Tuesday, September 5, 2017

COMPASIÓN HIPÓCRITA

Donald Trump hizo lo que tenía que hacer y que prometió hacerlo durante la campaña presidencial: dar por terminado el amparo inconstitucional otorgado por el presidente Obama a los hijos menores de 16 años que llegaron con sus padres ilegalmente.
La inmigración es un tema que compite exclusivamente al Congreso, pero el anterior gobernante hizo caso omiso para dictar la amnistía pese a que en esa época su partido demócrata dominaba en el Senado y tenía, como hoy, republicanos complacientes en la Cámara de Representantes.
Los hijos de los ilegales, de tierna o mayor edad, no pueden estar exentos de la culpabilidad de sus padres de quebrantar la ley, pues sobre ellos regía la “patria potestad”, es decir la voluntad asumida por los padres a nombre de ellos de respetar o no la ley del país al que decidieron migrar en conjunto.
La oposición demócrata y los mayores medios de comunicación, asi como los republicanos anti Trump, rechazan la decisión de anular el DACA (siglas en inglés) decreto ejecutivo violatorio dictado por Obama en el 2012 y que fuera objetado por un juez federal, alegando que revela falta de compasión y fobia antihispana y antiinmigrante.
Si bien es lamentable que muchos de los niños ahora adolescentes se han asimilado a la sociedad norteamericana y ocupan situaciones equiparables a las de los ciudadanos aquí nacidos o nacionalizados, sobre ellos pesa la inocultable realidad de que su ingreso a los Estados Unidos fue ilegal y ello debe ser enmendado. 
En adelante, ya nadie podrá acogarse al DACA que queda abolido y los que estén registrados deberán esperar seis meses hasta que el Congreso estudie el caso y dicte leyes y regulaciones para normalizar su situación. En caso contrario, el Ejecutivo habrá de diseñar la manera de hacerlo, comenzando con la deportación inmediata de los jóvenes (“dreamers”) que hubieren cometido delitos.
La controversia desatada por la oposición trata de explotar una compasión en el fondo hipócrita en favor de los “dreamers”, a quienes se los quiere legalizar a la fuerza para añadir votos seguros al partido demócrata. Porque en el fondo lo que se discute es la vigencia de la ley que deben cumplirla todos, incluídos los que quieren inmigrar.
El móvil principal de la avalancha de ilegales a este país desde la  América Latina y otras latitudes es la búsqueda de una sociedad estable y próspera, que lo es porque aquí prevalece una cultura de respeto a la ley. Mal hacen, pues, quienes al tratar de vivir aquí comienzan por violar la ley, tratando de hallar amparo luego en los demócratas para eludir sanciones.
La perspectiva emocional del mundo y de la vida, que perturba la visión de los demócratas y en general de los “progresistas” conduce a un compasión hipócrita con resultados contraproducentes para la sociedad y para los sujetos potenciales de esa compasión. Si Trump cedía, el problema de la inmigración ilegal habría continuado agudizándose.
Obama, el Papa Francisco, Merkel de Alemania, Hillary Clinton creen que deben abolirse las fronteras. En Europa virtualmente ha ocurrido ello por varios años y ahora en Italia, Hungría, Austria y otros países hay gritos de desesperación porque la ola de refugiados, que se criminaliza, cese a como de lugar.
Trump y los que lo eligieron no quieren que ello ocurra en los Estados Unidos. Es falsa la idea de que se repudie a la inmigración o a una etnia en particular, como la hispana. Lo que se exige es que se respeten las leyes de ingreso para impedir la libre enrtrada de delincuentes, terroristas y narcotraficantes.
El Papa Francisco irá mañana a Colombia a “bendecir” la capitulación del presidente Juan Manuel Santos frente a los grupos de narco guerrilleros y terroristas de las FARC y ELN. Los dos grupos, por más de 53 años, han causado la muerte de más de 250.000 colombianos, a más de secuestros, violaciones, robos y tráfico de estupefacientes. 
Cuando el presidente Álvaro Uribe tenía prácticamente doblegada a la guerrila, su sucesor Santos en lugar de liquidarla los invitó a La Habana para negociar la paz. Les ofreció amnistía, cinco curules en el Senado y cinco en la Cámara Baja. El pueblo rechazó el acuerdo en un referendo que no sirvió de nada y FARC es ya partido político con las mismas siglas y la misma palabra “revolucionario”. ELN está tras conseguir lo mismo en Quito, con un gobierno afin al de Cuba como anfitirión.
¿Qué es lo que buscaban a sangre y fuego los terrorista narcotraficantes de Colombia por más de media centuria? Lo dijeron desde un comienzo y lo repiten ahora: la revolución que cambie el sistema para implantar otro. ¿Cuál? Uno en el cual desaparezcan las desiguldades e impere la justicia social. Como en Cuba, Venezuela ¿pronto Ecuador?
El colectivismo fascista, socialista o comunista ha ido cambiando tácticas, de la sedición y lucha armada a la toma del poder por otros medios, los de la propia democracia. Sin fusiles. FARC en las urnas. Los narcos en ese país lo conseguían todo con la fórmula “plata o plomo”. Ahora Santos les da la oportunidad de ahorrarse el plomo (aunque sin descartarlo): tienen plata a raudales del narcotráfico para tomarse el poder y ¿quién duda que lo tomarán?
Y lo harán con la bendición papal y el entusiasmo de apologistas como Lenín Moreno, los demócratas, las Naciones Unidas. ¿Pero, se acabará la pobreza cuando se acabe el capitalismo de libre mercado y éste pase a control del Estado? Lea y escuche este breve video didáctico y visualice luego a Cuba y Venezuela.

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