Sunday, June 3, 2007

EL PRESIDENTE CORREA ES ANORMAL

Frente a la nueva agresión verbal lanzada por el presidente Rafael Correa durante otra de sus ya rutinarias intervenciones radiales de los sábados, cabe preguntarse: ¿es este jefe de Estado un cretino o cree que son cretinos quienes lo escuchan y leen?
Trata de convencer que nada hubo reñido con la ley, la ética o la moral cuando su ministro de Economía Francisco Patiño decidió reunirse no en su despacho sino en un hotel de Quito con representantes de los tenedores de bonos y trató de inducirlos a que traten de sobornarlo mientras los filmaba en secreto, sin su consentimiento.
Aclara Correa que la filmación la hizo Patiño con su autorización y que el propósito era comprobar documentadamente que los tenedores de bonos son unos corruptos. Pero el intento de soborno no se dio y el secreto de la filmación ilícita se conoció solo porque lo denunció uno de los participantes gobiernistas allí presentes y que desertó.
Llega a la desfachatez de comparar la filmación con la que hacen los periodistas de TV o con las cámaras que vigilan bancos, almacenes y supermercados para detectar a posibles autores de robos y asaltos. Ante la insistencia múltiple de que el ministro Patiño renuncie, Correa dijo ayer que si lo hacía tendría también que irse él pues él conoció y auspició la comedia con los tenedores de bonos.
Lo ideal sería que ambos, ministro y presidente se vayan, para que cese así la hostilidad constante del mandatario contra las instituciones en que la democracia se sustenta en el Ecuador y en otras partes del mundo donde se ha afianzado como alternativa a las formas autocráticas del poder.
Por desgracia, ni el ministro ni el Presidente van a renunciar. Al contrario, con las votaciones de noviembre y las encuestas de opinión que todavía le favorecen en un alto porcentaje, Correa se siente infalible en todo. Por ello no encuentra nada malo que Patiño, con su anuencia, haya actuado como un “covert agent” o agente encubierto para tender trampas a supuestos delincuentes y denunciarlos, juzgarlos y apresarlos cuando muerden el anzuelo.
Es lo que hacen los agentes especializados para infiltrarse y desbaratar redes de narcotraficantes y narcoterroristas, por ejemplo. Pero un jefe de Estado que presume de honestidad y sus cercanos colaboradores no deben estar de ningún modo en ese plano para pescar a tramposos que negocian con el sector público. Los evita, actúa con entereza y si detecta dolos, los frena y denuncia para el debido juzgamiento y sanción.
En la conferencia de ayer desde Huaquillas, Correa vuelve a manejar su retórica despectiva y contraria a la libertad de expresión. Esta libertad no le pertenece a él ni a ningún gobierno. Es del pueblo y es sustantiva de la democracia. Nadie lo ha elegido a él para que le diga al pueblo qué es lo que debe entender acerca de esa libertad ni como debe ser administrada y regulada.
Por tanto, el papel de juez de la libre expresión y de cómo ésta cebe ser ejercida en los medios escritos y audiovisuales, no es algo está en sus manos. Ninguna Constitución le confiere ese derecho. Él, en todo caso, es o debe ser pasivo en cuanto a cómo se manifiesta esa libertad de expresión. Si hay excesos, las leyes indican mecanismos para rectificar errores. Si de poca magnitud, hay el recurso a la rectificación inmediata en los medios equivocados. Si pasa de grado el error, como a injuria y mentira lesiva, también se han establecido leyes y tribunales para enjuiciar a los medios incursos y penar a sus autores.
Cuando dice que encantado firmará la Declaración de Chapultepec acerca de la defensa de la Libertad de Expresión en América Latina, siempre que se añadan acápites sobre salarios, mujeres desnudas, democratización y sanción a los medios que mientan, está tomando del pelo al mundo. O actúa como cretino o cree que quienes reciben su mensaje son cretinos.
La libertad de expresión nada tiene que ver con la formación de empresas ni las leyes laborales. Si una empresa periodística maltrata o explota a sus empleados el asunto puede discutirse y resolverse de varias formas. Los periodistas tienen gremios y sindicatos que permiten el diálogo entre patronos y empleados. Allí están los colegios de periodistas, la UNP. Y allí está el Estado que lo regula todo inclusive los salarios mínimos generales y los particulares de gremios, como el de los periodistas.
En su afán de enfrentar a empresarios con periodistas insiste con el pretexto de la Declaración de Chapultepec en el condicionamiento para que las empresas se abran o “democraticen”, con lo cual insinúa que los trabajadores tomen mando en el control financiero, informativo y de opinión de los medios. Es absurdo por impracticable y por reñido con el concepto de libertad de expresión y formación empresarial.
A Correa le repudia la palabra y el concepto de empresa. Pero su objetivo es imitar a Correa en cuanto a silenciar y asfixiar a las grandes empresas de TV, radio y de medios escritos. De esa manera el enemigo de la empresa privada se convertiría en el empresario de total control de los medios, pero regulados todos según el pensamiento oficial.
Ha planteado también, como otra condición de la firma, que los medios dejen de publicar en las portadas de revistas a mujeres sin sostén y que las telenovelas no exploten los problemas del adulterio. Asume, también en esta área, un papel de moralista que no le corresponde para tratar de regular la calidad del mensaje de los medios.
Anuncia que pronto entrará al aire una TV estatal. Será un desastre, como lo han sido los intentos en otros regímenes incluso menos autócratas para fundar y sostener la Radio Nacional del Estado. Y como ha ocurrido con tantas otras empresas estatales, desde la de los Ferrocarriles hasta la actual Petroecuador.
Correa es, contrariamente a lo que creían algunos de sus ingenuos seguidores, un tozudo de marca mayor. Varios columnistas, un dirigente no columnista pero si comunista de la Asociación de Derechos Humanos, le han pedido “que no sea malito” y que detenga el juicio contra el director de La Hora y pida perdón por los ataques a determinados medios y periodistas. Ayer ignoró por completos esos ruegos lacrimosos.
Admitió a regañadientes cierto asomo de disculpa frente a Espinosa de los Monteros y Tania Tinoco, pero volvió a la carga al insistir que los juicios que emitieron eran equivocados porque se basaron en las informaciones deliberadamente distorsionadas por la prensa. Así, con generalizaciones, sin nombres de medios, lo que es artero y es cobarde.
Nada sorprendente que la portavoz de Correa, Chuji y su ministro de Cultura no hayan protestado por la clausura de RCTV en Venezuela. El ministro Preciado, poeta de Esmeraldas, se ha solidarizado en Cochabamba con Chávez y aplaudido en comunicado conjunto su acción valiente para silenciar a un medio al servicio de la oligarquía y el imperio. Es obvio que el pensamiento de los dos funcionarios de Correa son afines al suyo.
El dictador de Irán, Ahmadinejad, acaba de reiterar hoy que la cuenta regresiva para borrar del mapa a Israel ha terminado. Y el mundo no reacciona. Correa, en su órbita, también proclama a los cuatro vientos que supuestamente el pueblo le ha elegido para instaurar en el Ecuador un socialismo bolivariano del siglo XXI, imitación de la propuesta de Chávez.
Correa ha dado pasos firmes en esa dirección. Aplastó al Congreso, al TSE, a las cortes de justicia, acaba de lograrlo con el TGC, pronto entrará a regular la banca privada y amedrenta a diario a las empresas periodísticas y a periodistas de prestigio, aunque trate de adular a la gleba, a los reporteros mal pagados y explotados según su perspectiva.
Y tampoco hay reacción ni significativa ni masiva. Por cierto, se han dado ejemplos de encomiable valentía y capacidad analítica de parte de varios articulistas. Y ahora se anuncia que Humberto Mata generará una cadena radial inmediata a la de los sábados del presidente para denunciar las barbaridades contra la natura y la democracia que él divulgue.
Pero no hay todavía una actitud frontal y constante de los medios para enfrentar el desafío y amenazas de Correa. La asamblea constituyente será, cada vez hay menos dudas, una acumulación de incondicionales de Correa que harán y dirán lo que él ordene. Mientras tanto, los partidos de oposición como el social cristiano han defeccionado y prosternado ante Correa. Jaime Nebot, Larreátegui y otros que se suponía tenían capacidad de liderazgo, se han rendido.
En Caracas y otras ciudades venezolanas la reacción contra Chávez ha venido del lado menos esperado: los estudiantes universitarios. Porque Chávez, como Correa, ha pretendido alienarse con la izquierda anti imperialista con la cual los muchachos universitarios generalmente se alinean. No se puede predecir en qué termine la rebeldía, pero el fenómeno fascina.
Hábilmente los estudiantes no confrontan directamente a Chávez. Le piden que respete la pluralidad de pensamiento, esto ese, la libertad de expresión. Y no se manifiestan con violencia, lo hacen pacíficamente y su estrategia se basa en la comunicación electrónica, de instant messages, cellphones y computadoras muy difíciles de ser detectados por la fuerza policial.
¿Habrá esperanza de que algo parecido surja en el Ecuador? Si es así, debería aparecer sin tardanza, en todo caso antes de que se reúna la asamblea nacional constituyente de septiembre. Pues la alternativa podría ser una dictadura “legal” de Correa al estilo Chávez que se prolongue por años.
Si al líder de Irán no se lo frena ya, no solo Israel sino Occidente sufrirán las consecuencias. Con Correa sin oposición, todo el Ecuador sufrirá.

1 comment:

Anonymous said...

Al leer los comentarios del señor Jervis uno se pregunta quién es el verdadero anormal, Correa o el opinante. ¿Qué clase de periodista o ex periodista acostumbra a enlodarse en la cloaca de la diatriba para exponer una posición? Por cierto, no será aquel que se comporte como una persona "normal".