Friday, February 20, 2009

LA SOLA OPCIÓN FRENTE A CORREA

Los 7 candidatos presidenciales de oposición no tienen ni la más remota posibilidad de impedir que el actual presidente Rafael Correa sea reelecto y por abrumadora mayoría en los comicios de abril próximo.
Inclusive en la hipótesis de que hubiera surgido un candidato con talento y carisma suficientes como para persuadir a las demás grupos de oposición a ceder e ir unificados a las elecciones, esa opción no hubiera sido factible.
La razón es simple. Con la asesoría del presidente venezolano Hugo Chávez (y tras de él los hermanos Castro de Cuba) Correa, que ha absorbido todos los poderes incluido el Electoral, no habría permitido que en las urnas lo derroten. Habría manipulado el conteo de los votos.
Pero las cosas le resultarán fáciles a Correa si la oposición se fragmenta con 7 candidatos, cada uno de ellos con mensajes confusos y poco o nada convincentes. La retórica del líder populista, unida al control del aparato electoral, será indetenible en los comicios.
¿Qué le resta hacer a la oposición condenada a ser aplastada una vez más por Correa? Acaso lo único viable es organizar la resistencia civil contra el caudillo, que podría comenzar con la abstención de los siete candidatos de oposición a presentarse en los comicios.
Si existiese un sistema democrático confiable, la primera opción habría sido desde luego convocar a un Congreso independiente (que no existe) para que enjuicie y descalifique al mandatario por traición a la Patria. Él mismo declaró que si alguien conocía de la existencia del campamento de terroristas de Angostura en suelo ecuatoriano y no lo denunciaba, era reo de lesa patria.
Se refería a José Chauvín, ex subsecretario de Gobierno que confesó haberse entrevistado 7 veces con Raúl Reyes, el segundo de las FARC y comandante del campamento de Angostura abatido por las fuerzas armadas colombianas el pasado 1 de marzo. El ministro de gobierno Gustavo Larrea, su jefe inmediato, ha admitido desde mucho antes que él también se entrevistó con Reyes.
Las confesiones de Chauvin, corroboradas por las informaciones grabadas en las computadoras de Reyes, ratifican lo que era obvio desde el inicio de la difusión de las noticias del campamento abatido. Que el gobierno de Correa conocía de Angostura, lo protegía y buscaba hacerle el juego a Chávez como mediador para la liberación de Ingrid Betancourt.
Los objetivos de Chávez y Correa no eran humanitarios, como alegan, sino exclusivamente propagandísticos en favor de las FARC. La táctia era igual a la que acaba de observarse con la liberación unilateral de otros cautivos: todos son apologistas de la narcoguerrilla y enemigos de Uribe y de los Estados Unidos.
Correa no puede ocultar su afinidad con el terrorismo. Aún antes del ataque de Angostura, durante su primera campaña presidencial, se negó a calificar de terroristas a los miembros de las FARC y prefirió llamarlos "luchadores por la libertad". Y ahora afirma que no es un oprobio que haya gente que admire a las FARC (como él). Otra comprobación de sus inclinaciones son sus apologías a la dictadura de Cuba, los estrechos lazos con Irán que busca fortalecerlos, los elogios a los terroristas de Hamas y su aversión por Israel.
En su táctica por actuar del lado de las FARC y al unísono con Chávez, no impidió la salida de los terroristas sobrevivientes de Angostura que hubieran podido ofrecer información clave (si hubiese habido un juicio normal de investigación) sobre las actividades terroristas en el Ecuador. Con su aliada la ALDHU (asociación de los derechos humanos de extrema izquierda, con sede en Quito), les facilitó los salvoconductos para que viajen a Nicaragua en vuelos subrepticios.
El golpe de Uribe ha sido fatal para Correa. No logra recuperarse y cada vez se ahoga más en sus propias mentiras. No puede defenderse sino recurriendo a arbitrariedades. Expulsó a la ALDHU para que sus dirigentes no lo delaten. El ex subsecretario Chauvin actuaba con el dirigente Parra de ese organismo, en el cual ahora se sabe actuaba tan campante como delegado un militante de las FARC (hay fotos en los diarios).
Cuando Chauvin fue detenido, no por traición a la Patria sino por estar vinculado con el narcotráfico de las FARC, Correa se irrita y pierde el control (igual de desconcertado y confuso estuvo, cuando al enterarse una mañana del sábado 1 de marzo del ataque de Angostura: titubeó, vaciló, antes de lanzarse en ataques contra Uribe, que no cesan hasta hoy). En un comienzo blasfema contra él, luego lo adula. A los policías y agentes que lo capturaron los remueve, al tiempo que expulsa a Parra.
Promueve un escándalo contra los Estados Unidos con la expulsión de dos funcionarios de la embajada en Quito, en violación de toda norma de la diplomacia de los convenios de Viena. La acusación es ridícula: que los dichos funcionarios son responsables del "robo" de información secreta del Ecuador, contenida en unas computadoras devueltas a la embajada.
Esas computadoras eran parte de un acuerdo de cooperación entre USA y el gobierno ecuatoriano, para modernizar y perfeccionar los programas de control del tráfico de narcóticos. Como en todas partes donde se aplican estos convenios, el personal debía ser escogido, removido o reemplazado con la anuencia de las partes contratantes.
Ecuador removió unilateralmente al personal ecuatoriano y no aceptó que los reemplazos fueran escrutados y aceptados por la embajada. Esta, en todo su derecho, declaró terminado el contrato y pidió la devolución de las computadoras y otros enseres. Las computadoras tenían información que era compartida por las partes.
Ante la ira de Correa, la embajada devolvió en regalo las computadoras. No fue suficiente, a la expulsión de un primer funcionario (que ya había concluído su misión en enero), Correa agregó la expulsión de otro de mayor rango. La disputa se agravó. Pero ¿acaso hay gobiernos imbéciles que suscriban convenio para mejor colectar información sensitiva con un gobierno enemigo?
Porque Correa acusa a funcionarios de la policía ecuatoriana de traición a la Patria por entregar las computadoras con información "secreta" del Ecuador. ¿Acaso no era información colectada y analizada conjuntamente por las partes contratantes? El problema es que Correa considera a los Estados Unidos como una potencia no amiga sino enemiga (de su doctrina populista socialista, habría que aclarar).
Rafael Correa debería ser enjuiciado por traición a la Patria. Las pruebas son su alianza con las FARC y su protección al narcoterrorismo al tolerar y proteger el asentamiento guerrillero de Angostura. Y debería también ser procesado por tratar quebrar o minimizar la alianza que tradicionalmenrte ha existido entre el Ecuador y los Estados Unidos, portaestandarte de la democracia occidental judeocristiana.
En sustitución Correa ahonda sus relaciones con los estados terroristas de Irán y Cuba y juntamente con Venezuela, Nicaragua y Bolivia aplaude todo gesto o acción que impliquen supuestos deterioros o debilitamientos de los sistemas que se sustentan en las libertades individuales y la economía de mercado.
¿Es éso realmente lo que querían y esperaban de él en el Ecuador los que lo eligieron y los que lo van a reelegir en abril? Según últimas encuestas y pese a las denuncias recientes que confirman su apoyo a las FARC, la popularidad de Correa no declina y se mantiene entre el 65% y el 70%. ¿Quién osaría, en tales circunstancias, suponer que la oposición no será arrasada en abril?
Pero su alta popularidad no justifica a Correa. Está equivocado en todas las áreas de manejo gubernamental. Es lamentable tan alto respaldo popular, pero hay antecedentes históricos. Hitler, por ejemplo, ganó las elecciones populares en 1933 con gran respaldo judío. Fidel Castro, cuando ordenaba elecciones o referendos, se imponía con casi el 100%...(o más, si hubiese hecho falta).
Correa deshizo al Congreso y convocó a una Constituyente. En lugar de oponerse a ello, la oposición aceptó la imposición. Y siguió aceptando las órdenes de Correa para hacer, deshacer o rehacer leyes, nombrar y destituir funcionarios y crear una Constitución infame. La oposición fue cómplice con el semi arrepentido Alberto Acosta de tales monstruosidades.
¿Repetirá la oposición igual equivocación de complicidad? Si les queda pudor, los 7 candidatos deberían reunirse y expedir un comunicado para anunciar el retiro conjunto de sus candidaturas, en protesta por la farsa caudillesca del mandatario y su delito impune de traición a la Patria.
El efecto sería saludable y esperanzador tanto dentro como fuera del país. Correa saldría victorioso pero quedaría disminuído por la falta de contendores que le ayuden a endosar esta tragicomedia.

(Seguidamente, un link con información de última hora que confirma que el régimen de Correa miente sobre sus relaciones con las FARC)

Sunday, February 15, 2009

EL CAPITALISMO Y EL MERCADO ¿HAN MUERTO?

La crisis de la economía en los Estados Unidos, que ha repercutido en el mundo, ha inducido a muchos a sugerir que el sistema capitalista de libre mercado ha muerto o está en vías de extinción.
Quienes así se expresan son los panegiristas de los regímenes autocráticos de corte fascista, en los cuales las libertades individuales, económicas y políticas, se supeditan a severos controles y regulaciones del Estado.
Sostener que la crisis actual anuncia la terminación del mercado y el capitalismo es un disparate intelectual. Lo que hay es una crisis, pero no por una falla del sistema de libre empresa y mercado, sino por fallas en su aplicación.
Con los regímenes autoritarios comunistas, nazifascistas o de cualquier índole, de hoy o del pasado, la formación de capital y el funcionamiento del mercado no desaparecen. Capital y mercado, inherentes a la condición humana, se deprimen casi siempre porque los gobiernos se inmiscuyen para controlar y distorsionar la operatividad de las fuerzas de mercado, de lo que ya hablaba Adam Smith.
La búsqueda de las libertades económicas está estrechamente vinculada con la lucha por la libertad política. A mayor opresión y control, menor libertad para crear, inventar, ahorrar e invertir y menor libertad para pensar, expresarse y disentir.
Podría decirse que la historia de la humanidad ha sido una permanente exploración para hallar un sistema de convivencia social que maximice la libertad para asociarse, trabajar, ahorrar, creer y opinar. Obviamente la vía hacia ese ideal la obstruyen los tiranos de todos los tiempos desde Grecia y Roma hasta la época actual.
Los europeos, para citar un ejemplo cercano, emigraron a Norteamérica para evadir laintolerancia religiosa y la  extorsión de las clases dominantes que formaban parte del control del poder con el monarca. Llegaron a Nueva Inglaterra para profesar sus creencias religiosas sin temor y para idear una forma de convivencia que delegara poder a dirigentes alternativos y que no pudiesen sentirse tentados a imitar los excesos tiránicos de la Vieja Europa. Tras muchas vicisitudes, quebrantos, dudas y guerras, esa aspiración se plasmó en una Declaración de Independencia con definición de principios que se concretaron años más tarde en una Constitución, incólume desde 1776.
El caso de España fue distinto, pues el objetivo de los colonizadores no fue crear un nuevo sistema, sino transferir el feudal de Europa a la América para que los privilegios que la mayoría de ellos no gozaba les fueran transferidos en ultramar. La estructura se basó en la explotación del trabajo de los colonizados y en la extracción de metales preciosos para financiar un imperio con pies de barro.
En la propia Europa el estatus quo comenzó a tambalear y el ansia de los oprimidos por sacudirse de la opresión feudal generó revoluciones, como la Francesa, la cual se frustró por el absolutismo y el terror y sucedáneamente con el emperador Napoleón Bonaparte, absorbedor de todos los poderes y conquistador de naciones por todos los confines.
Gran Bretaña, la potencia que detuvo y doblegó a Napoleón, es un ejemplo distinto de evolución hacia la democracia, hacia la reducción de los poderes monárquicos totales. La monarquía susbsiste, pero a lo largo de la historia, desde la Carta Magna, ha ido paulatinamente cediendo poder de decisión a los civiles vía el Parlamento bicameral y ha logrado establecer uno de los sistemas jurídicos más respetables, sin Constitución.
Pero el industrialismo que desarrolló, en contraste con España, estimuló la ampliación de sus mercados no solo mediante la transacción, sino la conquista de territorios tan amplios como el de la India. El vasto imperio de la Reina Victoria se extendió hasta mediados del siglo pasado y la herencia dejada es aún controversial.
De todas maneras, el avance de la democracia en el planeta ha sido espectacular en casi dos centenares de países ahora independientes (había un medio centenar a la firma de la Carta de las Naciones Unidas en 1945). Por cierto, muchas democracias son débiles, pero lo que nadie discute es que la prosperidad y bienestar es tanto mayor en dichas naciones cuanto mayor sea el marco de libertades para trabajar, comerciar e invertir.
Los que abogan por la democracia política y económica eran calificados hasta hace muy poco y con razón, de liberales. Ahora el adjetivo utilizado es conservador. Y a los que propugnan el retorno al centralismo autoritario se los llama, contradictoriamente, liberales. Pero los conservadores de hoy lo que propician es el cambio hacia adelante, hacia una mayor y mejor democracia, en tanto que los liberales de hoy (o progresistas, o socialistas), quieren un retroceso, un vuelco hacia el pasado.
Dentro de esa tendencia a trastrocar los vocablos, ahora los “liberals” o liberales y los socialistas hablan de emprender una “revolución”. Hugo Chávez, de Venezuela, ha acuñado inclusive el añadido de “socialismo del siglo XXI” al de revolución y discípulos como Rafael Correa de Ecuador, Humberto Ortega de Nicaragua y Evo Morales de Bolivia le han copiado sin rubor.
Generalmente se entendía que revolución era un movimiento para suprimir tiranías y opresión. No para instaurarlas, como ha ocurrido en Cuba (mentora de la doctrina) y está sucediendo en los países mencionados. Las revoluciones allí emprendidas no se han implantado para corregir defectos o falencias de la democracia, sin para suprimirla. Esa no es una revolución: es una involución.
El fenómeno se está registrando no solo a nivel de esos países latinoamericanos, sino incluso en los mismos Estados Unidos, paradigma de la democracia liberal. El nuevo presidente Barack Hussein Obama acaba de presionar a los demócratas de mayoría en el Congreso para que aprueben un monstruoso proyecto de gasto fiscal de 800.000 millones de dólares para “estimular” la economía deprimida y crear empleos.
La economía en este país decayó por el mal manejo de las fuerzas del mercado en el área de bienes raíces y préstamos hipotecarios. Por presión de varios presidentes demócratas (Jimmy Carter y Bill Clinton), los bancos comenzaron a otorgar créditos sin las obvias precauciones de verificación del prestatario. Para tranquilizar a los bancos, se crearon fondos de respaldo...con dinero fiscal. Y sobrevino el colapso.
Las medidas de rescate o estímulo, iniciadas en las postrimerías del gobierno de George W. Bush, no han dado resultados. Y no los habrá con la ley que se aprobó con el rechazo casi unánime de los republicanos. (A los republicanos se los llama aquí conservadores, en tanto que liberales a los demócratas) Lo que buscan Obama y sus coidearios es retornar al pasado, a la era de Franklin D. Roosevelt, cuyas medidas para salir de la Depresión del decenio de 1930 solo lograron ahondarla.
Mientras crece el desempleo y las corporaciones y banca reducen sus operaciones por falta de real estímulo y confianza, Obama pondrá en marcha esta semana un plan para incrementar el gasto fiscal a cifras irreales, lo que elevará el défiit a 65.500 millones de millones de dólares, o sea a más del doble del PIB del mundo entero!
Es probable que en un comienzo haya algún incremento del empleo, sobre todo en las áreas de contratación directa del gobierno. Pero esos y los demás salarios tendrán que pagarse y pagarse en dólares, no en trueque. ¿De dónde saldrá el dinero? En el caso de los Chávez y Correas, esa clase de dineros salía del petróleo. En USA tendrá que provenir de los bolsillos de los contribuyentes.
Y también de créditos del exterior, principalmente de China. Pero habrá un límite. ¿Qué hacer si falta dinero? Fácil, lo que ya habría hecho hace tiempo Correa si no fuera por la dolarización: imprimir más billetes. Lo que desencadenará una inflación peor que la del 13.6% registrada durante la desastrosa presidencia de Jimmy Carter. Y, por cierto, aumentará la dependencia de la gente pobre de la “munificencia” del Estado protector con lo cual se cumpliría el sueño demócrata: poder.
La inflación, el incremento del déficit fiscal, el desempleo continuo, el debilitamiento por consiguiente el el frente externo, incluído el militar, concluirán en crisis. En países como el Ecuador, la solución sería una dictadura militar. En los Estados Unidos, esperemos, será una reacción popular expresada en las urnas para derrotar a los ineptos. Cuando eso ocurrió con Carter, quien le sucedió fue Reagan.
La opción para salir de la crisis real y de confianza es simple: gastar menos y reducir los impuestos. No solo a los de menores recursos (muchos, porque no ganan suficiente para pagar impuestos, recibirían una limosna en compensación), sino a todos. El 95% recibirá entre 400 y 800 dólares de devolución en cuotas de 13 dólares por mes. Es pura demagogia.
Con Bush se aplicó esa fórmula y no sirvió para nada. Lo único que estimula a la economía es la baja general de los impuestos, incluidas corporaciones e individuos de altos ingresos: con ese ahorro ellos reinvierten y realmente crean empleo y multiplican la riqueza. La otra vía crea un mínimo consumo, además efímero. Obama no bajará impuestos a los ricos: los elevará, como quiere Correa con los pelucones y ello desestimulará la inversión y el desempleo crecerá.
Correa, por su parte, tambalea en lo interno y externo. En lo interno se quedó sin los fondos del crudo al alza y ya no podrá seguir despilfarrando el dinero fiscal en dádivas para la compra de votos de un pueblo empobrecido y embobado. Ha hablado pestes de la deuda externa, ha resuelto no pagarla en los tramos “ilegítimos” y ahora quiere recurrir al BID para un préstamo por 500 millones de dólares para cubrir el déficit que ahora asciende a unos 3.000 millones de dólares.
¿Desde cuándo el BID da sumas de ese calibre para problemas de balanza de pagos o defict fiscal, tarea aignada al FMI? Con el FMI se peleó, pero el BID necesita informe favorable de ese organismo para estudiar la oferta ecuatoriana. Añádase que Correa ya echó mano de 1.200 millones de dólares de los contribuyentes del IESS. Pronto vendrá más desempleo, más inflación, más descontento. La historia se repite y habrá un final ya presentido.
En lo externo, cada nueva explosión verbal de Correa lo pone en ridículo. La último fue expulsar a un funcionario diplomático de Estados Unidos, que había dejado la misión a comienzos de enero. Anteriormente fueron sus bravatas con Brasil y la amenaza de no pago de una deuda, que terminó por pagarla. Ahora se malquista con Francia y España, por un reclamo por no pago de impuestos a dos petroleras de esos países. Estas no lo hicieron porque no tenían que hacerlo según los contratos originales en que Correa alteró unilateramente.
Y para colmo ahora existe la comprobación de que el gobierno de Correa si estuvo comprometido con las FARC, según testimonio del ex-subsecretario de Gobierno José Chauvín, quien cantó la verdad de los encuentros que él tuvo 7 veces con el dirigente terrorista Raúl Reyes y que también tuvo su jefe, el ministro Gustavo Larrea (con la obvia venia de Correa) en el campamento de Angostura, que fue arrasado por los militares colombianos el 1 de marzo pasado.
Para deleite de quienes aman la paz, se inserta a continuación un link que acaso pocos conocen en el Ecuador, con las declaraciones del presidente colombiano Álvaro Uribe en torno a los vínculos de Correa con las FARC. Así se entiende con claridad por qué éste gobernante y su canciller declaran que estarían dispuestos a reanudar relaciones diplomáticas con Colombia, siempre que Uribe deje de vincularlos con las FARC.

Monday, February 9, 2009

CHAUVIN EN ANGOSTURA

Por Blasco Peñaherrera Padilla
Ex-Vicepresidente de la República y ex-Embajador del Ecuador

El tremendo lío que ha provocado el descubrimiento de las tareas que cumplía en los Ministerios de Gobierno y Seguridad Interna y Externa, el conspicuo dirigente de Alianza País y funcionario de la Asociación Latinoamérica de Derechos Humanos (ALDHU) José Ignacio Chauvín, ha dificultado seriamente la normalización de las relaciones con Colombia. 
Antes de que esto ocurriera, la cosa parecía relativamente fácil. Así lo dijo hace un par de meses el mismísimo doctor Gustavo Larrea, todavía en funciones de Ministro de Seguridad Interna y Externa. Para él, bastaba con que el Gobierno colombiano “dejara de vincular a los funcionarios del Gobierno nacional con las FARC”, para que, cumplida una que otra formalidad menos importante, se produjera la tan esperada “normalización de relaciones”. 
Claro que esto habría implicado la necesidad de que el Gobierno de nuestro fraterno vecino del norte sepultara en el olvido los “discos duros” de los computadores del difunto Raúl Reyes, en los que se identifica al señor doctor Larrea como “alias Juan” y se habla de las aportaciones narcoterroristas para la campaña electoral del economista Rafael Correa, amén de otras informaciones sumamente incómodas sobre la construcción de la base “transitoria” de Angostura.
Pero, en todo caso, esta “cortesía” colombiana no era imposible. Ahora, empero, luego de las explícitas y emotivas confesiones del señor Chauvín, sobre la entrañable amistad que tenía con el capo número dos de las FARC, a quien admiraba sincera y profundamente como un auténtico “líder de la lucha revolucionaria de los pueblos pobres” y con el que, además de preparar la misteriosa reunión con el Ministro Larrea, se entrevistó “por lo menos siete veces”, ciertamente que la tan postergada “normalización de relaciones” parece estar más lejos y más cuesta arriba que nunca. 
Y lo está, sobre todo por un pequeño-enorme detalle: el de que, por lógica elemental, se tiene que deducir que el sitio de las entrevistas del señor Chauvín y, por cierto también de su jefe directo y gran amigo, el entonces Ministro de Gobierno Gustavo Larrea Cabrera, no fue otro que la base “transitoria” esmeradamente construida por las FARC. Digo que fue “esmeradamente construida por los narcoterroristas porque además de las facilidades de albergue, disponía de locales para conferencias o festejos (el último se realizó con desfile de strip tease incluído, la víspera del bombardeo), canchas para ejercicios y prácticas militares, un criadero de aves y animales de corral y hasta plantaciones de legumbres, maíz y patatas. 
De modo que localizarla aún en medio de la selva tupida no era muy difícil. Tan no lo era que las chicas mexicanas y ecuatorianas que participaron en el Congreso de la Coordinadora Bolivariana, que se realizó en la sede de la Casa de la Cultura en Quito días antes, no tuvieron dificultad alguna en llegar a la tal “Angostura” para hacerle una visita de cortesía al ahora difunto Reyes. Por todo esto digo que resulta de lógica elemental deducir que el señor Ministro “alias Juan” visitó a su amigo Raúl en ese sitio del territorio ecuatoriano y no en “un tercer país” (que se ha negado a identificar “por razones de seguridad nacional”).
Así las cosas, parece realmente imposible que “se deje de relacionar a los funcionarios del Gobierno Nacional con las FARC”. E inclusive, no faltará quien piense que el señor Presidente Uribe Vélez hizo bien en autorizar el bombardeo sin previo aviso y asumir el riesgo del estallido de soberanía que incendió Carondelet. 

Friday, February 6, 2009

ENTRE OBAMAS Y CORREAS

Rafael Correa es un firme candidato para convertirse en el peor gobernante de la historia en el Ecuador. Si Barack Hussein Obama sigue gobernando como hasta hoy, a solo un par de semanas de haberse posesionado, acaso llegue también a tener igual calificación en la historia de los Estados Unidos.
La mayoría de votantes se obnubiló con él en los Estados Unidos. Hablaba “bonito”, era negro y las mujeres dicen que es muy atractivo. Pero carecía y carece de los atributos para erigirse como líder de la potencia mayor del planeta.
Siempre se desenvolvió en ambientes afines a su ideología “liberal” o izquierdista y nunca desempeñó un cargo de responsabilidad ni en el campo de la actividad pública ni en la privada. Fue profesor, dio discursos, escribió, estuvo en organismos de ayuda comunitaria, pero nada más.
Como senador de escaso tiempo y asistencia, jamás presentó un proyecto de ley que fuese importante o polémico y por el cual hubiese tenido que pelear con los opositores. Votó, eso si, siempre “liberal” (en lo que ostenta un récord) o se abstuvo diciendo tan solo “presente”.
Su crianza como niño y adolescente es conflictiva. Su madre, una “hippy” del decenio de rebeldía juvenil de 1960, le dejó sembrado en su espíritu el rechazo a principios clave de la sociedad norteamericana y la noción de que sin un ente militar fuerte, esos principios pueden ser destruidos por los enemigos.
Su convicción religiosa es ambigua. Se profesa cristiano, pero se asoció por más de 20 años con un grupo protestante que ha execrado constantemente a los Estados Unidos por su historia militar en defensa de las causas democráticas. Su padre biológico fue un kenyianio musulmán y su segundo padre, adoptivo, también islámico que lo matriculó como musulmán en una escuela de adoctrinamiento (madrasa) en Indonesia.
Su repudio a lo militar se hizo evidente en los primeros decretos ejecutivos al momento mismo de posesionarse. Ordenó el cierre de Guantánamo y la suspensión de los juicios a los terroristas y envió mensajes a los líderes enemigos del extremismo musulmán en señal de pedir perdón por la lucha antiterrorista de su antecesor George W Bush.
En entrevista que se apresuró a conceder a la cadena árabe de TV, Al Aribaya, Obama dijo que quería volver a la época dorada de las relaciones que prevalecía hace uno 20 o 30 años, algo incomprensible dicha por cualquier adulto, no digamos por un profesor que es ahora mandatario de un país en guerra con el terrorismo musulmán.
La “época dorada” a la que alude Obama no fue tal. Los extremistas árabes asaltaron en 1979 a la embajada norteamericana de Teherán y mantuvieron como rehenes a decenas de funcionarios que fueron liberados solo cuando Ronald Reagan reemplazó a Carter en la presidencia dos años más tarde (Jimmy Carter, hasta la fecha, figura como el peor presidente de la era moderna en los Estados Unidos).
En ese lapso, además, hubo el embargo petrolero árabe que descalabró la economía occidental y mundial. En el Líbano los terroristas asesinaron a casi 300 militares de los Estados Unidos, cuando atacaron con granadas a un cuartel de vigilancia de la paz, en 1983 y quedaron impunes por incomprensible impavidez de Reagan. La “época dorada” incluyó también el asesinato a Anuar Sadat de Egipto (que reconoció a Israel) y los crímenes en serie de Yasser Arafat (quien con Carter recibió jocosamente el Premio Nobel de la Paz).
Las acciones terroristas árabes son incontables antes y después del lapso citado con tanto desparpajo por Obama. Y llegaron al climax con la destrucción de las Torres Gemelas de Nueva York y el ataque al Pentágono, con el deceso de más de 3.000 ciudadanos inocentes. Era el segundo intento pues el primero no ocasionó el daño esperado en las Torres Gemelas. Algunos de los autores fueron aprehendidos y sancionados, pero con levedad.
Los musulmanes no se han detenido en sus ataques para destruir a Occidente. Continúan y continuarán por mandato del Corán y sobre todo si Occidente baja la guardia, como ya lo ha anuncia Barack Hussein. Tras el ataque del 9/11, el terrorismo ha seguido causando muerte de inocentes en Londres, Madrid, Argel, Yakarta, Manila y muchas otras partes del mundo donde el islamismo aún no es mayoría.
Obama afirma que extenderá la mano a los enemigos árabes para saldar la paz, en tanto distiendan sus puños agresivos. Mahmoud Ahnedinejad, jerarca de Irán, dice que la oferta no basta, que Obama tiene que pedir perdón por los daños perpetrados por el “imperio” en los últimos, no 30 sino 60 años..., para aprobarle.
Adicionalmente le conmina a que retire todo apoyo al zionismo, esto es, a Israel y ordene el inmediato retiro de las fuerzas militares en Irak y Afganistán. Obama, con su crisis de identidad, no ha respondido, aunque circulan versiones de que Obama, con anterioridad a la elección, envió seceretamente emisarios para que dialoguen en su nombre con líderes del mundo musulmán.
En cuanto a política interna, no ha podido ser más patética su falta de liderazgo que tanto ha fascinado a la negritud y al izquierdismo de esta nación. Todos o casi todos sus nombramientos para el gabinete ministerial y puestos clave han estado teñidos de dudas, sombras, acusaciones. Varios, como el Secretario o Ministro del Tesoro son evasores de impuestos. Otro, que era su escogido para Salud, fue obligado a renunciar por fraude fiscal y otras acciones impropias.
En su campaña prometió purificar a Washington y cerrarles el paso a los “lobbyists” o cabilderos que gestionan (legalmente) en favor de corporaciones y grupos de presión. Pero 17 de sus nombramientos han recaído en cabilderos (Daschele, propuesto para ministro de Salud, era uno de ellos, acaso el más condenable). El Procurador, Holder, preparó el terreno para que Clinton perdonase al gangster internacional Marc Rich.
Hay quienes han comentado que parecería que a la Casa Blanca ha llegado el pleno de la mafia política de Chicago, de donde emergió Obama y de la cual recibió apoyo para su ascenso meteórico primero en Illinois, más tarde en Washington D.C. La sesión del Senado para calificar a la candidata a la Secretaría del Trabajo, una latina, tuvo que suspenderse porque se descubrió que su marido cometió también fraude fiscal.
La cónyuge de un marido infiel que perjuró siendo Presidente de los EE.UU.(gravísimo delito en este país) y que fue su rival en las primarias demócratas, fue escogida por él para el cargo de Secretaria de Estado, sin más mérito que haber sido mujer de Bill Clinton y terciado y perdido en las elecciones presidenciales.
Para superar la crisis económica que se vive en los Estados Unidos y que repercute en el mundo entero, Obama delegó a Nancy Pelosi para diseñar un plan de estimulo a la economía. Pelosi, acaso la más inepta presidenta de la Cámara de Representantes, elaboró una monstruosidad de 700 páginas que no hace sino multiplicar hasta la estratósfera el gasto público (casi 1 trillón o un millón de millones de dólares) en lo que se conoce como “pork expenses” o gastos improductivos y superfluos acordados por razones de clientelismo.
No solo los republicanos sino los demócratas se han indignado con semejante esperpento y tal como está será rechazado por el Senado luego de haber sido aprobado en la Cámara Baja sin un solo voto republicano. Hoy Obama anunció el nombramiento de un comité asesor que le sugerirá qué hacer para salir de esta otra metedura de pata colosal (la otra, por él admitida, fue la fallida designación del Secretario de Salud).
Ese comité debió haberlo nombrado antes para elaborar un plan de estímulo real y aceptable. El proyecto debió someterse luego a estudios de las comisiones de las dos cámaras del Congreso, antes de discutirlo, aprobarlo, modificarlo o rechazarlo, según se estila usualmente por mandato constitucional. El bisoño Presidente, sin embargo, ha preferido actuar como cualquier Correa del Ecuador, aunque parece que no saldrá tan bien librado como su “par” ecuatoriano.
En cuanto a Correa, si tuviese sensibilidad y si el pueblo no estuviese enceguecido con él, debería haber renunciado para evitar un juicio por traición a la Patria. Al cabo de casi un año parece confirmarse lo que todo el mundo intuía: que su gobierno conocía y permitía al jefe terrorista colombiano Raúl Reyes tener su campamento en territorio ecuatoriano.
El encargado de revelarlo ha sido el Subsecretario de Gobierno Chauvín, quien ha caído en desgracia por denuncias de vinculación con el narcotráfico. Ha dicho que con Raúl Reyes se entrevistó al menos unas 7 veces en misión oficial, delegado por el Ministro de Gobierno de entonces, Gustavo Larrea. Este también había dicho anteriormente que dialogó con el líder guerrillero (aparentemente lo hizo también su hermano), para negociar la liberación de algunos presos de la FARC, entre ellos Ingrid Betancourt.
¿Dónde se entrevistaron los Larrea y Chauvín? Obviamente en Angostura, en el lugar ecuatoriano de frontera pulverizado por la Fuerza Aérea de Colombia el 4 de marzo pasado y que tanto dolió e irritó a Rafael Correa. Claro, ni Correa ni Gustavo Larrea lo admiten. Este último ha confesado que los encuentros se hicieron “en otro pais”, sin indicar cuál.
Correa ha pedido que Chauvín precise más detalles sobre sus encuentros con Reyes y adelantó que sería traición a la Patria si lo hubiere hecho en Angostura. ¿Hay algún ecuatoriano que se trague el cuento de que Reyes pudiera haber abandonado no una sino 7 veces el campamento para entrevistarse con Larrea o alguno de sus delegados, “en algún otro país”? No hay que olvidar que Reyes era prófugo de la justicia en su país natal. ¿Podía viajara cómodamente “a otro país para charlar con Larrea? ¿A Suiza talvez, por su pasado neutral con el Eje?
En Colombia hay algarabía por estas noticias. Prueban que el Presidente Álvaro Uribe no tenía otra alternativa que bombardear a Angostura sin el consentimiento ni el conocimiento de su “par” ecuatoriano. Y demuestran el por qué de la furia distrafrazada de patrioterismo de Correa por el ataque,que le movió a romper relaciones diplomáticas con Colombia.
Correa es simpatizante de las FARC, como lo es de Hamas, Hezbollah, los hermanos Fidel y Raúl Castro, el Ché Guevara, Hugo Chávez y Mahmoud Ahmedinejad, grandes propulsores todos ellos del terrorismo en cualquier sitio del orbe donde haya objetivos de la cultura y civilización judeocristianas que destruir. Correa quiso demostrarlo con las conversaciones con Raúl Reyes que él admite haberlas autorizado y que jamás las autorizó Uribe.