Sunday, August 15, 2010

¿COLOMBIA VA DE RETRO, COMO USA?

El nuevo presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, dijo en su discurso inaugural que en su diccionario no existía la palabra “guerra”.

Es una de las frases más disparatada escuchadas en los últimos tiempos y se dice que la pronunció para congraciarse con el mandatario venezolano Hugo Chávez.

Parece que le dió resultados, pues Chávez, que rompió relaciones diplomáticas con su antecesor Álvaro Uribe, acaba de visitar a Santa Marta en Colombia para verse con Santos y prometer amor eterno a los colombianos y, además, reanudar las relaciones diplomáticas.

Chávez se alteró con Uribe porque éste le demostró fehacientemente que protege a los narcoterroristas de las FARC, concediendo hospitalidad a centenares de ellos en un campamento asentado muy adentro en territorio venezolano.

Poco antes de terminar su mandato, el embajador de Uribe presentó en la asamblea de la OEA documentos probatorios de la presencia protegida de las FARC en un asentamiento a unos 30 kilómetros de la frontera con Colombia: fotos, videos, testimonios, cartas geográficas.

Chávez, con la connivencia del presidente ecuatoriano Rafael Correa, pretendió boicotear la asamblea, pero no lo consiguió. Las pruebas fueron divulgadas y la sola reacción en descargo de Chávez fueron el insulto y la ruptura de relaciones diplomáticas.

El autócrata venezolano habló de preparativos de guerra contra Colombia, país que jamás insinuó tal alternativa sino la reflexión de Venezuela para que cese su apoyo a la narcoguerrilla, cuya meta es, para ella si, la conquista del poder mediante la guerra contra el sistema democrático.

¿Qué quiso, qué quiere decir Santos al proclamar que en su diccionario no consta la palabra guerra? ¿Ignorándola desaparece la guerra? Es como si alguien decidiese ignorar la existencia del cáncer, en la esperanza de que el cáncer no exista.

Quizás podría interpretarse la confusa afirmación en el sentido de que no quiere la guerra con la narcoguerrilla y menos contra un país vecino como Venezuela. Y que prefiere la diplomacia. Si tal fuere el caso, sería una posición muy peligrosa, comparable a la que está adoptando Obama con los Estados Unidos.

Nunca los Estados Unidos, desde su fundación, han querido la guerra. Insinuar lo contrario simplemente es anti histórico. Quería la independencia de Gran Bretaña cuando los 13 Estados de la Unión no aceptaron las imposiciones abusivas de Londres y la única opción fue la guerra de fuerzas desiguales, que terminaron ganándola.

A grandes rasgos, el intento de USA de mantener la neutralidad en los dos grandes conflictos internacionales del siglo pasado resultó impracticable porque ello habría significado la autodestrucción del sistema nacional de vida en libertad.

En ambos conflictos Estados Unidos resultó victorioso. Ya en este siglo, la guerra contra el terrorismo islámico fue provocado por los ataques contra esta nación. Es impredecible la victoria, sobre todo con el actual presidente Obama quien, como Santos (aparentemente), no cree en la guerra sino en la opción diplomática.

La historia demuestra que la diplomacia fracasa si no va respaldada por la fuerza. Chamberlain fracasó con Hitler en Berlín, cuando eran evidentes sus designios expansionistas. Stalin y los sueños expansionistas del comunismo se desmoronaron no por la diplomacia de la Guerra Fría que sucedió a la II Guerra Mundial, sino por la firme posición de fuerza y superioridad de Reagan, Margaret Thatcher y el Papa Juan Pablo II.

Obama es iluso o traidor si cree que va a persuadir diplomáticamente a Ahmadinejad de Irán que no se arme nuclearmente o Al Qaeda y los talibanes que dejen las armas para pacificar a Afganistan e Irak. En el caso ecuatoriano, Velasco Ibarra es buen ejemplo de puerilidad al creer que unilateralmente podía denunciar el Protocolo de Río de Janeiro suscrito en 1942 entre Perú y Ecuador.

¿Cree Santos que Chávez cambiará por la sola reforma que ha hecho a su léxico personal? Nadie entiende las razones por las cuales el venezolano ha resuelto levantar la ruptura de relaciones diplomáticas. ¿Acaso le prometió dejar de proteger militar y logísticamente a las FARC en territorio venezolano? Si es así, aplausos a Santos, pero ojo a Chávez.

Chávez, como Correa, es ferviente partidario de la narcoguerrilla. Santos, como ministro de Defensa de Uribe, asestó un certero golpe contra las FARC al destruir el campamente de Angostura en territrorio ecuatoriano, en la frontera, no tierra adentro como en Venezuela

Si Santos insiste en negociar con la narcoguerrilla, como lo hicieron infructuosamente los antecesores de Uribe, Colombia dará un paso atrás en el combate a los asesinos de las FARC. Uribe consiguió debilitarlas sobre todo en las áreas rurales. Pero si Santos flaquea, la narcoguerrilla aprovechará las treguas para fortalecerse, como lo ha hecho en el pasado. Con el apoyo material de Chávez y el moral (o algo más) de los Correa, Ortega, Morales y los Castros.

Por cierto, son solo especulaciones por la escasez de información veraz, pues resulta incomprensible que Santos se distancie tan abierta y censurablemente de Uribe, a quien sirvió se supone con identidad de principios y sentimientos, como lo demostró en el caso de Angostura.

La situación de Obama es diferente y mucho más compleja y de preocupación dado que los Estados Unidos es, o era, el líder del mundo libre. Obama -cuyo pro islamismo se comprobó una vez más con su devoción por el Ramadán en la Casa Blanca y su obsceno apoyo a que los árabes eirjan una mega mezquita en el sitio del Holocausto del 9/11 en Manhattan- afirma no creer en la grandeza y excepcionalidad de este país.

Siempre estuvo opuesto a las intervenciones militares en Irak y Afganistán, como en su juventud se opuso a la guerra en Vietnam. No quiere la victoria en ninguno de los dos frentes. Quiere la derrota, el retiro total de las tropas, al igual que en Vietnam. Dentro de su estrategia, busca acorralar a Israel y negociar con Ahjmadenejad, ya podemos imaginar qué.

De paso, ha destruido a la economía nacional, endeudándola, expandiendo el gasto público, la deuda interna y externa, la burocracia y el tamaño del gobierno interventor. Son tácticas dentro de la estrategia encaminada a debilitar el sistema de libre mercado, competencia y ahorro, que ha hecho la grandeza de este país.

Hay muchos arrepentidos que votaron por Obama que prometen sufragar en su contra en las elecciones de medio tiempo (del periodo presidencial) de noviembre próximo y en las del 2012, cuando el actual mandatario buscará la reelección. En uno y otro, hay solo grandes incógnitas.

E igual en lo que atañe a Colombia y su nuevo presidente Juan M. Santos. ¿Persistirá en su actitud complaciente con Chávez y la narcoguerrilla? Si lo hace, Colombia iría marcha atrás. Lo cual sería una traición condenable.

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