, Morales o Fernández.
Nicolás Maduro recibió el mando para destruir Venezuela de manos de Hugo Chávez, quien sobrevivió un golpe de Estado con la ayuda de Fidel Castro. Fue derrocado porque destruyó la economía petrolera y de libre mercado, asfixiando la inversión privada y aumentando el desempleo.
La gestión de Maduro, que sucedió a Chávez, resultó peor. La economía cayó en picada, comenzó el éxodo de venezolanos como en Cuba y los únicos aliados que encontró fueron Rusia y regímenes pro marxistas autodenominados de la revolución ciudadana en América Latina, aparte de Irán.
La oposición que comenzó a florecer con Chávez, se robusteció con el ex chofer de autobús, cuya ignorancia le impide incluso hablar el idioma español con propiedad. La rebelión se tornó popular e imparable cuando se agregaron jóvenes de ambos sexos y amas de casa, que veían vacías las estatanterías de tiendas y supermercados.
La maniobra de Maduro para contrarrestar la creciente oposición fue llamar a elecciones para una nueva Asamblea Constituyente, cuya misión sería eliminar todo vestigio legal a la disidencia, que en cierto modo se mantenía  en la Constitución de Chávez. El pueblo reaccionó con indignación a esa tentativa.
Organizó un simulacro de elecciones para aprobar o no la convocatroria a la asamblea, procedimiento previsto por la Constitución. La respuesta fue abrumadora, ya que acudieron más de siete millones de votantes para rechazar la propuesta de Maduro. Éste, sin embargo, persistió en su deseo  de llamar a las elecciones y lo hizo claro está pasando por alto la previa consulta popular.
Esos comicios se realizaron ayer, en medio de la represión que ocasionó otros 16 muertos que se suman a los más de un centenar en las protestas. Los resultados, cualquiera que fueren, son nulos. Los que votaron por el no antes, se abstuvieron de votar ayer. Se dice que hubo menos de tres millones de votos, de un total de veinte millones de votantes registrados.
Maduro afirma que la “verdadera” cifra de votantes es de ocho millones, pero nadie excepto sus partidarios le creen. Se habla de que ha habido un hacking que podría documentar el fraude. El gobernante afirma que ha triunfado la democracia y llama a la paz y el diálogo, pero la respuesta de los venezolanos ha sido la misma: revuelta en las calles en rechazo a la Asamblea Constituyente y pedido a que renuncie.
Los Estados Unidos, Perú, la Unión Europea, Argentina y otros países han anunciado que no reconocerán los resultados de la Asamblea por ilegal y porque ha sido rechazada por el pueblo. Regímenes serviles como el del Ecuador de Lenin Moreno lo respaldan y enviaron observadores para que testifiquen la validez del proceso, en respaldo a Maduro.
Juan Manuel Santos, presidente de Colombia, aparece disgustado con Maduro, pero es una farsa derivada de un conflicto de fronteras. En el fondo ha demostrado comunidad de ideas con Maduro, inspirados ambos, como antes Chávez, en los Castro y sus tácticas. Santos negoció con las FARC en La Habana la capitulación del gobierno ante la guerrilla, pese a que fue rechazado en un referendo popular que luego desconoció.
Moreno es clon de Correa, pero los ecuatorianos están fascinados porque su lenguaje no es tan patanesco como el de su antecesor. Mas sus tácticas y sus colaboradores son los mismos. Su devoción por Fidel consta en documento público y su actitud de respaldo a Maduro lo dice todo. Para los ecuatorianos con pudor, esta realidad les debe resultar bochornosa.
A continución se transcribe, en español, un análisis del verdadero significado del acuerdo de Santos con las guerrillas terroristas, escrito por un ex-ministro de Uribe (como lo fue Santos): 

Colombia, la transnacional del crimen

Miembros del ejército colombiano presentan toneladas de cocaína decomisada que pertenecía a las FARC, en el Cauca, en foto de archivo.
Miembros del ejército colombiano presentan toneladas de cocaína decomisada que pertenecía a las FARC, en el Cauca, en foto de archivo. Juan Manuel Barrero Bueno EFE
La ONU, a través de su Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos (SIMCI), acaba de revelar lo que costó convertir a Juan Manuel Santos en Premio Nobel de la Paz.
La cifra demuestra que en el año de la Paz, cuando supuestamente se silenciaron los fusiles, en Colombia la coca sembrada creció en un 50% (cincuenta por ciento, para que no quepa duda) lo que vale tanto como decir que estamos produciendo más de 1,000 toneladas métricas de cocaína por año.
Antes de trabajar ese número fantástico, recordemos que Tumaco produce tanto de la hoja como Bolivia entera. ¡Pobre Evo! Y que el Departamento de Nariño excede la producción total del Perú. Y nos falta la cuenta de Chocó, el Catatumbo, Arauca, La Guajira, Putumayo, Bajo Magdalena, el Perijá, Caquetá, el Huila… En suma, este no es un país. Es un mar de coca, la herencia de la Paz de Santos.
Mil toneladas son un millón de kilos. Un millón de kilos son mil millones de gramos. Y cada gramo se vende en $100 en las calles de Estados Unidos, de Europa o del Oriente. Mil millones de gramos se multiplican por cien y nos da la suma 100,000 millones de dólares. Haga, lector, las rebajas que quiera. Calcule más interceptaciones, rebajas para mercados incipientes, lo que se le ocurra, y seguirá teniendo frente a usted el valor de la más grande transnacional mundial del crimen en toda la historia.
Haga ahora las rebajas que se le antoje para llegar a lo que queda de esa mil veces millonaria cantidad en Colombia. Para los campesinos que siembran; para los que la raspan; para los que producen la coca y para los que vuelven la pasta de coca en clorhidrato de cocaína; para los que la llevan a los puertos; para los que custodian el tránsito y los embarques; para los que se entienden con la mafia internacional; para los que fabrican sumergibles y los usan; para los de las lanchas rápidas; para los pilotos de los aviones; para los que cargan y descargan; para los que matan indiscretos o soplones; para los que compran policías o militares corruptos; para los que venden la cocaína a los que la vuelven basuco; para los que alimentan las ollas del narcotráfico urbano y venden al público esa porquería; para los encargados de enviciar a los niños, clientela del futuro y medio ideal para llevar producto, razones y órdenes. Para los que mantienen a los jefes en Cuba, en Venezuela o en Colombia; para los que manejan propiedades compradas o robadas; para los que aceitan la maquinaria financiera en Colombia, en los paraísos fiscales, en Suiza, en el Ecuador y Venezuela. Para los que reciben el pago convenido para seguir sosteniendo que esto se llama Paz; para la propaganda de esa Paz que mimetiza el negocio; para los que organizan conferencias y preparan el partido político que saldrá de las entrañas de este monstruo criminal. Alcanza para todos.
Ese resultado fabuloso, no se produjo por acaso. Llegó de un plan preconcebido y meticulosamente ejecutado por Santos y sus impulsores, cómplices y adláteres. No es problema repasarlo.
Era menester empezar por prohibir los bombardeos a los campamentos de los que cuidaban las zonas de cultivo. La orden llegó desde Cuba y se cumplió puntualmente.
Enseguida le cerraron la puerta al plan de Uribe para que Estados Unidos construyera gigantescos aeropuertos militares para uso de aviones de reconocimiento. Tampoco construyeron radares y el general Oscar Naranjo hizo lo necesario para que volaran el Radar de Santa Ana.
Prohibieron la fumigación aérea, con el cuento del cáncer que le podía producir el glifosato a los monos, las culebras y los bandidos que están en las zonas de aspersión.
Prohibieron la extradición a Estados Unidos de los capos del negocio, los de las FARC, para que aquí los absolviera la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP).
Acabaron de hecho con la Extinción de Dominio de bienes no justificados por sus dueños.
Finalmente, encerraron el ejército en los cuarteles, los aviones de combate en los hangares y las naves en los puertos.
Resultado: la más grande transnacional del crimen de la historia. Si no cree, repase las cuentas iniciales. A mano, con tableta o computador. Hágalo en su casa o con sus amigos. Y pregúntese qué negocio legítimo produce en el mundo $100,000 millones.
Queda por ver el tiempo que le falte a esta transnacional del crimen para que sea enfrentada y aniquilada. A Santos se lo dijo Trump en su visita a la Casa Blanca. Y los chinos fusilan a los que capturan entrando cocaína a su territorio. Algo está pasando y pasará pronto. Como por ejemplo, que los colombianos nos sublevemos contra esta infamia que acabó con nuestro decoro, nuestra juventud y nuestra economía. Es tiempo de entender y reaccionar.
Abogado y ex ministro en el gabinete de Álvaro Uribe.

Friday, July 28, 2017

EL VOTO TRAIDOR

Durante la campaña presidencial del 2016, el entonces candidato Donald J.Trump negó en alguna entrevista que el senador John McCain deba ser  considerado un héroe. Cayó preso en la guerra de Vietnam pero ese no es un acto de heroicidad, dijo.
Su declaración causó revuelo, como muchas otras suyas que han removido leyendas o pejuicios acerca de los cuales aceptarlos es lo  “políticamente correcto”. En el caso McCain, por la información que se conoce e intuye por la que se encuentra aún “clasificada”, Trump tiene la razón.
El senador John McCain cometió un acto de traición al partido republicano que lo ha elegido en Arizona repetidamente y que lo postuló por dos veces a la Presidencia, al bloquear esta madrugada en el Senado la revocatoria a la ley estatal del Obamacare. 
Días atrás al senador se le  diagnosticó un cáncer al cerebro de alto riesgo, pero decidió volar el miércoles pasado desde Arizona a Washington para contribuir con su voto al reinicio del debate sobre el Obamacare. Legisladores de los dos bandos celebraron con entusiasmo ese acto al que calificaron de “heroico”, dada la gravedad de su mal.
La votación de la medianoche de ayer estaba orientada a abolir la obligación de adquirir pólizas de salud, con la pena de multas crecientes por no hacerlo, por considerarla inconstitucional, más otras medidas colaterales, señalando un plazo de dos años de transición para que la sustitución del Obamacare sea completa.
Se suponía que con McCain el Senado alcanzaría el mínimo de 50 votos, con lo cual el Vicepresidente Mike Pence rompería el empate a 50 con los 48 senadores demócratas y las 2 senadoras republicanas Maine y Alaska, disidentes. Pero McCain traicionó las expectivas y votó no, para un esultado 49/51.
Se ignora lo que depare el futuro inmediato y mediato para la ley de salud, para el liderazgo del partido republicano, para el partido mismo, para el propio gobierno del Presidente Trump. Con tanto obstáculo traicionero en el Congreso, es incierta la suerte para los grandes proyectos de reducción de impuestos, de infraestructura, de educación, de comercio. 
En cuanto al Obamacare, los demócratas dicen que están dispuestos al diálogo, pero dentro de sus condiciones a las que McCain quiere que el GOP se ajuste: continuación de la obligatoriedad para adquirir pólizas de salud y más impuestos para financiar la bancarrota en la que se encuentra. La meta, no lo ocultan, es que el Estado asuma el control absoluto de la salud con presidencia del libre mercado. 
El “héroe” McCain ha permitido que el Obamacare continúe en vigencia para absorber al menos 1/5 de la economía nacional. La historia revela que durante la guerra de Vietnam hizo un vuelo no autorizado por una ruta prohibida y fue abatido. Su padre era jefe de la Armada en la Zona y se dice que él, John, recibió por ello trato preferente y dió información secreta al enemigo.
(En este link o enlace se pueden leer detalles al respecto. Más, en Internet y otras fuentes digitales)
Al tiempo que el partido republicano es impotente con el Obamacare, se suma a los demócratas para aprobar por 98 votos contra 2 en el Senado más sanciones contra Rusia, a fin de maniatar a Trump cualquier maniobra de negocación con Vladimir Putin. ¿Cuál el motivo de tan drástica resolución? La intervención, o intención rusa de intervenir, en las elecciones del 2016...
La medida está ligada a la acusación de colusión que pesa contra Trump desde hace más de medio año, según la cual Putin y Trump conspiraron contra la candidata demócrata Hillary Clinton para hacerla perder las elecciones. La acusación, hasta la fecha, no ha presentado una sola prueba, pese a que se han nombrado comités de pesquisa en ambas cámaras del Congreso y hay un Investigador especial del FBI.
Donald J. Trump tendrá que ingeniarse alguna medida cuasi milagrosa para que la fe perdida en los legisladores republicanos y en el sistema se revigorice. No cabe duda, el golpe asestado por la traición de McCain ha sido duro de asimilar. Si no surge una iniciativa pronta y certera para remediarlo, los daños podrían ser irreparables.

Tuesday, July 25, 2017

EL VOTO DEFINITORIO

El Senado votará hoy sobre el Obamacare. Los 52 republicanos no tienen sino una opción honorable: revocar la ley. Debieron haberlo hecho al día siguiente de lograr el control total del gobierno en la Casa Blanca y en el Congreso, pero se enredaron en la discusión inútil del “reemplazo”.
El Obamacare lo aprobó el rebaño demócrata por unanimidad y sin un solo voto republicano y con el rechazo mayoritario de la población, según todas las encuestas. Y fracasó, porque el objetivo central de llegar al control total del Estado de los servicios de salud, se hizo solo a medias.
Es lo que deben tener en mientes los senadores republicanos al votar hoy en la Cámara. El Obamacare es el más audaz intento de los progresistas para quebrar al sistema capitalista de libre empresa. Si no se alcanza el mínimo de 50 votos (más el dirimente de Pence), la ley continuará vigente y el Estado terminará sustituyendo a las aseguradoras privadas en la oferta de salud.
El sistema privado ha funcionado con eficiencia, convirtiéndolo en el mejor del mundo. Las deficiencias de cobertura no deben solucionarse con mas intervención estatal. La fórmula correctiva es más competencia, más capitalismo, más inventiva y menos burocracia obstructiva como en el caso del infante Charlie Gard de Gran Bretaña.
Una vez revocado el Obamacare vendrán los correctivos al daño ocasionado en los individuos que fueron obligados a adquirir pólizas de seguro, mandato que quedaría extinguido. Se abrirían las fronteras para la libre competencia de aseguradoras de salud, para bajar precios y mejorar los servicios. Se estimularía ahorros y exenciones tributarias para facilitar la compra de pólizas a los de menores recursos, etc.
También se revisaría la ampliación de la cobertura del Medicaid a quienes no la necesitan, contemplada en el Obamacare dentro de su doctrina de la redistribución de la riqueza y el Estado benefactor. El progresismo, que es la moderna manera de calificar a los socialistas/utopistas, detesta lo que es consustancial a los Estados Unidos: libre comercio, libre competencia, gobierno descentralizado y menos regulador.
Terminada la II Guerra Mundial, la URSS no se sumó a los Aliados para garantizar la formación de gobiernos democráticos elegidos por consenso de los ciudadanos. Erigió una “Cortina de Hierro” en sus dominios rojos y se dedicó a expandir su imperio mediante la infiltración, la guerrilla y la guerra abierta como en Corea y Vietnam.
Cuando la lucha armada fracasó con el Che Guevara en Angola y Bolivia, Mao aleccionó a sus seguidores a optar por la infiltración en los sistemas democráticas de diversa solidez institucional, para fracturarlos y desviarlos. Ha obtenido resultados transformando las culturas y las visiones político culturales en Europa, América Latina y lo ha estado haciendo también en los Estados Unidos.
La táctica ha sido apoderarse de los sistemas de educación y medios de comunicación para transformar la mentalidad colectiva. En el caso de los Estados Unidos, las nuevas generaciones de estudiantes y periodistas han llegado a menospreciar los principios de la Declaración de la Independencia y la Constitución de los Estados Unidos, considerándolos obsoletos.
Las nuevas demandas de la sociedad, según esas enseñanzas, son la redistribución de la riqueza y la igualación de resultados, todo lo cual ha de lograrse con gobiernos autoritarios que limiten la libre expresión de las ideas. Cuando surgen movimientos opuestos a esa tendencia y líderes que los comandan, como Trump, la respuesta es la guerra.
No es una guerra de ideas, sino de mentiras. El Obamacare se aprobó y se aplicó con mentiras. A Trump se lo quiere boicotear con las mentiras de Rusia. Ex-directores de agencias de inteligencia de Obama insinúan incluso que hay que llamar a un golpe de Estado para destituir al actual jefe de Gobierno.
La controversia entre los progresistas y Trump y los millones que lo respaldan no es una lucha política común. Es una guerra desleal y sucia que pone en juego la supervivencia de la democracia capitalista y libre, frente al agudizamiento del Estado interventor, que ha fracasado en todas sus formas a lo largo de la historia.
Los 52 senadores republicanos que votan hoy en la Cámara están en la mira: si rechazan unánimemente el Obamacare recuperarán el prestigio ante sus votantes. De lo contrario, los que voten por ratificar la ley aparecerán como lo que son: unos traidores que habrán causado al GOP y al país un daño acaso irreparable.

Wednesday, July 19, 2017

EL OBAMACARE AL BASURERO

La espectacular derrota política auto infligida por el partido republicano en el Senado con el Obamacare no debió haber ocurrido nunca si se hubiera procedido con lógica: abolir la ley absurda desde el primer momento y no hablar para nada de “sustituirla”.
Porque el Obamacare fue un logro del progresismo socialista para destruir el sistema privado de salud e implantar otro centralizado y controlado por el Estado, con absorción de más del 1/5 de la economía nacional y con perjuicio del servicio y tecnificación de la salud.
La ley fue aprobada bajo presión de Obama y el partido demócrata, pese a que el 64% de la población se oponía y pese a que el Congreso la aprobó sin un solo voto a favor de los republicanos, lo cual vulnera el principio de aprobación por consenso de la gobernabilidad.
El objetivo del Obamacare era y es forzar a los ciudadanos a adquirir pólizas de salud, que es un mandato inconstitucional que la Corte Suprema de Justicia avaló con el voto dririmente y traidor del juez John Roberts, su Presidente y de filiación republicana. 
La intención era que la gente joven y saludable se afiliara o pagara multas crecientes por no hacerlo, para subsidiar en parte a la población de mayor edad carente de cobertura, sea por falta de recursos o por enfermeades pre existentes al momento de solicitar una póliza. En cualquier caso, la faltante se cubría con fondos fiscales.
El Obamacare se desfinanció. La mentira de Obama de que quienes tenían pólizas previas podían conservarlas y mantener a sus médicos se hizo evidente. Las aseguradoras fueron paulatinamente retirándose de los mercados estatales y la proyección socialista de los “progresisdtas” dejó de ser un misterio: su meta era la estatización de los servicios de salud.
Los republicanos ganaron las elecciones de noviembre pasado en todos los niveles en gran parte porque esperaban que se archive de entrada el Obamacare, que además ocasionaba el desempleo al extender el mandato de afiliación a las medianas y pequeñas empresas, que se vieron forzadas a reducir su personal o acordar con ellos empleos a medio tiempo.
La protesta en tal sentido ya se dió en las elecciones parciales del 2010 y se repitió en el 2012, cuando se obtuvo mayorías en el Senado y en la Cámara de Representante. Pero los proyectos para archivar el Obamacare fueron vetados por Obama, que fue reelecto en el 2012. La esperanza renació con Trump: la Casa Blanca, el Congreso, los congresos federales y la mayoría de gobernaciones estaba en manos del GOP. 
Inicialmente Donald pidió que se anule el Obamacare para luego buscar remedios a los males inferidos. Luego cedió y dejó el problema  en manos de las dos cámaras, que optaron por la simultaneidad, el rechazo y el reemplazo de la ley. La Cámara Baja, tras muchas vacilaciones, aprobó un proyecto, pero ese esfuerzo acaba de naufragar en el Senado. 
El Obamacare fue y es una imposición socialista en el sistema privado de salud, que ha probado ser el más eficiente del mundo, siempre abierto a la investigación e innovación. Si ha habido vacíos, errores de cobertura, grupos marginados, obstrucciones en el mercadeo de ofertas de servicios, la solución no era ni es destruir el sistema, sino perfeccionarlo.
Igual ocurre con la democracia capitalista. No es perfecta pero pero es la más eficiente, la que mejor ha promovido la riqueza y la distribución de la riqueza. La persistencia de pobreza y más defectos del sistema no se van a corregir con la destrucción del sistema: ello implica advenimiento de tiranías que agravan los males.
La obligtoriedad de comprar pólizas de salud debe terminar y en su lugar crear estímulos de mercado para que las aseguradoras compitan entre si en precios, para que haya deducción de impuestos por adquirirlas, que se creen cuentas de ahorro, etc. Las fronteras entre estados que hoy existe deben borrarse para dar libre juego a las aseguradoras.
La sobrevivencia del Obamacare no puede imaginarse sin más impuestos, sin más deuda fiscal y pública. El control de la salud por parte del Estado conduce a aberraciones orwellianas como en Gran Bretaña. Los subsidios se justifican (y existen) solo para los realmente necesitados e incapacitados, no para los que gozan aún de plena capacidad para ser útiles a la comunidad.
El colapso republicano en el Senado puede subsanarse el lunes próximo si los 52 o por lo menos los 50 senadores del GOP derogan el Obamacare, hasta que en un lapso de dos años queden delineados los pasos a seguir para corregir los daños ocasionados a quienes se les obligó a comprarlo. Como esos 20 millones o más que podrán sustituirlo, si lo desean, con pólizas privadas.

Esa sería la única manera de enmendar la traición a los votantes.

Friday, July 14, 2017

EBRIOS CON O SIN VODKA

Los demócratas y en general los progresistas de los medios y los seudo republicanos que los respaldan, parecen estar embriagados pero no al modo extremo de los cosacos con botijas y botijas de vodka, sino con una copa, o acaso sin nada, de ese licor ruso.
Desde noviembre pasado cuando Hillary Clinton fue derrotada por Donald Trump en las elecciones, sus partidarios han buscado cualquier pretexto para intentar anular o descalificar los resultados, pero ninguna treta les ha salido bien. Siguen, sin embargo, obsesionados con el tema Rusia.
No con la vodka, sino con la fábula de que Vladimir Putin interfirió en las elecciones del 2016 para ayudar a Trump, en perjuicio de Hillary. Nunca han explicado por qué el Presidente y ex jefe de la KGB había decidido favorecer al magnate de Manhattan y no a Hillary, cuya tesis de abogada revelaba desde entonces sus inclinaciones marxistas.
Tampoco han podido presentar prueba alguna de la supuesta estrategia de Putin para intervenir en las elecciones y alterar los resultados en favor de Hillary. Se presume que Putin no es un bobo en materia de espionaje y contraespionaje, por lo cual el público ha esperado con interés cuasi novelesco que se le cuente detalles sobre el plan.
Lo único evidente ha sido la filtración de emails del jefe de la campaña del partido demócrata, John Podesta, en las que da instrucciones para boicotear la candidatura del rival de Hillary en las primarias, Bernie Sanders, que publicó WikiLeaks. Pero probablemente el hacker provino de algún agente de inteligencia disgustado con la candidata.
Putin ha negado a todos los que le han entrevistado que haya intervenido directa o indirectamentre en las elecciones del 2016. A los escépticos, que lo creen mentiroso y criminal, les pide lo de siempre: pruebas. Hasta que los demo/progresistas dicen que finalmente la encontraron. Es la entrevista que tuvo Donald Trump Jr. con una abogada rusa el 4 de junio del 2016.
El encuentro fue sugerido por un publicista británico que le aseguró que la dicha abogada tenía vínculos con el Kremlin y que portaba información de importancia contra Hillary. Pero resulta que la abogada Natalia no habla ni inglés, ni tenía información política y se hallaba en el país como cabildera con una visa especial de la Fiscal General Loretta Lynch.
Si era agente de Putin para desestabilizar al sistema democrático de los Estados Unidos, la Fiscalía General debió haber reiterado la prohibición de visa a la abogada rusa, no darle ingreso especial. Hay fotografías de ella en un comité del Senado, junto al embajador norteamericano en Moscú. ¿Acaso Putin, ex-Director de la KGB, iba a contratar ese tipo de agente para quebrar la democracia yanqui? Que ni siquiera entendía el inglés...
El encuentro entre Don Jr. y la rusa duró minutos y se limitó a dicutir cómo reanudar los procesos de adopción de niños rusos a los Estados Unidos. ¿Quedó alguna prueba de la colusión Trump/Putin? ¿Se develó en ese 4 de junio alguna estrategia para alterar los resultados de las votaciones, para obstruir el acceso a las urnas, para amedrentar a candidatos?
El contraste de los supuestos delitos contra la Patria cometidos por los Donald, padre e hijo, con los de Hillary Clinton y su cónyuge Bill es abismal. El hermano de Podesta vendió uranio, material estratégico, a Rusia autorizado por Hillary como Secretaria de Estados. En esta posición, ella manipuló la correspondencia oficial desde su domicilio para acrecentar fondos para la Fundación Clinton con fines políticos.
Obama, Loretta Lynch y James Comey, Director del FBI anularon la investigación que se le siguió a Hillary por esos atentados contra la seguridad nacional y la exculparon en plena cmpaña presidencial. 33.000 emails los destruyó, junto con lPhones y nada se supo del servidor privado en su domicilio.
Las acusaciones del complot ruso tienen cansada y aburrida a la gente. Pero diarios como The New York Times, The Wasington Post y canales de TV CNN, MSNBC, NBC y otros, con excepción de Fox, muelen las noticias relativas a Rusia 24/7, omitiendo detalles que revelen lo que son: una farsa o “fake news”, como las ha calificado Trump.
Cuando Trump habló en Varsovia sobre la cultura de Occidente basada en los principios judeo cristianos, dijo que hay que defenderla no solo de los enemigos externos, como con heroicidad lo hicieron los polacos fente a los invasores nazis y comunistas, sino también contra quienes la socavan en el frente interno. 
Se refería a la burocracia traidora que trabaja a la sombra para obstruir la gestión presidencial y al progresismo que no vacila en utilizar cualquier recurso dentro del propio sistema democrático para debilitarlo, con la mira puesta a sustituirlo en un momento dado, inclusive con votos, por otro sistema interventor y autoritario.

Wednesday, July 12, 2017

AHORA SÍ SE CAE...TRUMP

Quien fuere adicto a ver o leer exclusivamente medios como CNN, MSNBC, CBS o diarios de otrora alto nivel profesional como The New York Times o The Washington Post pensaría que esta vez, sí, el Presidente Donald J. Trump está a punto de dimitir.
Desde que el magnate republicano derrotó a la demócrata Hillary Clinton el 8 de noviembre pasado, sus partidarios no han podido aceptarlo y se han ingeniado las más disparatadas fantasías para justificar la pérdida y para insinuar que la victoria de Trump es un fraude.
La que más ha prevalecido es la acusación de que Vladimir Putin intervino en las elecciones presidenciales para influir en el “rebaño” electoral yanqui en perjuicio de la ungida por Obama. Pero jamás pudieron encontrar una sola prueba de colusión o intervención, como así lo atestiguaron los propios jefes de las agencias de inteligencia.
Hasta que días atrás se “hallaron” lo que consideran finalmente “el eslabón perdido”, el “smoking gun” o la prueba definitiva de la colusión. ¿Cuál es? Una bufonada: que en junio Donald Jr. Trump se entrevistó por 15 o 20 minutos con alguien que supuestamente tenía datos negativos de Hillary, que podrían ayudar a Trump.
La propuesta provino de un publicista británico de seguda, que aseguró que la fuente era una abogada rusa supuestamente vinculada con el Kremlin. Don Jr. dijo que le gustaría oir el chisme y a la cita invitó a su cuñado y al jefe de la campaña. Pero el encuentro fue un fiasco, no hubo ninguna información sino una gestión relativa a facilitar la reanudación de las adopciones de niños rusos a los Estados Unidos.
La corta entrevista se perdió de la memoria de Trump por intrascendente pero salió a luz gracias a un nuevo leak o filtración de agentes de la Casa Blanca anti Trump, que grabaron el encuentro. Don Jr. publicó ayer todos los emails intercambiados sobre el tema y en una entrevista dijo anoche  que se habría abstenido del encuentro, si hubiera previsto el escádalo que ha originado hoy.
La clave de la que se valen los opositores es la señalada por el enlace, en cuanto a que la fuente estaba vinculada con el Kremlin. Pero la abogada rusa, entrevistada por el MSNBC en Moscú, niega esa vinculación al tiempo que voceros de Putin se burlan de este nuevo episodio de los demócratas diciendo que se quiere hacer un elefante de un mosquito, con el agravante de que ni siquiera hay el mosquito.
El cuñado de Don Jr., Jared Kushner (casado con Ivanka) se retiró de la cita a los pocos minutos, por falta de interés, mientras que el entonces jefe de la campaña electoral Paul Manafort estuvo todo el tiempo con el celular pegado a su oído, sin prestar atención a la conversación. ¿Entonces cuál fue la “bomba” noticiosa, la clave de la colusión?
Ninguna, dijo Don Jr. en la entrevista y fue esa la razón por la cual no se le pasó por la mente dar cuenta de ello ni a su padre ni a nadie más de la campaña, pues el asunto adopciones no era tema central de la campaña. ¿Lo habría sido para Hillary y los demócratas si hubieran hablado de multiplicar los abortos?
Sin embargo, los medios y columnistas que simulan ser independientes pero no logran disimular su odio a Trump, como Charles Krauthammer, de Fox, dicen que Don Jr. no solo no debió aceptar la entrevista con la rusa sino denunciar el intento de intervención a la CIA y FBI. Otros van más allá e insinúan que se le debe despojar de la ciudadanía por traición a la Patria.
Si de todos modos es criticable lo que hizo, en nada es comparable con los delitos cometidos por Hillary Clinton cuando ejercía el cargo de Secretaria de Estado de Obama. Contraviniendo las leyes de seguridad nacional, manipuló información reservada desde su servidor en su domicilio y destruyó teléfonos móviles y 33.000 emails requeridos por el FBI.
Obama, la Fiscal General Loretta Lynch y el Director del FBI James Comey se confabularon para eximir de la evidente culpabilidad a Hillary. Todos estaban convencidos al parecer de que la fechoría valía la pena porque la victoria de Hillary Clinton estaba asegurada. Ganará con más del 84% de los votos, decía la víspera el clarividente The New York Times.
Pero no fue así. Luego se supo que los agentes de seguridad detectaron que los rusos intentaban algún tipo de intervención en las elecciones en la temprana fecha de agosto del 2016. Pero nada dijeron para no enturbiar la marcha triunfal de Hillary. Pero se dio un hacking: los emails de Pedesta, el jefe de campaña y sus instrucciones para destruir al rival de Hillary en las primarias, Bernie Sanders.
Hasta la fecha no se sabe a ciencia cierta quien proporcionó copias de los emails del DCN a WikiLeaks, pero lo más probable es que fue algún agente disgustado del FBI. Algún día se sabrá. En todo caso no fue fruto de colusión entre Putin y Trump, porque oficialmente la colusión no existió. Lo denunciado sobre Don hijo es una farsa que no aporta nada en favor de la tesis de la colusión.
El 85% de los militantes del GOP dice en una última encuesta que le importa un soberano rábano las acusaciones en contra de Trump y su supuesta colusión con Putin. ¿Están desquiciados los medios de comunicación colectiva o “mainstream media”? ¿No se percatan de que su obsesión anti Trump está matando la esencia del periodismo, que es dilvulgar la verdad, lo cual garantiza la Constitución?
Si persisten, la respuesta la dará el mercado que reacciona adquiriendo o rechazando un producto o un servicio que les satisface o no, dentro del juego de la libre competencia. El peligro está en el progresismo/socialista que pretende afianzarse tiene como mira  abolir precisamente la libre competencia para sustituirla por un Ejecutivo regulador y autoritario. 
La mayoría de medios anti Trump rechaza el análisis, la contrastación de ideas y hechos. La colusión que existe hoy no es la de Putin con Trump. Es la del partido demócrata, que buscó la continuación autoritaria de Obama y Hillary con una prensa aduladora y servil, nada fáctica y nada profesional.
Pero entonces ganó Trump.

Wednesday, July 5, 2017

COREA, HERENCIA DEMÓCRATA

El Presidente demócrata Harry Truman tuvo la entereza de culminar con el proyecto de usar bombas atómicas para terminar con la II Guerra Mundial, pero erró al impedir todo el poder militar para repeler la invasión comunista en la península de Corea, prefiriendo un armisticio que la dividió en dos.
La China Roja liderada por Mao Zedong y la Unión Soviética al mando de José Stalin decidieron extender el comunismo en Corea, mediante socorro militar y financiero a sus agentes infiltrados al norte de la península. En una primera etapa no tuvieron resistencia y llegaron más allá de Seúl, hasta el sur.
La intervención comunista violaba las regulaciones de las Naciones Unidas por lo cual el Consejo de Seguridad decidió rechazarla militarmente, con brigadas al mando de la potencia ganadora de la II Guerra Mundial, los Estados Unidos. A poco, la débil resistencia al invasor se revirtió.
En 1952 sobrevino uno de los inviernos más crudos, que afectó duramente a las tropas comandadas por el general Douglas MacArthur, quien no obstante obligó a los invasores a replegarse hacia la frontera lindante con China. El enemigo estaba en situación peor, por mortandad e inanición y su rendición era inminente.
MacArthur pidió autorización política a Truman para asestar el golpe de gracia al enemigo, pero el Presidente, lejos de ello, lo destituyó y nombró un reemplazo para que coordine la suscripción de un Armisticio, que era la salida ideal para la debacle de las huestes invasoras sino/soviéticas. El paralelo 38 fue la línea divisoria entre las dos Coreas.
Al Norte se erigió una gigantesca mazmorra orwelliana protegida por Mao y Stalin, a la que le permitieron armarse incluso con cohetería nuclear. Al Sur comenzó a crearse una sociedad libre, emergida del Medio Evo y la opresión japonesa, hasta convertirse en una potente nación industrial con producciones y servicios de la más alta tecnología.
La “visión Truman” sobre política exterior se ha repetido en varias oportunidades en este país, no solo con gobiernos demócratas. Richard Nixon, republicano, cedió ante Mao y con Kissinger como mensajero, restableció relaciones diplomáticas con el genocida y cortar lazos con Chiang Kai Shek, líder de la República China que era uno de los Cinco Gandes en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas hasta 1971.
El proceso tiene su antecedente en el general George Marshall, que visitó a China en la II Guerra para apoyar a Mao, subsidiado por la URSS en contrra de Chiang Kai Shek. Entre los dos estalló una guerra civil que ganó Mao en 1949 con apoyo soviético. El derrotado se refugió en Formosa o Taiwán, ahora una floreciente república democrática. 
La historia, con variaciones, volvió a darse en Vietnam. Tras el retiro de Francia los vietcongs y los agentes de Moscú y Beijing buscaron extender su influjo  también en esta península. La intervención era igualmente condenada por las Naciones Unidas, por lo cual el Consejo de Seguridad dispuso que se la repela por la fuerza.
Estados Unidos, como primera potencia militar, volvió a liderar a las tropas multinacionales. Los tiempos habían cambiado. Los jóvenes ya no quisieron aceptar el servicio militar obligatorio, pues sus vidas eran ahora plácidas con los beneficios de la posguerra, el sexo libre y las drogas. Organizaron marchas “por la paz”, sedujeron a la prensa y los políticos y el Congreso terminó por cortar los fondos para la guerra de Vietnam.
Los veteranos sobrevivientes fueron abucheados a su regreso, tras la primera derrota militar de los Estados Unidos (pese a que, como en Corea, la victoria estaba ad-portas). Fue el mismo Nixon el que luego gestionaría abolir el servicio militar obligatorio, lo que ha contribuído a empañar el respeto a la institución millitar.
Gobiernos demócratas y republicanos han tratado de “hacer algo” para que se cumpla la ley internacional de no proliferación nuclear. Luego de la II Guerra Mundial, Estados Unidos propuso a la URSS que se sume al proyecto de Átomos para la Paz, con la finalidad de que sea ése el uso exclusivo de la energía nuclear. 
Stalin se negó. Su objetivo era armarse nuclearmente. Robó las fórmulas a los Estados Unidos y luego las cedió a China, que a su vez las delegó a Corea del Norte y probablemente al Irán. Obama, en su campaña electoral del 2008, dijo que Israel posee amas nucleares, lo que creaba un desbalance con Irán. Prometió corregirlo y lo cumplió.
Bill Clinton intentó halagar al dictador norcoreano con algunos regalos de tipo comercial para aliviar a su pueblo hambreado, pero nada consiguió salvo estimular a la dictadura en su carrera nuclear. Las políticas de Obama han sido contrarias a los intereses nacionales y lo de Norcorea no es una excepción. El problema se agudizó.
Al parecer las perspectivas pueden cambiar con Donald Trump, que siempre cita como ejemplos en el campo militar a los generles MacArthur, George Patton y similares, que estaban convencidos de que si el país se involucraba en una guerra, había que ganarla. Las guerras de Estados Unidos no han sido de conquista, sino de defensa de sus libertades amenazadas por el expansionismo de dictaduras nazifacistas o comunistas.