Tuesday, October 3, 2017

¿ESTADOS "UNIDOS"?

Las investigaciones continúan sobre las motivaciones que tuvo el asesino de Las Vegas para planear y ejecutar su diábolica matanza colectiva de 59 seres inocentes, que hirió a otros 527 y que con casi 30.000 aficionados asistían a un concierto de música country.
Las especulaciones abundan, pero acaso la que más se acerca a la verdad sea la que apunta a que el móvil fue asesinar a republicanos, en la presunción de que en el concierto del domingo se tocaba “country music”, género popular entre los americanos tradicionales, muchos de los cuales se identifican con Trump.
Hace unos tres meses se produjo otro atentado con idéntico fin, esa vez en un campo de entrenamiento de beisbol, cerca a Washington, la capital. Varios legisladores republicanos se reunieron allí muy temprano en la mañana para practicar, previo a un partido amistoso para reunir fondos con destino benéfico.
Sorpresivamente irrumpió un individuo armado que comenzó a disparar y la mortandad habría sido enorme si no hubiese intervenido a tiempo un policía de civil que lo mató. Quedó muy malherido el dirigente “whip” de la Cámara de Representantes, Steve Scalise, quien acaba de reintegrarse ayudado de muletas.
Las investigaciones revelaron que el asesino, James Hadkinson, obseso en su odio contra Trump, había estudiado con detenimiento el momento más propicio para castigar con la muerte a un grupo de legisladores partidarios del Presidente: una mañana como aquella, aún sin tránsito, sin testigos ni medidas de seguridad.
En el caso de Las Vegas, el asesino Stephen Paddock, que se suicidó al ser acorralado por la policía, había elegido una suite en el piso 32 del hotel  Mandalay desde cuyas ventanas era fácil lanzar una lluvia de balas contra los hombres, mujeres y niños concentrados al pie del hotel frente a la tarima con los cantantes e instrumentistas.
De lo que se ha llegado a conocer, se sabe que Paddock era un hombre de mucho dinero, aunque con deudas derivadas de su afición al juego. No tenía antecedentes penales y según su hermano, residente en Orlando, Florida, jamás dio muestras de violencia. Era solitario pero últimamente mantenía relaciones con una indonesia/australiana que podría estar de viaje a los Estados Unidos mañana. 
Si se confirma que viene o si de todos modos los investigadores logran comunicarse con ella, se obtendrá información invalorable sobre este personaje hasta el momento misterioso. Marilou Danley, la supuesta amiga o amante estaba en Tokio y luego en Filipinas, hasta hoy. Acababa de recibir un giro de 100.000 dólares de Paddock.
El frenesí contra Trump no tiene límite y está alimentado a diario por casi todos los periódicos, revistas y canales de TV y radio. Las encuestas dicen que solo el 5% de los espacios contiene información “positiva” sobre Trump, pero lo que Trump reclama no es información positiva sino objetiva. Lo que los medios hacen es distorsionar, ignorar, manipular hechos y dichos.
La masacre de Las Vegas sirvió a los demócratas y los medios para insistir en que se prohiba la venta de armas de fuego a los ciudadanos, garantizado por la Constitución. Padddock invirtió una fortuna para comprar casi 40 armas, la mayoría automáticas de venta prohibida. En Chicago existen las mayores restricciones y gobiernos demócratas por décadas, pero la crimimalidad es una de las más altas del país.
Los ciudadanos compran armas para defenderse (o para la cacería), luego de presentar las credenciales de ley. En Chicago y en todos los sitios, los criminales adquieren armas en los mercados negros, no para defenderse sino para asaltar, robar y matar. No siempre la policía llega con presteza para impedirlo, de ahí que los ciudadanos honestos busquen armarse para  defenderse.
La mayor criminalidad se da entre los negros. No a causa de su color sino de su forma de vida. La pobreza entre las parejas de negros casados era de un 8% hasta 1960. Con las medidas “protectivas” de subsidio de los demócratas el matrimonio se fracturó, se multiplicaron las madres solteras, pulularon los niños y adolescentes sueltos en los ghettos y la criminalidad subió.
La delincuencia se combate con la Policía y entre los policías hay también ciudadanos negros. El número de detenidos en urbes conflictivas como Chicago, Baltimore  y similares crece entre los negros y es a ello lo que los demócratas se refieren cuando hablan en contra de la brutalidad policial, los policías que evitan que haya más negros asesinados por negros en las calles de Chicago.
Para protestar por la “police brutality” los jugadores negros de fútbol americano decidieron irrespetar a la bandera y al himno de los Estados Unidos. Cuando Trump y millones de americanos protestaron contra esa irreverente forma de protestar, los negros ahora se entrelazan entre si de pie, para demostrar que luchan por la “justicia social”.
La justicia es justicia. No es ni social ni antisocial. Es buena o mala se ciña o no a la ley. Pero últimamente los izquierdistas le han añadido el término “social”, que no otra cosa quiere decir sino justicia distributiva, redistribución de ingresos e igualación de resultados. O sea socialismo y negativa a los principios de división de poderes de la Constitución a cambio de un Ejecutivo omnímodo.

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