Friday, July 29, 2016

¿DOS CLINTON EN LA CASA BLANCA?

Da escozor pensar que dos Clinton puedan volver a la Casa Blanca por otros cuatro o acaso ocho años más. El pueblo norteamericano peleó en el Siglo XVIII para librarse de la monarquía británica y no cabe pensar que  a la  vuelta de 240 años caiga en manos de una dinastía descalificada.
El ciudadano común, consciente o inconscientemente, detesta la idea de reinstaurar la tiranía, simulada o no. El ejemplo primero lo dio el general George Washington, a quien todos idolotraban como factor clave para lograr la independencia y consolidación de la República. Le presionaron para que prorrogara indefinidamente su mandato. Pero siempre declinó.
Ha habido casos en que hijos de presidentes han optado por similar cargo, como el de John Quincy Adams, vástago de John Adams o de George W. Bush, que sucedió a su padre George H. W.Bush. También se registra la excepción de Franklin D. Roosevelt, que fue reelecto cuatro veces dado el éxito de su liderazgo en la Segunda Guerra Mundial.
Pero la experiencia fue negativa y el Congreso decidió limitar a solo una la reelección. Recientemente un tercer miembro de la dinastía  Bush, Jeb, ex Gobernador de la Florida, desafió la conciencia colectiva y se lanzó para disputar la candidatura presidencial en las primarias del partido republicano de este año.
La respuesta fue catastrófica. Donald Trump lo apabulló. No solo la debilidad de liderazgo de Jeb Bush explica su fracaso, sino la fatiga de los votantes que abiertamente o en su subconsciente, repudiaron la posible entronización en la Casa Blanca de otro Bush. Lo que la gente pide y exige es la alternabilidad, como así lo estatuye en la Constitución.
El fenómeno de Hillary Clinton es peculiar. Con su cónyuge Bill ha estado en la Casa Blanca ocho años y aprovechó de su áurea para llegar a la senaduría de Nueva York y luego, tras ser derrotada por Barack Obama en las elecciones presidenciales del 2008, aceptó ser su Secretaria de Estado por cuatro años, cargo que abandonó para disputar las elecciones presidenciales del 2016
Con su cónyuge erigió una fortuna multimillonaria para la Fundación Clinton, en base a donaciones y discursos pronunciados o no ante bancos y gobiernos a cambio de sumas inverosímiles. Como Secretaria de Estado, usó su influencia para multiplicar las gananacias y los acuerdos los hacía a través de emails, desde su servidor privado instalado en su hogar.
En esos emails mezclaba temas relativos a sus negocios con temas sobre la seguridad nacional, fácilamente hackeables, como se denunció. Cuando se le advirtió que ello atentaba contra la seguridad nacional sobre lo que tendría que responder, suspendió el servidor, no sin antes borrar más de 30.000 emails.
Hillary mintió bajo juramento al decir que ningún email era secreto. Así lo atestiguó oficialmente el Director del FBI. Pero la Fiscal General la exculpó en consonancia con las declaraciones previas de Obama de que dichos mensajes no eran comprometedores, en interferencia inconstitucional con el proceso.
La estretegia está, pues, clara. Obama ha dispuesto que se perdone a Hillary a cambio de que llegue a la Casa Blanca para continuar con el programa “progresista” maracado por él y el comodín Bernie Sanders, un marxista declarado que se perfiló como su principal opositor en las primarias.
Para elegirla, la troica Obama/Hillary/medios de comunicación no omitió ningún recurso para “coronar” a la candidata. Cuando Sanders se les salía de las manos, enviaron emails para instuir a los súbditos acerca de cómo sabotear su candidatura, que era no tanto pro marxista cuanto anti Hillary.
WikiLeak hizo públicos esos emails y Trump dijo con sorna que ojalá estén también en manos de los rusos, acusados de ser los hackeadores, los más de 30.000 emails que supuestamente se han perdido del servidor privado de la Hillary. Conocer su contenido deleitaría a los medios, dijo  con burla. 
Los demócratas, incluídos los medios, pretenden acusar a Trump de traición a la Patria por insinuar a la KGB que espíe a USA y hackee emais. Reacción pueril. Ningún país ha necesitado consejos de otros para espiar y además, los emails de Hillary ya fueron hackeados hace tiempo por los rusos, los chinos o por Julian Assange. La traición apunta al irresponsable manejo de los emails confidenciales.
El discurso de confirmación de Hillary fue un juramento de obediencia y gratitud al patrón y mentor Obama, al cual prometió seguir a pie juntillas lo que ha hecho y desecho en ocho años de gobierno progresista. Reflejo de lo cual es una deuda de 20 trillones de dólares, una economía que crece al 1.2% y una inflación reprimida con tasas de interés 0 forzado por la Reserva Federal.

No en vano los Fundadores de la República establecieron que el gobierno de los Estados Unidos tenía que ser alternativo y fruto del consenso de los gobernados. Con su visión profética de la condición humana, intuían que el sistema podría ser manipulado y generar una regresión al autoritarismo, como se corre peligro de que ocurra hoy en el 2016.

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