Sunday, August 14, 2011

¿LA IDEA DE JUSTICIA "SOCIAL" SE ATENÚA?

En estos momentos de zozobra e incertidumbre por todo el orbe, no cabe sino aspirar a que por lo menos atenúe el influjo del mito de la justicia “social”, que es la verdadera causa de los recientes conflictos. Porque pensar en que pudiera desaparecer, sería otro mito.

La justicia no necesita de adjetivos como social ni de otra índole. Es siempre única y la misma para evaluar los aciertos y desaciertos de cualquier actividad humana. Cuando se le agrega el vocablo social es porque se busca forzar la administración de la justicia sin base a hechos.

La utopía de la justicia social tiene raíces hondas en la condición humana y por lo mismo es tan vieja como ella. El uso combinado de esos dos téminos es moderno pero siempre ha querido decir lo mismo: sanación de males e “injusticias” en las relaciones humanas mediante la igualación de los resultados.

Para no retroceder mucho en la historia, hay que recordar lo ocurrido en el siglo pasado cuando la misión de justicia social generó dos grandes guerras mundiales con millones de muertes, heridos y desolación. La fuente de las conflagraciones fue idéntica: la búsqueda de la justicia social casi con el mismo membrete, socialismo nazifascista y socialismo comunista.

Tras la victoria de los aliados, entre los que se contaba la URSS comunista socorrida por las potencias no socialistas de Gran Bretaña y los Estados Unidos, el panorama se “socializó” en Europa. No advino una revolución como la francesa o la rusa, pero si una transformación a través de las urnas y de los gobiernos sucesivos.

Churchill, el adalid de la victoria, fue marginado en el Reino Unido y los laboristas comenzaron generosamente a sobreproteger a los trabajadores y empleados con altas pensiones de jubilación, medicina y educación gratuitas, largas vacaciones pagadas y otros beneficios...que se pagaban y pagan con impuestos.

Esa política se extendió por Francia, Italia y la Europa Occidental, ya que la Oriental estaba controlada por los soviets. La generosa y protectiva actitud del Estado, que seducía a muchos, funcionaba mientras las arcas fiscales estaban llenas. Pero el decrecimiento de la población y de tributos vía anti conceptivos y aborto, la mayor longevidad y otros factores, pusieron al fisco europeo en crisis.

El aforismo tan obvio de que no hay que gastar más de lo que se tiene se aplicó al caso de estos Estados y gobiernos como se aplica para cualquier empresa privada o núcleo familiar. Cuando prevalece la razón en el sector público o la presión de los accionistas en el sector privado, la primera receta cuando el gasto excede al ingreso es restringir el gasto.

Pero el problema en el sector público es que quienes lo manejan no son los dueños ni generadores de los ingresos, sino los encaragados de gastar el dinero producido por los otros, los que trabajan y crean en el sector privado y contribuyen al fisco con impuestos cada vez más altos.

Cuando los gobiernos ven reducidos sus ingresos por el crecimiento de los gastos, o bien aumentan los impuestos o si las protestas o las negativas de los congresos (cuando los hay) lo impiden, recurren a endedudarse interna y/o externamente, hasta más allá de la cordura.

La crisis no surge abruptamente. Es un proceso que se inicia el mismo momento en que se crean gastos injustificados o sin el debido financiamiento. Va creciendo y los gobernantes y líderes de los congresos se rehusan adoptar la solución del corte del gasto porque dependen de los electores beneficiarios para ser electos o reelegidos.

Mas el conflicto no puede ser indefinido. Hace crisis cuando el endeudamiento llega al límite y más impuestos ni son factibles o agudizan la crisis. En el caso europeo, gente jubilada a los 45 años de edad, burócratas que superan en número y salario (parásitos) a los del sector privado, estudiantes sobreprotegidos e improductivos, salen a las calles a protestar, robar e incendiar.

Los líderes de Francia y Alemania pugnan por aplicar reformas. Es de esperar que se impongan, porque la alternativa será la quiebra y el caos. La situación es lamentable, pero más lo es que en el país más sólido económica y políticamente en la historia, los Estados Unidos, un presidente socialista pretenda inducirlo al socialismo estilo europeo.

Barack Hussein Obama, un mulato con la sola credencial de agitador social, ha llegado a la Casa Blanca para destruir el sistema democrático y capitalista de esta nación y sustituirlo por un régimen de justicia “social” para todos. Detesta a los ricos, a las corporaciones, a los ejecutivos, a los que ganan más de 250.000 dólares al año y quiere que sus impuestos sean elevados porque ganan demasiado y muy poco los que están por debajo de esa escala.

Acaba de obligar a demócratas y republicanos a que el Congreso le autorice aumentar el límite o techo de endeudamiento a más de 14 trillones de dólares, equivalente al PNB de este país, mientras flota una vaga posibilidad de reducir el gasto en una cifra por determinarse. En otras palabras, en los Estados Unidos parece haberse perdido el sentido común de manejar el simplísimo axioma de “no gastar más de lo que se tiene” o debe.

Por fortuna, no son todos. El movimiento Tea Party se organizó hace algo más de dos años precisamente para dar la voz de alarma ante este descabellado déficit y endeudamiento. Los resultados fueron contundentes: en noviembre pasado, en las elecciones de medio tiempo, los partidarios de ese grupo arrasaron contra Obama en las elecciones.

Obama, arrogante como siempre, desoyó el mandato y envió al Congreso tras dos años de demora una propuesta presupuestaria...en que aumentaba el gasto, sin recortes. La proforma fue rechazada en el Senado de mayoría demócrata por 97 votos a 0. Y desde entonces no ha enviado una propuesta supletoria.

Exigió que se le autorice aumentar el techo sin chistar. Fue negado. Salió casi a diario a la radio y la TV a insistir, acusando a los opositores de querer bloquear el pago a soldados, jubilados y desempleados. Fue tanta la presión que los republicanos cedieron con la esperanza de que un comité especial proponga recortes significativos hasta el Día de Acción de Gracias el próximo noviembre.

Mientras tanto, la táctica de Obama se ha orientado a responsabilizar al Tea Party y a la oposición republicana de generar la crisis que motivó la degradación del crédito norteamericano por primera vez en su historia. Se ha dicho que ello sería como acusar a Paul Revere de ser el causante de que “ya lleguen los británicos en Boston”, a disparar contra los revolucionarios.

Desde comienzos de año los republicanos han clamado y presentado planes para bajar el déficit y la deuda. Siempre ha habido la negativa de Obama y sus demócratas. El conflicto sigue insoluble a tal extremo que existe la convicción de que si no se sustituye al actual jefe de gobierno en el 2012, todo empeorará.

Obama y su clan, que detestan al capitalismo, insisten en que es el gobierno el que crea empleos. Ya echaron al mercado 890.000 millones de dólares y el desempleo subió al 9.2%. Intervinieron la General Motors al borde de la quiebra con millones de dólares, pero sirvió solo para proteger los privilegios al estilo europeo de los sindicatos. E igual en otros sectores.

Los demócratas aparecen como redentores de los desprotegidos, por obra de la doctrina de la justicia “social”. Es falso. La Guerra Civil se desató por la oposición demócrata a abolir la esclavitud. El voto a la mujer se obtuvo a comienzos del siglo pasado pese al veto demócrata. Los negros no pudieron acceder a todos sus derechos tras la victoria de Lincoln en la Guerra Civil, por feroz oposición demócrata.

Los Derechos Civiles con Lyndon Johnson se aprobaron con apoyo republicano y originaron la doctrina de la Gran Sociedad para desterrar la pobreza con justicia “social” y desde entonces la mayoría negra relativamente se ha empobrecido más, al igual que las minorías hispanas.

La quiebra del sistema obedece al influjo demócrata y su criterio de justicia “social”...con dinero ajeno. Forzaron la entrega de hipotecas a todos, incluso a los que no tenían recursos para pagar con garantía a la banca de respaldo fiscal. La industria de la construcción se disparó, pero era una burbuja que a la final estalló, destrozando a la economía nacional y mundial.

La seguridad social y la atención médica también peligran y hay que diseñar algún método, acaso como en Chile, para que se auto finance. Pero Obama y los demos lo rechazan. Dicen que es afectar a ancianos y a enfermos. Se les aclara que el cambio es solo para los de 54 años de edad y menos, pero ignoran la aclaración para distorsionar y aterrar.

Los demócratas, representados en los grandes periódicos y estaciones de TV, afirman que el Tea Party es responsable de la degradación de la deuda y de la deuda en si, que es como acusar de un incendio a los bomberos. Y afirman que las encuestas respaldan su opinión. No hay tal. En las elecciones pre primarias de ayer en Iowa triunfó Michelle Bachman, fundadora del Tea Party.

En Wisconsin el gobernador republicano libró una batalla para imponerse a los sindicatos de profesores y de empleados públicos para reducir el gasto y los privilegios excesivos. Con el apoyo de Obama y 35 millones de dólares de la unión nacional de sindicatos, los sindicalizados pidieron la revocatoria del mandato de los legisladores “culpables” y perdieron.

Los medios demócratas dieron abundante publicidad previa a las elecciones en Wisconsin, suponiendo y deseando que los Tea Party perdieran. Comparaban el acto con la “épica” primavera de Egipto. El sindicalismo perdió, pero los medios ignoraron los resultados.

El concepto de justicia “social”, sin duda, ha sufrido el duro impacto de la realidad en Europa y los Estados Unidos y lo seguirá teniendo en otros países menores, como el Ecuador. Debe modificarse, no hay otra opción. La de que desaparezca, como se dijo, es un imposible dada la condición ilusa que se anida en muchos almas jóvenes, acaso bien intencionadas, pero que en muchos perdura hasta la vejez.


Friday, August 5, 2011

LA ÚNICA OPCIÓN: ECHARLO DE LA CASA BLANCA

Barack Hussein Obama lleva casi tres años en la Casa Blanca y para quienes quieren reelegirlo su desempeño ha sido brillante, pero desastroso para los que buscan evitar su reelección como única vía para salvar a los Estados Unidos y al resto del mundo democrático.

La ideología de Obama y sus seguidores se basa en la convicción de que el sistema democrático capitalista no conduce a la justicia social que ellos preconizan, por lo cual hay que sustituirlo por otro en el cual la ingerencia del Estado y concretamente del Ejecutivo sea decisiva para redistribuir la riqueza acumulada en manos de unos pocos.

La justicia social, según ellos la entienden, tiende a la formación de una sociedad igualitaria en la cual todos tienen iguales ingresos y en la que se elimina la competencia y el libre mercado de ideas, bienes y servicios, que conlleva compensaciones diferentes para los dueños de las iniciativas en los distintos campos de la actividad humana.

La idea no es nueva, muchos la han intentado aplicar en variada forma y todos han fracasado. Porque la utópica igualación no podría darse sino con la aplicación de la fuerza por parte de quienes gobiernan como reyes, dictadores, emperadores o caudillos. Pues nadie cede voluntariamente el fruto de su esfuerzo.

Cuando Stalin abolió la propiedad privada de la tierra y forzó a los granjeros a adherirse a las granjas colectivas, hubo 30 millones de muertes, sea por rebeldía, sea por hambre debido a la caída en picada de la producción agropecuaria.

La Revolución Francesa se sustentó en los principios de libertad, igualdad y fraternidad. Aún muchos suspiran por ellos, pese a que son contradictorios entre sí: o tienes libertad o tienes igualdad y si no tienes libertad, no tienes fraternidad. La Revolución se anegó en sangre y tanta, que no justificó sus logros de transformación.

Algo más de una centuria más tarde advino la Revolución Rusa con Lenin y el pretexto para los degüellos colectivos fue también la búsqueda de la igualdad. Las cabezas de la monarquía rodaron, pero los siervos no alcanzaron ni libertad ni felicidad. Siguieron siendo parte de un gigantesco rebaño pastado por una élite de hierro, primero con Lenín, luego con Stalin.

Pese a las evidencias históricas persiste en muchos la inclinación por la utopía de la igualdad, llamada hoy justicia social. El ejecutivo fuerte, que todo lo orienta y domina, fue comunista y nazi fascista en el siglo pasado. Unidos los unos en un Eje nazi, ambos quisieron imponerle al mundo sus ideologías mediante guerras, infiltraciones, propaganda y sublevaciones. No pudieron.

Pero la idea sobrevive. Tras la derrota del Eje, en Gran Bretaña el gran campeón anti nazi y anti comunista, Winston Churchill, fue derrotado en las elecciones y sustituido por un laborista/socialista. Desde entonces, allí y en el resto de Europa Occidental comenzó a propalarse la figura del Estado protector, del Estado/bienestar que busca mitigar con dádivas a los que menos tienen.

El problema fue y es que las dádivas tienen un alto costo que las alcancías del fisco no pueden llenar sino con impuestos, pues los gobiernos no son creadores de riqueza. Su papel es exclusivamente el crear el ambiente propicio para que el sector privado produzca y tribute, mas sin llegar al extremo de la confiscación.

Cuando el fisco recibe menos dinero del que gasta en beneficios para los sobreprotegidos, que con el aumento de los índices de vida son cada vez más numerosos que los que trabajan y aportan, sobreviene la crisis. Ello es lo que está ocurriendo en Europa con los casos salientes de Grecia, Italia, España, Portugal e Irlanda.

Lo dramático es que Obama, con sus tres años en la Casa Blanca, ha hecho todo lo posible con sus genuflexos demócratas para llevar a los Estados Unidos por la ruta hacia el desastre económico como en Europa. La deuda, con la reciente licencia del Congreso para elevar el techo, ya ha llegado a 14 trillones de dólares, equivalente al valor total de la economía norteamericana.

Y Obama sigue prometiendo más gasto público para mejorar la economía y el empleo, que aún está por sobre el 9% (o 17%, según analistas). Al inicio de su administración lanzó al mercado más de 890 mil millones de dólares y los resultados han sido nulos. Para el acuerdo sobre el techo, aceptó que no crearía más impuestos para no empeorar la crisis, como lo exigieron los republicanos.

Pero tan pronto como firmó el decreto del acuerdo, volvió a amenazar a los “ricos” con más tributos, reclamándoles que tienen que ser parte del sacrificio para estabilizar deficit y deuda. No mencionó que el 51% de la población no paga impuesto a la renta y que la minoría con mayores ingresos aporta con el 90% en ese rubro.

La intención de Obama es clara: atacar a los ricos, azuzar la lucha de clases como cualquier caudillo de menor cuantía. Puesto que en los Estados Unidos no caben rebeliones estilo república bananera, el embate contra el sistema democrático y capitalista lo hace a través de impuestos cada vez más confiscatorios y con regulaciones prohibitivas a la inversión.

Así no se crean empleos. En un reciente debate popular por TV alguien le preguntó a una partidaria de Obama: ¿cuándo fue la última vez que un pobre te dio empleo? Los creadores de empleo son aquellos con virtudes empresariales, inventiva, capacidad de ahorro e inversión. Son ellos los que forman empresas que emplean...a los pobres.

Hay otro gran empleador, por supuesto: el Estado. En los Estados Unidos, como en Grecia y demás países europeos, la burocracia ha crecido como un cáncer y ahora el promedio de sus salarios es más alto que en el sector privado, los funcionarios se retiran a temprana edad y con pensiones de envidia.

Pero ¿de dónde saca el Estado el dinero para pagos tan generosos? Una votante por Obama, entrevistada por TV, decía que votaba por él porque confiaba que su situación financiera mejoraría una vez que resultara elegido. ¿Y cómo así, con qué dinero? se le preguntó. A lo que respondió: pues de las alcancías de Obama...

Margaret Thatcher decía que el socialismo es una gran cosa hasta que se acaba el dinero de los demás. Ese dinero se está acabando en Europa y se está acabando en los Estados Unidos de Obama. La deuda colosal y el déficit no van a solucionarse con más impuestos. Aún si toda la riqueza de los “ricos” fuese tomada por asalto directo, no haría mella alguna en la deuda. La raíz del problema está en el gasto, no en los ingresos, igual que en Europa.

El virus del socialismo/justicia social ha degenerado aquí la noción y papel de los sindicatos. Éstos se justifican en el sector privado porque permiten el diálogo con el inversionista en procura de ventajas para los trabajadores. Pero no con posiciones extremas. El caso típico es el de la General Motors, la mayor fabricante de automóviles.

La corporación entró en virtual quiebra por los excesos exigidos por sus sindicatos o unions. Había jubilados a los 45 años de edad, pensiones mayores que los mejores sueldos ganados, pagos por no trabajar por años, prebendas para educación, alimentos y más. Obama decidió subsidiar con 15 mil millones de dólares a la compañía, sin posibilidad de que se revisen y reformen las causas del mal: los sindicatos abusivos.

Pero si los sindicatos se justifican en el sector privado, son inaceptables en el sector público. En una empresa privada, una concesión patronal en favor de los obreros se compensa con ajustes gerenciales y de productividad. En el sector privada, la contraparte gerencial no existe: si se cede a las exigencias sindicales, el único recurso de compensación es más impuestos. Como lo está haciendo Obama.

La solución a la crisis que azota a los Estados Unidos, con repercusiones en todo el mundo, sería simple: bajar los impuestos a todos, incluídas las corporaciones y empresarios y a las ganancias de capital, así como abolir las restricciones y regulaciones al mercado, que han aumentado en este régimen a niveles solo comparables con el tercer mundo.

Pero Obama no es un Clinton. Éste, igualmente demócrata, rectificó sus políticas socialistoides cuando en su primer período tuvo votaciones tan negativas como las de Obama en noviembre pasado. Y Clinton ganó la reelección con amplio margen. La diferencia está en la ideología pro socialista/justicia social, que en Obama es un artículo de fé.

Por eso no reaccionó ni cambió con los comicios del año pasado. Solo cambió en algo su retórica, para acusar a su predecesor George W Bush y a los republicanos de todos los males de la economía actual. En la lucha por el alza del techo de endeudamiento demonizó a la republicanos afirmando que se oponían para hambrear a los viejos jubilados y dejar de pagar a los veteranos de guerra y asistir a los enfermos sin recursos.

Inicialmente pidió aumento del techo de endeudamiento sin límite ni condiciones. Pero en la Cámara de Representantes dominan hoy los republicanos y le cerraron el paso. Claro que el acuerdo final no es ideal, pero demuestra una baja en el autoritarismo de Obama. No hay que olvidar que los demócratas controlan la Casa Blanca y el Senado.

Quedan pendientes los debates y la aprobación de recortes del gasto, que es parte del compromiso. Impredecibles los resultados hasta la fecha tope del Día de Acción de Gracias. Pero la maquinaria manipuladora de la mafia de Chicago, que maneja a Obama, es terrible y ningún recurso para vencer, por vedado que sea, dejarán de utilizarlo.

En consecuencia la verdadera meta, para quienes consideran que Obama es el mayor peligro para el sistema democrático y capitalista de los Estados Unidos, es vencerlo en las próximas elecciones presidenciales de noviembre del 2012. Y consolidar la actual mayoría en la Cámara de Representantes y recuperarla en el Senado.

De otro modo y salvando las diferencias de fondo y forma, podrían tener razón quienes sostienen que USA está en proceso de extinción, como la Roma imperial.