Friday, December 28, 2018

THE RULE OF LAW

Todo se reduce a ese objetivo por parte de Trump: que aquí, en los Estados Unidos y en sus relaciones internacionales prevalezca la norma de obedecer "The Rule of Law", esto es, el imperio, la vigencia de la ley.
Se lo acusa por ese deseo de ser testarudo, fascista, anti inmigrante, racista y otros calificativos sin justificación. Los hechos  demuestran que el móvil de sus críticos es el odio contra quien está removiendo prejuicios que se creía inamovibles.
El respeto a la ley es primordial para que una sociedad conviva en armonía. La ausencia de ella es el caos y la imposición del abuso del más fuerte. En los Estados Unidos las leyes y los gobiernos son fruto del consenso de los gobernados.
No siempre fue así. Con anterioridad a la Revolución Americana, la ley en las Colonias la dictaba la monarquía inglesa. Tras la independencia en 1776 y más tarde con la Constitución de 1778, quedó suprimida la monarquía y se creó un gobierno por consenso con poder tripartito.
El pueblo delegó la función de legislar al Congreso, la de aplicar las leyes al Ejecutivo y la de dirimir controversias legales a las Cortes. Los elegidos para las tres ramas del poder son alternativos y responsables y sus facultades se sujetan a mutuo control para evitar excesos.
Fue una sabia concepción de los Fundadores de la Patria, que se mantiene en su esencia inalterada hasta la fecha, con pocas enmiendas y que ha permitido a este país alcanzar a plenitud su potencialidad intelectual y material, sin rival en el mundo.
Las naciones que han imitado el sistema jurídico constitucional en libertad de los Estados Unidos, son las que han alcanzado gran prosperidad. En contraste los países dictatoriales y los del llamado tercer mundo permanecen empobrecidos pues "the rule of law" ha sido sustituida por la corrupción.
En la cultura judeo cristiana, en la que nacieron los Estados Unidos, los primeros vestigios de ley están dados por los Diez Mandamiento entregados a Moisés. Si todos los acatasen, ciertamente que la sociedad norteamericana sería mucho más sana. Pero no es así y de ahí las previsiones de la Constitución de 1778.
El documento fue discutido y aprobado en la convicción de se aplicaría a   "seres humanos y no ángeles", como advirtió James Madison, uno de los Fundadores. Por ello se estipularon normas para frenar ambiciones,  sancionar excesos y remover intentos de contravenir el sistema democrático.
El país está atravesando por una etapa de deterioro del orden constitucional. El Congreso, desde hace varios decenios, ha cedido varias de sus atribuciones de legislar tanto al Ejecutivo como al Judicial, al punto que se han creado burocracias que dictan leyes, regulan y sancionan al igual que lo hacen la Corte Suprema y Cortes inferiores. (Leyes pro aborto, matrimonio gay, et.)
Esa tendencia resulta del movimiento demócrata "progresista" que cree que la Constitución es obsoleta por impedir acelerar cambios en favor de la "justicia social" y la "redistribución del ingreso" metas tomadas de la doctrina marxista, que está reñida con la concepción de competencia de mercado libre estipulada originalmente en la Constitución.
Donald Trump está deteniendo ese rompimiento de la ley. Ha desecho decenas de regulaciones de Obama obstructoras del mercado de inversión y ello ha dado un vuelco positivo a la economía. Frenó el Obamacare parcialmente, aunque falta una definición legislativa para acabar con ese intento de socializar o estatizar los servicios de salud.
En materia de inmigración, enfrenta la negativa demócrata para que se impida el ingreso ilegal de inmigrantes y para que se siga un proceso legal para normalizar la presencia de los que se hallan aquí indocumentados. Los demócratas buscan la amnistía y el libre acceso, en la suposición de que aumentarán votos para su partido.
El empeño de Trump porque se imponga "the rule of law" ha dado frutos: la tasa de desempleo es la más baja en 50 años, la de hispanos y negros la más baja en la historia, los veteranos sin hogar cayeron en un 50%, se añadieron 300.000 empleos en las industrias, hay paz en la península coreana por primera vez en 60 años, USA vuelve a liderar el mundo, la eonomía crece al 3% mientras decrece en Europa y otras regiones.
Con China, México, la OTAN y otros países con los que se mantienen relaciones comerciales y militares, Trump no ha desatado "guerras" sino que ha exigido lo mismo que tierra adentro: el cumplimiento de la ley. Con China los resultados están saliendo a la luz y ya habrá paridad en las imposiciones tarifarias y cesará el robo de patentes. En otras palabras, se cumplirá con la ley.




Monday, December 17, 2018

LA CONSPIRACIÓN ANTI TRUMP

Es ya inocultable la existencia de facto de una conspiración anti Trump que se inició a los pocos minutos de su inesperada victoria en las elecciones presidenciales de noviembre del 2016 y que se ha ido expandiendo hasta la fecha.
Factor clave en este fenómeno han sido los medios de comunicación escritos y audiovisuales que, con pocas excepciones, se han alineado con la oposición de los demócratas "progresistas" y con la disidencia republicana, para ocultar logros del régimen o para distorsionarlos.
La economía, que se deprimió con los ocho años de Obama debido al exceso de restricciones al libre mercado y al libre flujo de las inversiones, se recuperó y de un magro crecimiento estancado en el 2% o menos, saltó al 3.7% anual en menos de dos años.
El desempleo cayó al punto que hubo más demanda para ocupar vacancias (7 millones de empleos no ocupados), pero la imagen de los analistas de izquierda y de los medios ya apuntan a señalar que adviene la recesión, cuando los indicadores objetivos apuntan a todo lo contrario, a una sostenida expansión de la economía.
Los Estados Unidos dejó de depender de la importación de petróleo en ese mismo breve lapso de dos años para convertirse en exportador, debido a la supresión de las restricciones de Obama a la explotación del crudo. La OPEP se resquebraja y va camino de desaparecer como desestabilizador mundial del mercado.
En el 2006 hubo una resolución bipartidista para erigir un muro en la frontera sur con México para impedir el ingreso ilegal de inmigrantes, con el respaldo de Obama, Clinton, Shummer, Pelosi y otros altos dirigentes demócratas. Mas el proyecto quedó sin adecuado financiamiento.
Esta vez Trump pidió al Congreso que asigne la suma precisa, unos 25.000 millones de dólares con una cuota inmediata de 5.000 millones. Los mismos demócratas que votaron si en el 2006 ahora votan no. Prefieren libre acceso a los migrantes y facilitación para que voten, pues votan demócrata.
Trump y quienes lo respaldan apoyan la construcción del muro y el control de la inmigración ilegal, porque así lo señala la ley. Obama, cuando concedió amnistía a los "dreamers" o soñadores (menores de 18 años que ingresaron ilegalmente con sus padres), violó la Constitución.
Los "progresistas" presionan porque esa amnistía sea permanente, apelando a lo emocional. Trump propuso a comienzos de este año que el número de dreamers se extienda a 1.800.000 y que se sometan a un trámite especial para que accedan a la ciudadanía, con sujeción a la ley y que, paralelamente, se asignen los fondos para el muro y se suprima el visado por lotería.
Los demócratas se niegan a cooperar. Y mienten. Dicen que la postura Trump es xenofóbica, racista, anti inmigrante (Melania, su mujer, es de Slovenia). Si la obstinación persiste, Trump está dispuesto a financiar el muro con fondos del presupuesto militar (por razones de seguridad nacional), creando un fondo especial mediante colecta pública o propiciando un cierre fiscal parcial del gobierno.
La supuesta "colusión" de Putin con Trump para llevarlo a la Casa Blanca en lugar de Hillary Clinton ha resultado ser una gran farsa a un costo de dos años y más de 25 millones de dólares. El encargado del sainete, Bob Moeller, no ha podido exhibir ni una sola prueba de la acusación y ha desviado sus esfuerzos de búsqueda de crímenes a otras área y a otros personajes.
Uno de los abogados de Trump, Michael Cohen, ha sido sentenciado a tres años de prisión, pese a que traicionó a su jefe. Pero su penalidad nada tiene que ver con Rusia sino con evasión de impuestos y perjurio. En igual situación están otros implicados. Moeller fracasó en su misión de hallar un crimen con el cual descalificar y destituir al Presidente.
El Obamacare fue un dictado inconstitucional del anterior presidente desde su inicio. Lo sabían todos, incluídos los demócratas. Pero el Congreso lo aprobó, incluso sin la lectura de su texto y sin un solo voto republicano. Fue repudiado por las cortes y subió a dictamen de la Suprema. Pero allí el Presidente, John Roberts, dio el voto decisivo para rechazar las objeciones y ratificar la validez de la ley.
El Obamacare impone la adquisición de un servicio, el de salud, so pena de un castigo tributario. Esa imposición es inconstitucional. Roberts mañosamente dijo que el mandato era un impuesto. Pero ese mandato fue anulado por el Congreso republicano el año pasado. Por ello, un juez federal de Texas acaba de dictaminar que sin el mandato, el Obamacare ha dejado de existir por inconstitucional.
Toca ahora al Congreso desempeñar su papel de legislar, que ha cedido en gran medida últimamente a la Corte Suprema. Antes de que el caso vuelva a esta Corte, deberá legislar para anular el Obamacare, clarificar la aceptación de los casos de seguros para enfermedades pre existentes y derribar barreras para establecer libre competencia entre las compañías aseguradoras y bajar costos.
La meta del Obamacare y de los progresistas era eliminar la libre competencia para centralizar en el Estado la provisión del cuidado de la salud lo cual no es la solución óptima. La óptima ha probado ser la que ha exisitido en el país. Lo único que se requiere es rectificar errores y vacíos para perfeccionarla, lo cual es un proceso permanente.
La economía de China flaquea. La razón está en las políticas de Trump encaminadas a clarificar y purificar las relaciones comerciales con los Estados Unidos, para reducir el déficit, para impedir el robo de patentes, para ajustar la conducta china a las regulaciones de la OMC. Los aranceles para la importación de vehículos norteamericanos bajó del 40% al 10%. Están en marcha otros similares ajustes a definirse en tres meses.
Son logros espectaculares, como los de paz con Norcorea, acallados por la prensa. Lo que acapara los títulos y los debates en la TV son los pagos de silencio a unas mujeres en el 2010 (cuando Trump no era ni candidato), en nada comparable con el escándalo de Monica Lewinsky con Bill Clinton en la Oficina Oval de la Casa Blanca. No importan esa distorsiones. La verdad y el sentido común terminarán por prevalecer. Como en el 2016.

Wednesday, December 5, 2018

Y TRUMP SIGUE GANANDO

Es increíble que Donald Trump continúe como Presidente de la República y que, por añadidura, siga concretando de manera espectacular muchas de las promesas hechas durante la campaña presidencial de hace dos años.
La incredulidad proviene del bloqueo informativo impuesto por la mayoría de los principales medios de comunicación audiovisuales e impresos, que de modo implacable ignoran los logros de Trump o los distorsionan o confunden al lector o televidente mezclando noticia con opinión.
Las exequias del Presidente George HW Bush fueron un pretexto para los medios anti Trump para distorsionar los hechos y decir que el mandatario No 41 era un dechado de virtudes, en contraste con el actual No 45 que a su juicio ha sido  lo peor que ha tenido este país en su historia.
Mienten al decir que las relaciones del Bush 41 con los medios fue ejemplar, cuando en verdad fueron hostiles, como lo han sido con todos los jefes de Estado republicanos. Ciertamente con Trump el distanciamiento es peor, por cuanto éste no se ha dejado amilanar y ha respondido con entereza a las agresiones.
El pasado fin de semana, mientras se celebraba en Buenos Aires la reunión del G-20, Trump logró con el Presidente Xi de China una tregua de noventa días de imposiciones  tarifarias comerciales, con ánimo de llegar a una revisión definitiva de las relaciones para beneficio para las partes.
El acuerdo es trascendental, dado que China se comprometió a comprar más productos agrícolas a los Estados Unidos, a rebajar aranceles para el ingreso  de vehículos y otras mercaderías, a no robar propiedad intelectual y otras medidas orientadas a reducir el défict comercial de más de 250 mil millones de dólares anuales.
En el plazo de noventa días el acuerdo deberá ser perfeccionado y concluido. De otro modo, dijo Trump, China y el mundo deben comprender que "yo soy el hombre de las Tarifas". Los medios interpretaron esta frase como una amenaza y la Bolsa se derrumbó. Era solo reiteración de la estrategia de negociación que ha evidenciado dar resultados.
Los medios también se escandalizaron, aquí y en Europa y el mundo, porque Trump no se adhirió al Tratado de París sobre control del clima debido a que lo consideró  no científico y perjudicial porque imponer más impuestos para combatir un supuesto "global warming" (recalentamiento global causado por el hombre), es una falsía.
De ello se han percatado los franceses, que han desatado revueltas en París y otras ciudades nunca antes vistas desde 1968. El alza en los precios de la gasolina para castigar a la clase media  y pobre por el "global warming" y engrosar las arcas fiscales de un estado benefactor está siendo frontalmente rechazado por el pueblo, dando la razón a Trump.
Igualmente hostilizado ha sido el Presidente por su oposición al ingreso de los inmigrantes ilegales, que los demócratas favorecen para  engrosar las filas de su partido. Millares, casi seis mil u ocho mil han llegado en caravanas a la frontera sur, la mayoría hasta la ciudad de Tijuana, cuyo alcalde y habitantes están enfurecidos.
Los invasores están consumiendo los pocos recursos de la ciudad mexicana y los desperdicios y enfermedades contagiosas amenazan la salubridad de sus habitantes. Muchos inmigrantes se han arrepentido y están retornando a sus lugares de origen en Honduras, El Salvador y otros países de Centro y Sudamérica engañados, según dicen, por quienes los alentaron a huir en estampida.
En otra demostración de habilidad negociadora, Trump persuadió a Canadá y México a rehacer el antiguo tratado comercial Nafta por otro que dará mayores ventajas a inversionistas, comerciantes y trabajadores de la zona. El nuevo tratado fue firmado también en Buenos Aires y se espera ratificación de los congresos respectivos para entrar en vigencia.
Quedan algunos obstáculos por zanjar. La terminación del muro fronterizo con México, inicialmente aprobado en el 2006 por los dos partidos pero cuyo presupuesto falta por ser aprobado. Los demócratas ahora se oponen y Trump amenaza con congelar el presupuesto general si no se incluye la cláusula respectiva en la nueva proforma.
El otro asunto pendiente ya dos años es la investigación por una supuesta colisión de Trump con Putin para ganarle las elecciones a Hillary Clinton en el 2016. Hasta la fecha no hay prueba alguna pese al gasto de unos 30 millones de dólares con 16 abogados demócratas. Pero parece acercarse la definición y el informe. Será clave lo que revele Julian Assange sobre quién le entregó los emails de la campaña de Hillary para su WikiLeaks.
Los demócratas dicen que fueron los rusos, como parte de la "colisión". Putin lo ha negado reiteradamente. Assange ha dicho que no fueron los rusos, pero aún no dice quiénes. Circuló hasta hace algunos meses un video clip de quien dijo ser el autor de la filtración a WikiLeaks: era un agente de la CIA, un cubano, indignado con los Clinton. Pero ese sitio Web de pronto desapareció.  

Sunday, November 25, 2018

¿JUECES IMPARCIALES?

Pocas personas menos autorizadas para salir en defensa de la imparcialidad de los jueces que el actual Presidente de la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos, John Roberts. Parecería contradictorio, dado su rango, pero esa es la realidad.
Roberts acaba de impugnar la crítica que hizo el Presidente Donald Trump al Juez Federal del Noveno Circuito, Jon S. Tigar, con sede en San Francisco, por pretender bloquear sus políticas de inmigración frente a la invasión de migrantes por la frontera sur.
Trump condenó la interferencia del juez, uno de 67, acusándolo de estar parcializado por ser partidario de Obama, quien lo nombró. La medida del juez contradice su decisión de impedir el acceso de ilegales a territorio norteamericano mientras se tramitan sus solicitudes de asilo.
Los invasores, provenientes de varios países centroamericanos, intentan llegar a la frontera por cualquier medio para pisar tierra estadounidense. Según una dispoción de Obama (catch and release), las autoridades deben capturar a los ilegales y lieberarlos tierra adentro, para que a posteriori se presenten ante un juzgado a conocer el fallo del juez.
Casi sin excepción, los ilegales no regresan y pasan a engrosar los millares de inmigrantes sin papeles que se pierden a lo largo y ancho de la nación ocultos a los gendarmes de fronteras que deben capturarlos para deportarlos. Con Trump esa trampa ha terminado y el "catch and release" se ha convertido en "catch and detention", captura y prisión.
En adelante los invasores que buscan asilo (casi ninguno, pues la mayoría viene por empleos mejor remunerados) serán detenidos en las fronteras y deberán permanecer en territorio mexicano hasta que llegue el fallo de los jueces sobre el pedido de asilo, lo que puede durar meses o años.
Uno de los diarios anti Trump, The Washington Post, publicó que el gobierno actual de México de Peña Nieto y el nuevo de López Obrador habían accedido a que los migrantes aguarden resultados en territorio mexicano. Evidentemente el acuerdo fue reservado pero se filtró, por lo cual voceros del nuevo régimen que se posesionará el 1 de diciembre lo negaron.
Jon S. Tigar,  el juez del Noveno Circuito, quiere bloquear a Trump hasta el 14 de diciembre, temporalmente, en algo que es parte esencial de sus atribuciones y mandatos constitucionales: velar por la seguridad nacional y por ende de sus fronteras. Trump señala que esa actitud es política y Roberts lo contradice.
No, afirma Roberts, en el sistema judicial a todo nivel los jueces no son jueces de Obama ni de Trump, ni de Clinton ni Bush. Son jueces independientes. Eso es falso. Los jueces, a todo nivel y notoriamente a nivel superior hasta la Suprema, son escogidos y elegidos con criterio político y el pueblo espera que actúen, con ajuste pleno a la Constitución y las leyes eso si, pero con inspiración doctrinaria.
No siempre ha ocurrido así. Es el caso del propio John Roberts. Fue escogido por el Presidente republicano George W. Bush por sus antecedentes republicanos, pero al momento de decidir la suerte del Obamacare en la Corte, olvidó sus principios y votó por la ley socialista que aún subsiste por la traición de otro seudo republicano, el fallecido senador John McCain.
El Obamacare, que el Congreso demócrata había aprobado sin un solo voto republicano y con el rechazo del 67% de la población encuestada, había sido cuestionada por inconstitucional y subido a la Suprema para que fallase. Se argüía que la Constitución prohibe la imposición de compra de un bien o de un servicio (como pólizas de seguro médico).
Los nueve jueces de la Corte convinieron en que esa prohibición prevalecía, pero Roberts hizo una pirueta verbal pro Obama para decir que la ley no imponía la compra de un servicio (de salud a todos, sanos o enfermos) sino un impuesto, tesis que el propio Obama había rechazado en las discusiones previas y pese a que crear impuestos es privativo de la Cámara de Representantes.
El Obamacare contiene más de 2.000 artículos que no fueron leídos en su totalidad, lo que es contrario a la Constitución. El propósito de la ley era extender la cobertura médica a todos los ciudadanos, pero para ello se requería y se requeriría de un aumento monumental de impuestos, calculado en 30 trillones de dólares en diez años. La calidad de la atención decaería así como el incentivo para producir nuevos medicamentos.
La ley estaba por ser derogada con el régimen de Trump y el nuevo Congreso de mayoría republicana, pero a última hora McCain dio so vota en contra y el intento se frustró. Por fortuna, antes se había aprobado la abolición del mandato obligatorio de adquirir las pólizas del Obamacare, so pena de multas crecientes.
Los demócratas recuperaron terreno con las elecciones de medio término como consecuencia de las acciones de John Robert y John McCain. El único slogan de campaña que tuvieron fue la falsa aserción de que la abolición definitiva del Obamacare dejaría sin amparo a los enfermos con condiciones previas de mala salud. Sin esa mentira, habrían sido derrotados.
El gobierno de Trump ha puesto en marcha alternativas sustitutivas de la estatización de la salud del Obamacare, para poner en funcionamiento una más dinámica competencia de mercado a fin de favorecer a los más y permitir que continúe el avance de la medicina en el país, la mejor del planeta porque está basada en el mercado libre, no en el control estatal.

(Artículo de Arthur Herman titulado The Danger of Rushing into Peace que publicó The Wall Street Journal el 11 de este mes)
On the 11th hour of the 11th day of the 11th month in 1918, the guns were stilled in what was then the bloodiest war in history. A century later it’s worth remembering that while the armistice ended a world war, it also set the table for the next, thanks to the misguided idealism of its author, President Woodrow Wilson. 

The Allies had no military reason to stop the fighting. The German army had been badly beaten in a series of battles and was streaming homeward in confusion. The British and French were at the point of exhaustion after four years of constant slaughter, but Gen. John J. Pershing, commander of the American Expeditionary Force, wanted to turn the German retreat into a rout. His forces had taken a bloody nose in the Argonne Forest, but they were still fresh—and growing in numbers. By the start of 1919 Pershing expected to have more than a million men in the field. Completing Germany’s defeat, even advancing to Berlin, would put the U.S. in a position to dictate final peace terms. Germany’s unconditional surrender would allow America to shape Europe in ways that would guarantee Americans soldiers need never die there again. 
But Wilson demurred. The president had entered the war pledging “peace without victory.” His objective was to create a new world order. When the new German government sent a note to Wilson on Oct. 4 asking for an armistice, he saw an opportunity to achieve his aims without further bloodshed. 
He was flattered that the Germans asked for peace terms based on his own Fourteen Points, which he’d announced in late 1917 as America’s war aims. They included “open covenants of peace, openly arrived at,” a reduction in world armaments, and the establishment of a League of Nations. Convinced that Germany was willing to act in the spirit of democracy and peaceful coexistence, Wilson proposed an armistice. On Oct. 20 Germany formally accepted Wilson’s terms, with the proviso that Kaiser Wilhelm II abdicate his throne. 
Wilson did all this over the heads of the British and French, but the cessation of hostilities achieved their aims as well. France wanted to occupy the German territories of Alsace and Lorraine as a security buffer; Britain wanted the German imperial fleet interned. All this could be achieved through negotiations following an armistice. No more French and British boys would die in a war no one had ever wanted. 
And so on Nov. 8 French, British and German representatives met to negotiate the formal armistice. Three days later the fighting stopped, although there were more casualties on Nov. 11 than 26 years later on D-Day.
Only one military leader dissented from the armistice agreement: Gen. Pershing. Although in the end he bowed to his commander in chief and his fellow Allied generals, he never gave up his belief that total military victory was the key to lasting peace. “We never really let the Germans know who won the war,” he said in 1923. “They are being told that their army was stabbed in the back, betrayed, that their army had not been defeated. The Germans never believed they were beaten. It will have to be done all over again.”
It was. The armistice spared Germany the final defeat it had earned. Its army remained battered but intact, and the “stab in the back” myth took deep root in the interwar years. It eventually contributed to the rise of Adolf Hitler, who identified the Jews as the perpetrators of the betrayal. America and the world would have to fight yet another, even bloodier war, to prove him wrong. 
In “Casablanca,” Maj. Heinrich Strasser disparages Rick Blaine as a “blundering American.” Capt. Louis Renault responds, “Yes, I was with them when they blundered into Berlin.” That was sarcasm: The Americans never reached Berlin in 1918. If they had, the 20th century would have looked very different—and Americans might have learned much earlier the lesson Pershing’s protégé Douglas MacArthur stated best: “There is no substitute for victory.” 
Mr. Herman is a senior fellow at the Hudson Institute and author of “1917: Lenin, Wilson, and the Birth of the New World Disorder,” which will be released in paperback this month.

Thursday, November 22, 2018

LIBERTAD, GUERRA Y PAZ

Los demócratas de este país, devenidos en "progresistas", se autoproclaman como campeones de la paz y defensores de los desamparados, para los cuales reclaman la la vigencia de la "justicia social".
Pero si se revisa la historia reciente, han sido los gobernantes demócratas los que han causado la prolongación de la guerra. Para no abundar baste revisar lo ocurrido en el siglo XX con las grandes conflagraciones bélicas.
Estados Unidos, a diferencia de las potencias europeas, no ha basado su grandeza económica y militar en la conquista, dominación y explotación de otras naciones, sino en su propio esfuerzo y el resultado de comerciar.
Su potencial se basó  en la creatividad e inventiva de sus habitantes y la agregación de territorios a sus 13 Colonias originales se produjo no por la imposición de la fuerza, sino porque se aceptaron reglas de convivencia en libertad establecidas en la Constitución de 1778.
La I Guerrra Mundial, desatada por Alemania y que involucró a Francia, Rusia y otras naciones de Europa, terminó con la intervención clave de Estados Unidos en 1918. Pero este país no buscó botín alguno por la victoria.
Mas esta victoria fue incompleta. El Comandante de las Fuerzas Militares de Estados Unidos en Europa, general John Pershing, advirtió que no había alternativa para la paz sin la derrota total del enemigo alemán. Pero a la postre prevaleció el armisticio.
El Presidente Woodrow Wilson, demócrata padre del "progresismo", se opuso a Pershing y respaldó el Tratado de Versalles que dejó habilitada pero humillada a Alemania, lista para que iniciara acto continuo la reconstrucción militar y la venganza genocida con Hitler.
Franklin Delano Roosevelt fue el Presidente demócrata que lideró al mundo libre contra el Eje de Hitler hasta derrotarlo, pero fue complaciente con su  "Uncle Joe", el tio Stalin, en su designio de expandir el dominio soviético. Muerto FDR, Truman ordenó lanzar las dos bombas atómica sobre Japón. 
Pero Truman flaqueó más tarde ante Stalin y Mao con la invasión a Corea y en lugar de escuchar al general Douglas MacArthur, que como Pershing creía que la única manera de salir de una guerra era con la victoria total, prefirió el armisticio y el enemigo comunista nunca fue realmente derrotado.
Pershing y MacArthur acataron el mandato constitucional de ceder  a la autoridad civil, pero la historia les ha dado la razón. Si Alemania, como en la II Guerra, hubiera sido doblegada por completo y se hubiese suscrito un tratado distinto al de Versalles, acaso no habría habido otra conflagración mundial.
Si Truman hubiera escuchado a MacArthur, los comunistas invasores de Corea habrían sido definitivamente subyugados y obligados a aceptar un acuerdo de paz de contenido similar al de Hirohito. Japón es hoy una  nación libre y próspera. Corea del Norte es una cárcel y la Península sigue dividida.
Similar suerte se corrió en Vietnam con la invasión comunista promovida por China y Rusia. Las fuerzas de las Naciones Unidas al mando de los Estados Unidos estaban a punto de derrotar totalmente al enemigo cuando la corriente demócrata respaldada por los medios de comunicación minó al frente interno y a sus fuerzas armadas. Esta vez no hubo armisticio, hubo derrota.
Eran tiempos del demócrata Lyndon Johnson y la debacle ya no la pudo contener el republicano Richard Nixon. La historia derrotista se ha repetido una vez más con el demócrata Barack Hussein Obama, cuando ordenó el retiro de todas las tropas de Iraq y Afganistán, estimulando el renacimiento de las fuerzas terroristas del ISIS.
Donald Trump, el Presidente Republicano en funciones, está tratando de enderezar todos los yerros derrotistas del pasado en el campo militar. Uno de los mayores desafíos continúa ubicado en el Medio Oriente. Por lo pronto, el ISIS está virtualmente derrotado, pero el terrorismo islámico aún sigue ocasionando estragos en la región y el mundo.
La guerra en esa zona, originada por esa ideología impermeable a la razón, se ha convertido en la más prolongada de los Estados Unidos, por casi una veintena de años, con altos costos de vidas humanas y recursos materiales. Será imposible, sin embargo, bajar la guardia jamás.

(Artículo de Arthur Herman, publicado por el Diario The Wall Street Journal el pasado 11 de este mes, titulado "The Danger of Rushing into Peace")
On the 11th hour of the 11th day of the 11th month in 1918, the guns were stilled in what was then the bloodiest war in history. A century later it’s worth remembering that while the armistice ended a world war, it also set the table for the next, thanks to the misguided idealism of its author, President Woodrow Wilson. 

The Allies had no military reason to stop the fighting. The German army had been badly beaten in a series of battles and was streaming homeward in confusion. The British and French were at the point of exhaustion after four years of constant slaughter, but Gen. John J. Pershing, commander of the American Expeditionary Force, wanted to turn the German retreat into a rout. His forces had taken a bloody nose in the Argonne Forest, but they were still fresh—and growing in numbers. By the start of 1919 Pershing expected to have more than a million men in the field. Completing Germany’s defeat, even advancing to Berlin, would put the U.S. in a position to dictate final peace terms. Germany’s unconditional surrender would allow America to shape Europe in ways that would guarantee Americans soldiers need never die there again. 
But Wilson demurred. The president had entered the war pledging “peace without victory.” His objective was to create a new world order. When the new German government sent a note to Wilson on Oct. 4 asking for an armistice, he saw an opportunity to achieve his aims without further bloodshed. 
He was flattered that the Germans asked for peace terms based on his own Fourteen Points, which he’d announced in late 1917 as America’s war aims. They included “open covenants of peace, openly arrived at,” a reduction in world armaments, and the establishment of a League of Nations. Convinced that Germany was willing to act in the spirit of democracy and peaceful coexistence, Wilson proposed an armistice. On Oct. 20 Germany formally accepted Wilson’s terms, with the proviso that Kaiser Wilhelm II abdicate his throne. 
Wilson did all this over the heads of the British and French, but the cessation of hostilities achieved their aims as well. France wanted to occupy the German territories of Alsace and Lorraine as a security buffer; Britain wanted the German imperial fleet interned. All this could be achieved through negotiations following an armistice. No more French and British boys would die in a war no one had ever wanted. 
And so on Nov. 8 French, British and German representatives met to negotiate the formal armistice. Three days later the fighting stopped, although there were more casualties on Nov. 11 than 26 years later on D-Day.
Only one military leader dissented from the armistice agreement: Gen. Pershing. Although in the end he bowed to his commander in chief and his fellow Allied generals, he never gave up his belief that total military victory was the key to lasting peace. “We never really let the Germans know who won the war,” he said in 1923. “They are being told that their army was stabbed in the back, betrayed, that their army had not been defeated. The Germans never believed they were beaten. It will have to be done all over again.”
It was. The armistice spared Germany the final defeat it had earned. Its army remained battered but intact, and the “stab in the back” myth took deep root in the interwar years. It eventually contributed to the rise of Adolf Hitler, who identified the Jews as the perpetrators of the betrayal. America and the world would have to fight yet another, even bloodier war, to prove him wrong. 
In “Casablanca,” Maj. Heinrich Strasser disparages Rick Blaine as a “blundering American.” Capt. Louis Renault responds, “Yes, I was with them when they blundered into Berlin.” That was sarcasm: The Americans never reached Berlin in 1918. If they had, the 20th century would have looked very different—and Americans might have learned much earlier the lesson Pershing’s protégé Douglas MacArthur stated best: “There is no substitute for victory.” 
Mr. Herman is a senior fellow at the Hudson Institute and author of “1917: Lenin, Wilson, and the Birth of the New World Disorder,” which will be released in paperback this month.

Wednesday, November 7, 2018

¿VICTORIA DIVIDIDA?

Las elecciones a medio período presidencial (midterm) que tanta expectativa despertaron se cumplieron ayer en el país y tanto los republicanos como los demócratas se atribuyen para si la victoria. 
Los demócratas porque recuperaron la mayoría en la Cámara Baja o de Representantes, que la habían perdido hace ocho años durante la presidencia de Barack Hussein Obama.
Los republicanos, porque expandieron la mayoría en el Senado de 51 a quizás 54 o 55 de total de 100 legisladores, la más alta para su partido en más de cien años. 
El Presidente Donald Trump, en la conferencia de prensa de hoy dijo que la victoria es del GOP, pues al reafirmar el dominio en el Senado se facilitará el nombramiento de más jueces que juzguen y no legislen.
En la última treintena de años los jueces de la Corte Suprema de Justicia y de los juzgados federales y menores han sido casi en su totaldiad de ideología "progresista", esto es, de la izquierda socialista que cree que la Constitución de 1778 es obsoleta.
Ese documento, arguyen, tiene que adaptarse al cambio y ceder al Ejecutivo y a las comisiones burocráticas de expertos la capacidad de legislar y regular para redistribuir con mayor rapidez la riqueza y lograr la "justicia social", por sobre el poder privativo de legislar del Congreso.
Trump se ha empeñado en frenar esa tendencia "progresista" y aparte de abolir regulaciones ha logrado el nombramiento de dos jueces constitucionalistas para la Corte Suprema, así como de decenas de jueces de creencia afines para las restantes cortes superiores del país.
En las elecciones de ayer, Trump protagonizó una febril campaña de rallies en Estados clave donde se disputaba la elección de legisladores del GOP. En 9 de los 11 visitados, su objetivo se cumplió destruyendo el mito de que todos los gobiernos pierden senadores en las elecciones midterm.
El Presidente prefirió no poner mayor énfasis en alterar los resultados relativos a la Cámara de Representantes, que se pronosticaba iba a caer en manos demócratas. No obstante, la "oleada azul" demócrata arrasadora no se dio y la ganancia de 31 nuevos diputados más bien fue magra.
También se elegían gobernadores y legisladores estatales y otros dignatarios de elección popular. Si bien la extrema radical demócrata ganó con Alexandria Ocasio Cortez como diputada por Nueva York, en cambio perdió en la Florida con el candidato a gobernador Andrew Gillum, en Georgia con la candidata a gobernadora Stacey Abrams y en Texas con el candidato a senador Beto O´Rourke.
Los cuatro líderes eran favoritos de los radicales y prometían la medicina y la educación gratuita en todos los niveles para todos y, al menos Stacey Abrams, la abolición del capitalismo por ser causante de todos los males en la sociedad.
La nueva Cámara, con el cambio de poder, ha prometido hacer la vida imposible a Trump, dedicándose a hurgar todas sus cuentas personales y de sus allegados para encontrar supuestos fraudes con los cuales justificar un impeachment o interpelación, como paso previo a la destitución.
Aunque la potencial nueva presidenta de la Cámara, la veterana Nancy Pelosi, ha oferecido cooperar para sacar adelante proyectos bipartidistas con el GOP y el Presidente, las probabilidades son frágiles, dada la iracundia y rencor de la mayoría de los nuevos representantes demócratas hacia Trump.
Casi con certeza serán dos años de constantes peleas y ataques que estanquen las gestiones legislativas originarias de la Cámara Baja, como las relativas a impuestos y asuntos presupuestarios y financieros. En cuanto a las amenzas de enjuiciamientos o interpelaciones al mandatario, aún de darse se detendrían en el Senado con mayoría republicana y con el Presidente.
Mientras tanto, proseguirán los nombramientos clave de jueces, sobre todo de los dos o tres que muy pronto ocurrirán en la Corte Suprema, con lo que cual se consolidaría por muchos años una mayoría republicana apegada a lo que dice originalmente la Constitución americana.
Paralelamente y en contraste con las maniobras que se proponen perpetrar los demócratas en la Cámara de Representantes, Trump anunció hoy que una vez concluídas las eleciones hará públicos los documentos hasta ahora secretos del FBI y la CIA sobre la conspiración de Obama y funcionarios de esos organismos para boicotear al candidato y luego Presidente Trump, en favor de Hillary Clinton.
El primer paso se ha dado con la cancelación del Fiscal General Jeff Sessions que se mostrró inepto para evitar y sancionar la corrupción de los organismos de Inteligencia, incluída la comisión nombrada para investigar la supuesta intromisión de Vladimir Putin en las elecciones del 2016 para perjudicar a Hillary y llevar a Trump a la Casa Blanca.
Han transcurrido casi dos años de investigaciones dirigidas por Bob Moeller y millonadas de dólares y hasta la fecha no hay un solo indicio de culpa. Con el nuevo fiscal encargado, Matthew Whitaker, se espera que se dará por terminado prontamente este engorroso asunto.
A la vuelta de dos años, en el 2020, cuando Trump se aliste para la reelección, la victoria de las midterm resultarán pírricas para los demos por la corrupción del partido demócrata que saldrá a la luz, por la inutilidad de los ataques al Presidente desde el Congreso y por la fortaleza creciente de la economía y el consecuente liderazgo del mandatario.

Wednesday, October 31, 2018

ENEMIGOS DEL PUEBLO

Las relaciones entre los principales medios de comunicación de este país y el Presidente Donald Trump han sido pésimas desde el instante mismo en que el candidato republicano aseguró su victoria hacia la medianoche de las elecciones del seis de noviembre del 2016.
Hasta ese momento los periodistas, alineados casi sin excepción con Hillary Clinton, la candidata demócrata, si bien ya eran hostiles con Trump, más bien lo trataban burlonamente, calificándolo como un bufón sin ningún chance de disputarle la Presidencia a la favorita.
Diarios como The New York Times garantizaban a sus lectores que Hillary ganaría con el 86% de los votos y ésta, muy ufana, tenía todo listo para celebrar esa noche de la manera más espectacular la victoria sobre el "bufón". Pero los resultados fueron otros y Trump ganó sin objeciones.
El grado de frustración de los vencidos no tiene precedentes en los Estados Unidos. Los demócratas progresistas, al unísono con los periodistas de lo que luego Trump llamó "fake news" o noticias falsas, se dedicaron a bloquear la gestión del Presidente desde todos los ángulos, para desprestigiarlo y acaso lograr su destitución.
Trump reaccionó. No por la opinión crítica negativa que los medios pudieran tener de su gobierno, con o sin fundamento, sino por la obstrucción noticiosa entre su gestión y los ciudadanos. Los medios ignoran todo logro en materia económica y de política internacional y distorsionan las versiones desconcertando y mofándose del público.
Esa actitud indujo al Presidente a tildar a los gestores de las "fake news" como "enemigos del pueblo", adjetivo que rechazan los medios aludidos, que  invocan a su favor la protección de la Constitución a la libertad de expresión. En verdad la Constitución garantiza la transparencia de los actos de gobierno para que se los juzgue y censure si son fraudulentos.
Pero no garantiza que los medios de información con la misión de difundir los actos de gobierno manipulen, callen o distorsionen determinados hechos para destruir a quien legítimamente eligió el pueblo. Por cierto los medios y los periodistas tienen amplia libertad y espacio para criticar, pero manipular o mezclar opinión y noticia es estafar al ciudadano.
Es tan nociva una prensa que adopta esa actitud anti profesional como aquella que está subyugada al poder, e informa y opina solo lo que al gobernante autoritario de turno le conviene. Trump reclama que se recupere los valores inmutables del periodismo independiente con separación clara e inequívoca de lo que es informar y de lo que es opinar.
Trump hizo promesas de campaña que las está cumpliendo sucintamente. Pero en cada caso, los medios no informan con imparcialidad, callan o se adelantan a prejuzgar negativamente. Un ejemplo es el de la inmigración. El Presidente reclama que se produzca dentro de los cauces legales, no que se la suprima. Pero se lo retrata como anti inmigrante, pese a que su madre fue de Escocia y su mujer es de Eslovenia.
En los últimos días unas tres muchedumbres de centroamericanos (y otras partes) avanzan a la frontera sur del país para violarla rompiendo la ley. En una sola son siete mil o más individuos entre hombres, mujeres y niños que buscan mejores empleos que en sus países de origen. Trump impedirá su entrada, inclusive con refuerzos de 5.200 militares. No les asiste derecho alguno y así lo piensa la mayoría de norteamericanos, incluídos latinos que ingresaron sujetándose a las leyes.
También acaba de anunciar Trump que suspenderá la aceptación de la ciudadanía de toda criatura que nazca en suelo norteamericano de madres ilegales o que se hallen de paso como turistas, estudiantes o en negocios. Es un abuso de una ambigua enmienda constitucional (la XIV) aprobada al término de la Guerra Civil a mediados del siglo XIX, para proteger a los hijos de esclavos negros.
En aquel entonces y como una de las nefastas consecuencia del asesinato de Lincoln a manos de un demócrata, la abolición de la esclavitud quedó inconclusa y en algunos Estados no se reconocía a los negros como ciudadanos. Con la reforma, todo hijo de un ex-esclavo no ciudadano nacido en este país, automáticamente se convertía en ciudadano.
En los debates de entonces se aclaraba que ese derecho no se aplica a hijos de una madre que no fuera ciudadana. (En diario The Wall Street Journal publica un comentario esclarecedor sobre el tema que se lo transcribe al final) Más tarde, el derecho se extendió a los residentes legales. Pero con el paso del tiempo se distorsionó la enmienda y se la abusó al extremo de que es hora de aclararla acorde con sus orígenes, sea mediante la Corte Suprema de Justicia o el Congreso. Mientras tanto, cabe suspenderla. 
Los medios y demócratas progresistas han atacado a Trump por este anuncio acusándolo una vez más de racista, xenófobo, anti inmigrante. Pese a que la enmienda fue republicana para favorecer a los negros. Iguales épitetos se han lanzado contra él acusándolo de inspiador de la masacre a los judíos en Pittsburgh pese a que tiene una hija, un yerno y nietos judíos, reconoció a Jerusalén como capital de Israel y es acaso el Presidente más pro Israel que haya tenido este país.

By Matthew Spalding

President Trump accomplished something remarkable this week: He sent his harshest critics and closest allies running to the Constitution. In an interview about immigration, the president argued that the “ridiculous” policy of birthright citizenship has to end—and that he can do it through an executive order.

In response, Democrats and Republicans alike have raised the banner of the 14th Amendment: “All persons born or naturalized in the United States and subject to the jurisdiction thereof, are citizens of the United States and of the States wherein they reside.” They claim this means anyone born in the U.S. has a constitutional right to citizenship. But a closer look at the language and history shows this is not the Constitution’s mandate and should never have become national policy.
The crucial phrase is “subject to the jurisdiction thereof.” As originally understood when Congress proposed the amendment in 1866, that referred not merely to the obligation of following U.S. laws but also, and more important, to full political allegiance. According to Lyman Trumbull—who was chairman of the Senate Judiciary Committee and a co-author of the 14th Amendment—being “subject to the complete jurisdiction of the United States” meant “not owing allegiance to anybody else.”
That reading is supported by the 1866 Civil Rights Act, also written by Trumbull, which Congress passed over President Andrew Johnson’s veto before proposing the 14th Amendment. The Supreme Court endorsed this reading in the Slaughter-House Cases (1872) and Elk v. Wilkins (1884).
Even when the justices expanded the constitutional mandate U.S. v. Wong Kim Ark (1898), the decision cited as establishing birthright citizenship, they held only that the children of legal permanent residents were automatically citizens. The high court has never held that the clause confers automatic citizenship on the children of temporary visitors, much less of aliens in the country illegally.
Mr. Trump is correct, then, that doing away with birthright citizenship wouldn’t require a constitutional amendment. But what about statutes enacted by Congress? Section 5 of the 14th Amendment gives lawmakers the power “to enforce, by appropriate legislation, the provisions of this article.”
Congress has expanded the categories of people entitled to citizenship at birth. The relevant statute lists eight categories, for instance granting citizenship to babies born in unincorporated U.S. territories to at least one American parent. This applied to the late Sen. John McCain, who was born on a U.S. naval base in the Panama Canal Zone. Concerning the question at issue here, though, the law is clear but not explicatory, borrowing the 14th Amendment’s language: “a person born in the United States, and subject to the jurisdiction thereof.”
With this judicial and legislative lack of clarity, an executive order is perfectly proper, perhaps even necessary, to instruct executive-branch officials and agencies not to confer birthright citizenship except when Congress or the Supreme Court has mandated it. To say that an executive order is necessary and proper, though, does not mean it fully settles the matter. The issue of birthright citizenship should be part of a larger legislative package focused on strengthening the U.S., its security and its economy.
Few developed nations—and none of the countries of Europe, which many Americans want to emulate—practice the rule of jus soli, or “right of the soil.” More common is jus sanguinis, “right of blood,” by which a child’s citizenship determined by parental citizenship, not place of birth. 
After first securing the nation’s safety, America’s immigration policy should be an extension of America’s liberating first principles. That means it should be based on the consent of the governed and the rule of law, and a deliberate and self-confident policy of patriotic assimilation. Birthright citizenship does not meet this rubric. It ignores the principle of consent annunciated in the Declaration of Independence, undermines the rule of law established in the Constitution, and belittles the idea of citizenship and naturalization—the source of America’s uniquely successful immigration story. 
Congress can thank Mr. Trump for getting the country to look at the Constitution again. Then it can do its constitutional duty and legislate so America can get back to the noble task of making citizens.
Mr. Spalding is associate vice president and dean of educational programs for Hillsdale College’s Allan P. Kirby Jr. Center for Constitutional Studies and Citizenship.

Wednesday, October 24, 2018

LA INVASIÓN DE LAS HORDAS

Más de 7.000 individuos, algunos dicen que son 14.000, avanzan desde Centro América por México hacia los Estados Unidos con intenciones de instalarse aquí contra toda ley, en un acto de agresión que erróneamente creen que no hallará respuesta de Trump, inclusive militar.
Las imágenes divulgadas por la TV evidencian que son hordas invasoras con con seguridad financiadas por carteles y traficantes humanos, que han aprovechado el momento político crítico de las elecciones del próximo 6 de noviembre en las cuales se renovarán legisladores y gobernadores estatales, en prueba de respaldo o rechazo a Trump. 
Aparentemente los opositores demócrata progresistas, con sus portavoces y aliados de la mayoría de la prensa audiovisual y escrita, ven debilitarse sus aspiraciones de recuperar la mayoría en las dos cámaras del Congreso federal con la cual quisieran anular al Presidente e inclusive llevarlo a interpelación para destituirlo.
La campaña para impedir el nombramiento del juez Brett Kavanaugh para la Corte Suprema de Justicia, con la que el partido republicano logró una mayoría en el organismo, le fue adversa a los demócratas debido al uso que hicieron de todo medio inapropiado y violento para desprestigiar al candidato, lo que a la postre fracasó.
En contraste, Donald Trump ha seguido acumulando victorias en su gestión que aún no cumple dos años. La economía crece al 4.2% frente al 2% de los 8 años de gobierno de Obama y los niveles de empleo han roto récords para todas las etnias y géneros, como resultado de la abolición de las regulaciones antiempresariales del régimen precedente.
En política exterior, el estilo Trump se ha impuesto para lograr la revisión de tratados y acuerdos comerciales que perjudicaban a los Estados Unidos en sus relaciones con Europa, China, Canadá, México y otros países. Corea del Norte ya no es un  peligro de guerra y está pendiente el acuerdo de desnuclearizar a la península coreana. Con Putin habrá una nueva reunión para establecer acuerdos de beneficio mutuo.
Los demócratas no han ofrecido a los votantes otra alternativa que el odio a Trump y a sus reformas pro USA. Se han alineado con las ofertas utópicas de la exrtrema marxista de ofrecer educación gratuita a todo nivel, así como la gratuidad de atención médica, albergue y subsidios, pero esas tesis han sido pulverizadas con el análisis de que aplicarlas elevaría la deuda a cifras siderales y a la quiebra nacional consiguiente.
Acaso como último recurso se han ingeniado el tema de las invasiones de los centroamericanos, a las que apoyan "por sentido humanitario". Obama y sus acólitos, cuando eran gobierno, las condenaba por violatorias de la ley, pero ahora las ensalzan porque podrían incomodar a Trump. Sin embargo, éste se mantiene impertérrito respaldado no solo por su partido sino por algunos demócratas, independientes e hispanos venidos aquí por vía legal.
¿Qué derecho asiste a las hordas para invadir a los Estados Unidos y exigir que se les acepte "por compasión"? En las imágenes de TV se ve a mucha gente joven que debería estar en sus países de origen luchando contra la corrupción, de la que huyen, para bregar por liderazgos idóneos que ofrezcan mejores condiciones de vida a los ciudadanos. 
La solución no es la protección del "imperio", país que ha prosperado precisamente porque su sistema se basó en la libertad y el respeto a la ley, algo que constituye una excepción en América Latina. Los millones de dólares que Estados Unidos ha obsequiado a los países de la región para "estabilizar" y "democratizar" sus regímenes no han servido para nada.
Trump ha amenazado con cortar esa ayuda a Honduras, Guatemala, El Salvador y otros países que no impiden la marcha de las horda/caravanas hacia los Estados Unidos y que más bien las estimulan. No debería detenerse en la amenza: esa ayuda debería ser cortada ya, de plano, porque lo más probable es que esos dineros sirvan más bien para sostener a los gobiernos corruptos que se quiere evitar. 
Para agravar el problema de los invasores, han brotado simultáneamente varios extraños y sospechosos atentados de bombas en casas de altos dirigentes demócratas/progresistas, un donante y en el edificio de CNN. Ninguna de las bombas estalló y todas al parecer fueron diseñadas por el mismo autor o autores. Todo "huele", pues, a auto atentados demócratas.
Hillary Clinton invitó días atrás a sus partidarios a olvidar la civilidad hasta reconquistar el poder el 6 de noviembre e igual antes había hecho similar pedido la congresista Maxine Waters. El ex Fiscal General de Obama, Eric Holder, exhortó a los demócratas a golpear a los republicanos, no a evitar la violencia como antes había sugerido Michelle Obama.
La violencia promovida por los dirigentes demócratas ha repercutido en los partidarios que han insultado a republicanos de prestigio como Mitch McConnell insultado y vejado a las puertas de su domicilio y en un restaurante. Igual ha ocurrido con el senador Ted Cruz y su esposa, Sarah Huckabee Sanders, portavoz de la Casa Blanca y otros.
Los republicanos nunca han respondido de parecida forma, no existen antecedentes de que utilizaran bombas ni atentados terroristas en ninguna campaña electoral anterior. Lo ocurrido entre ayer y hoy tiene todos los visos de un autoatentado para hacer aparecer lo que los republicanos no son y si son los demócratas: violentos, ante la falta de argumentos.

Saturday, October 13, 2018

DEL DERECHO DE LOS ESCLAVOS

Históricamente los esclavos eran resultado de las guerras. Quienes vencían sometían sin excepción a los vencidos a la esclavitud permanente o en ciertos casos como en la Grecia y Roma antiguas, dejaban abierta la opción a una libertad condicional o definitiva.
La misma palabra esclavo se deriva de eslavo, gente sometida a la esclavitud en la temprana Edad Media y cuyo vocablo se difundió luego por la Europa moderna. Pero en época más reciente, la esclavitud se asocia más con la raza negra proveniente de África y traída en galeones a las colonias americanas.
Pero esos esclavos no fueron "cazados" por los mercaderes blancos, como se supone y embarcados a América. Los proveedores de esa mercancía eran los propios negros convertidos en empresarios que traficaban con bienes traídos del otro lado del Atlántico o dinero, a cambio de dichos esclavos.
África era un continente plagado de guerras entre tribus que generaban de modo permanente un excedente de esclavos que hacia los siglos XV, XVI y sucesivos los negociaban a otros países de Noráfrica y a Europa y, más tarde, a las Américas.
Las constantes guerras tribales africanas anulaban toda posible resistencia al tráfico de esclavos. Esa debilidad se mantenía en los lugares de destino mediante férreas regulaciones que dividían a las familias, les impedían todo acceso a la educación, la información y la movilización. Todo intento de rebeldía se cortaba brutalmente de raíz.
En todo caso, los hacendados en los Estados Unidos, Brasil u otras naciones de América no necesitaron de una guerra de conquista para derrotar y esclavizar al enemigo. Los esclavos les fueron provistos por mercaderes sin que mediaran batallas de su parte: los adquirieron inicialmente de los empresarios negros que vencieron y esclavizaron a seres de su misma raza.
La Historia puede y debe ser estudiada, pero es pueril pretender rectificarla moldeándola con los patrones morales y éticos actuales. Los negros fueron víctimas de la esclavitud por su propia división y debilidad en el África, que les impidió resistirse. Los blancos, como los árabes y los de otras etnias en todas las épocas, se aprovecharon de esa debilidad para medrar.
Durante el comercio de esclavos que se prolongó hasta el siglo XIX, hubo un beneficio triangular para los negros que vendían negros, para los que los comerciaban, para los que los compraban. En América del Norte y el Caribe, los negros sustituyeron a los nativos que morían por millones con las viruelas y fueron útiles en las plantaciones de algodón, azúcar y tabaco.
La esclavitud estaba prohibida por la Constitución de los Estados Unidos no obstante lo cual fue necesaria una Guerra Civil y más de 600.000 muertos para abolirla a mediados del siglo XIX. La Guerra fue ganada por los blancos al mando de un Presidente blanco, Abraham Lincoln. Se evitó la secesión y la perpetuación de un esclavismo defendido por los demócratas.
La completa recuperación de los derechos ciudadanos de los negros se frustró tras el asesinato de Lincoln por un demócrata. La segregación se prolongó por una centuria adicional, durante la cual los negros fueron víctimas de linchamientos y humillaciones perpetuas con leyes y regulaciones (Jim Crow) y por grupos terroristas como el Klu Klux Klan, formado por demócratas.
Paradógicamente, cuando hacia 1960 se dictaron medidas para terminar con la segregación, la mayoría de negros prefirió alinearse con el partido demócrata y exigir, amparados en ese partido, protecciones más allá de lo previsto por la Constitución, como si fueren minusválidos o ciudadanos de segunda clase (subsidios, dádivas, reparaciones).
Quienes prefirieron la secesión y la Guerra, consideraban a los esclavos seres inferiores, no aptos para la libertad. Los demócratas de hoy tienen en su ADN todavía ese sentimiento y al pareceer proyectan la plantación en sus políticas protectivas hacia los negros, considerándolos incapaces de competir en igualdad de condiciones con los demás.
Por fortuna, cada vez son más los negros que se percatan de la realidad de la Historia y creen que el futuro está en sus propias manos, no en las falsas promesas protectivas del Estado para surgir por sus propios méritos, como lo han hecho brillantemente tantos de su etnia en los campos del arte, la ciencia, el deporte y el entretenimiento.
Restan muchos, por desgracia, que aún adoptan una actitud revanchista que quiere demoler monumentos, rehacer la historia,  demandar "reparaciones" por centurias de esclavismo. ¿A quién o a quiénes dirigir esos reclamos? ¿A los negros vendedores de esclavos negros? ¿A los negros que no supieron rebelarse allá ni acá? ¿A los demócratas que asesinaron a Lincoln y frenaron la Restauración?
Al contrario, deberían ser gratos de vivir en esta nación cuya Constitución fruto es de los principios judeo cristianos que presuponen que todos los hombres han sido creados iguales y que en igualdad de condiciones, tienen todos el derecho a la vida, la libertad y la prosperidad. Es este concepto lo que hace de los Estados Unidos una nación excepcional.



Saturday, October 6, 2018

LA PONZOÑA QUEDÓ ATRÁS

Brett Kavanaugh acaba de ser ratificado por el Senado del Congreso Federal de los Estados Unidos como noveno juez de la Corte Suprema de Justicia, cerrando el paso a la más insidiosa y obstructiva campaña de oposición del partido demócrata progresista de que se tenga memoria. 
El nominado por el Presidente republicano Donald Trump ostentaba las más altas calificaciones académicas y fue elogiado por juristas y organizaciones de todos los matices políticos. Fue sometido a intenso interrogatorio por el Comité Jurídico del Senado por más de 30 horas y tras aprobarlo, surgió la acusación contra él por un supuesto abuso sexual.
La maniobra adolecía de fraudes múltiples. La denuncia fue enviada por carta a la senadora demócrata Dianne Feinstein en julio, pero ésta no la hizo pública ni en las audiencias ni en el diálogo privado con el nominado. Peor aún, la carta fue filtrada a un diario, pese a su carácter de confidencial y de ahí surgió un escándalo explotado por los medios.
La acusación de la profesora Christine Blasey Ford no ofreció pruebas. Dijo que el incidente se produjo cuando ella tenía 15 años de edad y Kavanaugh 17, pero los supuestos testigos que citó negaron haberlo presenciado. Solo recuerda con precisión que había bebido solo una cerveza, pero no cuándo se produjo el intento de violación, ni en dónde, como llegó al sitio ni como salió de él.
Los senadores demócratas del Comité y los medios anti Trump esgrimieron toda suerte de agravios contra el nominado, pero él logró probar que durante las supuestas fechas del incidente se encontraba, en el verano de 1982, muy lejos del lugar y en compañía de sus compañeros de colegio o familiares. De todos modos, la oposición pidió una investigación adicional (la séptima) del FBI.
El presidente del Comité accedió al pedido de que se lo haga en una semana, al cabo de lo cual el informe ratificó que no había pruebas de la acusación de la profesora contra el juez. El Presidente del Senado, Mitch McConnell, anunció entonces que la táctica dilatoria de los demócratas había concluído y que era hora de concluir los debates y llamar a la votación final. Ello ocurrió esta tarde.
La votación fue 50-48. Los demócratas pretendían posponer la votación para obligar a Trump a retirar la nominación de Kavanaugh y suspender el anuncio de un nuevo nombre hasta luego de las elecciones de noviembre de medio tiempo. Soñaban y sueñan con ganar esos comicios y recuperar la mayoría en las dos cámaras del Congresos para destruir a Trump.
Porque ése es el fondo de las maquinaciones y turbulencias tejidas en torno a la nominación del juez. Con Trump se les ha escapado el control de la Corte, a través de la cual legislaban para cambiar la cultura de este país en asuntos como la defensa de la vida  que garantiza la Constitución (no al aborto), el matrimonio heterosexual, medicina y educación de acceso libre y, en general, respeto a la división de poderes.
Con el nombramiento de Kavanaugh, la Corte Suprema de Justicia por primera vez en una cincuentena de años tendrá mayoría de jueces no partidistas, que juzguen según los principios originales de la Constitución y que no legislen guiados por distorsiones ideológicas. Fue penoso observar que entre quienes protestaban dentro y fuera del Congreso la mayoría era de mujeres pro aborto, defensoras del derecho a matar con impunidad el fruto de sus vientres.  
La ponzoña demoprogresista acaso quede atrás en lo atinente a la nominación del noveno juez, pero esa ponzoña anti Trump continuará en el partido demo y en el eco que halla en la mayoría de medios de prensa. Pero Trump sigue demostrando una fortaleza increíble por lo cual su popularidad ha saltado al 51%, pese al total bloqueo informativo y de opinión de dichos medios.
Y seguirá ganando batallas. Pronto se harán públicos los documentos de Inteligencia del FBI y la CIA que demostrarán la conspiración de Obama y los demócratas para destruir a Trump y vendrán juicios contra los culpables y, quién sabe, comenzarán las condenas públicas a altos funcionarios de esas Agencias y a sus cómplices, a Hillary Clinton y acaso a otros civiles y militares.
Pero lo ocurrido hoy en el Senado es ya una espectacular victoria para la democracia en este país, para su líder Trump y para los senadores que no cejaron ante los embates venenosos de la oposición. A la cabeza figuran el presidente del Comité Judicial, Chuck Grassley y el Presidente del Senado, Mitch McConnell. 

Sunday, September 30, 2018

LINCHAMIENTO ESTILO DEMO

El nombramiento del juez Brett Kavanaugh, nominado por Donald Trump para llenar la vacante número nueve de la Corte Suprema de Justicia, está siendo obstruído por los demócratas con un proceso parecido al de los linchamientos que practicaban con los negros a través del Klu Klux Klan.
En aquella época, que se prolongó desde la terminación de la Guerra Civil en 1864 hasta entrado el siglo XX, los demócratas se opusieran a que los negros gozaran de los plenos derechos civiles a los que debían acceder con la abolición de la esclavitud, que se logró con el sacrificio de las vidas de 600 mil ciudadanos.
Bastaba que un blanco denunciara algo indeseable de un negro o negra, como una mirada y peor un supuesto intento de agresión sexual o robo, para que el acusado fuera apresado y sentenciado sin el debido proceso para que las víctimas casi siempre inocentes fueran linchadas por  la multitud y colgadas y ahorcadas de un árbol en una plaza pública.
Kavanaugh, un jurista y juez de impecable trayectoria, ha sido acusado a última hora por una mujer de abuso sexual, pero en su testimonio ante el Comité del Senado no precisó ni la fecha del supuesto asalto, ni el sitio ni otros detalles. Citó nombres de testigos, los cuales han negado haber tenido conocimiento y participación.
La acusadora, Christine Blasey Ford, doctora en Sicología, afirma que el asalto se produjo en 1982 cuando ella tenía 15 años de edad y él 17. Kavanough jura no haberla conocido ni estado en ese supuesto lugar de los hechos y presentó un calendario de su adolescencia con anotaciones que prueban que estuvo para esa época ausente de la ciudad de los hechos denunciados.
Las audiencias del Comité del Senado para interrogar al nominado habían concluído satisfactoriamente cuando saltó la noticia de Ford. Se supo que había enviado una nota al respecto a la senadora demócrata Dianne Feinstein en julio pasado, pero ésta no la mencionó al nominado cuando dialogó con él privadamente ni en las audiencias públicas, acaso porque juzgó que la denuncia carecía de sustentación.
Pero el contenido de la carta se filtró a la prensa anti Trump, luego Ford dio un entrevista al The Washington Post y el escándalo saltó a última hora. Sin las evidencias y sin la lógica, el embate de los demócratas del Comité y de los medios de prensa y TV ha sido incansable para tratar de demoler a Brett a como de lugar, exactamente como en un linchamiento.
Cuando finalmente el Comité aprobó la nominacióm de Kavanaugh, para que la ratifique el Senado en pleno más tarde, surgió la zancadilla de un republicano traidor, Jeff Flake, que condicionó su voto ratificatorio a que el FBI haga una investigación de una semana sobre lo que ya se ha investigado suficientemente sobre el juez. Maniobra parecida a la de otro traidor, el senador John McCain, que con su voto impidió abolir el Obamacare.
Se trata de una nueva pérdida de tiempo, que es lo que buscan los demócratas para tratar de posponer la designación hasta las elecciones de noviembre próximo, cuando esperan retomar la mayoría en el Congreso para impedir la elección de otro juez republicano y, ultimadamente, buscar la interpelación y despido de Trump por la Legislatura.
El boicot de fondo es ése, terminar con Trump. Aún continúa la investigación sobre un supuesto entendimiento con Rusia para favorecerlo en los comicios del 2016, que no ha arrojado ninguna prueba concreta en casi dos años. Y aún continúa el boicot de altos funcionarios de Inteligencia que impiden que se hagan públicos documentos probatorios del complot para ecchar por tierra la Presidencia republicana.
Si Kavanaugh finalmente llega a la Suprema, como se espera que ocurra este viernes próximo, la Corte contará con una mayoría no demócrata de jueces que actuarán como tales y no como individuos al servicio del "progresismo" demócrata que menosprecia la Constitución y la división del poder popular en tres ramas que se autocontrolan.
Desde hace más de cincuenta años la CSJ, con la connivencia del Congreso, en violación de la Constitución ha legislado en cuanto al derecho a extinguir vidas humans mediante el aborto, a legalizar el matrimonio heterosexual y a aceptar la socialización de la medicina con el Obamacare y muchas otras medidas similares que han eliminado del Congresos su exclusividad para legislar.
A mediados del siglo pasado los demócratas prefirieron escindir a la nación y desatar una guerra civil que aceptar la eliminación de la esclavitad, que la Constitución condena. Asesinaron a Lincoln, el victorioso de la Guerra Civil y con ello quedó trunca la emancipación total de los esclavos y su admisión como ciudadanos con plenos derechos en la nación.
Emprendieron una tenaz resistencia contra la Restauración y la igualación de los derechos civiles con la Ley Crow, formando grupos de terror como el Klu Klux Klan y oponiéndose a toda reforma liberadora. Ahora pretenden aparecer como defensores de los negros y de los derechos de los desposeídos y de las minorías y de las mujeres, pero no pueden deshacerse de su DNA original que les induce al despotismo,  la intolerancia y el desprecio por la vida de los más indefensos.
Ello se ha reflejado con claridad meridiana en sus actuales maniobras para bloquear la llegada a la Corte Suprema de Justicia de un hombre impecable, salvo el "pecado" de ser republicano y de querer seguir siendo lo que ha sido a lo largo de su carrera de más de 30 años como jurista y juez: un hombre de honestidad intachable, que juzgará según la Constitución y no acorde con los  dictados  partidistas de ninguna tendencia.

Sunday, September 23, 2018

UNA PRENSA NO INDEPENDIENTE

El Presidente Trump dijo en uno de sus recientes "rallys" o apariciones públicas que realiza en enormes estadios repletos de simpatizantes, que si no fuera por el influjo negativo de la mayoría de los medios de prensa, los demócratas  no lograrían ni el 5% de los votos que consiguen.
Acaso la cifra sea exagerada, pero al mandatario no le falta razón en su crítica a la obstrucción a su labor de casi dos años en el gobierno, desplegada por las grandes cadenas de TV como CNN, ABC, MSNBC y diarios de la talla del The New York Times y The Washington Times, que sirven de fuente informativa a millares de otros medios menores. 
Dichos medios de comunicación ignoran o minimizan conquistas evidentes en el campo de la economía como el salto al 4.2 del PNB del menos del 2.0 con Obama, la creación de cuatro millones de nuevos empleos, el retorno de capitales de inversión fruto del corte tributario y la anulación de regulaciones restrictivas del anterior régimen.
Los medios han ocultado las verdaderas razones que motivan la revisión de los tratados de comercio internacional con China, la Unión Europea, México y Canadá, acusándolo de aislacionista cuando en realidad su propósito es lograr resultados equitativos y de mutuo beneficio para las partes. El caso patético mayor es el de China, país que ha crecido a expensas de Estados Unidos y de su tecnología asida a zarpazos.
Se niegan también a darle crédito por la transformación radical en las relaciones con Corea del Norte, que estaban al borde de una guerra nuclear. Cesaron las pruebas balísticas, está en proceso la reunificación de las dos Coreas, todo en base a las sanciones impuestas por Trump al régimen de Kim Jon-Un para llegar a la total desnuclearización de la Península.
(Trump ha calificado a los medios que practican este periodismo fraudulento como "enemigos del pueblo", reclamando no elogios sino veracidad en la transmisión de las noticias, sin distorsiones ni omisiones como tampoco mezcla de noticia con opinión. Las críticas negativas o positivas tienen su espacio garantizado por la Constitución en las áreas pre fijadas)
La hostilidad de los medios se refleja también en el intento por inclinar a la opinión pública en favor de una saboteadora de última hora de la nominación del nuevo juez de la Corte Suprema de Justicia, Brett Kavanaugh. Cuando ya la audiencia del Comité del Senado había concluidó el interrogatorio de más de 30 horas al candidato, surgió una denuncia en su contra por abuso sexual.
La denunciante, Christine Blasey Ford, alega que cuando tenía 15 años de edad, Kavanaugh de 17 años la manoseó y quiso abusar de ella en un aparte de un fiesta colegial. Dice que no se acuerda la fecha, ni el sitio, ni quienes la acompañaban en un dormitorio, aunque cita el nombre de alguien que fue clave para que la violación o un crimen mayor no se consumaran.
La denuncia llegó a manos de la senadora demócrata Dianne Feinstein en julio, pero ésta no la mencionó en las audiencias ni la hizo pública sino hasta la semana pasada. Con infinita paciencia el Comité de mayoría republicana ha aceptado escuchar a Ford el jueves próximo, pese a que el hecho supuestamente ocurrió hace casi cuatro decenios, no hay pruebas y que el juez Kavanaugh lo ha negado de plano.
En el Libro del Año de la época colegial de Christine Blakey, ya retirado del Internet, se relatan los excesos de alcohol y sexo de las frecuentes fiestas de los colegiales. Lo más probable es que ella se embriagó a tal punto, pese a su corta edad, que no recuerda cómo llegó a la fiesta, cómo llegó a su casa, ni en qué momento tuvo o no el percance de agresión sexual.
Trump se pregunta, en un tweet y con él tantísima gente, cómo es que un menor de 15 años, si es que en verdad fue víctima sexual, no lo denunció a sus padres y éstos a la Policía. O miente ella, o se confunde de victimario. En todo caso, el Senado no puede seguir posponiendo el nombramiento por capricho de esta nueva coartada demócrata.
La intención demócrata progresista es clara. Con la pérdida de Hillary Clinton en el 2016, están perdiendo también el control de la Corte Suprema, a la que habían recurrido para implantar en la nación reformas radicales que no podían ni podrían lograr por la vía demócratica ordinaria del voto y las leyes en los congresos estatales y Federal.
Con la adición de Kavanaugh, la CSJ tendrá mayoría de jueces que no harán uso de la atribución inconstitucional de legislar por ejemplo, que las madres tienen derecho a sacrificar a sus hijos con el aborto, que son iguales los matrimonios homosexuales y heterosexuales, o aprobar el Obamacare. Estas y similares decisiones deberán ser revertidas, como lo fue la Dred Scott de 1857 en favor de la esclavitud.
El caso Kavanaugh, como el caso de la corrupción de la alta dirigencia del FBI con la complicidad de la mayoría de medios son parte de la conspiración
para frenar y destruir a Trump que se ha erigido en el gran campeón para la defensa de la Constitución de los Estados Unidos y su inspiración, que está simpre vigente, la Declaración de la Independencia de 1776.
Los progresistas quieren un Ejecutivo que se imponga a las dos otras ramas en que se ha dividido el poder popular, para así adelantar sus consignas de "justicia social" con "redistribución de los ingresos", que no se obtienen sino con la supresión de las libertades individuales: lo cual es, claramente, un retroceso al absolutismo que abolió la Revolución Americana, que ahora se lo quiere resucitar con tintes globalistas, fascistas, socialistas.
La conspiración anti Constitución y anti Trump está en vías de sucumbir con la descladificación de documentos clave de Inteligencia ordenada de manera irreversible por el mandatario.