Monday, May 22, 2017

UNA OPOSICIÓN PIGMEA

A medida que la figura de Donald Trump como estadista se acrecienta con su primera gira internacional por Arabia Saudita, Israel y Europa, la imagen de la oposición que incluye a algunos miembros de su propio partido y a la llamada “gran prensa”, va minimizándose hasta la ridiculez.
La recepción ofrecida por el rey saudita Salman ha sido espectacular,  como diseñada para resaltar la satisfacción del contraste con su antecesor Obama, quien optó desde el comienzo de su gobierno en el 2009 por fortalecer al Irán, promotor del terrorismo global.
Ya en su primera campaña presidencial en el 2008 Obama anunció cuál sería la meta de su política de Medio Oriente: retirar las fuerzas militares de los Estados Unidos y propiciar un equilibrio del poder bélico en la zona, levantando las restricciones que pesaban sobre Irán.
Eso lo consiguió casi al término de su mandato, con un acuerdo que no tuvo la aprobación del Congreso y que Trump, Israel y países árabes como Arabia Saudita lo han calificado como uno de los mayores desastres de la historia. El objetivo iraní es la dominación shiíta frente a la suni que lidera la monarquía saudí.
La oposición en los Estados Unidos critica a Trump por visitar al país cuna de Bin Laden y los asesinos del 9/11 y en el cual rigen normas y conductas contrarias a la cultura occidental. Pero precisamente lo que ha logrado el presidente norteamericano es establecer un frente común de lucha contra el ISIS y toda forma de terrorismo del islamismo radical.
Advirtió que no iba en plan de predicador sino de socio en el combate a los bárbaros que asesinan a inocentes, no solo cristianos sino en su mayoría musulmanes y que esparcen el crimen por todo el globo. La victoria sobre el terror, dijo, no depende solo de nosotros, tienen que ganarla ustedes y para ello contarán con nuestro apoyo.
Consecuentemente, firmó un acuerdo para el suministro de armas por 110 mil millones de dólares, la suma más grande de la historia y asistió a la inauguración de un centro tecnológico para el rastreo de pistas terroristas, con lo más avanzado de la ciencia. El país que fue cuna de los terroristas del 9/11, es ahora el mayor líder árabe del antiterrorismo.
Trump está ahora en Israel y junto con sus líderes ratificarán la resolución de luchar juntos contra el terrorismo. El problema mayor seguirá siendo la Autoridad Palestina, que con el apoyo de Irán fomenta el terrorismo desde la más tierna infancia de sus ciudadanos, a los que adiestra y adoctrina para matar israelíes y buscar la desaparición de Israel.
Trump aspira a definir una fórmula de entendimiento con los palestinos que les persuada a renunciar a aniquilar a Israel y a convivir en paz. Luego de Israel, Trump irá al Vaticano para cerrar el círculo de enlace con los líderes de las tres grandes religiones monoteistas, que las quiere ver unidas y no en una guerra que ya es milenaria.
Esta aspiración quizás pueda aparecer utópica, pero la intención es noble. Si se la consigue, al menos en lo concierniente a extinguir las fuentes actuales del terror y sus ramificaciones globales, lo logrado por Trump a su paso por Ryad, Jerusalén, El Vaticano, Bruselas y Taormina tendría una resonancia histórica de inmensa trascendencia.
La oposición de démocratas y su “prensa” cada vez tendrá menos eco en la población, con su cansina insistencia, sin presentar pruebas,  de que Trump ganó las elecciones por influjo de Putin. A propósito, Putin es íntimo aliado de Irán. Si Trump es títere de Putin ¿cómo Putin le permite que firme una alianza contra Irán y el terrorismo, llamada la OTAN árabe por algunos?

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