Tuesday, July 31, 2007

LA IZQUIERDA QUE EL ECUADOR REQUIERE

Por Patricio Crespo Coello
(Réplica a un comentario de Franklin López)

El ambiente está crispado contra el socialismo, y se podrían llenar más páginas con fracasos, en continuación al interesante artículo del señor Franklin López Buenaño. Pero también se pueden llenar páginas con éxitos de las ideas socialistas. Claro está, si circunscribimos el análisis a los regímenes totalitarios de inspiración estalinista, sin duda hay que coincidir con el señor López. Pero la historia del socialismo es mucho más compleja y amplia.
Solo en el campo de los derechos laborales, es impresionante el avance de las sociedades occidentales en cuanto a mejores condiciones de trabajo para el empleado. Y esto es también producto de las luchas sindicales amparadas por partidos socialistas de todo el mundo. O, para no ir más lejos, las conquistas logradas por los pueblos indios del Ecuador en apenas 5 décadas. Si alguna vez se vuelve a hojear la novela Huasipungo de Icaza, se notará claramente que existen cambios notables respecto a cuestiones elementales atinentes a la dignidad humana del indio. Entre otros factores, estos cambios fueron producidos gracias a ideas liberadoras y progresistas de izquierda, algunas de ellas inspiradas en la fe cristiana de los propios pueblos y nacionalidades aborígenes, pero también en las ideas socialistas contemporáneas.
No hay sociedad avanzada en el mundo que no tenga sistemas redistributivos de la riqueza, eficaces y al mismo tiempo que estimulen el desarrollo de los mercados. De algún modo se podría decir que la derecha actual se caracteriza por enfatizar más en la libertad económica, mientras que la izquierda actual prioriza de algún modo la justicia social. Para la primera, la justicia es un producto de la libertad económica. Para la segunda, para que existan mercados eficientes capitalistas, es necesario un sistema redistributivo. Y lo interesante del caso, a mi modo de ver, es que las dos tendencias pueden tener razón y que es en la democracia en donde deben empatar estas fuerzas y así generar el mayor bienestar posible para la población. Demás está mencionar que las sociedades capitalistas altamente avanzadas poseen sistemas de subsidios tremendamente onerosos y que dichas sociedades no fracasan por aquellos subsidios, al contrario, gracias a estos sistemas garantizan su reproducción como sociedad de libre mercado. Por supuesto, los subsidios ocasionan distorsiones, pero existen precisamente para evitar distorsiones mayores.
El Ecuador es un país con muchas y profundas fracturas: étnicas, regionales, económicas y culturales. La construcción de la representación política requiere de un entendimiento o de un reconocimiento de estas fracturas. Para colocar el tema en forma gráfica o esquemática: si Álvaro Noboa hubiese ganado la presidencia probablemente este momento no tendríamos contracción económica, pero al mismo tiempo seguro que el país estaría bloqueado por cientos de organizaciones sociales que no se sentirían representadas en el poder y que buscarían en las calles y vía bloqueo mayor presión para lograr reivindicaciones especialmente económicas. Con Correa, en cambio, tenemos contracción económica y las fuerzas del MPD (a los tiempos…) no han convocado a ninguna huelga o movilización.
Pues bien, algún momento tenemos que llegar a un acuerdo o a un proceso de concertación entre la izquierda y la derecha. Por ejemplo, por el lado económico estableciendo las garantías jurídicas necesarias para la libre empresa, la inversión extranjera, la apertura de los mercados y la suscripción de tratados de libre comercio. Por el lado social, garantizando la efectiva exigibilidad de los derechos a la educación, la salud y la seguridad social de todos los ecuatorianos. Lo cual implica una lógica de Estado que garantiza un sistema equitativo de oportunidades. Para que esto sea posible se requiere de un sistema impositivo moderno y eficiente (el SRI fue un gran paso hacia delante en términos de modernización del Estado).
La concertación chilena se encaminó, más o menos, por esta vía y los logros del país son notables.
Para ir en este camino se requiere de una nueva izquierda en el Ecuador. Una izquierda que reivindique la libre empresa. Una izquierda que comprenda que la globalización es un hecho histórico que en mercados tan pequeños como los nuestros, nos obliga a mayor apertura. Una izquierda que aplique las normas básicas de una disciplina fiscal, condición elemental para garantizar servicios de calidad para los más pobres. En definitiva, una izquierda que supere ampliamente los vicios esquemáticos, noveleros y autoritarios del presidente Correa.

Monday, July 30, 2007

LA IZQUIERDA, UN DECHADO DE FRACASOS

(Colaboración del economista PhD Franklin López Buenaño, Profesor de la Universidad San Francisco de Quito y Universidad Tulane, de Nueva Orleans, Luisiana)

Los socialistas pretenden ser dueños de “la preocupación por los pobres”, lo cual no es verdad. No existe ser humano – en sano juicio – que no sienta esta preocupación. Pero han logrado convencer que los de la “derecha” están más preocupados por sus intereses propios que por “el de los demás”. Que ser de derecha es ser “egoísta” y ser socialista es ser “altruista”. Nada más lejos de la verdad, pero una mentira repetida cientos de miles de veces se convierte en realidad.
La gran diferencia no está entre el egoísmo y el altruismo; la gran diferencia radica en el “cómo”. Y es en el cómo en donde el socialismo se ha equivocado de principio a fin. Porque mientras la izquierda pretende derrotar a la pobreza redistribuyendo riqueza o ingresos, sostenemos que la pobreza se reduce aumentando la riqueza, y esto se logra permitiendo que cada uno, dentro del derecho y de la igualdad ante la ley, busque y se afane de lograrlo como más crea conveniente. Esta gran diferencia hace que el socialismo sea inviable e ineficaz en lograr precisamente lo que usa como bandera de lucha: erradicar la pobreza.

Las razones del fracaso

La alternativa al socialismo es el capitalismo. Eso no significa que el capitalismo, sea perfecto ni mucho menos. Pero si el socialismo es un sistema inviable, la conclusión lógica es que su alteraniva, el capitalismo, es el sistema viable. Corresponde, entonces, demostrar la inviabilidad del socialismo. He aquì las razones de su fracaso:

El socialismo debilita los derechos a la propiedad

Para “redistribuir” hay que quitar a unos para dar a otros. Esto implica leyes que permita al gobierno apropiarse del fruto del trabajo y del esfuerzo de los ciudadanos. Si la propiedad es precaria, no existen incentivos para producir, ni mejorar, ni innovar, ni preservar. Cuando el gobierno le puede quitar a uno a través de impuestos onerosos, por muy buenas intenciones que tenga o para financiar programas maravillosos, poco a poco se va perdiendo el sentido del esfuerzo, de la iniciativa y se va reemplazando con esquemas fraudulentos, doble contabilidad para evadir impuestos, sobre o sub facturación en el comercio internacional, entre otras prácticas perversas. Si el gobierno no respeta la propiedad privada, tampoco lo van a hacer los ciudadanos y cuando un pueblo no respeta el derecho a la propiedad de otros, es un pueblo en el que cunde la desconfianza, la deshonestidad y la corrupción.

Las leyes del mercado no se pueden derogar con decretos

Los derechos a la propiedad dan lugar a la oferta y a la demanda. Un empresario, dueño de su producción busca cobrar por su producto el precio que más crea conveniente. En contraposición, un consumidor, dueño de su dinero, busca pagar lo menos que pueda. Estos intereses contrapuestos dan lugar a los precios del mercado. Similarmente, en el mercado del trabajo, el obrero – dueño de su capital humano – busca emplearse en aquella ocupación que más le satisfaga monetaria y emocionalmente. Pero el empleador – dueño de su dinero – busca contratar al mejor trabajador al menor salario posible. Nuevamente, estos dos intereses contrapuestos se equilibran en el mercado laboral a través del salario determinado por la oferta y la demanda. El socialismo pretende eliminar estas leyes naturales, porque supuestamente los pobres no pueden pagar los precios del mercado o el salario es menor que el que se necesita para supervivir. Pero, no hay peor receta para un fracaso económico que el control de precios por parte del gobierno. Se genera mala calidad de productos, mercados negros accesibles solo a los ricos, desabastecimiento de productos esenciales y no hay producto más caro que aquel que no existe.

Los gobernantes no son omniscientes

El socialismo supone que los gobernantes saben lo que es “deseable” y “beneficioso” para los ciudadanos. Se arrogan los gobernantes (por supuesto tienen que ser socialistas, porque a los “otros” no les preocupa el bien general) el derecho de conocer cuál es el “bien común”. Para ello establecen controles de precios, regulaciones ambientales, restricciones a la importación de bienes de consumo, subsidia “ciertas” exportaciones o ciertas actividades productivas. En definitiva, suponen que sólo los gobernantes de izquierda son omniscientes: saben qué, cómo y cuánto le conviene a la ciudadanía y por ello buscan censurar los programas de televisión, o establecen estándares de “calidad” subjetivos, prohíben o encarecen los alimentos transgénicos o medicinas populares, gastan dinero del pueblo en arte y cultura. En otras palabras, tratan a Juan Piguave y Doña Rosita como si fueran niños que no saben qué es bueno y qué es conveniente por ellos mismos. Se olvidan o ignoran lo que dice el refrán, “entre gustos y colores no discuten los doctores”.
Los socialistas suponen que las preferencias de cada individuo son prácticamente exactas y que coinciden con su escala de valores. Sólo falta observar a los miembros de una familia para desmentir este supuesto y demostrar que los socialistas no están “ungidos” de sabiduría y peor del derecho de imponer sus valores a los demás.

El socialismo está lleno de incentivos perversos

“En arca abierta, el justo peca” dice el refrán. Como el dinero que administran los gobernantes no es de ellos, es fuente fácil de corrupción. Como el socialismo busca redistribuir, también se aplica aquello de “el que parte y reparte se lleva la mejor parte”. Por ello, no hay programa estatal que no sufra de sobreprecios para la compra o subprecios para la venta. No hay empresa estatal que rinda como una empresa privada porque no hay “accionistas” a quien responder. En la Cuba socialista, al igual que en la Unión Soviética, el pueblo vive a base de ingenio para evadir la autoridad. Los incentivos que crea el gobierno son verdaderamente perversos y crímenes de lesa humanidad.

La redistribución es seguro camino al totalitarismo

Para quitar al que tiene o al que produce hay que usar la fuerza o la amenaza de la fuerza. Para evitar los mercados negros hay que emplear la fuerza pública para combatirlos. Para imponer a la ciudadanía lo que los gobernantes desean hay que censurar, incautar, amedrentar, atemorizar, es decir, convertir a los ciudadanos en siervos dóciles. Y cuando eso no sucede, se procede a formar Comités de Defensa de la Revolución, Círculos Bolivarianos, Asambleas Populares, Comités Barriales, vestidos con camisas pardas, negras, rojas o verdes. Porque esta es la única manera de esclavizar a los pueblos.
Conclusión
No hay país verdaderamente “socialista” en el que no haya sucedido lo dicho. Chile no es socialista, es capitalista, tiene una presidenta socialista pero sus instituciones son liberales, al igual que España, Gran Bretaña o Irlanda, Estados Unidos o Canadá. Cuba y Corea del Norte son Socialistas – con mayúscula – al igual que algunos países africanos. Y son un desastre moral, económico, intelectual y psicológico. Talvez dirán ¿y Suecia y los otros países nórdicos? Sí, es verdad que son socialistas, pero debemos hacer hincapié en que primero crearon riqueza, fueron liberales en el siglo XVII y XIX. El estado “benefactor” del que hacen gala surgió en el siglo XX y aún así, están muy lejos de la “pureza” de los que pretenden convertir al Ecuador al socialismo del siglo XXI, que no es más que una repetición, solo que más profunda, de los fracasados gobiernos de izquierda que lo han precedido.

Sunday, July 29, 2007

¿QUÉ QUIERE CORREA CON EL IESS?

El presidente ecuatoriano Rafael Correa, en otra de sus tan temidas alocuciones de radio de los sábados, ha arremetido esta vez contra el sistema de seguridad social del Ecuador anunciando que para agosto del 2008 confía en estar inaugurando un superbanco del Afiliado y del Emigrante.
Como es usual en él, no ha dado detalles acerca de esta su última propuesta para arriar al país hacia la prosperidad del socialismo del siglo XXI. No obstante ha adelantado que comprará un banco -¿cuál, nacional, extranjero, con qué dinero?- con ese objetivo y que lo convertirá en el más poderoso de la nación, tanto que la banca “chulquera” del país se pondrá a temblar por la competencia.
Pese a su proverbial ambigüedad, Correa indicó que buscará para ese banco asesoría internacional y que también será internacional la administración. En ese manejo indica que estarán involucradas las finanzas del Institutito Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) y las inversiones de esta institución a la que aportan todos los empleados tanto públicos como privados del país.
También informa, igualmente sin el menor atisbo de cómo hacerlo, que a ese ente abstracto de administración internacional se le encargará dirigir las inversiones del IESS y se supone que del nuevo Banco del Afiliado y del Emigrante hacia las áreas de la industria petrolera, las centrales hidroeléctricas y, aquí agrega un enorme…etc.
En cuanto a los emigrantes, les va a recomendar que aporten al nuevo banco para que las transferencias que las están haciendo desde Europa, Estados Unidos o Australia les resulten sin costo alguno. No explica cómo ese nuevo ente bancario, estatal o privado o mixto vaya a operar de manera gratuita para sus usuarios.
La creación de un banco del afiliado en principio es aceptable. Siempre, por cierto, que responda a la necesidad de iniciar la transformación del sistema quebrado del IESS para encaminarlo hacia la privatización mediante la oferta a los empleados de destinar sus ahorros a agencias privadas de inversión, como ha ocurrido en Chile.
En Chile, con el régimen liberal de Pinochet, el cambio fue fructífero. El modelo del IESS, originado en México en la primera mitad del siglo XX y regado por toda América Latina, fue reemplazado allí por la opción de que los aportes del empleado vayan a varias AFP o agencias de ahorro privadas, todas con la garantía del Estado.
No solo mejoraron las pensiones de retiro de los afiliados, que es la principal meta del sistema de seguridad social, sino que el ahorro en manos privadas dejó de seguir cayendo en el agujero negro de malos administradores como el IESS, siendo absorbido por el sector empresarial privado con lo que se estimuló la inversión, la producción y el empleo.
Los beneficios han sido múltiples, tanto para el empleado como para las AFP y desde luego para el sector empresarial privado. Últimamente el gobierno chileno ha tenido que aplicar reformas al sistema para adaptarlo a las nuevas realidades; pero los problemas surgidos no indujeron a extinguir al sistema, sino a perfeccionarlo.
En el Ecuador el IESS está tan quebrado como lo están otras empresas estatales, principalmente Petroecuador. En el gobierno de Sixto Durán se perdió la oportunidad de modernizar el sistema y más bien se perpetuaron los defectos. En los Estados Unidos la quiebra del sistema de seguridad social, que sigue básicamente los mismos esquemas, podría quebrar totalmente en 10 o 15 años, quizás menos.
El presidente GWBush propuso una reforma convincente inspirada en el modelo chileno pero fue negada incluso con la oposición de sus mismos republicanos. Es lo mismo que le ocurrió con su proyecto de cambiar las leyes de inmigración, que sigue siendo la mejor opción y que tendrá que ser aprobada en una nueva oportunidad más propicia.
Muy dudoso que Correa busque algo parecido cuando habla del Banco del Afiliado. Si así fuere, estaríamos presenciando una inesperada conversión de un clon de Hugo Chávez enemigo acérrimo del mercado libre y el capitalismo, por un líder campeón de lo contrario, el capitalismo.
El IESS y todas las instituciones de similar contextura fracasaron por la simple razón del intervencionismo del Estado en el manejo y desvío de los ahorros. En un principio funcionó, a la era de Roosevelt y la Gran Depresión, por ejemplo. Pero no hoy, ni en USA ni en la América Latina porque cada vez menos trabajadores activos pueden subsidiar a un número cada vez mayor de ciudadanos que envejecen más tarde.
La solución, que Correa no comparte ideológicamente, es el mercado y la competencia por captar ese ingente ahorro de los trabajadores. Unas agencias ofrecerán tales y tales condiciones para atraer a las variables preferencias de los potenciales contribuyentes. Lo interesante es que ese flujo de ahorros queda disponible a los inversores, lo que genera ganancias al que aporta, crea empresas, empleo, riqueza social. No deudas y subsidios endémicos, como en el sistema actual.
¿Es eso lo que quiere Correa? Aunque la propuesta es primaria y confusa, dados los antecedentes del autor conducen a una respuesta negativa. Lo extraño es que afirma que entregará la administración de asunto tan delicado a manos extranjeras, una vez que se ha declarado tan nacionalista, tan obsesivamente reacio a extender el permiso de operación antinarcóticos de la unidad militar de USA en Manta, por xenofobia anti yanqui.
De otro lado, no se entiendo cómo puede vincular al Banco del Afiliado con el aporte de los emigrantes. Son depósitos que nada tienen de común entre si. La transferencia de remesas de los emigrantes es un operativo meramente bancario. El manejo de los aportes de los afiliados al IESS tiene características radicalmente distintas.
El columnista “Pajarito” Febres Cordero, en un delicioso artículo que se publica hoy en El Universo, le implora al presidente Correa que se calle. Este mandatario solo habla y no gobierna. Y habla mal de todo el mundo, con excepción acaso de sus esbirros más cercanos.
Fue a Guayaquil para pelear con el alcalde Nebot, prometiendo por anticipado que “estaremos farreando toda la semana” en esa ciudad natal. Aunque dice que no bebe alcohol, su perorata radial de ayer en Playas parece ser el resultado de un exceso en la bebida, es decir de un mal “chuchaqui” según el decir ecuatoriano. ¿Cuándo se calma y va su despacho en Quito a gobernar según la Constitución y las leyes?
Ha insistido en el asunto de los videos. Dictatorialmente cambió una ley al respecto y de un modo igualmente dictatorial dio una amnistía de 48 horas para que los medios den a publicidad “todos los videos que les de la gana” sobre su administración. Ninguno fue divulgado y ello estuvo bien, pues lo contrario habría sido someterse al dictado de quien actúa como un mayordomo vulgar.
Vuelve a dar lecciones de periodismo, igual como lo hizo en días pasados su ministro de Educación a El Universo. Dice Correa que no deben difundirse videos sobre actividades particulares “pues no está bien que venga cualquier patán, te filme mientras estás en el baño y te digan: mira, te saco en pelotas a no ser que me des plata”.
Es cita textual. Está equivocado Correa. Cuando Patiño se entrevistó con los agentes de la deuda externa, ni él ni los otros estaban en pelotas. Estaban en un hotel privado para discutir sobre asuntos públicos. Debieron haberse reunido en el despacho ministerial y poco importa si el diálogo se grababa o no pues los asuntos públicos son públicos, a menos que atañan a la seguridad nacional.
Más aún, los hombres públicos deben someterse al escrutinio permanente de los observadores, sean o no periodistas. Aún en sus actividades privadas pues no cabe el desdoblamiento entre ser honestos y honorables en lo público, lo opuesto en lo privado. Si el acto sexual oral de Clinton en la Oficina Oval se hubiese grabado y divulgado, el abusivo mandatario no habría tenido escapatoria. Y aunque mintió bajo juramento fue absuelto por razones políticas del momento.
Hacen bien los medios de comunicación del Ecuador de declarar que desconocerán la orden presidencial sobre los videos existentes y futuros, así como su rechazo al asedio constante del presidente contra la libertad de expresión. Lo contrario constituiría una claudicación que distorsionaría la tradición libertaria del país.

Friday, July 27, 2007

¿ES CORREA DE IZQUIERDA?

Por Patricio Crespo Coello
(Otro aporte sobre el tema político izquierda/derecha)
Santiago Jervis nos invita a debatir sobre una pregunta crucial: ¿es Correa de izquierda? Si a la pregunta la colocamos en el escenario actual de confrontación y de maniqueísmo político, promovido por el propio presidente de la República, la respuesta inmediata de la derecha probablemente sea: “Correa no solo que es de izquierda sino que ES LA IZQUIERDA”. En efecto, dado el deterioro político acelerado del gobierno, entonces es una buena oportunidad para enterrar todo vestigio de la izquierda en el Ecuador. La idea inevitable que se impregnará en la conciencia de muchos ecuatorianos será: “ya ven… la izquierda tuvo su oportunidad y la embarró completamente”.
Y aquí viene lo más grave: ¡es cierto!
La afirmación de que el presidente Correa no es de izquierda, tiene una parte provocadora. Ciertamente, como afirma Santiago Jervis en su ilustrado artículo, casi todas las señales enviadas por el gobierno corresponden a lemas defendidos tradicionalmente por la izquierda: mayor intervención del Estado en la economía, privilegiar los principios de la justicia por encima de los de la libertad, confrontación con la banca, fuerte resistencia a EEUU y a la banca multilateral, crítica sistemática a la democracia representativa y a la democracia liberal, lucha en contra de los monopolios, alianza con los sectores populares de izquierda, etc. Y si a esto se añade la iconografía y la retórica grandilocuente pues no quedan dudas: oligarquía, neoliberalismo, imperialismo, revolución ciudadana, cantar en coro los himnos de la canción rebelde latinoamericana de la década del 70, no usar corbata, no jurar la Constitución, etc. Está claro, desde hace 7 meses, que cualquier mal del país debe ser atribuido al neoliberalismo: una fantasía del gobierno para sostener el “momento mágico”. Y si hablamos en confianza,… para muchos funcionarios de gobierno los presidentes Lula, Bachelet y Tabaré Vásquez pertenecen igual a la derecha neoliberal.
Pero en la parte no provocadora sino analítica, también hay razones para considerar que el presidente Correa no es de izquierda, porque ¿es posible, ahora, una izquierda que no esté inscrita en el discurso democrático de la modernidad? Más todavía cuando conocemos las barbaridades realizadas a nombre de la dictadura del proletariado o de las revoluciones del socialismo real. Aunque pueda resultar increíble pero las ideas de Lenin, Stalin, Mao, Enver Hoxha y Castro, están presentes en el imaginario gubernamental bastante más de lo deseable. A esta lista habría que añadir al presidente Chávez y probablemente desde el punto de vista de los estilos en la gestión pública al presidente de la República Argentina, el señor Néstor Kirchner. Pero el presidente Correa también deja su impronta: afirmó, por ejemplo, que el presidente Chávez se tardó en cerrar la señal de RCTV.
El presidente Correa no cree en las formas de la democracia representativa. Es producto de ella, pero la repugna. Está convencido, tanto como su equipo de gobierno, que los 28 años de democracia en el Ecuador no han significado sino mayor oprobio, dominación y exclusión. Se cuidan de no hablar de “democracia burguesa”, resultaría anacrónico, pero están convencidos del concepto. En su lugar colocan a la economía solidaria y a la democracia participativa, que como lemas suenan muy bien. Y puesto que no creen en la democracia representativa, y dado que no hay otra…, entonces finalmente no creen en la democracia. Y al no creer en la democracia no tienen sentido de culpa al atropellar sin misericordia todas las instituciones de la democracia: las manipulan, las eliminan, las subyugan. Que cierta derecha aplicó similares recetas, también es verdad.
El presidente Correa cree que los aprendizajes de 20 años para lograr una gestión económica responsable son solo herencia de la noche neoliberal. Equilibrios, estabilidad, disciplina fiscal, riesgo país, etc., son simplemente malas palabras. Cuidado con pronunciarlas. Estamos ante una ideología anacrónica y autoritaria. Y si se ponen ejemplos, como el de Chile, entonces la respuesta rápida es el índice de inequidad.
Seguramente hace 25 años los dirigentes chinos del partido comunista se preguntaron: en un mundo cada vez más global, ¿qué es mejor y qué es más viable?: ¿mantener la situación de igualdad en condiciones de atraso productivo y económico o intentar por todos los medios que al menos 150 millones de personas puedan salir de la pobreza extrema y que se consolide una clase media de unos 500 millones de habitantes? Que con más apertura e inversión se producirían en pocos años no menos de un millón de individuos con altos ingresos y de unos doscientos multimillonarios, supongo que los dirigentes chinos lo sabían perfectamente. Que hay una dosis de cinismo y de alta perversidad en el mundo actual respecto a la inequidad, pues sin duda. Pero en estas reglas de juego hay que hacer la política. Y el primer deber de un líder, más todavía si es de izquierda, es lograr el desarrollo para beneficiar a los más pobres. Y Correa hace todo lo contrario. Otros líderes de izquierda en Latinoamérica han asumido esta lección desde hace varios años y esto ha permitido que la opción de izquierda se consolide y que se logren fundamentales aportes de modernización institucional, desarrollo económico y redistribución de la riqueza.
Finalmente, una ética laica y progresista es indispensable en un líder de la izquierda actual. Respeto a la ley y tolerancia son virtudes fundamentales. El presidente Correa no tolera los disensos, no tiene una estrategia política para lidiar con las diferencias: simplemente convoca al movimiento político beligerante para eliminar del mapa a los que piensan diferente. Su estrategia es siempre conspirativa, nunca es de construcción democrática. Y esto produce un efecto destructivo en las mismas fuerzas progresistas. La Izquierda Democrática y la Red Ética sufren un cruento deterioro.
Actualmente en el Ecuador la izquierda está casi borrada del mapa: con una parte controlada por el movimiento político del gobierno y la otra en absoluta dispersión y debilidad. El movimiento indígena está también en una profunda crisis y es previsible que apenas coloque unos 5 asambleístas en la próxima constituyente. Vamos entonces a un proceso de Asamblea con una implosión de los partidos políticos y con una explosión de los movimientos políticos beligerantes. Vamos a una Asamblea con los bolsillos vacíos de dinero, pero llenos de piedras, y no llevamos bajo el brazo argumentos para la deliberación democrática. A este escenario político nos ha conducido el presidente Correa y esto no es de izquierda, me resisto a creer que todo esto es de izquierda.
Entre otras razones porque el país que debemos construir en el futuro requiere de la izquierda, tanto como de la derecha. Y requiere de la izquierda porque es un país fracturado. Pero necesita de una izquierda sensata y responsable. Y no podemos, dada la gestión tan irresponsable del gobierno actual, enterrar toda opción de cambio liderada por opciones políticas de izquierda. Caeríamos en el otro extremo que tampoco es democrático.

SER DE IZQUIERDA O DE DERECHA

En un artículo que este BLOG publicó como colaboración, su autor Patricio Crespo concluye tras varios razonamientos que el presidente ecuatoriano Rafael Correa no es un ciudadano de izquierda.
El tema es interesante y se presta a digresiones. ¿Qué significa desde el punto de vista política, en los momentos actuales ser de izquierda o de derecha, liberal o conservador?
En el Ecuador, antes y después de la revolución de Alfaro de 1895, quienes se alineaban con la derecha eran generalmente considerados defensores del status-quo, de la clase propietaria, resistentes al cambio.
Los liberales, en contraste, se identificaban con la necesidad del cambio para reducir las distancias entre los detentadores del poder económico y político y las grandes multitudes de desamparados.
Los conceptos, sin embargo, han ido variando con el tiempo asi en el Ecuador como en el mundo. Pero usualmente, el concepto prevaleciente ha sido que la izquierda favorece el cambio y la derecha se opone para defender los privilegios del sector dominante.
Pero existe otro factor determinante para la clasificación, acaso de mayor valor para el análisis por su cualidad trascendente. Se refiere a la posición que cada uno tenga con respecto al grado deseable de intervencionismo de los gobiernos para resolver los problemas de una sociedad a nivel local, nacional y mundial.
Por cierto, hay infinidad de matices y fluctuaciones históricas en la evolución de los conceptos sobre qué ha sido y es la derecha o la izquierda política. Para los interesados en profundizar el tema, podrían acceder al link que a su vez tiene innumerables otros enlaces para enriquecer la investigación.
Si se acepta como factor constante de diferenciación entre izquierda y derecha el nivel de intervención tolerable de los gobiernos en la vida de los pueblos, probablemente se simplificarán los estudios y conclusiones al respecto.
Para ello, sería pertinente convenir en que originalmente todo ciudadano que se haya decidido a participar en política, directa o indirectamente, es porque cree que su aporte y su influjo servirán a la causa de un mejoramiento social.
En otras palabras, habría que partir de la premisa de que tanto la derecha como la izquierda, conservadores y liberales, desean el bien común. Y que lo que les diferencia, son los métodos para alcanzar ese objetivo compartido.
Para la derecha de hoy, si aplica el concepto simplificador, el bien mayor debe alcanzarse con la menor participación obstructiva posible de los gobiernos en las actividades creativas de la comunidad, tanto en lo económico como en lo político y cultural.
La izquierda tiene una noción opuesta: está convencida de que la liberación de las fuerzas productivas conduce a la formación de monopolios, la concentración de la riqueza en pocas manos y consecuentemente la perpetuación de la pobreza para la mayoría.
Consecuentemente la izquierda promueve un mayor control del Estado en el manejo de la economía, la salud, el comercio, porque supone que de esa manera habrá una mayor justicia y una más justa redistribución del ingreso.
La contienda ideológico sobre este tema ha sido eterna y se remonta a los tiempos de la Grecia y Roma antiguas, a la Europa monárquica y absolutista, a la Revolución Inglesa, la Revolución Francesa y ya en tierras americanas a la Revolución Americana y las que se promovieron para la Independencia al Sur.
Los primeros intentos de instaurar regímenes democráticos que regulasen y evitasen los excesos autocráticos surgieron con los regímenes republicanos tanto en Grecia como en Roma. Mas poco duraron los regímenes republicanos pues los líderes, ebrios de poder, retornaron a la tiranía.
Los peregrinos llegados a tierras americanas del Norte huían del absolutismo europeo. No querían más persecuciones religiosas y excesos de abuso de monarcas y los círculos dominantes que se beneficiaban con su poder. Al sur
de de esa misma América, el fenómeno de migración fue distinto.
Españoles y portugueses vinieron motivados no por encontrar un ámbito de mayor libertad, sino la oportunidad de acumular dinero fácil para regresar a Europa o establecerse en el Nuevo Mundo con estatus social enriquecido.
Los peregrinos de América del Norte acumularon su riqueza por esfuerzo propio y en combate perenne con los guerreros nativos. Los inmigrantes de América del Sur se enriquecieron con el trabajo forzado de los indígenas en minas, obrajes y otras formas de explotación.
Los sistemas políticos no se alteraron con la colonización, ni en Europa ni en América. El gran cambio sobrevino con las guerras de la independencia generadas por los abusos de las monarquías centrales, sobre todo en el caso norteamericano y por al creciente burguesía de la América hispana deseosa de una mayor autonomía de mando.
La independencia de las 13 colonias americanas dio un giro nuevo a la manera de hacer gobierno. Por primera vez se diseñó una Constitución que regule la vida de la noción con un gobierno común, estructurado de tal forma que se fraccione en tres ramas que permanentemente se controlen entre si para desalentar cualquier intento de autoritarismo por parte de alguna de ellas.
El documento fue simple, con un preámbulo, 7 artículos originales y hoy con 27 enmiendas. El texto es el mismo que fue aprobado en Filadelfia el 17 de septiembre de 1787 (salvo los agregados más tarde) y nunca fue roto aunque el evitarlo significó la cruenta Guerra Civil de Lincoln.
Aún cuando la citada Constitución dejó establecido con claridad la división de los poderes, la lucha en los Estados Unidos ha sido constante para interpretarla. De un lado, los demócratas pugnan por un mayor intervencionismo del Estado en la vida nacional, vía impuestos y creación de más instituciones para regularlo todo, con una creciente burocracia.
De otro, los republicanos se inclinan por recortar el gasto fiscal, disminuir o suprimir impuestos, reducir la interferencia estatal en los negocios, en la salud y la educación. La era demócrata alcanzó su plenitud con el presidente F.D. Roosevelt, mereced a la victoria en la segunda guerra mundial y la bonanza económica subsiguiente.
Ronald Reagan cortó esa racha y desde entonces se han alternado presidentes de ambos bandos: demócratas o liberales o progresistas y republicanos o conservadores. Dentro de cada sector, por cierto, hay tendencias extremistas en el espectro, pero lo que en esencia les diferencia es la respuesta al grado de intervencionismo estatal para solucionar los problemas.
El esquema podría ser aplicable a otras regiones, aún cuando la gama de partidos políticos sea muy amplia. En el caso ecuatoriano el actual presidente definitivamente debería ser ubicado a la izquierda (o extrema izquierda) pues se ha proclamado abiertamente enemigo del libre mercado, de la libre expresión del pensamiento y a favor de la absorción por parte de empresas del estado de la producción y provisión de bienes y servicios esenciales.
La izquierda, en su proposición estatista, tiende a confundirse con cualquier otra ideología o régimen autárquico. De ahí que el nazi fascismo y el comunismo del siglo XX, que pelearon entre si, tenían no obstante un mismo DNA aunque al primero se lo tildara de derecha y al segundo de izquierda.
El “socialismo del siglo XXI” que proclaman Castro, Chávez, Morales, Correa u Ortega, según esa óptica bien podría calificarse de izquierda o de derecha que no alteraría su DNA: autoritarismo, desprecio a la libertad de innovación y de expresión, mesianismo, intolerancia.
Para unos y otros, que además tienen el membrete de populistas, los objetivos de sus gobiernos para alcanzar el bienestar no es la oferta de una igualdad de oportunidades, sino la oferta de una igualdad de resultados. Esta propuesta, como lo prueba la historia, es inaplicable por utópica y conduce al desastre.
Para optar por la igualdad de resultados se requiere suprimir las libertades y ello va camino al absolutismo gradual. Y al colapso de las economías, como se observó en la extinta URSS, en la Cuba de las cavernas de hoy e inclusive en el mismo Ecuador donde la “igualación de resultados” vía precios fijados por las autoridades ya han generado escasez.
Quienes no comparten los criterios intervencionistas de la izquierda, no sugieren debilitar ni maniatar al gobierno. Por el contrario, la derecha moderna exige un gobierno fuerte pero con la misión no de interferir sino de cumplir y hacer cumplir las leyes con insobornable estrictez.
Sin cumplimiento estricto de las leyes, el mercado libre no funciona en forma sana y dinámica. La buena fe de la inversión debe estar respaldada por la ley para evitar abusos de inescrupulosos que nunca faltarán y que menoscaban la acción del mercado.
La “larga noche del neoliberalismo” es una metáfora inaplicable al Ecuador. El neoliberalismo, referido a la vigencia del libre mercado, no operó en el país porque las leyes no se aplicaron debidamente. Baste mencionar el caso del fraude bancario que desembocó en la dolarización y la pérdida de 6.000 millones de dólares o más de recursos fiscales.
Solo fragmentariamente se vive en democracia liberal, vocablo este último que debe entenderse en su cabal sentido. Pesa notoriamente en el espíritu nacional la carga heredada de la Colonia en cuanto a la perpetuación del régimen de hacienda, donde todo lo regula el amo/patrón y sus mayordomos.
(¿No actúa como mayordomo Rafael Correa cuando decreta 48 horas de amnistía para que se difundan todos los videos que él prohibió por ley? Esa ley no podía dictarla pero la dictó y esa amnistía no podía ofrecerla, pero la ofreció)
Pero de allí a pensar que el Ecuador no pueda aspirar a vivir en democracia hay mucha distancia, como la hay cuando hay quienes quieren negar esa opción a pueblos como el Irak y otros de la misma región de califatos o del África.
En América Latina Ecuador tiene magníficos ejemplos a seguir: Chile, Brasil y en años recientes México, El Salvador. Claro, para ello es indispensable hallar el o a los líderes apropiados para que conduzcan a estas naciones confundidas y atrasadas hacia una era de bienestar con libertad.
Para ello no se precisa “refundar” o reinventar nada en política. La fórmula está dada y probada por la historia. A mayor obstruccionismo de las libertades de acción, innovación, producción y comercio de los individuos, mayor estagnación. Es una verdad axiomática.

Monday, July 16, 2007

NO ES LA IZQUIERDA

Por Patricio Crespo Coello

(Artículo de Colaboración al BLOG)

Porque entre las señas de identidad de la izquierda están los valores democráticos y la libertad, el respeto a la ley y la tolerancia, una ética laica y lo sagrado del bien público estatal y no estatal. La izquierda es bastante más que una opción radical por la justicia social y económica. Incluso, si remitimos el concepto al origen de la social democracia alemana, con el marxismo incluido, se encontrará que los valores democráticos de la modernidad constituyen parte fundamental de toda izquierda que merezca este nombre.

¿Chávez o Correa son de izquierda? De Bachelet, de Tabaré Vásquez, de Lula y de Morales, no quedan dudas. Incluso sus historias personales de larga militancia de izquierda lo confirma. ¿Pero los otros dos presidentes tienen convicciones políticas e ideológicas de izquierda?

El Congreso Nacional cercado por la policía para impedir el ingreso de 57 diputados ilegalmente destituidos por cuatro vocales del TSE; un presidente que hace campaña política por sus asambleístas usando los bienes públicos; grupos de presión que por fuera de la institucionalidad imponen agendas; un estatuto que condena al Ecuador a una Constituyente no del acuerdo sino de la imposición; un escenario no plural sino de “control” de la Asamblea Nacional.
Ernesto Laclau, apostando por la “ruptura populista”, propone que en ciertos entornos políticos no hay otra opción: según él, la vieja hegemonía debe ser derrotada sobrepasando las reglas del juego democrático. Y esta estrategia claro que puede tener éxito. Pero el problema del pragmatismo y autoritarismo populistas es precisamente el de instrumentalizar las instituciones democráticas para fines no democráticos. Y esto produce, inevitablemente, un deterioro del organismo político y social. Para ponerlo en términos místicos: se produce una enfermedad crónica en el alma ciudadana, la de perder toda fe en la democracia y la de solo creer en la autoridad del “enviado”. Ahora el enviado llega con el ropaje de la izquierda. ¿Pero y si mañana el enviado aparece con el ropaje de la derecha? ¿Tendrá la centro izquierda y la izquierda la suficiente sangre en la cara para ahora sí de Así logra que los extremos se fortalezcan y que en el medio solo quede espacio para la anomia o para la disolución de los grupos en uno de los dos bandos. El fin de las gamas de los grises es también el fin de la izquierda.
fender a sus diputados o al Congreso Nacional? Alberto Acosta, al inicio del gobierno, para referirse a Rafael Correa, usó los términos “ciudadano presidente”. Buen intento señor ex ministro. Porque tal como van las cosas sino se fortalece una línea de comportamiento ciudadano y democrático al interior del gobierno, entonces la patria sí es posible que vuelva pero cargada de odio y de intemperancia.
El presidente Correa no está actuando como un ciudadano de izquierda. Manipula las instituciones para provocar una visión maniquea de la realidad política del Ecuador. Así logra que los extremos se fortalezcan y que en el medio solo quede espacio para la anomia o para la disolución de los grupos en uno de los dos bandos. El fin de las gamas de los grises es también el fin de la izquierda.

Sunday, July 15, 2007

¿CABE SEGUIR DISCUTIENDO CON CORREA?

Las últimas declaraciones del presidente Rafael Correa, reiterativas en su tozudez y desprecio por los principios fundamentales de la democracia, invitan a reflexionar acerca de la utilidad o no de continuar debatiendo con este personaje sobre estos temas.
Jorge Vivanco, veterano periodista del diario Expreso de Guayaquil, propone a los medios de comunicación ignorar a Correa en cada ocasión en que repita sus invectivas contra el periodismo y los medios de comunicación. Pero ocurre que Correa es un jefe de Estado elegido libremente y los medios no pueden silenciarlo.
Lo dicho por Vivanco se escuchó en un homenaje a otro periodista veterano, esta vez de la TV, Alfonso Espinosa de los Monteros. Alfonso invitó a los medios a evitar una confrontación con el Presidente, aunque sin abandonar su misión de informar y opinar con independencia indeclinable.
Se trata de un dilema. Por un lado, imposible no dar espacio a las declaraciones presidenciales porque los ciudadanos tienen derecho a ser informados de los actos públicos y pronunciamientos de los gobernantes. Y de otro, no cabe no replicarlo por sus desviados y sofísticos conceptos acerca del ejercicio de la libertad de expresión.
Correa pretende pasarse de listo o lucir gracioso cuando afirma en Madrid que en el Ecuador si existe respeto a la libertad de expresión y que lo único que ha variado ahora es que también él la está ejerciendo. ¿Cuándo ha sido coartada en el país la libre expresión de los gobernantes y por quién o quiénes?
A lo que se refiere es a la “libre” expresión que se ha irrogada para insultar sin freno ni medida y casi cotidianamente a los dueños de los medios de expresión y a los periodistas que allí trabajan. Cuando alguna información o comentario de crítica a su acción se divulgan, arremete contra la “mafia” propietaria de los medios que quiere “desestabilizarlo”.
Previamente a su viaje a Europa prohibió que los medios propaguen cintas o videos clandestinos sin autorización de los protagonistas. En otras palabras sugiere que los medios, antes de difundir un documento comprometedor para el régimen, se sometan anticipadamente a la censura oficial.
En los Estados Unidos y otros países hay el amparo legal para quienes delaten abusos cometidos dentro de organizaciones públicas y privadas. En inglés la norma se la llama Whistleblower (link)Protection Act (el origen está en el silbato que antaño hacía sonar el policía británico en las calles para advertir la comisión de un delito y alertar así a otros policías y al público).
Correa pretende castigar a las personas y a los medios que divulguen videos u otros documentos de actos ilícitos de su gobierno, no castigar a quien comete tales delitos. Su ministro de Finanzas violó las leyes y la Constitución, así como el decoro y la ética cuando entrevistó a agentes de la deuda externa. El film que él mismo ordenó si difundió en un canal de TV y surgió el escándalo.
Patiño fue llamado a interpelación por el Congreso. Se negó a asistir, desafió al Congreso organizando una comedia en las afueras. A la final fue juzgado en ausencia y censurado. Pero no pasará nada, pues Correa, amparado esta vez si en una absurda enmienda constitucional sobre la opción de interpelación, se ha burlado de la decisión y ha confirmado a Patiño.
Correa no quiere más videos que le afecten ni a él ni a sus ministros. Pero divulgará la filmación que ordenó del encuentro entre su agente encubierto (un oficial de policía) y varios diputados, a los cuales indujo supuestamente a que acepten la oferta de cargos públicos y otros favores, a cambio del respaldo a un proyecto de ley de reformas bancarias enviado por el Ejecutivo.
Esta forma de chantaje o trampa está también condenada por las leyes sajonas. En definitiva, tanto el chantaje como el intento de coartar la libre expresión para el caso de los delatores de acciones ilícitas en instituciones públicas y privadas vulneran la sustancia del sentido de vida y de convivencia en democracia. Sin esa protección, la corrupción en ambos ámbitos sería peor.
Correa no quiere ese estilo de vida en democracia. Quiere una constituyente que limite los “excesos” de esa democracia y que le obstruyen en su marcha hacia lo que él llama “el socialismo bolivariano del siglo XXI”, copia de la revolución de Chávez y de la revolución castro comunista de Cuba. ¿Si era honesto en su campaña electoral y confesaba que haría un gobierno socialista/comunista habría ganado con tan alto margen la presidencia?
Lo que busca Correa y no lo oculta, es llegar y triunfar en la Asamblea para la confirmación de sus anhelos fascistas de máxima absorción de poderes. Y está impaciente pero muy seguro de lograrlo. De ahí que se mofa del Congreso y de los medios periodísticos que aún lo objetan. Y le importa un bledo la economía que da signos de depresión, inflación y desempleo.
Gente bien intencionada como Alfonso Espinosa y otros que se muestran arrepentidos de haber votado por Correa al constatar el sesgo fascista de su personalidad, están esperanzados de que el camino hacia el desastre puede ser evitado si a la Constituyente van los mejores y más sensatos ciudadanos.
Aún si ése fuere el improbable caso, la marcha dictatorial de Correa da signos de ser arrolladora e imparable y nada difícil que anule a los asambleístas reacios por cualquier medio, como ya lo ha hecho en estos primeros seis meses de su gobierno.
Destruyó al Congreso y lo que de él queda carece de fuerza para hacer que se apliquen sus decisiones. Otras instituciones del sistema han caído también bajo su total control, como los tribunales Electoral, Constitucional, Superintendencia de Bancos, Banco Central, al tiempo que derrocha los dineros fiscales mediante subsidios, bonos, decretos de emergencia y otros arbitrios insensatos.
Discutir sobre democracia con Correa es tiempo perdido. ¿Terminarán los medios de comunicación por fatigarse y ceder resignados, como ya al parecer lo han hecho los partidos políticos de oposición y sus enmudecidos dirigentes. En lo periodístico ya hay gremios como la Federación de Periodistas y por allí otro de radio y TV que, que han aplaudido las acciones y anuncios de disminuir el derecho democrático fundamental de la libre expresión del pensamiento.
Fidel Castro asumió el poder dictatorial tras una acción militar en Sierra Maestra. Chávez y Correa, líderes clonados, no han disparado un solo cartucho y están alcanzando iguales resultados. La táctica de manipular las leyes y el lenguaje para destruir el sistema dentro del sistema sin el empleo de las armas, les está dando frutos, pero ¿hasta cuándo?

Friday, July 13, 2007

¿QUÉ MISMO PASA EN USA?

La Cámara de Representantes del Congreso de los Estados Unidos aprobó ayer una resolución por la que supuestamente se conmina al comandante en jefe las fuerzas armadas de esta nación a declarar perdida la guerra contra el terror y ordenar la retirada de las tropas en Irak hasta febrero del 2008.
La resolución será analizada por el Senado, donde probablemente la negarán. Pero aún si las dos cámaras la aprobasen, el presidente GWBush ha anunciado que vetará cualquier interferencia en la conducción de la guerra por parte de los políticos de Washington. La única opción que les resta a sus opositores es cortar los fondos para la guerra, como en Vietnam.
E inclusive ante la hipótesis de esta decisión, la guerra no será cesada por Bush ya que tiene facultades ejecutivas para hacer uso de fondos emergentes que le permitirían financiar las acciones bélicas hasta más allá de su mandato, que expira en enero del 2009.
Su sucesor, aún si fuere demócrata, tampoco podrá sustraerse de la guerra y afrontar la decisión de declarar la capitulación, como en Vietnam. En el fondo y no obstante las encuestas probablemente mal interpretadas de buena o mala fe, la mayoría de norteamericanos respalda al presidente en sus esfuerzos de proteger a la nación contra un enemigo palpable e implacable, el terrorismo musulmán.
Lo que le desalienta a muchos es que la guerra se prolongue y con seguridad se aprobaría una acción más decidida del Presidente para autorizar los máximos recursos militares para derrotar al enemigo. Da la impresión y así lo revelan los expertos, que los soldados se defienden y atacan como maniatados, por temor a las críticas por excesivo uso de la fuerza por parte de la TV y el NYTimes,
La guerra contra el terrorismo no la iniciaron los Estados Unidos y sus aliados, sino los terroristas. Los ataques comenzaron mucho antes de la acción suicida que demolió las Torres Gemelas y parte del Pentágono, con más de mil muertos civiles.
La guerra antes y después del 9/11 no ha cesado. Los efectos se han registrado no solo en los Estados Unidos sino en Europa y Asia. No se han repetido dentro del territorio de este país por las medidas de seguridad, pero cualquier instante podría sobrevenir un grande y nuevo asalto, acaso con artefactos nucleares.
El terrorismo en Afganistán e Irak ni creció ni se multiplicó con la invasión de las fuerzas occidentales coaligadas. Simplemente fue revelado en toda su magnitud e intensidad. La alternativa frente al extremismo musulmán no es retirar las tropas, aceptar la derrota y, como algunos sugieren, escoger la alternativa de la negociación diplomática.
A los terroristas hay que liquidarlos, luego podría emerger la diplomacia para el establecimiento de reglas de juego para la paz. No antes. En otro estilo de hacer la guerra, la del nazismo, el inglés Chamberlain fue burlado por Hitler cuando fue a Munich a firmar un acuerdo de paz en 1938. En épocas más recientes, el palestino Arafat se burló de la diplomacia y dejó en herencia un Medio Oriente sumido en mayor terror, que se irradió con Hussein en Irak, los Talibán de Afganistán y sucesivamente en Líbano, Siria e Irán.
El presidente WBush fue claro en advertir que la guerra contra el terror sería penosa y prolongada. Lo dijo a pocos días del 9/11, el 20 de septiembre del 2001:
“Nuestra guerra contra el terror comienza con Al Qaeda, pero no termina allí…Esta guerra no será como las otras. Los norteamericanos no deberán esperar una batalla, sino una campaña muy larga, como ninguna otra que jamás hayamos enfrentado…Cada nación, en cualquier región, tiene que adoptar ahora una decisión. O están con nosotros, o están con los terroristas. De hoy en adelante cualquier país que albergue o financie al terrorismo será mirada por los Estados Unidos como un régimen hostil…La única forma de derrotar al terrorismo que amenaza contra nuestro estilo de vida será frenarlo, eliminarlo y destruirlo en donde quiera que esté…Les pido…paciencia en lo que será una larga contienda”.
Los críticos de la guerra contra el terror sostienen que hay inútil sacrificio de vidas humanas en Irak y Afganistán, luego de casi 5 años de guerra. Aducen que el inmediato retiro de las tropas facilitaría el cese de hostilidades en esos países y una hipotética concertación de la paz entre facciones rivales. Lo cual está reñido con la realidad.
Por cierto que la solución en esas regiones no es exclusivamente militar, sino política. Pero ésta no puede aplicarse sin seguridad. Y la seguridad en Irak, Afganistán y otros países de dentro y fuera de la región no se obtendrá mientras no sea doblegado previamente el enemigo: el terrorismo musulmán atizado por Al Qaeda y la ayuda de los regímenes de Irán, Siria y la ambigua Arabia Saudita.
No es verdad que en Irak haya una guerra civil, como la hubo en la España de 1936. No existen bandos opuestos en pro o en contra del gobierno de Maliki, elegido por votación popular. Lo que allí hay es el terrorismo que busca la zozobra del régimen democrático para sustituirlo por una teocracia medieval.
La estrategia es causar desconcierto y caos mediante el terror, con el estallido de bombas de suicidas que matan no a soldados yanquis exclusivamente, sino a árabes inocentes, ancianos, mujeres y niños.
Los plañideros no están preocupados en terminar la guerra para evitar muertos. Su objetivo es debilitar al presidente GWBush e presionarlo para que renuncie antes de ser interpelado, como Nixon. Si su pesar por las muertes fuera sincero, condenarían a los verdaderos causantes de los asesinatos colectivos: los árabes extremistas, no GWBush ni los Estados Unidos.
Cuando las tropas norteamericanas fueron obligadas por el Congreso de USA a capitular y huir de Vietnam, la masacre en ese país, Laos y Camboya adquirió niveles indecibles con casi 3 millones de víctimas. Los John Kerry, Jane Fonda y roqueros de moda que organizaban actos y cánticos por la paz, nada dijeron.
Si las tropas de la Coalición claudican en Irak y se retiran, sucederá algo igual y los “pacifistas” de ahora, como antes, nada dirán por el reguero de sangre y de cadáveres que sobrevenga.
Con el agravante de que Mahmud Ahmadinejad de Irán continuará con libertad inclusive mayor a la que ahora tiene para desarrollar armas nucleares con las que iniciará la limpieza del poder infiel, primero borrando del mapa a Israel, como lo tiene prometido y luego extendiendo sus tentáculos hacia Europa y los Estados Unidos. Lo ha hecho ya con armas convencionales, fácil imaginar los resultados con las nucleares.
En cuanto a la posibilidad de un hipotético armisticio, como el que se lograra en Corea también por presión de los políticos, los resultados están a la vista más de media centuria más tarde. En el norte sobrevive un atroz régimen comunista con potencial poder bélico nuclear, que atemoriza a la humanidad.
Las guerras, de otro lado, no se las hace ni gana sin muertos ni heridos. Pero son inevitables cuando hay que responder a la agresión. Ahora se lamentan los pacifistas por las 3.600 víctimas en el Irak. Una sola muerte, un solo herido en el campo de batalla, es conmovedor, sin duda. Pero es el precio que hay que pagar para derrotar al enemigo.
En Vietnam hubo 60.000 muertos, en la II Guerra Mundial cerca de medio millón y en la Guerra Civil americana 618.000. Alguien ha hecho un análisis: en Irak, en 42 meses, han muerto en combate 3.600 soldados de 230.000 que ha habido allí de promedio, lo que equivale a 60 decesos por 100.000.
En la capital, Washington DC, en el mismo lapso, hubo un promedio de muertes por armas de fuego del 80.6 por cada 100.000 habitantes, lo que es indicativo de que en esa ciudad hay un 25% más de probabilidades de morir de un disparo que en el Irak. Conclusión: hay que irse…pero de Washington!
Nixon, heredero de la guerra de Vietnam de sus predecesores demócratas, estaba en vías de llegar a una suerte de armisticio con los Vietcong para evitar la vergonzosa derrota que orquestaban por los políticos de Washington. Pero todo se derrumbó con el escándalo de Watergate y a la postre, tras su renuncia, se plasmó la capitulación con Ford.
A GWBush se lo acosa por todos los flancos para originar otro Watergate (si este delito de espionaje político lo hubiera cometido un Clinton, el NYTimes lo hubiera mencionado en 4 líneas en sus páginas interiores). No lo han logrado aún y Bush permanece imperturbable e inflexible en sus principios.
Se lo quiere interpelar por el delito de mantener una guerra contra el enemigo de los Estados Unidos, el terrorismo internacional. Y por otros asuntos, como el de nombrar y cancelar con libertad a los abogados de la Procuraduría del Estado tal como lo dispone la Constitución. O de ordenar el contraespionaje para prevenir las acciones de los terroristas por supuestamente violar leyes de privacidad.
Los intentos de la oposición han fracasado hasta ahora. Lo que ocurrirá en el futuro dependerá mucho de la conducción de la guerra, pero existen indicios que los medios ignoran sobre los notables progresos en lo táctico y político en Irak, Afganistán e incluso en Pakistán y Medio Oriente.
Si la guerra la ganan los norteamericanos y sus aliados, los demócratas y los grandes medios de que con ellos aquí se identifican, sufrirán un gran revés en las próximas elecciones del 2008.
El castigo de los votantes podría involucrar también a los republicanos que a última hora quitaron su respaldo a GWBush no solo en la guerra sino en leyes tan transcendentes como las de migración y seguridad social. La incógnita se irá dilucidando más pronto que tarde.

Sunday, July 8, 2007

CORREA ESPECIALIZADO EN TRAMPAS

El presidente Rafael Correa se esfuerza por aparecer como el incorruptible por excelencia. Sostiene que su gobierno es y será diferente sobre todo porque no se dejará reducir por los políticos y los empresarios corruptos.
Para probar que marcha en esa dirección está sin embargo cometiendo serios errores violatorios de la Constitución, la ética y las leyes. Quien así actúa desde tan alta magistratura mal puede vanagloriarse de ser campeón de la moralidad y las leyes.
En la última descarga verbal por la radio, lanzada desde Cañar, el mandatario se ufana de una proeza ingeniada por él para sorprender con trampas a un grupo de 18 congresistas y supuestamente hacerlos caer en falta confesa de intento de corrupción. Pero no solo los diputados han caído en la trampa, sino él mismo.
Al menos en los Estados Unidos y con variantes en el Reino Unido y el Canadá existe una figura jurídica denominada “Entrapment” según la cual está prohibido que funcionarios del gobierno (policías, agentes, detectives) tiendan una celada para que los ciudadanos cometan delitos involuntariamente.
La línea es sutil para diferenciar los actos lícitos de los ilícitos en la búsqueda de los infractores de la ley. La Corte Suprema de los Estados Unidos ha examinado desde el siglo XIX varios casos específicos sobre el tema, ligando la acción de trampa para inducir al crimen como algo contrario a la moral, la ética y la ley.
Hay que diferenciar la misión de los agentes encubiertos que con autorización merodean por sitios donde hay drogadictos, narcotraficantes, contrabandistas, prostitutas y otros delincuentes siempre listos a cometer un acto prohibido por la ley. El agente en tales circunstancias solicita un servicio a sabiendas de que es ilícito pero no induce ni fuerza a la comisión del delito.
Se cita el caso de un ex drogadicto que estaba en periodo de recuperación por más de 5 años. Hubo agentes que lo presionaron para negociar droga y cuando finalmente éste flaqueó, lo denunciaron. Se investigó, se probó que el acusado no tenía rastros de consumo ni consigo ni en su hogar y fue absuelto.
Los casos por supuesto se refieren a criminales por delitos como los indicados, no a supuestos delitos políticos como el que denuncia por Correa. Pero la figura es análoga y habría que preguntar a los juristas ecuatorianos si en las leyes del país se contempla alguna figura similar a la de la ley anglosajona.
El propio Correa, en su exposición de ayer, relata que recibió de los diputados una solicitud de audiencia para tratar sobre el proyecto de ley de reformas al sistema bancario. Declinó recibirlos y prefirió enviar al Congreso a un capitán de policía, encubierto con el título de asesor presidencial, para que dialogue con ellos.
Es obvio suponer que los 18 diputados al pedir la cita al Presidente no le plantearon apoyarlo a cambio de puestos burocráticos. Quizás esa era la intención, pero el mandatario prejuzgó, esto es, que la cita solicitada involucraba el objetivo del chantaje. Y si los diputados plantearon condiciones por anticipado lo que debió hacer Correa no era enviar a un agente encubierto, sino denunciar ipso facto a los diputados.
El capitán de policía, casi con certeza aleccionado por Correa o Patiño o ambos, debió haber ideado la trampa para inducir a los diputados a que admitieran que el apoyo para aprobar la ley podría negociarse a cambio de cargos públicos.
Nada extraño que los congresistas se hayan sentido tentados y que, en efecto, hayan transado por esa fórmula. La corrupción en ese y en todos los sentidos sigue inmutable en el sistema político ecuatoriano pero acciones como la del presidente Correa no la reducen ni alteran, sino lo contrario.
El ministro Patiño, primero y el presidente Correa, ahora, lucen no como líderes anti corrupción, sino como cómplices. La honestidad hay que demostrarla en todo instante, no por dosis ni goteo, ni por el temor a ser sorprendidos. Patiño debió haber invitado a su despacho a los intermediarios de la deuda para discutir con transparencia, sin subterfugios ni circunloquios, todos los detalles inherentes al problema de la deuda. Y ante la menor insinuación de soborno su obligación habría sido echarlos del despacho y denunciarlos.
Igual debió ocurrir con Correa. En un marco democrático no hay porqué alentar suspicacias si los legisladores desean dialogar con el Ejecutivo y viceversa. GW Bush se ha reunido en incontables ocasiones con senadores y diputados para discutir proyectos de leyes y reformas sobre las cuales no hay consenso, en búsqueda de una transacción.
En democracias distintas, como la parlamentaria británica, los encuentros del primer ministro con la Cámara de los Comunes son frecuentes y los diálogos y controversias vibrantes, tensos y se transmiten en directo por radio y TV a toda la nación, como ocurre con las sesiones del Congreso Federal en USA.
Lo que realmente ocurre es que al presidente Rafael Correa no le gusta ni le conviene un Congreso que interfiera en su afán de asumir poderes omnímodos. Lo demostró al no presentar candidato alguno al Congreso en su campaña presidencial. Y lo ha seguido demostrado permanentemente como cuando gestó la eliminación de 57 diputados libremente elegidos al mismo tiempo que a él para presidente.
Y acaba de demostrarlo con el chantaje o trampa a18 diputados y la orden que impartida a sus subordinados o súbditos para hagan caso omiso de lo que el Congreso diga o resuelva, lo cual equivale a clausurarlo aún antes de que la asamblea lo haga siguiendo sus directivas cuando se instale a fines de año.
¿Son éstas algunas muestras que Correa regala por adelantado a “su” pueblo de lo que va a ser su socialismo bolivariano del siglo XXI, que piensa instaurar tan pronto la constituyente le otorgue todos los poderes con los cuales quiere derramar la felicidad a manos llenas a los ecuatorianos?
La felicidad, mientras tanto, es cada vez más esquiva a los ecuatorianos, según las informaciones estadísticas. El comercio exterior, que tuvo un superávit de 826 millones de dólares en el lapso de 4 meses del 2006, acusa en igual periodo de este año un déficit de 32 millones de dólares. La principal causa es la caída de la producción petrolera, no obstante los altos precios del crudo en el mercado internacional.
Curiosamente, el único saldo positivo es el del comercio con los Estados Unidos país contra el cual el gobierno se ha sumado a Chávez y Castro para denostarlo en todos los frentes y niveles. Si el ingreso de dólares por exportaciones cae por el motivo que fuere, todo peligra, sobre todo por el sistema de dolarización que tanto desprecian Correa, Patiño y sus demás incondicionales.
La provisión de gas de uso doméstico, que en el Ecuador aún se hace por el sistema incómodo y peligroso de distribuirlo en tanques o pipetas, no satisface la demanda. Ello obedece no a ninguna conspiración de los ricos como dice el presidente, sino al aumento en la demanda por crecimiento normal de consumo y por el anormal contrabando. Este último se explica por el subsidio estatal que estimula la venta clandestina a mercados de allende las fronteras y para el prohibido consumo de automóviles, con lo cual el gasto por gasolinas disminuye. El precio real del gas es de 10.4 centavos de dólar por kilo, pero el referencial se mantiene en 8.7 centavos y el de los “pobres” en 4 centavos.
Sumados todos los subsidios al gas, diesel, gasolinas y otros combustibles, así como los bonos de vivienda, bonos para los pobres y más demostraciones de la “magnanimidad” de Correa con los explotados por los ricos y el imperio yanqui, la suma alcanza a 2.315 millones de dólares.
¿Quién o quiénes pagarán tan alta cifra en un país tan pobre y sobre todo tan pobremente administrado? Con seguridad que no serán los Chávez, ni Fidel, ni Ahmadinejad, ni BanSur: será el pueblo.

Sunday, July 1, 2007

ANALOGÍAS ENTRE FDR Y RC

Es un momento especialmente difícil para las empresas periodísticas y para los periodistas en general, éste que ha creado el presidente Rafal Correa con sus continuos e insultantes ataques contra los medios de comunicación que opinan e informan de una manera que no le satisface.
En su locución radial de ayer, de todos los sábados, que duró 2 horas 23 minutos y que cada vez más se parecen a los diluvios verbales de Fidel Castro y Hugo Chávez, Correa dijo que se referirá a los periodistas exclusivamente con el calificativo de “bestias salvajes”, expresión empleada por el ex primer ministro británico Tony Blair.
Blair estuvo desafortunado en sus críticas generalizadoras contra los medios de comunicación del Reino Unido, que han sido feroces contra él especialmente por su resuelto apoyo a la lucha contra el terrorismo internacional encabezada por los Estados Unidos. Pero jamás insinuó ningún tipo de censura.
La libertad de expresión en el RU tiene una tradición de siglos y su actitud frente a los gobernantes ha sido frontal e implacable, tanto en los medios tradicionales como los de folletín y, en épocas modernas, los audiovisuales. Esa herencia se ha trasladado a los Estados Unidos y rige en Francia y muchos otros países de tradición democrática. Con criterios como los de Correa, la libertad en esos lugares ya no existiría.
¿Qué respuesta dar a las absurdas y constantes diatribas de RC contra los medios de comunicación? Al parecer, la unión de empresarios AEDP ha resuelto no responder de manera directa al mandatario y las réplicas se dan en algunos casos de modo individual y a través de columnistas.
Un hipotético acuerdo de silenciamiento a Correa cuando insulte a la prensa acaso pudiera tener el efecto contraproducente de justificar al Presidente. De otro lado, él es la primera autoridad del país y no cabe silenciarlo. Pero seguir haciendo caso omiso de sus injurias, o referirse a ellas de modo tangencial, podría ser interpretado por Correa como signo de debilidad y acrecentar sus amenazas contra los medios, por otros medios inclusive físicos.
La decisión está, pues, en manos de los dirigentes de las empresas asediadas por la verbosidad insolente y persistente, nunca antes registrada en la historia del país, contando inclusive con las dictaduras militares o civiles.
Adicionalmente, el Presidente reiteró en su intervención radial los lineamientos de su doctrina para implantar en el Ecuador el socialismo del siglo XXI, en consonancia con las directrices de Cuba y Venezuela. Su objetivo es, en suma, confiscar la riqueza de los “2.000 dueños del país” y repartirla entre los 12 millones de ecuatorianos sumidos en la pobreza. Los propietarios del país ya no serán esos 2.000, serán los 12 millones de ecuatorianos, enfatizó.
La mecánica para lograrlo, según él, es simple: congelar los precios del gas, gasolinas, electricidad y ciertos servicios públicos y alimentos para los pobres, bajar los impuestos universales a las ventas y los intereses bancarios y en, compensación, aumentar impuestos a los ricos a la renta, las herencias, los artículos de consumo de lujo, el flujo de capitales.
Su resentimiento social le ha convencido que el libre mercado es el causante de la pobreza en el Ecuador y que la fórmula para revertirlo es aumentar el control del Estado sobre el mercado y las inversiones. Inclusive menciona que una utópica mega refinería en Manabí debería ser financiada y construida por el Estado, no obstante la evidencia del fracaso del manejo estatal en la industria petrolera en todos los niveles.
En repetidas ocasiones se ha demostrado que gravar con más impuestos a la sociedad, asfixia a la economía. La retórica de quitar riqueza a los ricos a través de mayores gravámenes deprime la inversión productiva y en todo caso los fondos por impuestos van a un Estado ineficiente, convertido en hueco negro de absorción de dineros fiscales para burocracia y proyectos inejecutables, por sus orígenes espurios.
Se han citado casos concretos de países en los cuales la transición hacia la democracia política y económica desde las tinieblas de las dictaduras y el control fascista de sociedades, han traído libertad y con ello bonanza en lo económico y cultural.
Pero ahora comienza a analizarse la verdad en torno a las experiencias ocurridas en los propios Estados Unidos con respecto al debate sobre el tema estatización versus empresa privada. Se relaciona con el papel de Franklin D Roosevelt y el efecto real de su New Deal en la economía norteamericana sumergida en la Depresión cuando asumió el poder en el decenio de 1930.
FDR es un mito en USA (algo similar a lo que está ocurriendo con el presidente Ronald Reagan por parte de la derecha radical de este país). Se lo admira sin mayor profundización como líder que sacó al país de la Depresión y luego lo condujo a la victoria en la II Guerra Mundial.
Su New Deal, redactado por jóvenes profesores que visitaron y admiraron a Stalin, se inclinaba por el pensamiento keynesiano de favorecer al Estado sobre la empresa privada como motor del desarrollo. Pero el New Deal no mejoró el empleo ni la economía y más bien fue un factor que ahondó (deprimió más) la Depresión. A su predecesor Herbert Hoover se lo señala también como causante de las Depresión por su supuesta política liberal del “laissez faire”.
Fue lo contrario. Demonizó al mercado libre, a la bolsa de valores, obligó a los empresarios a mantener altos salarios pese a la disminución de ganancias y, en definitiva, aplicó reglas que destrozaron al mercado y generaron la Gran Depresión que se regó por mundo entero.
La crisis solo se mitigó con el advenimiento de la II Guerra Mundial que transformó la industria de paz en industria de guerra y aumentó así el empleo y la riqueza, hasta la victoria.
El diario The Wall Street Journal publica hoy un artículo de valor histórico sobre el tema. Por favor, para leerlo, haga clic en: FDR y escoja la nota de Anity Shlaes.