Wednesday, June 29, 2016

BREXIT NO ES POPULISMO

El movimiento que culminó con la separación del Reino Unido de la Unión Europea por decisión de la mayoría de sus votantes, no es populista, si se pretende equiparar “populismo” con “demagogia”. 
Fue un esfuerzo por recuperar la independencia que se estaba perdiendo por el predominio de la burocracia supraestatal de Bruselas, para asfixiar la autonomía de los 27 países miembros.
La UE nació en 1957 con la Comunidad Europea del Carbón y el Acero y su objetivo era superar barreras para fortalecer el intercambio comercial y de inversiones, para así reducir las tensiones entre países que estuvieron en guerras constantes por milenios.
Los frutos económicos y de paz fueron evidentes pues nunca antes Europa había gozado de tanta prosperidad y ausencia de conflictos armados. Pero fue a partir del decenio de 1970 que surgió la idea de politizar a la Unión y tratar de forjar una réplica de los Estados Unidos en ese plano.
La propuesta era y es impracticable. La historia de las 13 Colonias originales de América del Norte no tiene parangón con las 27 naciones de tan distinta cultura, etnia y tradición que las que ahora conforman la UE. Las fricciones, los rechazos y los fracasos comenzaron a brotar y se hizo evidente que no cabían enmiendas al proyecto.
Fue entonces que David Cameron, Premier británico de la derecha, acosado por la oposición decidió convocar a una consulta sobre el tema. Pese a la propaganda intensa anti Brexit de los medios como la BBC controlada por el gobierno y de los principales portavoces de lo que se ha dado en llamar el “establishment”, la respuesta pro Brexit fue rotunda.
Los británicos quieren seguir vinculados con Europa y el mundo, pero con libertad para autogobernarse, alejada de reglas y regulaciones dictadas por burócratas no escogidos por ellos y libres de controlar las fronteras y de prohibir o no el acceso de inmigrantes que hasta la fecha lo hacían sin trabas con su pasaporte europeo.
El movimiento pro Brexit acaso sea populista en cuanto tiene el respaldo del 52% de la población, pero no responde a una postura demagógica al estilo de la de los tiranuelos latinoamericanos, por ejemplo, sino a una visión churchilliana del papel que la Isla ha tenido y seguirá teniendo en el Continente y el resto del planeta.
Constituye, además, un repudio al globalismo que busca eliminar las fronteras para fortalecer a las grandes corporaciones, reducir los derechos a la protesta, uniformar criterios, estandarizar regulaciones y, a la postre, llegar a lo que temía C.S. Lewis, en su obra “The Abolition of Man” o el vaticinio de “1984” de George Orwell.
La conspiración globalista parece estar siendo frenada a tiempo. En el Reino Unido, con la clarinada del Brexit, a la que seguirán otras. En Estados Unidos con Donald Trump, que ya predijo lo que ocurriría en el referendo británico y que ayer, en su discurso sobre asuntos económicos, reiteró que antepondrá el “americanismo” al globalismo.
Coincidentemente con su discurso, en el principal aeropuerto de Turquía hubo otra masacre de extremistas musulmanes, lo que le movió a ratificar la necesidad de combatirlos hasta su derrota total. En contraste con Obama y Hillary Clinton, que se niegan a admitir que los autores sean del Islam, Trump dijo que como Presidente empleará todos los recusos legales a su alcance para doblegarlos.
El Islam está en guerra con Occidente desde el año 600. Ha utilizado las armas para la conquista, fue expulsado de Europa en el siglo XVI, pero se ha irrigado por otros continentes y por distintos medios. Con Obama se ha fortalecido fundando el Califato en el Medio Oriente, con armas dejadas por los soldados americanos al abandonar Irak en el 2011.
Desde el Califato y a través del ISIS y las innumerables organizaciones de terror que se derivan de la Hermandad Musulmana fundada en 1920, el Islam ha generado intermitentes actos terroristas por doquier, incluído dos atentados en las Torres Gemelas, otros en Buenos Aires, en Madrid, en Bruselas, San Bernardino, Boston, África y otros lugares.
La invasión musulmana se  ha acrecentado en Europa, con la UE y en los Estados Unidos, con Obama, protector no disimulado del Islam y del ingreso de refugiados de esa región. Los invasores no esgrimen cimitarras pues son bienvenidos (hasta ahora) y más bien reciben beneficios de salud, vivienda y alimentación.
No se asimilan, como ocurre con otras etnias y gente de otros credos. Forman sus propios enclaves y paulatinamente imponen sus costumbres y en algunos casos han conseguido o están a punto de conseguir que para ellos rija la ley Sharia, estatuto legal diametralmente opuesto a las leyes (y a la Constitución de los Estados Unidos).
Los globalistas, cuando atacan a los promotores del Brexit, solo mencionan de modo tangencial el tema de la invasión islámica, acusando a los críticos de islamofobia. ¿Acaso suponen que la meta última musulmana de imponer el Califato Mundial en el Planeta, como proclama la Hermandad Musulmana, es compatible con la Doctrina del Globalismo? Sería interesante conocer su opinión.
Para Trump y sus partidarios así como para los pro Brexit, la situación es clara y no da lugar a pérdidas de tiempo con divagaciones insulsas. El peligro está allí, es innegable. Experimentaciones globalistas tipo UE con Bruselas o progresistas con Obama/Hillary, hay que descartarlas sin vacilaciones.
Y ponerse manos a la obra. Para comenzar hay que rehacer la UE y volver
a sus raíces: una unidad para comerciar y negociar, para entrelazar intereses entre países y evitar guerras. No para uniformar lo no uniformable. Grecia no es Suecia, España no es Noruega. Sus culturas, idiomas, historias son distintas, no son las 13 Colonias que se convirtieron en 50 Estados de la Unión.
Hay que echar a los burócratas de Bruselas, como hay que echar a los que sobran en Washington con tanta agencia que más allá del Congreso ahora legislan, ejecutan y sancionan. A la Corte Suprema hay que llevar jueces que no legislen ni rehagan la Constitución, como ha ocurrido con el aborto, el gay marriage y la limitación al ejercicio de la libertad religiosa.

Lo que Brexit y Trump proponen no es la “revolución política” que pedía el kamarada Sanders en el partido demócrata, sino la reinstitución de los valores y principios fundamentales contenidos, para el caso de los Estados Unidos, en la Declaración de la Independencia y en la Constitución de 1778. Oponerse sería sacrificar las libertades individuales. 

Thursday, June 23, 2016

ENCUBRIDORES DEL JIHAD

Si aún hay quienes niegan que Obama y su gobierno tratan por todos los medios de proteger al Islam, incluso si cometen en su nombre los peores crímenes colectivos, lo ocurrido el domingo pasado con la Fiscal General  debería terminar por disuadirlos.
La Fiscal General, Loretta Lynch, que supuestamente debe actuar con independencia en garantizar la correcta aplicación de la ley en la nación, recibió órdenes de Obama para presentarse en los programas matutinos de TV para tratar de distorsionar las motivaciones del asesino de Orlando.
La primera reacción del Presidente, tras divulgarse la noticia de la barbarie del domingo antepasado, fue insinuar que el crimen lo cometió no un fanático musulmán sino alguien imbuído de la homofobia generada por la propaganda conservadora republicana.
La verdad fue surgiendo poco a poco a través de los sobrevivientes del atentado cometido en el Club de gays Pulse y a través de los propios policías. El asesino Omar Mateen era en verdad un jihadista, con antecedentes pro Isis y anti USA y con un padre afgano partidario del Talibán. Según los testigos el grito constante de Omar durante la matanza era el tradicional de los jihaidstas: Allah Akbar. (Alá es grande)
La policía y el asesino intercambiaron diálogos telefónicos que están grabados. Lynch hizo públicos un par de los 26, pero fueron censurados en todas aquellas partes en las que se mencionaba que los actos los hacía, no por odio a los homosexuales, sino por odio a los Estados Unidos y por sus ataques al Isis y al Islam.
El público reaccionó enfurecido y Loretta Lynch tuvo que relanzar algunas partes no censuradas. Pero los audios y los restantes diálogos continúan en secreto, porque así lo dispone Obama en quebrantamiento de la Ley. ¿Quién ordenó la censura, quién ordenó que ella se presente en todos los canales de TV del domingo? Lynch se ha negado a responder.
(Lo que también dijo es que al terrorismo hay que responderle con amor. Un despropósito bien reflejado en esta caricatura. Adolfo Hitler sin duda que habría preferido enfrentarse a una Loretta antes que a un Churchill en la II Guerra Mundial)
Exactamente lo mismo ocurrió con la embajadora de Obama en Naciones Unidas, Susan Rice, a quien le tocó la penosa misión de mentir ante los canales de un domingo en la mañana, que el motín que ocasionó la muerte del embajador Stephens y otros tres altos funcionarios, en el consulado de Benghazi, Libia, fue ocasionado por un film del Internet y no por el extremismo musulmán.
Cuando un capitán siquiatra abrió fuego granado en Fort Hood, Texas (2009) y mató a 13 soldados compañeros e hirió a muchos más, invocando a Allah Akbar, Obama dijo que se trataba de un incidente de trabajo y que el asesino no tenía conexiones con el Islam, algo desementido por la realidad. Reacción protectiva similar ha tenido frente a las masacres de París, Bruselas o San Bernardino.
En una reciente rueda de prensa reiteró su decisión de no calificar a los terroristas islámicos como tales ni a admitir que haya un radicalismo islámico. No es una guerra de palabras, dijo, añadiendo que si lo fuera ¿le bastaría con decir “guerra al radicalismo islámico” para que desaparezca? A jucio suyo, los terroristas no son musulmanes sino “usurpadores de la religión de la paz”.
Rechaza la propuesta de frenar el ingreso de refugiados de países en los que se promueve el terrorismo o que se escudriñe con prolijidad a todo  musulmán que quiera acceder a este país. Históricamente, quienes inmigran buscan asimilarse a la cultura norteamericana. Pero otros, como el padre de Omar y sus descendientes, quieren dañar a esta nación.
(Durante la Guerra Fría, todo sospechoso de comunismo o procomunismo era excluído del visado. Internamente, la vigilancia a simpatizantes y activistas era rigurosa. Sugerir algo similar para el Islamismo radical (con militantes y simpatizantes), un enemigo declarado de los Estados Unidos,  Obama lo considera inconstitucional)
Cuando en el 2008 hacía campaña por la presidencia, Obama lamentaba que en Medio Oriente hubiese un desequilibrio de poder militar favorable a Israel y prometió remediarlo si triunfaba. Su sueño se cumplió al firmar un acuerdo que permite al Irán acceder a la era nuclear vedada por Naciones Unidas y que le robustece financiaramente con los 150.000 billones de dolares hasta entonces congelados por ese organismo.

Irán es ahora la potencia de mayor influjo en el mundo musulmán de Medio Oriente, aliado a un Isis que se vigorizó con el armamento que puso en sus manos Obama tras retirar las tropas del Irak en el 2011. Irán ahora se proyecta globalmente y su estela se ha extendido hacia América Latina, como bien lo describe la columnista Anastasia O´Grady del The Wall Street Journal: http://lat.wsj.com/articles/SB10519361958350764032604582139381142060256?tesla=y

ENCUBRIDORES DEL JIHAD

Si aún hay quienes niegan que Obama y su gobierno tratan por todos los medios de proteger al Islam, incluso si cometen en su nombre los peores crímenes colectivos, lo ocurrido el domingo pasado con la Fiscal General  debería terminar por disuadirlos.
La Fiscal General, Loretta Lynch, que supuestamente debe actuar con independencia en garantizar la correcta aplicación de la ley en la nación, recibió órdenes de Obama para presentarse en los programas matutinos de TV para tratar de distorsionar las motivaciones del asesino de Orlando.
La primera reacción del Presidente, tras divulgarse la noticia de la barbarie del domingo antepasado, fue insinuar que el crimen lo cometió no un fanático musulmán sino alguien imbuído de la homofobia generada por la propaganda conservadora republicana.
La verdad fue surgiendo poco a poco a través de los sobrevivientes del atentado cometido en el Club de gays Pulse y a través de los propios policías. El asesino Omar Mateen era en verdad un jihadista, con antecedentes pro Isis y anti USA y con un padre afgano partidario del Talibán. Según los testigos el grito constante de Omar durante la matanza era el tradicional de los jihaidstas: Allah Akbar. (Alá es grande)
La policía y el asesino intercambiaron diálogos telefónicos que están grabados. Lynch hizo públicos un par de los 26, pero fueron censurados en todas aquellas partes en las que se mencionaba que los actos los hacía, no por odio a los homosexuales, sino por odio a los Estados Unidos y por sus ataques al Isis y al Islam.
El público reaccionó enfurecido y Loretta Lynch tuvo que relanzar algunas partes no censuradas. Pero los audios y los restantes diálogos continúan en secreto, porque así lo dispone Obama en quebrantamiento de la Ley. ¿Quién ordenó la censura, quién ordenó que ella se presente en todos los canales de TV del domingo? Lynch se ha negado a responder.
(Lo que también dijo es que al terrorismo hay que responderle con amor. Un despropósito bien reflejado en esta caricatura. Adolfo Hitler sin duda que habría preferido enfrentarse a una Loretta antes que a un Churchill en la II Guerra Mundial)
Exactamente lo mismo ocurrió con la embajadora de Obama en Naciones Unidas, Susan Rice, a quien le tocó la penosa misión de mentir ante los canales de un domingo en la mañana, que el motín que ocasionó la muerte del embajador Stephens y otros dos altos funcionarios, en el consulado de Benghazi, Libia, fue ocasionado por un film del Internet y no por el extremismo musulmán.
Cuando un capitán siquiatra abrió fuego granado en Fort Hood, Texas (2009) y mató a 13 soldados compañeros e hirió a muchos más, invocando a Allah Akbar, Obama dijo que se trataba de un incidente de trabajo y que el asesino no tenía conexiones con el Islam, algo desementido por la realidad. Reacción protectiva similar ha tenido frente a las masacres de París, Bruselas o San Bernardino.
En una reciente rueda de prensa reiteró su decisión de no calificar a los terroristas islámicos como tales ni a admitir que haya un radicalismo islámico. No es una guerra de palabras, dijo, añadiendo que si lo fuera ¿le bastaría con decir “guerra al radicalismo islámico” para que desaparezca? A jucio suyo, los terroristas no son musulmanes sino “usurpadores de la religión de la paz”.
Rechaza la propuesta de frenar el ingreso de refugiados de países en los que se promueve el terrorismo o que se escudriñe con prolijidad a todo  musulmán que quiera acceder a este país. Históricamente, quienes inmigran buscan asimilarse a la cultura norteamericana. Pero otros, como el padre de Omar y sus descendientes, quieren dañar a esta nación.
(Durante la Guerra Fría, todo sospechoso de comunismo o procomunismo era excluído del visado. Internamente, la vigilancia a simpatizantes y activistas era rigurosa. Sugerir algo similar para el Islamismo radical (con militantes y simpatizantes), un enemigo declarado de los Estados Unidos,  Obama lo considera inconstitucional)
Cuando en el 2008 hacía campaña por la presidencia, Obama lamentaba que en Medio Oriente hubiese un desequilibrio de poder militar favorable a Israel y prometió remediarlo si triunfaba. Su sueño se cumplió al firmar un acuerdo que permite al Irán acceder a la era nuclear vedada por Naciones Unidas y que le robustece financiaramente con los 150.000 billones de dolares hasta entonces congelados por ese organismo.

Irán es ahora la potencia de mayor influjo en el mundo musulmán de Medio Oriente, aliado a un Isis que se vigorizó con el armamento que puso en sus manos Obama tras retirar las tropas del Irak en el 2011. Irán ahora se proyecta globalmente y su estela se ha extendido hacia América Latina, como bien lo describe la columnista Anastasia O´Grady del The Wall Street Journal: http://lat.wsj.com/articles/SB10519361958350764032604582139381142060256?tesla=y

Monday, June 20, 2016

SOLO HAY UN ISLAM

El virtual candidato presidencial republicano Donald Trump es quien más se aproxima a decir la verdad sin tapujos, superando los impedimentos impuestos a la libertad de expresión por la táctica de lo “políticamente correcto”. 
Sin embargo, ni él mismo se ha atrevido aún a declarar lo que es tan obvio: que el terrorismo islámico tiene su raíz en el Islam como tal y punto. Y no exclusivamente en una supuesta ala radical del Islam, que los “moderados” la estarían rechazando.
Quizás por razones de campaña y porque los medios de comunicación y principales portavoces de los partidos políticos le hacen eco al presidente Obama, la máxima censura al mandatario y sus súbditos es que se niegue a achacar los atentados al radicalismo musulmán.
Obama pretende sostener que el Califato del ISIS y el terror que difunde por todo el orbe no tiene origen en el Islam, pese a que tanto los creadores del califato como los terrorisas se autocalifican como musulmane e invocan siempre a Alá antes de cometer actos genocidas.
Como lo explica un experto en el video que se adjunta, el origen del Islam está en el terror. Mahoma, su fundador, creó la organización con la cimitarra en ristre e incrementó su poder y vasallaje a sangre y fuego, con la consigna de dominar a los infieles. Nosotros, nuestra fe, dijo, somos el orden y tenemos que imponer ese orden a los infieles, que son la guerra y el caos.
Los musulmanes siempre han estado en plan de conquista y vasallaje. En Europa, en España, estuvieron seis centurias, hasta que los Reyes Católicos, fortalecidos con el Descubrimiento de América, los expulsaron en el Siglo XVI. La reconquista de Europa se ha reiniciado ahora por la vía de la invasión migratoria.
Los musulmanes, de origen árabe sobre todo, no se asimilan y tratan más bien de imponer sus credos y costumbres en los países invadidos. Europa es el ejemplo más lamentable, unificada por leyes y regulaciones antinacionalistas impartidas desde Bruselas. La reacción contraria es evidente y en pocos días se sabrá si el Reino Unido opta por separarse de la UE en señal de protesta.
En los Estados Unidos, Obama es el protector en jefe del Islam y la tragedia de Orlando le sirvió de tribuna no para denigrar al genocida sino para arremeter contra quienes reclaman que se arbitren medidas de defensa contra el mayor enemigo de los Estados Unidos de la hora actual: el Islam y su arma terrorista, que puede y debe ser previsible y controlable. 
Trump propone que se frene el libre acceso de refugiados y no refugiados de países que anidan a terroristas islámicos hasta que se realicen estudios prolijos de sus identidades. Y que se investigue la situación de quienes ya residen en este país, nacidos inclusive aquí, vinculados con el terrorismo y que han generado tragedias como en San Bernardino y Orlando.
Para ello, a los agentes del FBI y la CIA se les debe eximir de las prohibiciones de Obama de examinar a los musulmanes, porque ello supuestamente atenta a la libertad religiosa. Las mezquitas, donde se reúnen para orar y para planear, han dejado de ser vigiladas por esas razones, así como sospechosos como Omar Mateen, a quien nunca se le debió dar licencia para comprar armas con las que actuó en Orlando.
Es el mismo debilitamiento de las “rules of engagement” o reglas de juego para combatir, que George W. Bush y Obama dictaron a los soldados para combatir a los insurgentes en Iraq y Afganistán. Prácticamente peleaban con los brazos atados, según expresión de algunos. La capitulación se definió con Obama, cuando en el 2011 ordenó el retiro de todas las tropas de Iraq y el abandono de los flamantes equipos militares y municiones.
Con esos pertrechos se formó el Califato ISIS o ISIL como prefiere llamarlo Obama (porque involucra a Israel) y de allí se extendió la mancha terrorista por la región, Europa, África y el resto del mundo, sumándose el respaldo de Irán, que recibió luz verde de Obama para armarse y fortalecerse con el acceso a 150.000 millones de dólares que permanecían congelados por Naciones Unidas.
Estados Unidos ha dejado de enfrentar el desafío de las guerras para llegar a la victoria. La última decisión en ese sentido la tuvo Truman, al autorizar el lanzamiento de las dos bombas atómicas contra Japón. Pero el mismo Truman, en Corea, se opusó el general MacArthur que quería derrotar a los comunistas invasores chinos y soviéticos y prefirió el armisticio.
Hasta hoy Corea del Norte es una dictadura nuclear protegida por China, que otro presidente demócrata, Bill Clinton, respaldó. Más tarde una nueva invasión chino/rusa en la península de Vietnam fue repelida por las fuerzas armadas lideradas por Estados Unidos, pero esta vez no solo no se logró la victoria, sino que Washington capituló por primera ocasión ante el enemigo vietcong manejado por Moscú y Beijing.
Aún se discute sobre 9/11 y la guerra contra Afganistán e Irak, pero lo cierto es que esa guerra no se ha ganado, se han perdido muchas vidas humanas y trillones de dólares. El Medio Oriente se ha desestabilizado y el terrorismo islámico se ha incrementado, acentuándose el desconcierto y el debilitamiento del liderazgo del Mundo Libre debido a un Obama con  clara predilección por el Islam.
Hay musulmanes “moderados” que se alinean con Obama y Bush en decir que el Islam es una religión de la paz, que predica el amor, la asistencia a los menesterosos, la amistad, las buenas relaciones entre los países y los seres humanos. Que los terroristas islámicos no son islámicos sino seres extraños y usurpadores del nombre de Alá. Pero el Corán dice otra cosa.
El momento en que el Islam efectivamente se convierta en una religión de la paz, dejará de ser el Islam. Por desgracia, ese momento parece distante. Encuestas revelan que 60 millones de musulmanes aprueban el ISIS y que el 51% de musulmanes en los Estados Unidos abogan por la implantación de la ley Sharia en este país.
El instante hipotético en que tal ocurra, la Constitución de los Estados Unidos y la Declaración de la Independencia habrían dejado de tener vigencia. 

A continuación el enlace al video que contiene un claro y explícito resumen de la historia del Islam:

Wednesday, June 15, 2016

LA FORTALEZA DE TRUMP

Donald Trump, candidato presidencial por el partido republicano a las elecciones de noviembre, tuvo otra vez la razón al decir que Obama, en su discurso sobre la masacre de Orlando del domingo pasado, se mostró más enfurecido contra él que contra los autores del crimen.
El rostro del presidente demócrata, sudoroso y con los ojos desorbitados, denotaba en efecto una virulencia irrefrenable al referirse a las críticas del candidato republicano, cuya posición frente al Islam por cierto distorsionó el como es ya rutina que lo hagan Hillary Clinton y los principales medios de comunicación audiovisuales que los secundan.
Trump, como la mayoría de norteamericanos, ha observado estupefacto cómo este nuevo acto terrorista del islamismo radical pudo y debió ser evitado, si otra fuese la postura del Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos para combatir al mayor enemigo con el cual enfrenta la nación.
Trump, Obama, Hillary y su grupo insisten en ocultar el nombre de dicho enemigo, radicalismo islámico, con la supuesta intención de no malquistarse con la “religión de la paz” que a su juicio es el Islam. Ocho años de esa política de apaciguamiento no han reducido sino que han fortalecido al radicalismo aquí, en Europa y en el mundo entero.
Obama retiró las fuerzas militares de Iraq en el 2011 dejando tanques y demás pertrechos en manos de los terrorista que habían sido doblegados con la operación Petraeus. Así rebrotó el islamismo radical y surgió el primer Califato del Siglo XXI, o ISIS, que Obama prefiere llamar ISEL, porque de ese modo involucra a Israel.
En un principio Obama calificó al ISIS de aprendices. De mala gana aceptó luego que se bombardee a un ejército de 40.000 o más soldados bien armados y financiados con el petróleo iraquí. Se negó a una estretegia para vencer al ISIS cuando el terror se extendió por el Medio Oriente, Noráfrica y África, Europa y Estados Unidos. Hay que contenerlos, no derrotarlos, dijo.
Trump adoptó otra tónica. Primero pidió que se califique al enemigo como tal, sin circunloquios. Hillary acabó ayer por aceptarlo a medias, pero Obama se negó, según su discurso de ayer. ¿Qué ganamos con ello? se preguntó. Pero FDR, Truman, Kennedy, Eisenhower o Reagan habrían podido contar con  respaldo popular para derrotar al Eje y al comunismo si ocultaban el nombre de los enemigos?
Obama y Hillary y su campaña, mienten al afirmar que Trump pide prohibir el acceso a todo musulmán o que acusa a los musulmanes residentes en Estados Unidos de terroristas. Lo que sugiere es un  estudio prolijo de todo inmigrante de países terroristas que amenazan a esta nación e investigar a potenciales terroristas ya radicados aquí, nacidos o inmigrantes.
Porque la tragedia de Orlando y antes la de San Bernardino, por ejemplo, pudieron ser evitadas si los servicios de inteligencia de la CIA y el FBI no tenían las directivas prohibitivas de Obama y Loretta Lynch, su Fiscal General. Los agentes están prohibidos de verificar cualquier información especial, si el sospechoso es musulmán.
Omar Mateen, el terrorista de Orlando, frecuentaba una mezquita a la que acudía también el terrorista que se suicidó con explosivos en Siria y con el cual mantenía estrecha amistad. Los agentes conocían esos detalles, pero recibieron órdenes de Hillary cuando era Secretaria de Estado para suspender la vigilancia en la mezquita a fin de no ofender a los devotos de la “religión de la paz”.
Con esos antecedentes y otros como sus dos viajes sucesivos a Arabia Saudita y la segunda mujer que cooperaba para el atentado, Mateen nunca debió apartarse de los ojos del FBI ni menos recibir licencia para adquirir armas de fuego. A ésto se refería Trump, pero The Washington Post  y otros lo acusan de haber dicho que Obama  directamente fraguó el atentado de Orlando.
Obama no solo distorsiona el pensamiento y las declaraciones de Trump, sino la Historia. Desde el inicio de su mandato en el 2009 se dedicó a exaltar al Islam y a compararlo en valor con el Cristianismo en la formación de los Estados Unidos, algo opuesto a la verdad. Su actitud ayer fue una ratificación. No sorprende, pues, que no haya llamado al Gobernador de la Florida para expresar su condolencia, acaso porque Scott es republicano.
El problema de Trump para los del establishment político, tanto demócrata como republicano, es que es inasible e inmanejable y que, por tanto, desborda los cercos y tenazas de lo “políticamente correcto”, cuya estrategia es globalizarse para restringir las opciones de libertad individual, controlar los mercados e incrementar el poder de círculos restringidos más allá de las fronteras.
Los medios y los portavoces o “pundits” de uno y otro partido y de la mayoría de medios de comunicación, quieren tenderle una emboscada a Trump en vísperas de la Convención del GOP del 20/21 de julio próximo, en la cual los delegados deberán finalmente proclamar la candidatura presidencial del partido.
Lo tradicional es que los delegados, en la primera votación, den su voto por el candidato con mayoría de votos en cada uno de los 50 Estados. Solo si no hubiere mayoría podrían votar a discreción. A menos que haya una maniobra corrupta, en la primera votación el designado será Trump, que ya tiene más de 1.500 delegados, mucho más del mínimo de 1.237.

Si ocurre algo torcido, sobrevendrá el caos.