Friday, December 16, 2016

DEMÓCRATAS POCO DEMÓCRATAS

Es contradictorio que los afiliados al partido demócrata de los Estados Unidos se llamen demócratas, pues con el transcursos de los últimos años y sobre todo con el régimen de Barack Hussein Obama, que está por expirar, han demostrado ser muy poco demócratas.
Paulatinamente el partido ha ido cayendo bajo el influjo del izquierdismo radical, que aquí se lo califica como “progresista” o “liberal”, dos vocablos que igualmente expresan una concepción política muy distinta a la que sus actuales usuarios promueven.
Algo parecido ocurre con el distintivo “gay” que se da a los homosexuales. El término antaño era aplicable a alegría, gozo, rogocijo pero lo más probable es que la gente con inclinaciones homosexuales, hombres o mujeres, sean uno de los estratos más tristes de la sociedad.
Los demócratas denotan su poco apega a la democracia tratando hoy de cuestionar los resultados de las recientes elecciones presidenciales. Se resisten a aceptar la victoria del republicano Donald D. Trump, acaso porque tenían todo listo para “coronar” a Hillary Clinton: el respaldo de Obama, los medios, el establishment de los dos partidos y las mayores fortunas del país.
Para camuflar que todo estaba previsto, aceptaron que apareciesen varios supuestos retadores de Hillary en las primarias. Como adorno. Pero uno de ellos, el más radical, casi escapa del control de la dirigencia del DNC. Bernie Sanders, marxista un confeso, comenzó a ganar votos y a hacer peligrar la nominación de la escogida.
John Podesta, el maestro mayor de la campaña y sus áulicos comenzaron a sabotear a Sanders para debilitarlo. Fue entonces que se divulgaron los emails de la confabulación, vía WeakiLeaks cortesía de Julian Assange, el asilado australiano de la embajada del Ecuador en Londres. La cascada de emails produjo conmoción.
La jefa del DNC, Debbie Wasserman, fue cancelada y otros dirigentes y periodistas que habían hecho equipo con Hillary para fenar a Sanders y asegurar la “coronación” el 8 de noviembre, quedaron al descubierto. Pero la principal razón de la derrota de Clinton fue el cúmulo de sus deficiencias como candidata y su larga trayectoria de corrupción.
Los demócratas/liberales/progresistas/marxistas quedaron desconcertados y anonados con la noticia de su fracaso al amanecer del 9 de noviembre y desde ese momento comenzar a especular para atribuir a alguien o a algo y no a si mismos y su miopía, las causas de la “catástrofe”.
Aunque Hillary y Obama admitieron que Trump había ganado la contienda límpida y democráticamente, pocos días más tarde se desdijeron y ahora Obama acusa abiertamente a Rusia de haber intervenido en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos para perjudicar a Hillary y favorecer a Trump.
¿En qué habría consistido esa intervención? No hay otra “evidencia” que los emails de Podesta. Assange niega que los recibió de Rusia y si bien protege a su informante, da a entender que los datos los suministró un agente de la CIA disgustado por la protección a Hillary por el manejo ilegal de información secreta, que incluye la destrucción de 33.000 emails del Departamento de Estado.
Putin, su ministro de Relaciones Exteriores y otros portavoces de Moscú se mofan de la acusación de ser los “hackeadores” para ayudar a Trump. Pero aún si ello fuese verdad ¿de qué arma se valió Putin para logar el objetivo de llevar a la Casa Blanca a un archi millonario? ¿La divulgación de los emails de Podesta?
Sería poco. Después de todo, Putin era director de la KGB cuando la URSS estaba en su esplendor y como tal debió haber sido maestro en el espionaje y contraespionaje, sublevaciones, cohersión, chantaje, pagos a agentes encubiertos del gobierno y los medios, etc. ¿Qué contenían los emails, que ni siquiera eran fraguados?
Ninguno de sus autores ha negado serlo. Ninguno de los emails habla de patrañas para debilitar a Trump. Todos se refieren a cómo desprestigiar a Sanders (que pasó su luna de miel en Moscú). Uno de los emails de intercambio incluye más bien quejas contra Hillary por su ausencia de liderazgo, nada contra Trump.
Es una coincidencia que el diario The New York Times, entregado 100% a la causa “liberal” pro Hillary, publique que en un día como hoy, en 1950, el presidente Truman haya declarado formalmente la guerra contra el “imperialismo comunista”, convencido de que constituía una amenaza contra el mundo libre, sus instituciones democráticas y la estabilidad global.
Hillary Clinton hizo en 1969 su tesis de grado sobre Saul Alinsky, un marxista que recomendaba como aprovecharse del sistema democrático para cambiarlo y transformarlo paulatinamente en un estado socialista. Los que piensan como ella se han multiplicado como hongos, captaron el poder con Obama y querían perpetuarse con Hillary. Trump detuvo esa racha.
La ofensiva antidemocrática con la apostilla del hackeo ruso no hará sino ridiculizar más a los demócratas. Tampoco les resultará el amedrentar a los Electores para la Convención del lunes próximo, en la que confirmarán la elección de Trump. Son 538 y los demócratas amenazan a algunos para que se abstengan de votar por Trump para reducir el número de sus votos  a menos del mínimo requerido de 270, votos de los 306 que obtuvo.
Si tal se diera, la decisión la tomaría la Cámara de Representantes que está dominada por los republicanos. La maniobra, pues, fracasaría en toda forma. Arguyen todavía que las elecciones las ganó Hillary por mayoría de votos populares, una ventaja de casi 2 millones. Pero en Electores ella perdió, 232 frente a 306, lo que econsideran “no democrático”.
Argumento sin sentido. En los Estados Unidos los presidentes deben ganar en cada uno de los 50 Estados, porque este país es un Estado Federal, no unitario. La Constitución garantiza igualdad de derechos tanto a los grandes Estados como Californa o Nueva York que a los pequeños como Maine o Delaware.
Cuando Obama ganó las elecciones, no una sino dos veces, no hubo  llantos ni convulsiones en la oposición. Ni siquiera cuando fue reelecto, pese al mal manejo de sus políticas internas y externas. Obama frustró las expectativas, pero esos son los riesgos de la democracia. Que se corrigen solo con más democracia.

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