El proceso para enjuiciar y destituir al Presidente Donald Trump está desarrollándose en la Cámara de Representantes del Congreso Nacional con tanto secretismo que más que "impeachment" está pareciéndose a un "lynching".
La Constitución de la República dispone que dicha Cámara puede iniciar ese juicio siempre que haya presunción de delitos muy graves de parte del mandatario, como traición y sobornos y siempre también que exista acuerdo entre las facciones partidistas.
Ello se cumplió en los tres casos previos de impeachment con Andrew Jackson, Richard Nixon y Bill Clinton. Con Trump, sin embargo, la presidenta de la Cámara, la demócrata Nancy Pelosi dice que no será necesario votar si procede el juicio y ha ordenado que se llame a testigos sin participación republicana.
Esa conducta contraviene normas fundamentales del Derecho, que estipula que el acusado puede y debe cuestionar a sus acusadores y testigos en defensa propia. Ello rige para cualquier caso menor, máxime en tratándose de despedir a un Presidente legítimamente elegido, lo cual sin el debido proceso equivaldría a un golpe de Estado.
Los diputados republicanos no han podido exponer en la Cámara que el cargo de impeachment no tiene validez. Se le acusa al Presidente de haber llamado telefónicamente en julio pasado al Presidente de Ucrania Zelensky para pedirle que investigue al ex vicepresidente Joe Biden y a su hijo Hunter por negocios turbios en ese país, con el supuesto ánimo de dañar su candidatura presidencial para el 2020.
Los Biden hicieron negocios multimillonarios en Ucrania y Trump quería y quiere averiguar si cuando ambos viajaron a ese país en el 2013 estuvieron vinculados con la trama que se fraguó sobre la llamada "Russian collusion", según la cual los "camaradas" habrían intervenido en las elecciones del 2016 para ayudar a Trump el plutócrata a derrotar a Hillary Clinton la socialista.
Pero Trump destruyó la coartada al ordenar que se desclasifique la conversación suya con Zelensky. En ella no hay ninguna presión para destruir a Biden con miras a los comicios del 2020 en los cual Trump busca ser reelecto, ni menciona para nada la entrega o no de fondos pre asignados de ayuda militar a Ucrania.
Pelosi, acorralada al igual que Adam Schiff, jefe del Comité de Inteligencia encargado de los interrogatorios, elude contestar las preguntas clave sobre incorrecciones del proceso e inclusive anuncian que no llamarán al "whistleblower" o soplón de segunda mano que dio una versión falsa del diálogo de los Presidentes. Sin la presencia de dicho personaje, el sainete montado por los demócratas se desmoronaría.
El proceso, no obstante, acapara la atención pública merced a los amplios espacios que la prensa, radio y TV, aliados a la campaña anti Trump, dedican al tema sin pausa y sin opción a pensamientos divergentes. Un reportero audaz, que representa a "Veritas", hizo una grabación secreta de reuniones de trabajo del jefe de CNN con sus reporteros.
Al inicio de la jornada, se observa cómo les instruye cuál debe ser el objetivo de los reportajes para el día: destruir la imagen de Trump y su equipo e ignorar cualquier logro que le favorezca. Veritas hizo otro reportaje similar sensacional revelando cómo Planned Parenthood negociaba en un restaurante la venta de partes humanas de los fetos que a diario "cosechaba" la institución (financiada por el fisco).
El caso de la "colusión rusa" demoró casi tres años, costó unos 43 millones de dólares y resultó un fiasco, pese a los 18 abogados sabuesos que escudriñaron todos los recovecos posibles en la vida y milagros de Trump. Se ignora si los demócratas perseverarán en esta farsa del impeachment, que ha impedido a la Cámara y al Congreso un trabajo productivo en salud, infraestructura, impuestos, tratados comerciales, seguridad de fronteras.
Si de todos modos la Cámara aprueba los Artículos del Impeachment, en el Senado de mayoría republicana es probable que el proceso se estanque y termine en el archivo. A menos que los demócratas se ingenien algo que convierta al impeachment en un lynching o linchamiento, que para ello tienen la experiencia que adquirieron tras la Guerra Civil, con la ley Jim Crow y el desprecio contumaz por la Constitución que han evidenciado tantas veces.