Thursday, November 19, 2015

OBAMA, PROFETA DEL ISLAM


Siempre ha intrigado que Barack Hussein Obama fuese al mismo tiempo un socialista marxista y un ardiente defensor del Islam. ¿Cómo alguien que promueve el homosexualismo y el matrimonio gay, que fue bisexual y abusó del alcohol, el tabaco y las drogas puede alinearse con una religión que prohibe tales excesos?
La respuesta parece atisbarse en un análisis que hace el director de la revista rusa “El Arte de la Guerra”, Ilya Plejanov, quien asegura que el Islam ha dado un giro hacia un socialismo cuyo objetivo es sustituir a un capitalismo “corrupto e inmoral”, habiendo iniciado para ello un proceso nazi/fascista/bolchevique para adoctrinar a las nuevas generaciones.
El “islamosocialismo” al que alude utiliza, en efecto, el mismo lenguaje que se escucha de labios de Obama y sus seguidores demócratas como Hillary Clinton o los estudiantes rebeldes de las universidad de Misuri y Yale y los dirigentes negros para denigrar al sistema de los Estados Unidos, al que acusan de ser responsable de todos los males del planeta.
Esa simbiosis socialista/islámica en Obama explicaría por qué su decisión de retirar las tropas de Iraq en el 2011, para permitir que surja el ISIS cuyas primeras atrocidades calificó de simples juegos juveniles y por qué acudió ante el Ayatola del Irán para firmar un acuerdo que le permitirá sin restricciones desarrollar armas nucleares y acceder a más de 100.000 millones de dólares congelados por la ONU. 
En su última y nefasta rueda de prensa en Turquía, Obama no ocultó su fastidio por las insistentes preguntas sobre su falta de solidaridad por la tragedia de París, originada por los islámicos radicales a menos de un año de lo de la revista Charlie Hebdo, hecho terrorista que tampoco le conmovió. A la última acción la calificó de “set back”, simple tropiezo, no una confirmación macabra de las intenciones mortíferas del Islam. 
Su inclinación pro musulmana se ha vuelta inocultable. La adquirió en su niñez en Indonesia, cuando asistía a una escuela islámica o madrasah, de adoctrinamiento islámico y esa semilla ha germinado para quedarse en su espíritu para siempre. Lo demostró en El Cairo, lo demostró al inclinarse 90 grados ante el califa saudí y cuando dijo que el llamado para la oración en las mezquitas era música celestial para sus oídos.
Su renuencia a frenar la inmigración de árabes a los Estados Unidos está en consonancia con su credo. Se diría que el Decreto Ejecuito, ahora en suspenso por orden del juez federal, para conceder aministía a los ilegales que ingresan por la frontera sur, no es sino un pretexto para seguir favoreciendo la llegada de más y más musulmanes a este país.
La masacre de París del viernes pasado no es “otro evento" del ISIS, sino una agresión más del Islam contra Occidente, protegida por primera vez en la historia desde la Casa Blanca. El Islam no es una religión de la paz, como tontamente lo dijera George W. Bush tras el ataque del 9/11, sino todo lo contrario: es una religión de la muerte.
El ISIS no existía cuando los jihadistas volaron las Torres Gemelas en el 2011 y cuando lo intentaron antes en 1993. Tampoco cuando asaltaron las barracas de Beirut en 1983 en tiempos de Reagan y mataron a 299 soldados. Iguales actos terroristas ha habido en Buenos Aires, Madrid, Boston, en años recientes y mucho antes, desde el año 600 en que a Mohama se le ocurrió fundar el Islam cimitarra en mano. En el 1095 el Papa Urbano II llamó a la Primera Cruzada para defender a los cristianos que iban a Jerusalén y eran perseguidos y muertos por los musulmanes.
El presidente Obama pretende equiparar al Islam con el Cristianismo y ello es execrable. La Biblia predica el amor, el Corán el dominio del Islam como ideología impuesta por la fuerza, no la persuasión. O el infiel se somete a la ley islámica incluída el Shariah, o es degollado o paga un estipendio. No hay derecho al libre albedrío y los delitos de robo, sodomía y adulterio pueden penarse con la mutilación o la muerte.
Hillary ha dicho hoy que si llega a la Casa Blanca luchará no contra el Islam sino contra los jihadistas extremistas. ¿Hay algún jihadista moderado o hay algún jihadista que no sea musulmán? Obama tampoco quiere admitir que el EI (Estado Islámico) sea islámico. Si no son islámicos ¿que son? ¿marcianos?
Muchos “liberals” defienden al Islam diciendo que no todos sus seguidores son radicales, sino talvez una cuarta parte. Es decir unos 250 millones de individuos. En Alemania, los nazis que siguieron a Hitler inicialmente eran en número infinitamente menor, como ocurrió con Stalin y Mao en Rusia y China. Esas minorías radicales son las de peligro y hay que exterminarlas de raíz. 
Jeb Bush y Marco Rubio creen que con pulverizar el ISIS en Irak/Siria, el problema ha terminado. Donald Trump no lo cree así. En París se anuncia que el líder de la masacre del viernes fue en efecto liquidado, pero Trump opina que él no es sino un “scam” o engatusamiento del problema. El asunto de fondo es el Islam.
El Islam está absorbiendo al Occidente. No lo hace solo con simples atentados como los descritos, por cierto abominables. Sino mediante la maniobra que Gadafi predijo: la invasión irrefrenable de Europa y los Estados Unidos, cuyas poblaciones originarias se agostan por el uso de anticonceptivos y el aborto. Es escalofriante el panorama demográfico en perspectiva, según este documental grabado hace siete años, en el 2008.
(Los musulmanes en Europa y los Estados Unidos, al contrario de lo que generalmente sucede con los latinos, no se asimilan a las sociedades huéspedes. Forman getos aislados y herméticos, como a la espera de la invasión definitiva. Ya se ha dicho: inmigración sin asimilación es invasión)
Fue escalofriante la reacción del público en el estadio de Turquía, cuando antes de iniciarse un partido de fútbol se pidió un minuto de silencio en homenaje a las víctimas de la tragedia de París. En repudio, hubo una silbatina estentórea y gritos de Allauh Akbar, grito de batalla de los terroristas cuando atacan o se inmolan.
Cuánta razón tuvo el Papa Benedicto XVI en oponerse a que Turquía se integre a la Unión Europea, por no compartir los principios judeo cristianos de Occidente. Turquía, como lo demostró ese público plural que asistió al estadio, es musulmán y anti occidental. 
Muchos se preguntarán ¿y Putin? Bueno, ha reemplazado a Obama como líder mundial, está demoliendo al ISIS, no tolera a los musulmanes extremistas o no y le repugnan los homosexuales. Además, es cristiano. Vean lo que recientemente advirtió a los islámicos y compárennlo con Obama link.
(Se transcribe a continuación un artículo publicado por el diario The Wall Street Journal acerca de cómo actuar frente a los terroristas)

On March 27, 2002, a suicide bomber walked into the Park Hotel in the Israeli city of Netanya and blew up the explosives belt he had strapped around his waist. Thirty people, who moments earlier were sitting down for the Passover Seder, were murdered. A celebratory and civilized scene, like those in Paris last week, had suddenly become a field of carnage.
The Park Hotel attack came at the height of the Second Intifada, a conflict that would ultimately claim the lives of more than 1,000 Israelis. More than 130 people were killed that March, and by then there had already been thousands of terror attacks.
My country, Israel, seemed paralyzed and the national sentiment was that the military would be unable to defeat the terror campaign. The only real way to stop the attacks, many supposed experts said, was by political means.

Opinion Journal Video

Gen. Jack Keane on the terror network’s leadership, goals and strategic reach. Photo credit: Getty Images.
They were wrong. Two days after the hotel massacre, the Israeli government launched a military operation called Defensive Shield to stop the suicide bombers and retake control of Palestinian cities in the West Bank.
It worked. Within weeks of the operation, the number of attacks and Israeli casualties dropped by more than 80%, and while it took time, we eventually succeeded in bringing suicide attacks down to zero. We proved that terror can be defeated.
Europe, the U.S. and their allies can defeat the terrorists of Islamic State, or ISIS. The first step is making the decision to fight back. The next step is understanding that drones and standoff missiles will not be enough. Ground troops will be needed.
In 2002 Israel went on the offensive in the West Bank cities of Nablus, Jenin, Jericho and Tulkarm, going house-to-house and door-to-door to hunt down Palestinian terror suspects. We found and demolished bomb labs, arms caches and terrorist command centers.
I remember the period well. At the time I was in New York running a high-tech company. As an officer in an elite Israel Defense Forces (IDF) commando unit, I got on a plane, flew back to Israel and joined my fellow soldiers as we fought to stop the terror wave that had struck our country.
We succeeded because we understood that when fighting Islamic terror, there is no middle ground. There is no halfway solution. There is one path to victory and that is taking the fight to the enemy.
I know that “boots on the ground” is a scary phrase and that the Western world has gotten used to sterile attacks. But we need to be honest—while these attacks hurt ISIS, they will not destroy it.
To win, the world needs to go on the offensive. There is no other way. What Israel did in 2002 is a model for how terror can be defeated. Soldiers may be put in harm’s way, but the number of civilian lives saved will be much higher.
Europe must also share intelligence within and outside the continent. Israel can help on that front. We maintain powerful counterterrorism intelligence tools because we are in the thick of the Middle East turmoil, with borders surrounded by Islamic State, Hamas and Hezbollah.
But you don’t have to live next to terrorist lands to be able to defeat the enemy. The West has demonstrated its ability in the past to project power and move troops to distant regions. What Israel showed in 2002 was that when you take the fight to enemy territory, the enemy will have difficulty taking the fight to you.
This is not currently the case with ISIS. Yes, the jihadists face occasional airstrikes and missile bombardments, but they aren’t on the run. They don’t go to sleep worried that soldiers may burst in during the night and seize them. Their command centers are not really threatened. Only when that happens will the ability of ISIS to direct attacks in Europe or America be hindered.
Like Israel, Europe and the U.S. also face terrorists who lurk in their own cities. Hundreds of young Westerners have inexplicably been drawn to the ISIS death cult; they fight in Syria or Iraq and return home with orders to attack. Europe is especially vulnerable to terrorists who may hide among the refugees pouring across its borders.
To detect these threats, European countries and the U.S. must strengthen their surveillance techniques. Liberty, freedom of speech and human rights are pillars of our democracies, but in Israel we balance them with national-security needs. Privacy is occasionally and under certain circumstances invaded, passports are confiscated and administrative detention is used to lock up terror suspects. We also demolish terrorists’ homes to deter future attacks.
These steps can be highly effective. Last week a Palestinian terrorist ambushed an Israeli car, murdering a father and his son. The terrorist’s family turned him in on Sunday to prevent their house from being demolished.
Europe can adopt some of these models. French President François Hollande on Monday called for amending France’s constitution to allow for more effective and aggressive measures against terrorists. This is an important step. No time can be wasted.
The historic upheaval currently engulfing the Middle East is not going away. The world needs to be determined, to show resolve and not to blink when challenged by adversaries like ISIS. These terrorists understand only one language: force.
Mr. Bennett, Israel’s minister of education and diaspora affairs, is a major in the IDF reserve corps.

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