Las sociedades mejor organizadas son las más prósperas. Y las mejor organizadas son aquellas que han acordado sujetarse a un patrón de conducta delineado por leyes y regulaciones que todos se han comprometido a respetar para lograr una convivencia armónica y feliz.
Lo contrario es el caos, la anarquía, la incertidumbre, la corrupción y el abuso. Los países más pobres o subdesarrollados son aquellos en los cuales el irrespeto a la ley es la característica común. La anarquía deviene en caos y el caos se interrumpe por lo general con otros regímenes que no dan soluciones de fondo.
La solución de fondo, la trascendente, es establecer un sistema de gobierno que garantice la convivencia pacífica basada en el respeto a la ley, que todos se comprometen a respaldar porque esas leyes no son impuestas por monarquías o dictaduras, sino por consenso del pueblo a través de sus representantes elegidos libremente.
Ese sistema es el que rige en los Estados Unidos desde 1776 y ha funcionado eficientemente. Su Constitución ha sido enmendada pero nunca quebrantada. Sus 13 Colonias iniciales se transformaron en 13 Estados Federales a los que se añadieron otros 37 Estados, no por la fuerza de las armas sino por la adhesión de sus habitantes a los principios de libertad de la Constitución.
En noviembre del 2020 se celebrarán elecciones presidenciales y Donald J. Trump, actual Presidente republicano, buscará ser reelegido. Su plataforma es simple. Quiere seguir restaurando la vigencia plena de la Constitución de 1778, que para muchos de sus partidarios está siendo debilitada por parte del partido demócrata progresista.
Por esa promesa, la de querer cumplir con la ley y la Constitución, el actual mandatario ha sido y sigue siendo víctima de la más virulenta campaña de insultos y calumnias que se inició el día primero de su campaña en junio del 2015, cuando dijo que evitaría el libre flujo de la inmigración ilegal.
Mencionó que entre los inmigrantes que acceden furtivamente por la frontera sur se filtran traficantes de drogas, otros delincuentes y mercaderes de seres humanos. La oposición, incluídos la mayoría de la "gran prensa", lo acusó de enemigo de los inmigrantes y de calificar a "todo inmigrante latinoamericano" de criminal y traficante de droga.
Lo que quiere Trump y la mayoría del pueblo es que se respete la ley. Quien desee inmigrar tiene que solicitar su ingreso según las normas legales. Las "fronteras abiertas" que invocan los demócratas son contrarias a la seguridad nacional y están prohibidas por la ley.
Trump también desea que se respete la ley en el plano internacional. Con la OTAN había el compromismo de que los países aportaran al menos con el 2% del PIB para el presupuesto y les pidió que lo hicieran, so pena de alguna retaliación. La oposición se escandalizó, pero prevaleció la cordura y ahora la OTAN está refinanciada según la ley sin la carga injusta sobre los Estados Unidos.
Se empeñó también Trump en revisar acuerdos comerciales que no se ajustaban a la ley. Con China principalmente, que ha robado sistemáticamente patentes de los Estados Unidos desde la época de Jimmy Carter y que ha manipulado su moneda y otras regulaciones prohibidas por la Organización Mundial del Comercio, generando un déficit comercial en contra de USA de más de 500.000 millones de dólares por año.
La batalla comercial con China, que no la inició Trump y que la quiere detener hasta lograr un trato recíproco en las relaciones, no ha terminado. El Presidente ha utilizado el arma de las tarifas para presionar al dictador Xi. Las discusiones son arduas y China ha comenzado a sufrir el impacto en su economía, mientras que la de Estados Unidos se robustece frente a las del resto del orbe.
Cuando parecía que finalmente Xi cedería y anunciaría que rectificaría su política frente a los Estados Unidos, dio marcha atrás por lo que Trump impuso más tarifas a las importaciones por un equivalente de mercadería por 300 billones de dólares a partir del primero de septiembre. Al parecer Xi esperaría hasta conocer los resultados de las elecciones del 2020 con la esperanza de que Trump no sea reelecto.
Trump acaba de suspender la aplicación de tarifas a la importación de varios productos de China, como eTablets y similares, muy populares para la época navideña. Con las tarifas, dichos productos podrían encarecerse si China no reduce los precios o podrían escasear en el mercado si el importador no quiere importar el producto más caro si China no baja los precios.
En todo caso la "guerra comercial" no es un capricho de Trump, es el deseo de que se cumplan las leyes nacionales e internacionales del comercio ignoradas por sus antecesores en la Casa Blanca. La Bolsa de Valores puede caer 800 puntos o más, pero la razón está del lado de Trump y terminará por prevalecer, antes o después de su reelección.
Trump también desea que se respete la ley en el plano internacional. Con la OTAN había el compromismo de que los países aportaran al menos con el 2% del PIB para el presupuesto y les pidió que lo hicieran, so pena de alguna retaliación. La oposición se escandalizó, pero prevaleció la cordura y ahora la OTAN está refinanciada según la ley sin la carga injusta sobre los Estados Unidos.
Se empeñó también Trump en revisar acuerdos comerciales que no se ajustaban a la ley. Con China principalmente, que ha robado sistemáticamente patentes de los Estados Unidos desde la época de Jimmy Carter y que ha manipulado su moneda y otras regulaciones prohibidas por la Organización Mundial del Comercio, generando un déficit comercial en contra de USA de más de 500.000 millones de dólares por año.
La batalla comercial con China, que no la inició Trump y que la quiere detener hasta lograr un trato recíproco en las relaciones, no ha terminado. El Presidente ha utilizado el arma de las tarifas para presionar al dictador Xi. Las discusiones son arduas y China ha comenzado a sufrir el impacto en su economía, mientras que la de Estados Unidos se robustece frente a las del resto del orbe.
Cuando parecía que finalmente Xi cedería y anunciaría que rectificaría su política frente a los Estados Unidos, dio marcha atrás por lo que Trump impuso más tarifas a las importaciones por un equivalente de mercadería por 300 billones de dólares a partir del primero de septiembre. Al parecer Xi esperaría hasta conocer los resultados de las elecciones del 2020 con la esperanza de que Trump no sea reelecto.
Trump acaba de suspender la aplicación de tarifas a la importación de varios productos de China, como eTablets y similares, muy populares para la época navideña. Con las tarifas, dichos productos podrían encarecerse si China no reduce los precios o podrían escasear en el mercado si el importador no quiere importar el producto más caro si China no baja los precios.
En todo caso la "guerra comercial" no es un capricho de Trump, es el deseo de que se cumplan las leyes nacionales e internacionales del comercio ignoradas por sus antecesores en la Casa Blanca. La Bolsa de Valores puede caer 800 puntos o más, pero la razón está del lado de Trump y terminará por prevalecer, antes o después de su reelección.