No el faltaba razón el otro día a Rush Limbaugh, el popular comentarista de radio, que una de las diferencias clave entre los demócratas que siguen a Obama y el resto de ciudadanos es que los demos creen que la mayoría aquí es mala, inmadura, insuficientemente preparada para auto conducirse por si misma responsablemente.
Por lo mismo, hay que acosarla, o como Obama y los suyos dicen, hay que ayudarla con un cúmulo de regulaciones para todo a fin de que se bata en la vida sin delinquir, sin sufrir y sin la penuria de competir desde la cuna hasta la sepultura. Esas regulaciones tienen que ser dictadas por unos pocos iluminados desde el gobierno y ser acatadas sin reparo.
Mientras menos réplica haya a los dictados y mientras más autoridad se otorgue a los gobernantes, mayor y más fluída sera la felicidad sobre todo para los menos afortunados que no han llegado a prosperar por culpa, dicen, de los pocos que han forjado su riqueza no por esfuerzo e iniciativa propios, sino por explotación de los pobres.
La desigualdad de ingresos buscan lograrla redistribuyendo la riqueza de los que la poseen, descuidando el detalle de fijar normas y formas para restituirla. La riqueza redistribuida, o sea confiscada, no va a las alcancías de los pobres, como sugiere la demagogia, sino a las arcas fiscales agudizando el problema inflacionario.
Si el sector empresarial privado es hostilizado y obstruído, deja de producir y expandir su producción y con ello habrá menos empleos y menos tributos para el fisco, que busca justificar la confiscación con subsidios y servicios públicos gratuitos que cada vez contarán así con menos recursos fiscales para continuar.
El populismo que respalda este régimen confiscatorio, crea poder por el apoyo de las multitudes confusas, ilusionadas con las dádivas que son irremisiblemente efímeras. En el fondo, como dice Limbaugh, la izquierda liberal que amamantó a Obama y a su séquito no busca el bienestar temporal o no de los débiles, sino mayor poder a través de un gobierno cada vez más concentrador.
Si la verdad fuera otra, no habrían propulsado medidas como el de la lucha contra la pobreza de Lyndon B. Johnson, que en más de medio siglo ha dilapidado trillones de dólares de impuestos y lo único que ha logrado es un hinchamiento de agencias, burócratas y corrupción y el estancamiento y aumento de la pobreza.
Si fuera sincera la condolencia de los demos hacia los pobres, procurarían crear condiciones y oportunidades para que la gente pobre se abra paso y por su propio esfuerzo logre ascender en la escala social, económica y cultural. La igualdad de resultados no solo es imposible sino repulsiva porque significa ahogamiento de las libertades individuales y consolidación del poder en manos de los detentadores del poder.
Los demócratas en época reciente quieren aparecer como defensores no solo de los pobres en general, sino de las minorías, de las mujeres y de los negros en particular. La historia dice lo contrario y ello explica el fracaso de las medidas por ellos adoptadas para querer favorecerlos, incluso ahora que en la Casa Blanca está un negro/mulato aunque no descendiente de esclavos.
Obama, cuya verdadera identidad se desconoce, va a asumir su segundo mandato el próximo lunes, dia de MLK y dará su discurso a la Nación el 12 de febrero, fecha aniversaria del nacimiento de Lincoln con quien quiere identificarse por manumisor de los esclavos. Para acentuar, jurará en dos Biblias, una de Lincoln y otra de Jefferson. ¿Querrá asi disuadir a quienes creen que su formación musulmana en la niñez no se ha disipado?
Además pretende manipular el mensaje de la película que sobre Lincoln, dirigida por el “liberal” Spielberg, se sigue exhibiendo en las salas del mundo. Allí se refleja la extraordinaria calidad de liderazgo de Lincoln y su destreza para lograr respaldo del Congreso a su decisión de liberar a los esclavos en 1863.
Si algo no ha sido Obama es negociador. La Emancipación pasó en el Congreso con el respaldo bipartidista, tras arduas conversaciones que se dramatizan en la película. Para Obama y los demócratas compromiso lo hay solo cuando la parte republicana contraria cede a sus pedidos sin contrapartida. Como en el Obamacare, aprobada por la fuerza y el engaño sin apoyo republicano alguno y sin que fuera leída por los congresistas.
La gran obra de Lincoln, republicano, se truncó con su asesinato. Sin él tropezó la gran misión que se había propuesto de restaurar las heridas ocasionadas por la crudelísima Guerra Civil. Los lados extremos obligaron a aplazar ese sueño por más de cien años. La extrema abolicionista bloqueó la ayuda humanitaria y financiera prevista para rescatar al Sur devastado. Y los del Sur rechazaron la integración de los esclavos.
¿A qué partido pertenecían los esclavistas? Al demócrata. Fueron los creadores del Ku Klux Klan para organizar linchamientos y toda suerte de manifestaciones para impedir que los negros sean tratados como seres humanos, sin distinción con los blancos o de cualquier etnia. Uno de los líderes notorios del KKK fue el senador demócrata por West Virginia Robert Byrd, en el Congreso desde 1953 al 2010 (el período más largo jamás registrado). En su funeral Bill Clinton lo exaltó y exculpó por su pasado racista.
Hacia mediados del siglo pasado la actitud demócrata comenzó a cambiar con los negros. Pero no con la orientación ni inspiración de un Martin Luther King Jr., miembro del Partido Republicano, sino por conveniencia política. En el fondo ellos siguen considerando a los negros, igual que Jefferson, seres inferiores a los que como tales hay que sobreproteger. De ahí la “affirmative action” que impone trato preferente a los negros por el solo hecho del color de su piel, para ser admitidos en empleos y estudios.
Ese enfoque humilla y ha degradado la calidad académica, afectando el trato por rendimiento y conducta en empleados y estudiantes y ha desestimulado el sentimiento de autoestima en los negros. Eso si, ha aumentado la dependencia del gobierno. Es elocuente lo que dijo Clinton cuando su mujer Hillary terciaba por la nominación presidencial demócrata frente a Obama. “Este tipo no sirve ni para servirnos un café”, dijo.
Los demos también quieren aparecer como campeones de los derechos de la mujer. Lo hacen favoreciendo el aborto y el uso subsididados de anticonceptivos y el gay marriage. Las tres instancias no han liberado a la mujer. La han denigrado y reducido a la satisfacción irresponsable de los apetitos sexuales del macho, desde la más temprana edad. La institiución ancestral, biológica y éticamente indispensable del matrimonio se debilita y proliferan los hijos de una sola madre o de dos madres o dos padres, destinados a deambular desconcertados en medio de una sociedad sin brújula.
Las mujeres obtuvieron el derecho al voto tras un largo proceso que se inició a fines del siglo XIX y culminó en 1920 con la enmienda constitucional 19 . Ello, a pesar de la cerrada oposición de los demócratas.
Hoy Obama quiere convencer de ser el gran defensor de los niños. Otro desquiciado cometió un asesinato colectivo de niños en una escuela y aprovechó esa ocasión para arremeter, no contra los asesinos, sino contra los inocentes. Quisiera prohibir, lo que no puede, pero si restringir el uso de armas de fuego, como si quienes ocasionaran estas muertes fueran los ciudadanos comunes portadores de armas para su defensa personal y familiar.
El derecho a portar armas es un derecho constitucional creado al fundarse la República, no para solo para cazar, sino para una eventual defensa popular contra las tiranías o contra cualquier reincidencia colonialista. ¿Cuál de los empresarios o de esos hombres ricos que detesta Obama, dueños de armas de fuego ha ocasionado muertes o masacres? Quienes lo hacen son criminales y dementes que no se paran en registrarse para adquirir armas en el mercado clandestino.
Hay más muertes con dagas, mazas, estrangulamientos y golpes de puño que con armas de fuego. A diario se registra, aunque no se reporte, hechos delictivos y muertes evitadas porque el agredido repelió, hirió o mató al atacante. Por cierto hay restricciones para las ventas, que es preciso reforzar como en la aplicación de toda ley. Pero el sueño demócrata de desarmar al pueblo, que es el sueño de toda tiranía, no se logrará jamás.
Parece que así lo ha entendido Obama, pues sus propuestas de control de la violencia con armas de fuego o ya están contempladas en la ley o sabe que no serán aprobadas por el Congreso. Mayor complejidad política habrá con su tozudez por seguir con el endeudamiento y el gasto fiscal ilimitados.
Ha sido sarcástico, amenazante y mentiroso al pedir al Congreso que eleve el tope o límite de endeudamiento a más de 16.4 trillones de dólares, sin compromiso inmediato de poner orden en el gasto, que solo en sus primeros cuatro años de gobierno llegó a 5 trillones. Dijo que aumentar el techo no es autorizar más deuda, sino que servirá para pagar deudas anteriormente contraídas.
Es como si un adolescente exigiera que se le otorgue una nueva tarjeta de crédito para pagar la deuda que no pudo pagar con la tarjeta anterior. Lo obvio sería negarle al adolescente y a Obama la nueva tarjeta y que se le obligue a pagar las deudas contraídas (o al menos al pago de intereses) con reajustes forzados del ritmo de gastos.
Como en broma o en serio, un premio Nobel de Economía sugería a su coideario Obama que emita una moneda de 1 trillón de dólares para depositarla en la Reserva Federal en caso de negativa del alza del techo, a fin de tenerla como respaldo para pagar gastos fiscales futuros. Parecería de ficción pero recuérdese que hasta que Nixon acabó con el respaldo oro para emitir dólares, el sistema financiero y monetario comenzó a resquebrajarse a nivel mundial.
Con gobernantes proclives a emitir dinero sin respaldo y sin freno para satisfacer políticas populistas y demagógicas como aquí, en Europa o en cualquier otra nación irreflexiva, el fenómeno inflacionario va camino de adquirir dimensiones escalofriantes por catastróficas. Las cuales sobrevendrán si no se bloquea a tiempo a utopistas como Obama, Chávez, Castro o cualquier Correa de cualquier parte.