Tuesday, July 24, 2018

COMO SUPLICIO CHINO

Parecería como que al Presidente Trump se la ha dado por jugar al susto con sus oponente demócrata progresistas, apllicándoles algo así como un suplicio chino aprendido quizás de su buen amigo de China, Xi Jinping.
Sus enemigos ya no tienen qué fabricarse para tratar de menoscabar al Presidente, al punto que la trama y la fanasía que urdieron para hacer parecer que los rusos al mando de Putin interfirieron en las elecciones del 2016 para favorecerlo en perjuicio de Hillary Hilton, han caído en el total ridículo.
Del trato de Trump a Putin, con quien dialogó la semana pasada en Helsinki, llegaron a decir que fue un acto de cuasi traición a la Patria, cuya penalidad es la muerte. Lo que quería y quiere Hilaton es dialogar con el jefe de la segunda potencia nuclear del planeta para negociar puntos comunes, evitar las aristas y con ello potenciales conflictos nucleares.
En las acusaciones han confluído ex funcionarios de la CIA y del FBI y algunos que aún ejercen sus funciones. Bien podría Trump actuar con extrema severidad contra ellos, pero ha preferido amenazar a seis de los más altos ex jefes de esos organismos involucrados en las diatribas con privarles del acceso a informaciones confidenciales.
Es probable que nunca cumpla con la amenaza, pero es elocuente la intención. Humillar a quienes no debían utilizar sus actuales o pasadas altas funciones públicas para denostar al Jefe de Estado en pleno ejercicio de sus obligaciones internacionales, algo inusitado en la historia presidencial.
Alrededor de la maraña de la supuesta colusión rusa pro Trump, sobre la cual nunca se ha presentado prueba alguna, los demócratas progresistas han lanzado infinidad de calumnias contra el mandatario que él eventualmente ha tratado de refutar tweeter en ristre. Es su mejor armas, puesto que la mayoría de los medios audiovisuales no son sino caja de resonancia irrazonada de la oposición.
La solución final, la que pudiera cortar de un solo tajo las calumnias, es una orden constitucional del Presidente para que se hagan públicos (hasta donde sea posible) todos los documentos secretos de la CIA y el FBI que han servido de pretexto para investigar a Trump sobre la ¨colusión¨ con grave daño para el país, para su honestidad y la de algunos de sus cercanos colaboradores.
Si tal ocurre y cuanto antes mejor, saldrá a luz una conspiración para frenar a Trump fraguada desde los más altos niveles del régimen anterior, encabezados por Obama, Hillary y muchos que todavía se aferran a los sueldos de los servicios de Inteligencia filtrando información comprometedora.
Entre los que acusan a Trump de ¨traidor¨ o al menos de títere de Putin, son los mismo que otrora se manifestaron fervientes admiradores de la URSS, de las ideas socialistas, del mismo Putin y de líderes pro marxistas como Chávez, Ortega y otros. La columnista Mary Anastasia O´Grady habla de ello en el artículo del Wall Street Journal que se copia a continuación.

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