Wednesday, May 31, 2017

Y AHORA ¿A MATAR A TRUMP?

La histeria anti Trump se está volviendo cada vez más peligrosa a medida que se descarrilan todos los intentos por descalificar al Presidente. La última “gracia” fue exhibir una cabeza simulada del líder, degollada y ensangrentada al mejor estilo jihadista. 
La imagen fue preparada por la comediante de CNN Kathy Griffin en colaboración con un fotógrafo estrella y circuló profusamente por el Internet. Pero causó repulsión, inclusive de parte de una asociación que existe para venerar a Satán.
Griffith se limitó a tuitear que quizás se excedió y pidió disculpas. Pero si hubiese sido un republicano el autor de algo similar en FoxNews contra Obama, habría sido encarcelado y al canal se lo habría seriamente amonestado o multado por infringir la ley.
Los demócrata/progresistas están más desesperados que nunca y no atinan qué hacer para detener a Trump con el The New York Times como jefe de campaña, para lanzar toda suerte de sandeces y especulaciones sin el más mínimo respaldo. 
En lugar de ejercer un periodismo profesional, la “gran prensa” infestada  en su mayoría por el virus demo/progresista, no hizo un análisis real de la importancia de la reciente gira de Trump por Medio Oriente y Europa y se dedicó a distorsionar nimiedades anunciadoras de supuesas rupturas y distanciamientos.
No solo entre Estados, sino incluso con su cónyuge Melania. Las cámaras repitieron ad infinitum una imagen en la que Melania retira su mano de la de Donald por alguna razón trivial, pero que los sagaces reporteros intepretaron como señal de que el divorcio entre los dos estaba ad portas.
Les importó un comino que Trump sellara un pacto estilo OTAN con Arabia Saudita y más de 50 estados árabe musulmanes para combatir juntos al terrorismo del ISIS y del radicalismo islámico apoyado por Irán, un país fortalecido por Obama. Prefirieron destacar minucias.
Como en Bruselas, ocasión en la cual Trump apoyó al Secretario General del organismo que igual que él ha reclamado a los socios morosos que paguen sus cuotas de al menos el 2% del PIB. Decirlo en público fue insultante, dijo la “gran prensa”. Pero todos a una firmaron el acuerdo de lucha antiterrorista pedido por Trump y comienzan a ponerse al día en los pagos.
Otra “perla” globalista “progresista” legada por Obama, el acuerdo de París para elevar los impuestos a quienes emiten carbono en la atmósfera para agravar un inexistente calentamiento global, se va al canasto. El solo beneficio habría sido fortalecer los controles centralizados ahora a nivel mundial, con desmedro para el desarrollo de los pueblos. 
El desmantelamiento del Estado Administrativo, que es el proceso seguido en esta nación en las últimas décadas para suplantar el libre mercado y el pleno ejercicio de las libertades individuales por un Ejecutivo cada vez más intrusivo y regulador, tiene desconcertados a los seguidores de ese credo de izquierda, inspirado en un socialismo/marxista que no murió en 1989.
Y son ellos, los que se mofaron de Joseph McCarthy cuando demostró con documentos que había demócratas a sueldo de Moscú, los que atizaron las protestas contra la guerra en Vietnam (fomentada por Moscú y Beijing), los que aplaudieron a Obama por capitular ante Fidel Castro, son ellos los que ahora acusan a Trump de haber llegado a la Casa Blanca por Putin.
Han transcurrido más de ocho meses de la cantaleta o charada, según Trump, de la “conspiración” de los rusos para sepultar a Hillary Clinton en las elecciones del 2016 y llevar como borregos a los electores de USA para que voten por el multibillonario de las Golden Towers de Manhattan.
A útima hora quieren involucrar al yerno de Trump pues no han conseguido nada para vincularlo directamente a él. Pero Jared Kushner, de 36 años de edad y casado con Ivanka, sonríe y ha dicho desde el primer momento que no hay nada oculto, que está voluntariamente listo a declarar todo lo que sabe y hecho con el embajar ruso y cualquier otra persona de ese país.
Obviamente no habrá nada. Queda pendiente descubrir y castigar a todos los obamistas burócratas que continúan filtrando información confidencial a los medios demócratas. Alguien ha dicho con sorna que se les debería cortar la lengua, como se estila en algunas culturas que tanto defienden. Por eso ha dicho Trump, también con sorna, que cualquier líder mundial puede llamarlo a su celular cuando quieran.
Esas potenciales llamadas tendrían tanto secretismo y confidencialidad como las tantas que ha tenido en la Casa Blanca y que los burócratas y  agentes secretos demócrata/obamistas del FBI/CIA infiltrados han estado ofreciendo a los grandes medios, desde antes de su posesión y hasta estos días.
Los jueces del IV Circuito Federal han vuelto a vetar a Trump en su deseo de restringir el ingreso de inmigrantes de siete países de alto riesgo terrorista, así calificados por Obama. Dicen que discrimina a una religión, la musulmana. En Manchester el suicida se sacrificó a nombre de Alá, como sus predecesores. Se reveló que en Inglaterra residen 23.000 jihadistas dispuestos a hacer lo mismo en cualquier instante.
¿Cuántos de igual calaña hay aquí? El terrorismo islámico es religioso y así lo acaban de aceptar los propios árabes sunitas en Riyad. Quieren, con Trump y ahora con la OTAN y el Papa e Israel combatir a este terrorismo que los shiítas de Therán promueven y fomentan con armas y dinero. Dinero que fue dado a raudales por Obama, más de 500.000 millones de dólares.
¿Está la oposición a Trump con Irán, con los shiítas, con Kathy Griffin, con la disolución del país, con la victoria islámica? Si no es así ¿por qué actúan, piensan y escriben para decir exactamente lo mismo?

Friday, May 26, 2017

ENTRE TAORMINA Y LAS RATAS

El Presidente Donald J. Trump terminará su gira internacional por Taormina, que es uno de los parajes más encantadores (de los muchísimos que tiene Sicilia) debido a su paisaje, su historia y los monumentos arquitectónicos algunos de los cuales se remontan a milenios.
File:Taormina_square.jpg
Se le entendería a Trump y sobre todo a Melania si a la culminación de las conferencias y los protocolos ceremoniales optaran por quedarse en la isla y renunciaran a volver para ensuciarse en el “pantano” de Washington, en el cual se ha convertido con las víboras y ratas de la oposición.
En Ryad, Roma, Bruselas y Taormina Trump cosechó logros de validez histórica, pero aquí los demócratas y algunos republicanos con respaldo de la “gran prensa”, los han minimizado insistiendo que Trump conspiró con Putin para llegar a la Presidencia, ahora supuestamente con la ayuda de su yerno Jared Kushner, marido de Ivanka.
En Ryad consolidó una coalición anti terrorista islámica con cincuenta países árabes liderados por Arabia Saudita. En El Vaticano limó asperezas con el Papa acordando luchar en favor de la vida y contra el radicalismo islámico que asesina a cristianos, hoy en Egipto. En Bruselas le dijo a la OTAN que no solo piense en la amenaza rusa, sino en el terrorismo y que sus socios paguen  las cuotas que deben.
La histeria de los medios escritos y audiovisuales anti Trump subió de punto con el inicidente originado por la necedad del reportero del diario local The Guardian que quiso obtener una declaración a como de lugar sobre el debate del Obamacare al candidato republicano para llenar la vacante por Montana de la Cámara de Representantes.
El candidato, Greg Gianforte, se disponía a hablar en una reunión previa a las elecciones de ayer, en una habitación contigua. El reportero lo abordó, Gianforte le dijo que no estaba disponible, que lo buscara más tarde. Pero el pedido no fue aceptado y cuando la grabadora se aproximó al candidato éste la rechazó y tomó de los hombros al reportero y lo lanzó al suelo. 
Alegan que los lentes del reportero se rompieron. El incidente ocurrió en vísperas de la votación. Los medios calificaron la agresión como un crimen inaudito contra la libertad de prensa y atribuyeron su origen a Trump. Greg Gianforte fue llamado a comparecer. Pero las elecciones siguiern su curso y todos predijeron que el demócrata rival Rob Quist lo derrotaría por amplio margen. 
Ocurrió lo contrario. Gianforte ganó 50.8% a 43.4%. Es otro indicio de que los medios y políticos de oposición están despistados en su juicio sobre Trump y el pueblo que lo respalda. Ya los analistas, creyendo asegurada la victoria demócrata en Montana, vaticinaban que para los comicios parciales del 2018, la sepultura política de Trump estaba garantizada.
¿Cuántas veces los antitrompistas han predicho la derrota de Trump? Incontables. Los primeros sabios y sesudos análisis en tal sentido comenzaron a pocos días de anunciada su candidatura, en junio del 2015. Y continuaron durante toda la campaña. Y no se detuvieron cuando ganó la nominación, ni tampoco cuando fue elegido Presidente y comenzó a ejercer sus funciones.
Probablemente esas predicciones de fracaso, retiro, interpelación, etc. no terminarán nunca, ni siquiera cuando Trump entregue el mando a su sucesor, luego de haber gobernado por ocho años, en el 2025...

Wednesday, May 24, 2017

LA ANTI LÓGICA

Mientras el Presidente Donald J. Trump continúa su primera gira, ahora por El Vaticano y Bruselas para culminar en Taormina, Sicilia, la oposición de los demócratas y la “gran prensa” persisten en su intento por demostrar que fue Putin quien llevó al billonario a la Casa Blanca.
Llamaron a comparecer ante el Congreso al ex-Director de la CIA, John Brennan, para que confirme que los rusos intervenieron en las elecciones del año pasado para favorecer a Trump, en perjuicio de la demócrata Hillary Clinton. Desde el verano del 2016 lo sospechamos y pedimos a los rusos que no lo hagan, dijo Brennan.
Cuando un senador republicano le preguntó si había alguna evidencia de “colusión” entre agentes rusos y Trump o miembros de su campaña para el sabotaje, Brennan ratificó lo que había dicho con anterioridad: ninguna. Pero “quizás aparezca” en el curso de la investigación, añadió. Investigación que ya lleva ocho meses.
Si la CIA a su mando, en el gobierno de Obama, había detectado intención de interferencia en las elecciones por parte de los rusos, el impedirlo debió ser su responsabilidad. La advertencia que si hubo fue la del FBI, que pidió al GOP y a los demócratas blindar las computadoras para evitar el hackeo. Los demos nada hicieron salvo hacer público el “password” o clave secreta que decía: password.
Las evidencias no existen y no se encontrarán. Si las hubiere, por mínimas que fueren, ya habrían saltado a las primeras planas del The New York Times y The Washington Post, hallando eco 24/7 en CNN, MSNBC y ABC   y demás fieles parlantes del progresismo demócrata. No obstante, la mentira y la distorsión persisten con el objetivo de desestabilizar a Trump.
Mucha gente tiene una visión errada del partido demócrata. En su origen  fue un defensor de la esclavitud y prefirió la secesión del Sur para perpetuarla. La resistencia se quebró con la Guerra Civil comandada por un republicano, Abraham Lincoln, con el sacrificio de 600.000 vidas humanas y pérdidas económicas incomensurables.
Tras la victoria y abolición de la esclavitud, Lincoln quiso restaurar la unidad, evitando las retaliaciones contra los vencidos y garantizando los derechos ciudadanos a los negros, incuído el del voto. Pero a poco un  asesino  demócrata acabó con su vida, frustrando los anhelos del lider por ver una nación finalmente ajustada a plenitud a  la Constitución.
Por influjo y prevalancia de los demócratas la segregación racial prevaleció en todos los órdenes, incluído el de la votación para los negros y  su acceso a establecimientos educativos, medios de transporte, hoteles y demás sitios públicos, como restaurantes y salas de espectáculos. El Presidente Woodrow Wilson (1913-1921), virtual padre del “progresismo”, fue uno de los más radicales segregacionistas
Paralelamente, los demócratas impedían por la fuerza cualquier intento de atenuar la segregación, mediante grupos como el Ku-Klux-Klan, quienes ocultos en sus cucuruchos incendiaban y linchaban o ahorcaban a negros supuestamente infractores de las leyes de la supremacía blanca. También fueron tenaces opositores a conceder el voto a la mujer.
La situación varió con la aprobación de la Ley de Derechos Civiles que abolía lo que ya quedó abolido con la Guerra Civil: la discriminación racial. La propusieron los republicanos y pese a la tenaz oposición demócrata, fue aprobada por el Congreso en tiempos de Lyndon Johnson, Presidente demócrata, segregacionista convencido.
Pero Johnson, de sagacidad sin paralelo, se apropió de la ley y vió en ella una fuente inagotable de provisión de votos para el partido demócrata con la artimaña de convertir a los negros en “víctimas” de un sistema injusto que ellos históricamente contribuyeron a consolidar desde el nacimiento de la República. De verdugos pasaron ellos a convertirse en salvadores de los negros.
Una profesora de Ciencias Políticas de la Universidad de Vanderbilt, Carol Swain, negra, explica con claridad la realidad histórica del partido demócrata, al cual son tan adictos los de su raza, jóvenes y más personas ajenas a la Historia. El clip de pocos minutos se halla en este enlace.
Hay otras características que se pasan por alto sobre el partido demócrata. No solo la Guerra Civil no tuvo la culminación deseable. Otras guerras se desviaron por falta de liderazgo de los gobernantes demócratas de turno. Tras la II Guerra Mundial, FDR permitió el florecimiento de la URSS como  imperio de hegemonía mundial, pese a las advertencias de Churchill.
La URSS erigió una “cortina de hierro” alrededor de las naciones súbditas y quiso ampliar su dominio más allá de ella. Primero en Corea, luego en Vietnam y en Cuba. Estados Unidos comandó las tropas de las  Naciones Unidas para repeler las agresiones en Corea y Vietnam, pero faltó la voluntad política para alcanzar la victoria.
Los invasores chinos en Corea estaban derrotados y el general MacArthur estaba listo para aplastarlos, cuando ya los soviéticos retiraban su apoyo. Pero el demócrata Truman prefirió destituir al general y conceder a los invasores el armisticio, dividiendo a la península con el paraleo 38. Al norte quedó una mazmorra comunista que subsiste con armas nucleares y un régimen despótico, frente a un Sur capitalista y próspero.
Algo peor ocurrió en Vietnam. La mentalidad demócrata/progresista no pudo enfentar a la “gran prensa” y a los muchachos que no querían ir a la guerra a combatir a los agresores sino/soviéticos. El Congreso congeló los fondos para las fuerzas de combate. Estados Unidos, por primera vez, perdía una guerra que la tenía ganada si hubiese habida la decisión de ganarla.
Con Cuba la historia es igualmente deprimente. Fidel Castro “había salido del closet” y entregado por completo a la URSS. No habría ocurrido ello si el demócrata John F. Kennedy cumplía el plan del republicano Eisehhower para derrocar a Fidel con la invasión por Bahía de Cochinos. A última hora ordenó que no se envíe la aviación de respaldo y Fidel ganó. La dictadura continúa en la Isla, como en Corea del Norte.
Parece que los hermanos Kennedy se arrepintieron y tramaron deshacerse de Fidel luego de la crisis de los misiles. Pero días antes del golpe, la mafia lo asesinó en Texas, la misma mafia que le ayudó a derrotar a Nixon en las elecciones a pedido del padre Joseph Kennedy y que luego se sintió  traicionada cuando el Procurador Robert los persiguió.
¿Más casos de guerras perdidas o inconclusas? Irak y Afganistán. Estados Unidos lleva dieciseis años en una pelea sinfin, esta vez por culpa de Obama que pudo terminarla cuando de todas maneras George W. Bush había rectificado sus errores, antes de entregarle el mando. Al contrario, lo que logró Obama es la expansión y robustecimiento del terrorismo islámico.
Donald J. Trump está precisamente en diálogo con los aliados en su gira internacional para formar una coalición con el fin de pulverizar al terrorismo en sus orígenes. Si lo logra, sobrepasaría con mucho a sus predecesores demócratas en la Casa Blanca.

Monday, May 22, 2017

UNA OPOSICIÓN PIGMEA

A medida que la figura de Donald Trump como estadista se acrecienta con su primera gira internacional por Arabia Saudita, Israel y Europa, la imagen de la oposición que incluye a algunos miembros de su propio partido y a la llamada “gran prensa”, va minimizándose hasta la ridiculez.
La recepción ofrecida por el rey saudita Salman ha sido espectacular,  como diseñada para resaltar la satisfacción del contraste con su antecesor Obama, quien optó desde el comienzo de su gobierno en el 2009 por fortalecer al Irán, promotor del terrorismo global.
Ya en su primera campaña presidencial en el 2008 Obama anunció cuál sería la meta de su política de Medio Oriente: retirar las fuerzas militares de los Estados Unidos y propiciar un equilibrio del poder bélico en la zona, levantando las restricciones que pesaban sobre Irán.
Eso lo consiguió casi al término de su mandato, con un acuerdo que no tuvo la aprobación del Congreso y que Trump, Israel y países árabes como Arabia Saudita lo han calificado como uno de los mayores desastres de la historia. El objetivo iraní es la dominación shiíta frente a la suni que lidera la monarquía saudí.
La oposición en los Estados Unidos critica a Trump por visitar al país cuna de Bin Laden y los asesinos del 9/11 y en el cual rigen normas y conductas contrarias a la cultura occidental. Pero precisamente lo que ha logrado el presidente norteamericano es establecer un frente común de lucha contra el ISIS y toda forma de terrorismo del islamismo radical.
Advirtió que no iba en plan de predicador sino de socio en el combate a los bárbaros que asesinan a inocentes, no solo cristianos sino en su mayoría musulmanes y que esparcen el crimen por todo el globo. La victoria sobre el terror, dijo, no depende solo de nosotros, tienen que ganarla ustedes y para ello contarán con nuestro apoyo.
Consecuentemente, firmó un acuerdo para el suministro de armas por 110 mil millones de dólares, la suma más grande de la historia y asistió a la inauguración de un centro tecnológico para el rastreo de pistas terroristas, con lo más avanzado de la ciencia. El país que fue cuna de los terroristas del 9/11, es ahora el mayor líder árabe del antiterrorismo.
Trump está ahora en Israel y junto con sus líderes ratificarán la resolución de luchar juntos contra el terrorismo. El problema mayor seguirá siendo la Autoridad Palestina, que con el apoyo de Irán fomenta el terrorismo desde la más tierna infancia de sus ciudadanos, a los que adiestra y adoctrina para matar israelíes y buscar la desaparición de Israel.
Trump aspira a definir una fórmula de entendimiento con los palestinos que les persuada a renunciar a aniquilar a Israel y a convivir en paz. Luego de Israel, Trump irá al Vaticano para cerrar el círculo de enlace con los líderes de las tres grandes religiones monoteistas, que las quiere ver unidas y no en una guerra que ya es milenaria.
Esta aspiración quizás pueda aparecer utópica, pero la intención es noble. Si se la consigue, al menos en lo concierniente a extinguir las fuentes actuales del terror y sus ramificaciones globales, lo logrado por Trump a su paso por Ryad, Jerusalén, El Vaticano, Bruselas y Taormina tendría una resonancia histórica de inmensa trascendencia.
La oposición de démocratas y su “prensa” cada vez tendrá menos eco en la población, con su cansina insistencia, sin presentar pruebas,  de que Trump ganó las elecciones por influjo de Putin. A propósito, Putin es íntimo aliado de Irán. Si Trump es títere de Putin ¿cómo Putin le permite que firme una alianza contra Irán y el terrorismo, llamada la OTAN árabe por algunos?

Wednesday, May 10, 2017

LOS DEMOS SIN BRÚJULA

James Comey, el Director del FBI que acaba de ser despedido por Donald Trump, era uno de los personajes más detestados y despreciados tanto por demócratas como por republicanos. 
Su nombre fue propuesto por George W. Bush, pero los demócratas lo llegaron a adorar cuando el 5 de julio del 2016 dio una conferencia de prensa para censurar a Hillary Clinton por violar las leyes de seguridad en el manejo de emails del Estado desde su servidor privado en casa, pero la exculpó.
El director del FBI investiga y expone pruebas al Fiscal General para que determine un encausamiento, pero no asume el doble papel de policía y fiscal. Dijo que la absolvió porque vio que Hillary actuó sin mala intención lo que invalidaría el sistema legal y penal de ésta y de cualquier otra nación.
Pero los demócratas pasaron del amor al odio abruptamente, cuando el 27 de octubre, a poco de las elecciones del 8 de noviembre, Comey anunció que reabría la investigación por unos emails que la asistente Huma Abedin de Hillary había enviado ilegalmente a su marido Anthony Weiner. Pese al escándalo y la expectativa, luego anunció que todo era “normal”.
Normal según él que Hillary manipule desde su domicilio información clasificada del Departamento de Estado y normal que su asistente la envíe a su cónyuge, involucrado él mismo en escándalos sexuales. Las dos damas fueron absueltas de toda culpa por el “juez” Comey. 
Entonces sobrevino lo inesperado para los demócratas: su candidata, que solo aguardaba la “coronación” anticipada por Obama y los mayores medios de comunicación encabezados por The New York Times, perdió de modo inequívoco frente a Trump. De inmediato surgieron lucubraciones para encontrar a los culpables de la derrota.
Comey dejó de ser su héroe. Se convirtió en uno de los culpables por su acción nada profesional relativa a los emails de Abedin. Pero sobre todo los demos enfilaron su artillería anti Trump para atizar la fantasía de que fueron los rusos con Putin los que interfirieron en las elecciones para perjudicar a Hillary.
¿Cómo lo hicieron? Hasta el momento la única supuesta herramienta fue el robo de emails al jefe de campaña de Hillary, John Podesta, difundidas a través de WikiLeaks, que revelan las maniobras para obstruir el avance de Bernie Sanders, el rival independiente en la campaña primaria de los demócratas.
Los demócratas, con respaldo de algunos republicanos como John McCain y Lindsay Graham, siempre anti Trump, han convertido en artículo de fé que Putin y su equipo “hackearon” los emails para que su candidato Trump salga victorioso. Exigen fé, no pruebas. Han pasado meses desde el inicio de la acusación y ni el FBI, ni la CIA ni nadie ha exhibido pruebas.
Trump no pidió la renuncia a Comey al asumir el mando, como muchos confiaban. Acaso porque esperaba de él un pronunciamiento público sobre el tema de la mítica intervención rusa, que nunca vino. Aunque lo hizo en privado, según Trump lo revela en su carta de anuncio del despido.
La oposición hace reparos sobre la fecha. Se explica que no pudo ser antes debido a que el Fiscal General en funciones, Jeff Sessions, se había excusado de intervenir en asuntos relacionados con el tema ruso dejando ello en manos del subrogante Rod Rosenstein, que apenas hace un par de semanas fue aprobado en el cargo por el Senado, con una votación 94-6.
Fue este funcionario quien elaboró el expediente enviado a Trump para la cesación de Comey, en el que se destaca su error básico de absolver a Hillary Clinton sin tener atribuciones para ello. Los demócratas y afines, republicanos y columnistas se lamentan de la resolución y la comparan con el Watergate de Nixon.
Y sostienen que es una maniobra para echar por tierra las investigaciones acerca de la colusión de Trump y su equipo de campaña con los rusos, que determinaron, dicen ellos, la derrota de Hillary. ¿Cree alguien que los demócratas no hubieren entregado a la gran prensa hace tiempo las pruebas pertinentes, si las hubiere, a siete meses de la denuncia?
De otro lado ¿en qué magnitud fue afectado el sistema democrátrico eleccionario de los Estados Unidos con la divulgación de los emails de Podesta y otros líderes de la campaña demócrata? ¿Cómo varió el resultado electoral con este "leaking" de última hora? ¿Fueron rusos los hackeadores de Francia?
Irónicamente, son ahora esos demócratas y esos demorepublicanos los que ven rusos “hasta en la sopa”, como lo hicieron cuando el senador Joseph McCarthy denunciaba en 1957 con pruebas las vinculaciones de sus coidearios con el comunismo de Moscú, muchos de ellos a sueldo. Pat Buchanan, periodista y escritor que sirvió a Nixon, acaba de publicar un artículo en que compara a los dos personajes. 
En uno de sus párrafos, dice que lo más saliente del gobierno de Nixon es: 

Nixon's achievements in his first term were extraordinary.
He went to Beijing and opened up Mao Zedong's China to the world, negotiated with Moscow the greatest arms limitation agreement since the Washington Naval Treaty of 1922, and withdrew all U.S. forces from South Vietnam.
He desegregated the South, ended the draft, gave the vote to all 18-year-olds, indexed Social Security against inflation, created the Environmental Protection Agency and the Occupational Safety and Health Administration, named four justices to the Supreme Court, presided over six moon landings, declared a "war on cancer," proposed a guaranteed annual income, created revenue sharing with the states, took America off the gold standard, and let the dollar float.

Los logros a que alude son, en realidad: 
Una capitulación final ante Mao, luego del abandono del general Marshall a las fuerzas de Chiang Kai Shek en la II Guerra Mundial;
Una capitulación ante Mao y Stalin en Vietnam, cuando la guerra contra los invasores comunistas de la península estaba ganada;
La terminación de la conscripción militar obligatoria, es una capitulación ante quienes no quisieron luchar en Vietnam, debilitando el sentido patriótico;
Un impedimento de racionalización del financiamiento del seguro social;
Una creación del EPA, que ahora Trump trata de abolir;
Un abandono del respaldo oro de la moneda, que estimula la inflación y el gasto y endeudamiento públicos;
Un ingreso fijo, intrferencia en el mercado de salarios que fomenta el desempleo.
La invocación de Nixon, pues, al menos en estos aspectos, debería ser más bien bienvenido por los demoliberales, antes que demonizada.


Monday, May 8, 2017

LA PÉRDIDA DE LE PEN

La abrumadora derrota de la candidata presidencial Marine Le Pen en en las elecciones de ayer en Francia no debería intepretarse como un rechazo a muchos de sus postulados, sino a la calidad de su liderazgo.
El pueblo francés no es ni tonto ni masoquista. Prefirió, aunque con un tercio de abstención en las urnas, votar por Emmanuel Macron, un banquero de 39 años de edad de personalidad e ideología imprecisas, pero que en todo caso lo hacía más atractivo y confiable que su rival.
Le Pen no pudo deshacerse de la carga extremista de su padre que terció años atrás en las elecciones presidenciales con un mensaje cargado de antisemitismo. Marine borró todo intento de distanciarse de él cuando pretendió justificar a Vichy por el envío de judíos franceses a Auschwitz.
Jean-Marie Le Pen, el padre, obtuvo en el 2002 el 12% de la votación al mando del Frente Nacional que fundó y heredó su hija Marine. Ésta ha triplicado ahora la cuota al 36%, lo que le da esperanzas de insistir en la lid para el 2021, con su plataforma nacionalista y anti inmigratoria.
Macron, si busca responder a las expectativas tendrá que asimilar algunas de las propuestas de Le Pen, singularmente las referentes a restringir la inmigración indiscriminada proveniente de países que promueven abierta u encubiertamente el terrorismo. Francia ha sido víctima de los peores ataques terroristas en Europa en los últimos tres años. 
Deberá impulsar cambios al gobierno del “social welfare” o de bienestar social, que ha generado baja productividad y una alta tasa de desempleo, demandando reformas tributarias y fiscales para que la economía sea más competitiva. Y entender que la burocracia intervencionista de Bruselas, cada vez más rechazada en Europa, tiene que ser frenada.
La Comunidad Económica Europea surgió tras la II Guerra Mundial para abolir barreras comerciales y estimular el flujo de capitales y empleos. Funcionó de maravilla y el entrelazamiento de intereses económicos alejó el peligro de nuevas guerras en el continente más belicista del planeta. Fue en el último tercio del pasado siglo que a la CEE se la politizó.
Se quiso hacer de ella una nueva USA con su capital en Bruselas. Pero las 27 naciones adherentes no eran las 13 Colonias norteamericanas sino muy diversas en sus orígenes, culturas, lenguas y proyecciones. El intento de forzar la Unión Europa con moneda única, sin fronteras y con gobierno central en Bélgica comenzó a fracturarse con el Brexit del Reino Unido.
Si en lugar de Marine Le Pen había al frente un Donald Trump, el frágil Emmanuel hubiera sido triturado y hoy Francia estaría celebrando el anuncio del Franxit, o sea una segunda salida de la UE, lo que habría significado el colapso de esta artificiosa ficción política, que de todos modos está destinada a diluirse más temprano que tarde.
En su discurso de anoche frente al Museo de Louvre, Emmanuel Macron vivó a la Republique Francaise y al motto de la Revolución de 1789: Liberté, Fraternité, Egalité. Tres objetivos que, lo sabemos bien, no pueden ir de la mano, pues si se impone la Igualdad, se sacrifica la Libertad y sin Libertad, no hay Fraternidad.
El mito de la Egalité ha fascinado a parte de la humanidad desde tiempos remotos. Con Platón y su República ideal gobernada por los más sabios hasta la época moderna con seguidores de Marx como Lenín, Stalin y nazifascistas como Hitler y la hilera de dictadorzuelos del Socialismo del siglo XXI de nuestros días, fieles discípulos de Fidel. 
“Todos los hombres nacen iguales” dice en contraste la Declaración de la Independencia de los Estados Unidos y su Constitución. Pero ahí termina toda igualdad, advirtió Abraham Lincoln, el Presidente que decidió ir a la Guerra Civil por defender ese principio de igualdad para abolir la esclavitud y preservar la Unión.
No hay dos seres humanos idénticos, ni en entre siameses. Ni en especies animales o vegetales. Todos tienen rasgos comunes, pero al propio tiempo diversos. Unos menos aptos que otros, algunos con talentos diferentes para el arte y la ciencia, el comercio, el deporte. Hay hombres, hay mujeres, cada uno con sus cualidades complementarias. La diversidad y la competencia es creativa, estimula la imaginación.
La especie humana no está integrada por ángeles. Para que convivan en paz, hay que establecer leyes y gobiernos. El sistema de gobierno ideal es el que se aprueba por consenso, como lo propone la Constitución de los Estados Unidos. Allí se considera que los hombre nacen iguales, pero ante la ley y que la ley rige para todos. No habla de igualdad de resultados
La pretensión utopista de imponer la igualdad de resultados ha significado la pérdida de cientos de millones de vidas humanas a lo largo de la historia y de hambrunas y miseria y, por supuesto, la abolición de las libertades individuales. Las estadísticas son inequívocas, están en el Internet y están en la memoria de sobrevivientes y en documentales.
Por desgracia a la historia se la maltrata y distorsiona y el mito o la utopía de alcanzar la Egalité mediante la fuerza y una univisión que no admite ser discutida, persiste incluso en democracias como las de Estados Unidos. En Francia, la victoria le concede a Macron la oportunidad única de  dar un  paso  (“En Marche” era su slogan) hacia el sentido común. Caso contrario, como lo aseguró Le Pen, habría optado por la continuidad, lo cual equivaldría a esquivar una realidad en quiebra que se estaría negando a rectificar.

Thursday, May 4, 2017

TRUMP NO ES UN AUTÓCRATA

Desconcierta que la oposición al Presidentre Donald Trump provenga no solo del partido demócrata y de columnistas de la gran prensa que profesa la misma ideología, sino también de quienes aunque inicialmiente no lo respaldaron, luego le declararon su total apoyo.
Entre ellos figuran el “semidios” de la radio Rush Limbaugh y la columnista y escritora Ann Coulter. Ambos se mofaron de Trump en un prinicipio con el mismo clisé de que era un impreparado y un bufón y prefirieron enfilar sus artillerías verbales en favor de Ted Cruz.
Luego cambiaron y se deshicieron en elogios para Trump, a medida que  en la campaña de las primarias del GOP iba demoliendo uno a uno a sus 16 rivales, hasta enfrentarse en la elección final a la candidata de los demócratas Hillary Clinton, odiada en dosis iguales por los dos.
Muchos otros se han sumado a las críticas de estos comentaristas, que  eso si son los más notorios por presumir de sentar cátedra acerca de en qué consiste ser un buen conservador, para enfrentar y derrotar el avance agresivo de la izquierda “progresista”, en este país y fuera de él.
¿Por qué están irritados? Porque si bien admiten que Trump ha logrado en algo más de 100 días de gobierno aciertos como el nombramiento de un impecable nuevo juez para la Corte Suprema de Justicia y el inicio del desmantelamiento del “Estado Administrativo” que se regula no con leyes del Congreso sino por Decretos del Ejecutivo, en cambio ha cedido ante a los demócratas en cuanto al Obamacare y el Presupuesto. 
Desde que anunció su candidatura presidencial en junio del 2015 y a lo largo de toda la campaña y al posesionarse de la Presidencia, Trump ha sido insistente en que su propósito es restituir a plenitud la vigencia de la ley y la Constitución en este país. El movimiento demócrata/progresista ha ido minando paulatinamente ese respeto desde hace varias décadas.
A la Constitución, inspirada por la Declaración de la Independencia de 1776, la consideran obsoleta porque no responde a las  necesidades del mundo actual, que ellos resumen en igualdad no de oportunidades sino de resultados. Lo cual no se obtiene, según su doctrina, sino suprimiendo o coartando las libertades individuales y fortaleciendo al Ejecutivo.
Trump fue elegido para evitar que avance esa tendencia. El Obamacare era y es otro de los instrumentos del “progresismo” para quebrar y debilitar el sistema de libre empresa creado por los Fundadores. El nuevo líder dijo que anularía esa ley tan pronto se posesionara. Así lo hizo  pero un grupo republicano en la Cámara de Representantes opuso resistencia al proyecto original.
Fue un duro golpe, pero a Trump no le quedó otra opción que negociar y al parecer un proyecto modificado será aprobado esta tarde y luego por el Senado. El Obamacare fue aprobado atropelladamente, con el rechazo de la mayoría popular y sin un solo voto republicano. Su destino previsible era el fracaso y ahora la ley sustitutiva, basada en el mercado, vendrá en su rescate.
La batalla para la aprobación de la Proforma Presupuestaria también parece que ha sido superada y que será aprobada mañana con apoyo demócrata. El consenso se logró con algunas cesiones al partido de oposición, que no significa en modo alguno derrota republicana. La alternativa habría sido la congelación de fondos fiscales, perjudicial politicamente para un gobierno en ciernes.
La nueva Proforma se examinará en octubre. Será vital para la aprobación de proyectos trascendentales como la reforma tributaria. Para entonces, el gobierno se habrá consolidado y, si cabe, será factible recurrir a métodos de presión como la “nuclear option” y otras en el Senado para sacar avante los postulados del GOP si persiste la obstrucción demócrata.
Esa obstrucción parece que no cederá a corto plazo mientras continúen al mando del partido demócrata los líderes que acompañaron a Hillary al fracaso en las elecciones del 2016. Comienzan a surgir nuevos rostros de gente que podría sustituir a esa generación pero tomará tiempo. Mientras tanto, hace bien Trump en moderar sus impulsos y desoir a quienes quisieran lograrlo todo ya, porque el GOP tiene mayoría en la Casa Blanca, las dos cámaras, las gobernaciones y congresos estatales. 
La Constitución lo predijo: en este país el poder del pueblo se delega a un gobierno que actúa por consenso, es alternativo y responsable. Las leyes con las que opera las dicta exclusivamente un Congreso con legisladores elegidos por voto popular. En casos de duda o discrepancia en la aplicación de la ley, hay una rama judicial que examina para dirimir, jamás para legislar. 
Las leyes, aprobadas y dictadas por consenso (Obamacare es lo opuesto), se crean para estabilizar y armonizar la convivencia. El prinicipio vale igual tanto para el ámbito interno como externo. Trump está empeñado en que la paz internacional se preserve doblegando a los infractores de las leyes existentes para evitar la guerra y el terrorismo. 
Mientras tanto, busca dialogar con toda suerte de líderes para inducirles a reflexionar y llegar a acuerdos que faciliten la paz y superar conflictos. Lo ha hecho con los de Autoridad Palestina, Egipto, Arabia Saudita, pronto lo hará con Putin y acaso con Duterte. Lo ha hecho con Merkel, May. No cesa el desfile de gobernantes en número récord por la Casa Blanca.
Es probable que su don de persuasión como Gran Negociador fracase con algunos de ellos pero el esfuerzo se justifica. En esa línea de pensamiento, Trump en una entrevista por TV opinó que si el presidente Andrew Jackson se hubiese hecho cargo del conflicto surgido con el Sur antes del estallido de la Guerra Civil, acaso ésta se habría evitado o atenuado.
Los epítetos contra Trump no han cesado desde entonces, calificándolo de ignorante y estúpido. No hay tal. La secesión no era amenaza nueva en 1860. Durante el mandato de Jackson (1829/1837), Carolina del Sur quiso hacerlo y Jackson lo evitó con la fuerza de la ley y la Constitución. Buchanan, antecesor de Lincoln, fue pusilánime y 6 estados sureños se sumaron, dificultando la situación.

He aquí la nota publicada al respecto por The Wall Street Journal: 
President Trump delved into speculative history this week when he asserted that “had Andrew Jackson been a little bit later you wouldn’t have had the Civil War.” Mr. Trump’s critics pounced, calling his conjecture puzzling, ignorant and bizarre. But the president has a point.
President Jackson’s able handling of the Nullification Crisis in 1832-33 was a common topic of discussion when South Carolina seceded from the U.S. in December 1860. Jackson, through a combination of threats and persuasion, had convinced South Carolina to retract a law that purportedly allowed the state to nullify federal laws—in particular protective tariffs. The New York Times noted in 1860 that those who had been alive then “cannot fail to be impressed with the various points in common, and points of contrast, between the events of that period and those of the present day.” 
The critical contrast was the man in the White House. Jackson was a daring military hero and frontiersman, brave and indomitable. When South Carolina fomented the Nullification Crisis mere weeks after his landslide re-election, Jackson swore to hold the Union together at any cost.
President James Buchanan, on the other hand, was a mild-mannered lawyer and diplomat. The secession crisis came when he was a lame duck, waiting for Abraham Lincoln to take office. Buchanan triangulated, saying secession was illegal but he was powerless to stop it. Consequently, six other states followed South Carolina in leaving the Union before Lincoln’s inauguration on March 4, 1861.
Some believed this could have been nipped in the bud if Old Hickory still had been in charge. As the crisis broke, the pro-Union Louisville (Ky.) Journal asked: “Will James Buchanan, who occupies the chair of Andrew Jackson, emulate the energy of the great Tennessean, or will he like a craven, cower before . . . the mad antics of those over excited fanatics?” Unfortunately, we know the answer.
Buchanan’s secretary of state, Lewis Cass, had a front-row seat for both crises. A former Army general, Cass was Jackson’s secretary of war during the Nullification Crisis and oversaw military preparations in case things went south in South Carolina. In 1860 he advised Buchanan to do exactly what Jackson had readied to do: beef up the presence of federal troops, move customs collection to the offshore forts, and send in warships to make the point. After Buchanan rejected his counsel, Cass resigned rather than see the Union dissolve on his watch. He probably wished he had his old boss back.
When Lincoln took office, he tried to reverse Buchanan’s disastrous course. He consulted Jackson’s proclamation against nullification when writing his inaugural address, which pleaded for patience and invoked the “mystic chords of memory” in hopes of swelling affection for the Union and avoiding civil war. But at that point conflict was inevitable. The crisis might not have gotten so far had James Buchanan been a tough leader like Andrew Jackson.