Monday, October 9, 2017

UNA PRENSA OBJETIVA

Si el periodismo en los Estados Unidos recuperara de pronto esa condición inherente a la profesión que es la objetividad, es probable que otra sería la imagen que dentro y fuera del país generalmente se tiene del Presidente Donald J. Trump.
Al mandatario y a sus partidarios les enfurece lo sesgado de la mayoría de los medios de comunicación audiovisual y escrita y no reclaman, como mal se ha dicho, una “prensa positiva”, sino una información objetiva.
Porque al mencionar “positiva” podría suponerse que Trump implora adulo o supresión de crítica. No, ha dicho, lo que queremos es que se informe al público con veraciad acerca de las gestiones del gobierno, de lo que sobre ellas decimos, sin omisiones ni distorsiones.
Cuando al inicio del régimen Trump habló de política externa y reclamó a la OTAN que rectifique rumbos y aporte más al presupuesto, los medios alineados con la oposición demócrata, lo condenaron acusándolo de enemigo de la organización y de aislacionista.
Nada han informado, ni menos comentado, acerca de la posterior decisión de la OTAN de revisar los porcentajes de aporte presupuestario de sus miembros ni de reenfocar la prioridad de la lucha contra el terrorismo, tal como lo pidió en ambos casos el Presidente Trump.
Sobre el nuevo trato a Corea del Norte y China las condenas a Trump han sido igualmente implacables. No obstante, es evidente que el tirano de los cohetes está acorralado y que el rechazo a él fue unánime en el Consejo de Seguridad por 15 votos a 0, incluídos claro está China y Rusia.
La repulsiva capitulación de Obama ante Irán, con el cual firmó un acuerdo que le da luz verde a la nuclearización, con un obsequio de 15.000 millones de dólares, va camino de ser bloqueada y para ello contará con el apoyo del mundo árabe y de su mayor potencia, Arabia Saudita, otrora simiente del 9/11.
El acuerdo debió haber sido autorizado por el Senado, pero Obama violó una vez más la Constitución y la ignoró, con la complicidad del senador republicano por Tennessee Bob Corke, presiddnte del Comite de Relaciones Exterores del Senado, convertido en enemigo de Trump porque el Presidente se negó a apoyarlo (por esa causa) para su reelección en el 2018.
El ISIS, el primer Califato del siglo XXI que Obama ayudó a fundar con la retirada abrupta de tropas en el Irak, está en retirada gracias al repunte en los ataques antiterroristas. Acaba de anunciarse que 1.000 militantes del ISIS se retiran y entregan formalmente sus armas.
Si el periodismo fuese objetivo, ya se habría relievado que la acusación y los gastos multimillonarios para hallar vínculos de colisión entre el líder ruso Putin y Trump en las pasadas elecciones, es una farsa de la oposición.
Se nombró para el caso a un Investigador Especial, James Mueller, que ha contratado a otros 16 juristas para que lo ayuden. Pero su trabajo lleva ya más de nueve meses y no encuentran una sola pista. Según la ley, el nombramiento de un Investigador se justifica solo al constatarse la existencia de un crimen y la falta suficiente de pruebas.
En ningún caso se nombran comisiones o investigadores especiales para que busquen un crimen. Los nombramientos se dan sobre la base de la existencia del crimen (colisión en este caso), no sobre sospechas. Trump podría cancelar a Mueller, pero el clima político no le es propicio.
En el ámbito interno, los medios hacen esfuerzos de distorsión y omisión. Pretenden disminuir la verdadera ayuda dada a Puerto Rico azotada por los huracanes y prefieren destacar las mentiras de una alcaldesa (de entre 70 alcaldes), Yulin Cruz, que se desata en improperios contra el régimen.
Yulín Cruz aplaudió a Obama cuando perdonó al terrorista portorriqueño Oscar López Rivera, preso en Nueva York por asesinar a policías. López, como Yulín Cruz, lucha por la independencia de la Isla, tesis que no echa raíces en la población. La alcaldesa prometió a López un recibimiento triunfal en San Juan, en homenaje a su liberación.
La oposición no se limita al partido demócrata, se ha esparcido también al segmento pro establishment o pro pantano del GOP. Pese a ello, a que no se aprueba la abolición del Obamacare y a que aún no se consideran leyes para reducir impuestos y otras medidas de estímulo a la economía, ésta se ha robustecido de modo espectacular con Trump.
Estos hechos no son noticia de primera página. Pero si lo son rumores sobre supuestas divisiones internas del equipo Trump o especulaciones sobre determinadas frases del gobernante, dichas a viva voz o en Twitter, que muchas veces escapan al sentido del humor de los periodistas o que son deliberadamente mal interpretadas.
Mientras Trump brega con la oposición demócrata y de su propio partido, así como con la obstrucción de los medios, muchas de las promesas de campaña siguen cumpliéndose en cuanto no haya conflicto legal con el Congreso. Por ejemplo, con las regulaciones ejecutivas que su predecesor dictó al margen de la Legislatura para obstruír las libertades y la expansión de la economía.
Suprimió la obligatoriedad de los patronos a proveer anticonceptivos, que se negaban por razones religiosas o morales, como por ejemplo una institución regentadada por monjas. Igualmente levantó la prohibición para explotar carbón, que dejó en el desempleo a millares de personas. Otras regulaciones sobre uso de aguas y de medio ambiente se archivaron.
En materia de inmigración, Trump pide al Congreso clarificar leyes para evitar que se repita el fenómeno de los “dreamers” o soñadores, que son los hijos de inmigrantes ilegales que crecieron aquí y reclaman ahora la ciudadanía inmediata, protegidos temporalmente por Obama.
Trump pide que ningún niño ilegal sea admitido, esté o no acompañado y que tampoco se permita ingresar a parturientas con visas de turismo, cuya sola intención es dar a luz en suelo norteamericano para lograr la ciudadanía automática de sus hijos. Para los “dreamers” reclama un proceso riguroso de naturalización y, por supuesto, reclama la construcción del muro en toda la extensión de la frontera con México.

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