Wednesday, July 5, 2017

COREA, HERENCIA DEMÓCRATA

El Presidente demócrata Harry Truman tuvo la entereza de culminar con el proyecto de usar bombas atómicas para terminar con la II Guerra Mundial, pero erró al impedir todo el poder militar para repeler la invasión comunista en la península de Corea, prefiriendo un armisticio que la dividió en dos.
La China Roja liderada por Mao Zedong y la Unión Soviética al mando de José Stalin decidieron extender el comunismo en Corea, mediante socorro militar y financiero a sus agentes infiltrados al norte de la península. En una primera etapa no tuvieron resistencia y llegaron más allá de Seúl, hasta el sur.
La intervención comunista violaba las regulaciones de las Naciones Unidas por lo cual el Consejo de Seguridad decidió rechazarla militarmente, con brigadas al mando de la potencia ganadora de la II Guerra Mundial, los Estados Unidos. A poco, la débil resistencia al invasor se revirtió.
En 1952 sobrevino uno de los inviernos más crudos, que afectó duramente a las tropas comandadas por el general Douglas MacArthur, quien no obstante obligó a los invasores a replegarse hacia la frontera lindante con China. El enemigo estaba en situación peor, por mortandad e inanición y su rendición era inminente.
MacArthur pidió autorización política a Truman para asestar el golpe de gracia al enemigo, pero el Presidente, lejos de ello, lo destituyó y nombró un reemplazo para que coordine la suscripción de un Armisticio, que era la salida ideal para la debacle de las huestes invasoras sino/soviéticas. El paralelo 38 fue la línea divisoria entre las dos Coreas.
Al Norte se erigió una gigantesca mazmorra orwelliana protegida por Mao y Stalin, a la que le permitieron armarse incluso con cohetería nuclear. Al Sur comenzó a crearse una sociedad libre, emergida del Medio Evo y la opresión japonesa, hasta convertirse en una potente nación industrial con producciones y servicios de la más alta tecnología.
La “visión Truman” sobre política exterior se ha repetido en varias oportunidades en este país, no solo con gobiernos demócratas. Richard Nixon, republicano, cedió ante Mao y con Kissinger como mensajero, restableció relaciones diplomáticas con el genocida y cortar lazos con Chiang Kai Shek, líder de la República China que era uno de los Cinco Gandes en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas hasta 1971.
El proceso tiene su antecedente en el general George Marshall, que visitó a China en la II Guerra para apoyar a Mao, subsidiado por la URSS en contrra de Chiang Kai Shek. Entre los dos estalló una guerra civil que ganó Mao en 1949 con apoyo soviético. El derrotado se refugió en Formosa o Taiwán, ahora una floreciente república democrática. 
La historia, con variaciones, volvió a darse en Vietnam. Tras el retiro de Francia los vietcongs y los agentes de Moscú y Beijing buscaron extender su influjo  también en esta península. La intervención era igualmente condenada por las Naciones Unidas, por lo cual el Consejo de Seguridad dispuso que se la repela por la fuerza.
Estados Unidos, como primera potencia militar, volvió a liderar a las tropas multinacionales. Los tiempos habían cambiado. Los jóvenes ya no quisieron aceptar el servicio militar obligatorio, pues sus vidas eran ahora plácidas con los beneficios de la posguerra, el sexo libre y las drogas. Organizaron marchas “por la paz”, sedujeron a la prensa y los políticos y el Congreso terminó por cortar los fondos para la guerra de Vietnam.
Los veteranos sobrevivientes fueron abucheados a su regreso, tras la primera derrota militar de los Estados Unidos (pese a que, como en Corea, la victoria estaba ad-portas). Fue el mismo Nixon el que luego gestionaría abolir el servicio militar obligatorio, lo que ha contribuído a empañar el respeto a la institución millitar.
Gobiernos demócratas y republicanos han tratado de “hacer algo” para que se cumpla la ley internacional de no proliferación nuclear. Luego de la II Guerra Mundial, Estados Unidos propuso a la URSS que se sume al proyecto de Átomos para la Paz, con la finalidad de que sea ése el uso exclusivo de la energía nuclear. 
Stalin se negó. Su objetivo era armarse nuclearmente. Robó las fórmulas a los Estados Unidos y luego las cedió a China, que a su vez las delegó a Corea del Norte y probablemente al Irán. Obama, en su campaña electoral del 2008, dijo que Israel posee amas nucleares, lo que creaba un desbalance con Irán. Prometió corregirlo y lo cumplió.
Bill Clinton intentó halagar al dictador norcoreano con algunos regalos de tipo comercial para aliviar a su pueblo hambreado, pero nada consiguió salvo estimular a la dictadura en su carrera nuclear. Las políticas de Obama han sido contrarias a los intereses nacionales y lo de Norcorea no es una excepción. El problema se agudizó.
Al parecer las perspectivas pueden cambiar con Donald Trump, que siempre cita como ejemplos en el campo militar a los generles MacArthur, George Patton y similares, que estaban convencidos de que si el país se involucraba en una guerra, había que ganarla. Las guerras de Estados Unidos no han sido de conquista, sino de defensa de sus libertades amenazadas por el expansionismo de dictaduras nazifacistas o comunistas.

No comments: