Wednesday, November 5, 2014

ESTADOS UNIDOS ES DIFERENTE

Con la votación de ayer el pueblo norteamericano demostró al mundo que los Estados Unidos es, en realidad, una nación excepcional pese a que el presidente Obama intentó durante los casi seis años de su gobierno probar lo contrario.
Obama y los demócratas que lo han respaldado fueron arrasados en todos los flancos en los comicios de ayer. En el 2008 el pueblo lo eligió, acaso en la confianza de que con él se expiarían las culpas de la esclavitud, todavía reverberantes en la conciencia colectiva puritana de muchos.
Otros votaron por él por su retórica izquierdista, herencia de Franklin D. Roosevelt y perpetuada por otros demócratas como Lyndon B. Johnson, Jimmy Carter y Bill Clinton. Por el color oscuro de su piel, la mayoría de negros votó siempre por él sin pensarlo dos veces.
A poco de posesionarse en enero del 2009, Obama comenzó a convertir   su retórica en hechos. La nación, lo dijo en referencia a sus fundadores del siglo XVIII, tiene cimientos de arena y hay que refundarla. Para él los principios contenidos en la Declaración de Independencia y la Constitución carecen de credibilidad.
En seis años ha preferido gobernar sin negociar con el Congreso, según manda la Constitución. Los proyectos de carácter económico se originan en la Cámara de Representantes, dominada por los republicanos, pero en el Senado controlado por los demócratas, el líder del grupo los ha bloquedado casi todos por tozudez partidista.
FDR ideó el New Deal para unir a los ciudadanos en una guerra contra la Gran Depresión. Su idea no mejoró la economía, sino que la agravó. Pero surgió la II Guerra Mundial y la maquinaria industrial y productiva de los Estados Unidos experimentó un impulso gigantesco que salvó al país y de paso al presidente demócrata.
LBJ también tuvo su caballo de batalla para unificar a la gente alrededor de su liderazgo estatista. Aunque no se vivía una depresión como la de FDR, creó la “guerra contra la pobreza” y prometió la felicidad con una Gran Sociedad en la “ciudad del hombre” (no la ciudad de Dios de San Agustín) que brotaría con la magia redentora del partido demócrata.
Cincuenta años más tarde y 50.000 millones de dólares de gasto fiscal, la pobreza sigue igual o peor y la “ciudad del hombre” creada por regímenes demócratas persistentemente, está quebrada o en ruinas o infestada por la delincuencia y las drogas como Detroit, Chicago y la misma Nueva York, que tienen deficits que solo un manejo republicano podría remediar.
Obama también quiso su equivalente al New Deal y La Gran Sociedad: el Obamacare. Mas los servicios de salud no estaban en crisis y si bien, como toda obra humana, era susceptible de mejoras, no justificaba que la estatización de los servicios se convirtiera en el objetivo que unifique al pueblo tras del “gran líder”.
El 64% de ese pueblo rechazó el Obamacare y aún lo rechaza después de entrar parcialmente en vigencia con mentiras, abusos y maniobras. Todos los candidatos republicanos prometieron impulsar la reversión del Obamacare, que ha aumentado los costos y ha comenzado a deteriorar la calidad del servicio.
El Obamacare, como en el caso de las deudas hipotecarias creadas por los demócratas en tiempos de George W Bush, han aumentado la deuda pública. La ley, en vigencia parcial, sin embargo tiene excepciones que ha dictado Obama, pese a que ello es exclusivo del Congreso según la Constitución.
La deuda en general ha llegado con Obama a los 18 trillones de dólares y la alternativa para él ha sido recortar gastos para la defensa, más deudas con China y Japón y continuar imprimiendo moneda sin respaldo, que no genera aún una inflación desbordante porque las tasas de interés siguen artificialmente congeladas.
Concordante con su visión “imperialista” de los Estados Unidos, desbarató los logros militares en Afganistán e Irak, lo que fomentó la expansión del terrorismo y la formación de un estado, el Isis, fuertemente apertrechado y hasta la fecha invulnerable. En el resto del Medio Oriente y Noráfrica, los musulmanes jihadistas se toman cada vez más y más países.
Aún con su aureola mesiánica recién impuesta, Obama fue recibido en triunfo en Berlín en el 2009. Ahora Europa lo desprecia y Putin y el mundo bajo su control, se mofan de él. La doctrina Obama de hacer la guerra “desde la retaguardia” se ha reducido a permancer ahí, en la retaguardia. El otrora líder del mundo libre ha dejado de serlo, es ahora objeto de burla.
Los votantes que lo encumbraron al poder en el 2008 y que lo reeligieron en el 2012 pese a sus errores, han decidido decir basta! Desde 1920 los demócratas no han sufrido tan devastadora derrota. Ni el Tea Party ni menos los dirigentes del establishment del GOP imaginaron la cuantía de la victoria. Muchos dudaron que se daría e inclusive temían que hubiera manipulación y fraude.
La realidad es otra. La reacción del pueblo es una ratificación colectiva de la fe en los principios tutelares de esta nación, grabados monolíticamente en dos documentos cristalinos y escuetos del siglo XVIII, la Declaración de la Independencia y la Constitución. El instante en que uno de los tres pilares del sistema pretende superponerse al otro, la estructura se tambalea.
En el 2010 Obama recibió un aviso del pueblo para que corrija la dirección de su gobierno y se sujete a los mandatos constitucionales. Lo prometió y no los cumplió. Al contrario, maquinó para destruír a la oposición mediante obstrucciones ilegales con el IRS y el espionaje electrónico y consiguió ser reelegido frente a un candidato opositor, eso si endeble. 
Esta vez sus estrategias fallaron. Quizás vuelva con sus promesas, pero ya ello poco importa. La oposición al giro ideológico que encabeza Obama es irreversible. Estados Unidos ha probado no ser Brasil, ni Europa. Ha resuelto continuar por el camino de siempre, de la libertad, libre comercio, inversión, competitividad.
-Con Harry Reid alejado de la dirección del Senado, el GOP está obligado a pasar la autorización para construir el Keystone XL Pipeline para traer el crudo de Canadá y reafirmar el liderazgo en energía hidrocarburífera con la explotación de los esquistos;
-Podrá reiniciar los esfuerzos para reformar el sistema de impuesto a la renta, a fin de simplicarlo con el flat tax, tasa igual para todos;
-Tendrá que forzar la reducción del gasto fiscal, para que no siga creciendo la monstruosa deuda de 18 trillones de dólares, que significa un peso de 300.000 dólares por familia;
-Hay infinidad de gastos superfluos que recortar. No los de defensa, que Obama los ha recortado en un 50%;
-Deben eliminarse instituciones como Fannie Mae y Freddie Mac, ideado por los demócratas para facilitar créditos hipotecarios sin respaldo, que ocasionaron el descalabro económico internacional del 2008;
-Hay que impulsar el proyecto de enmienda constitucional propuesto por el senador Rand Paul, que señala que la vida comienza al momento de la concepción (que equivale a decir “el sol sale por el Oriente”, pero necesaria para  anular la legalización del aborto);
-El Obamacare tiene que ser invalidado. Puesto que su autor se opondrá, habrá que quitarle fondos a su aplicación;
-Hay que poner punto final a la discusión sobre la ley de inmigración. 
En cuanto a la inmigración, es falso el mito esparcido por la izquierda de que los latinos son demócratas que apoyan la amnistía. Según la Oficina Nacional de Censos, en julio 1 del 2013 había en los Estados Unidos 54 millones de latinos o hispanos, calculando que para el 2060 la cifra llegaría a 160 millones. En la actualidad los hispanos son el 17% de la población total.
Muchos de esos hispanos nacieron en California, Texas, Nuevo Mexico y otros Estados, antes que muchos anglosajones. Y otros, los más, son inmigrantes que llegaron a estas tierras por vía legal o descienden de inmigrantes que se naturalizaron según las reglas existentes. No ven con simpatía que haya intrusos que quiebren la ley.
El Congreso con mayoría republicana tiene que rechazar a Obama si persiste en su amenaza de aprobar la amnistía por decreto ejecutivo, por sobre sus atribuciones constitucionales. Lo que si pueden sugerir los legisladores es que se acelere la entrega de 4.4 millones de “green cards” a inmigrantes que están en la línea de espera innecesariamente.
Si Obama coopera con el Congreso para la concresión de éstas y otras propuestas del Congreso, tanto mejor para él y para el país. Lo que no pueden esperar ni Obama ni los demócratas, como algunos de ellos y  ciertos republicanos sugieren, es que el Congreso republicano “coopere” con Obama para que esta vez si la “agenda” obamista logre salir adelante.
Obama tuvo seis años para que su visión “progresista” transforme al país y en ese afán el Senado de mayoría demócrata le fue sumiso. Por ello y por otras causas señaladas, se aprobó el Obamacare. El tiempo obamista se eclipsó. El futuro está ahora en manos republicanas. Si claudican estarían traicionando un claro mandato popular. 
(El actual líder republicano de la Cámara de Representantes, John  Boehner y el casi seguro líder republicano del Senado a partir del próximo enero, Mitch McCconnell, publican hoy en el diario The Wall Street Journal un artículo acerca de lo que se proponen hacer en lo que resta del período de dos años del régimen de Obama. Por dificultades técnicas para incluir el link, se transcribe su texto)

Americans have entrusted Republicans with control of both the House and Senate. We are humbled by this opportunity to help struggling middle-class Americans who are clearly frustrated by an increasing lack of opportunity, the stagnation of wages, and a government that seems incapable of performing even basic tasks.
Looking ahead to the next Congress, we will honor the voters’ trust by focusing, first, on jobs and the economy. Among other things, that means a renewed effort to debate and vote on the many bills that passed the Republican-led House in recent years with bipartisan support, but were never even brought to a vote by the Democratic Senate majority. It also means renewing our commitment to repeal ObamaCare, which is hurting the job market along with Americans’ health care.
For years, the House did its job and produced a steady stream of bills that would remove barriers to job creation and lower energy costs for families. Many passed with bipartisan support—only to gather dust in a Democratic-controlled Senate that kept them from ever reaching the president’s desk. Senate Republicans also offered legislation that was denied consideration despite bipartisan support and benefits for American families and jobs.
These bills provide an obvious and potentially bipartisan starting point for the new Congress—and, for President Obama , a chance to begin the final years of his presidency by taking some steps toward a stronger economy.
Editorial Page Editor Paul Gigot advises the President on how best to spend the next two years governing with a GOP-led Congress. Photo credit: Getty Images.
These bills include measures authorizing the construction of the Keystone XL pipeline, which will mean lower energy costs for families and more jobs for American workers; the Hire More Heroes Act, legislation encouraging employers to hire more of our nation’s veterans; and a proposal to restore the traditional 40-hour definition of full-time employment, removing an arbitrary and destructive government barrier to more hours and better pay created by the Affordable Care Act of 2010.
We’ll also consider legislation to help protect and expand America’s emerging energy boom and to support innovative charter schools around the country.
Enacting such measures early in the new session will signal that the logjam in Washington has been broken, and help to establish a foundation of certainty and stability that both parties can build upon.
At a time of growing anxiety for the American people, with household incomes stubbornly flat and the nation facing rising threats on multiple fronts, this is vital work.
Will these bills single-handedly turn around the economy? No. But taking up bipartisan bills aimed at helping the economy that have already passed the House is a sensible and obvious first step.
More good ideas aimed at helping the American middle class will follow. And as we work to persuade others of their merit, we won’t repeat the mistakes made when a different majority ran Congress in the first years of Barack Obama’s presidency, attempting to reshape large chunks of the nation’s economy with massive bills that few Americans have read and fewer understand.
Editorial Page Editor Paul Gigot on why the Republican Senate victory is a rebuke of the President and his polices. Photo credit: Associated Press.
Instead, we will restore an era in which committees in both the House and Senate conduct meaningful oversight of federal agencies and develop and debate legislation; and where members of the minority party in both chambers are given the opportunity to participate in the process of governing.
We will oversee a legislature in which “bigger” isn’t automatically equated with “better” when it comes to writing and passing bills.
Our priorities in the 114th Congress will be your priorities. That means addressing head-on many of the most pressing challenges facing the country, including:
• The insanely complex tax code that is driving American jobs overseas;
• Health costs that continue to rise under a hopelessly flawed law that Americans have never supported;
• A savage global terrorist threat that seeks to wage war on every American;
• An education system that denies choice to parents and denies a good education to too many children;
• Excessive regulations and frivolous lawsuits that are driving up costs for families and preventing the economy from growing;
• An antiquated government bureaucracy ill-equipped to serve a citizenry facing 21st-century challenges, from disease control to caring for veterans;
• A national debt that has Americans stealing from their children and grandchildren, robbing them of benefits that they will never see and leaving them with burdens that will be nearly impossible to repay.
January will bring the opportunity to begin anew. Republicans will return the focus to the issues at the top of your priority list. Your concerns will be our concerns. That’s our pledge.
The skeptics say nothing will be accomplished in the next two years. As elected servants of the people, we will make it our job to prove the skeptics wrong.
Mr. Boehner (R., Ohio), is the House speaker; Mr. McConnell (R., Ky.) is currently the Senate minority leader.

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