Monday, November 30, 2015

DE JIHADISTAS Y ABORTEROS


En uno de los canales hispanos de TV, el entrevistador preguntó a un líder de los musulmanes que frecuenta ese medio, cómo explica que en nombre de la “religión de la paz”, que así calificó al islamismo, se cometan actos tan monstruosos como los de París.
Actos de terrorismo, contestó, se registran en otras religiones y ha habido terrorismo de judíos y cristianos, como el que acaba de ocurrir en Colorado contra Planned Parenthood. No por ello, dijo, cabe acusar al Cristianismo o al Judaísmo de promotores del terror. Se identificó así con Obama al tratar de excluir al Islam del terrorismo islámico.
(La alusión al ataque al centro de abortos de Colorado no se justifica, pues se trata de un hecho aislado y de alguien con problemas mentales. No se conoce su identidad religiosa. Lamentables las muertes de dos civiles y un policía, como lamentables son las muertes diarias de niños inocentes en ese centro y similares que se financian con fondos públicos) 
Es una aspiración contraria a la lógica y a la historia. La violencia del Islam contra la cristiandad y el judaísmo nació con Mahoma en el siglo VII y es un mandato que lo cumple el ala radical de esa ideología desde entonces y sin pausa hasta la fecha, ahora instalados en el reinstaurado Califato en el Medio Oriente. 
En el programa, el líder musulmán no citó casos concretos de terror de cristianos y judíos, pero es de suponer que se refería quizás a los excesos en las Cruzadas, como ya lo dijo Obama. Pero las Cruzadas fueron actos  de guerra en respuesta a la guerra originada por los moros en Jerusalén contra los cristianos, a los que se decidió proteger por pedido del Papa Urbano II en el siglo XI.
¿Quizás habría querido mencionar al Ku Klux Klan, los enmascarados que se escudaban en crucifijos de madera para ahorcar y quemar vivos a los negros, en rechazo a su integración plena tras la abolición de la esclavitud con la Guerra Civil? Esta secta fue organizada por demócratas sureños, cuya defensa de la esclavitud causó la guerra de las 600.000 muertes. (Su odio incluyó a católicos y judíos)
No hay memoria de cristianos o judíos unidos para planificar y ejecutar asaltos a objetivos civiles como en París, las Torres Gemelas y tantos otros hechos horrendos en diversas partes del mundo. Lo que si se recuerda, en cambio, es la alianza del Islam en la II Guerra Mundial con Hitler, aliados por su común antisemitismo.
Podrían acusar a los israelíes de actos de fuerza (terror) en Gaza, pero la agresión constante palestina contra Israel se ha convertido en ataques que no tienen otra respuesta que la guerra. La historia lo prueba desde que las Naciones Unidas autorizaron la creación del Estado de Israel en 1948 y alrededor de su territorio se tendió un círculo árabe/musulmán para sofocarlo.
El ISIS o Estado Islámico es, como su nombre lo indica, musulmán. Surgió con el apoyo de Obama y se armó con materiales de guerra dejados por las tropas norteamericanas cuando les ordenó que evacuaran Irak en el 2011, cuando el terrorismo islámico estaba bajo control. Tan pronto el ejército de casi 50.000 hombres comenzó a aterrorizar, hubo quejas.
A regañadientes, Obama autorizó bombardeos sobre el ISIS, cuyo territorio se había extendido por Irak y Siria. Pero advirtió que no se destruyan los pozos de petróleo iraquíes ni los tanqueros que financiaban al estado terrorista y el impacto de la acción de “guerra” de Obama fue nulo. Alguien pidió  que se asignen tropas en tierra y se negó.
Los terroristas islámicos estaban resueltos a tomarse toda Siria y entonces fue que el Presidente Bashar el Asad pidió auxilio a Putin para sobrevivir. En pocas semanas, contra la voluntad de Obama, el líder ruso está por liquidar al ISIS. Pero el extremismo musulmán no se circunscribe al ISIS pues está desperdigado por todo el Medio Oriente y el mundo.
En Egipto, los terroristas implantaron una bomba en la aeronave comercial que transportaba a más de 200 turistas de regreso a Rusia y la hicieron estallar sobre el desierto. En París los atentados dejaron 130 muertos y 400 heridos. El presidente Hollande se unió a Putin para pulverizar al ISIS. Obama y su discípula Hillary Clinton, mientras tanto, siguen  predicando que el Islam, “la religión de la paz”, nada tiene que ver con el ISIS.
¿Si el ISIS desaparece geográficamente como EI, puede esperarse que el radicalismo islámico también desaparezca? Por cierto que no. Existe el dicho “muerto el perro se acabó la rabia”. El ISIS, evidentemente, no es el perro, no es todo el radicalismo islámico, no es la rabia en si sino una rama, una muestra, una expresión de la furia musulmana anti occidental.
Se calcula que hay entre 1.200 a 1.300 millones de musulmanes en el mundo, por lo cual se supone que no todos estén contaminados con la rabia del islamismo radical. Consecuentemente, no se trata de eliminar a 1.200 o más millones de seres humanos para evitar la diseminación del mal, pero si que es imperioso frenar por las armas a los terroristas, que son una cuarta parte del total, o sea unos 250 millones de personas.
Occidente no puede ni debe ceder ante esta guerra declarada por los musulmanes desde hace centurias. Si no lo hace ya, con las armas nucleares convertirán a Occidente en un cementerio. Hitler estuvo a punto de hacerlo e igual habría ocurrido con  la URSS, si no se imponía la firmeza de Ronald Reagan. 
Obama no trabaja en favor de los Estados Unidos ni de Occidente. Lo ha demostrado en incontables confesiones pro Islam y en su pacto con Irán que le permitirá financiar y desarrollar armamento nuclear. Ahora se une al único estado islámico de la OTAN, Turquía, para hostigar a Putin y derrribar aviones rusos de combate que están destruyendo al ISIS y sus fuentes financieras. Se halla en París en estos momentos para distraer la atención mundial con la payasada del “calentamiento global” y el propósito de erigirse en dioses para controlar el clima...mediante impuestos.
A los terroristas islámicos y sus cómplices hay que denunciarlos, matarlos si se resisten, encarcelarlos o recluirlos en campos de concentración. A los musulmanes neutros, pro radicales o anti radicales habría que exigirles que renuncien al mandato de forzar la conversión de los “infieles” so pena de degüello, prisión o alta tributación.
En el caso de que fueren inmigrantes en países de Occidente, además se les deberá exigir acatar las leyes y costumbres nacionales y renunciar a la ley Shariah, por inconstitucional y porque implica mutilaciones, muerte por adulterio y rebeldía a la autoridad paterna y más penalidades medievales. Los inmigrantes obstinados serían expulsados o recluídos.
Winston Churchill, cuando todavía no concluía la I Guerrra Mundial, propuso exterminar a los bolcheviques que habían fusilado al Zar y a su familia y habían suspendido en 1917 el apoyo a los aliados en la guerra contra Alemania. Churchill temía que Alemania se tomara Rusia y sobre todo estaba alarmado de la barbarie bolchevique, que inclusive había asaltado un consulado británico e inmolado a su cónsul.
Sin embargo, su pedido no tuvo respaldo ni en el curso de la guerra ni después. Más bien la Oficina de Guerra (War Office) decidió que se invitara a París u otro lugar a “bolcheviques, anti bolcheviques y pro bolcheviques” para que dialogaran “fraternalmente” en búsqueda de la misma paz que se buscaba para la Europa de posguerra. Todo en nombre de la “libertad”.
No fue mediante el uso de la libertad que Lenín y más tarde Stalin terminaron por dominar a Rusia y la URSS y luego a China. Tampoco fue a nombre de la libertad que Hitler se convirtió en Führer y desencadenó la II Guerrra Mundial. En cuanto a los radicales árabes, lo menos que les interesa para dominar al mundo es la “libertad”, como se la entiende en Occidente.

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