Friday, November 1, 2019

CÓMO TUMBAR A TRUMP

En algunos países latinoamericanos se ha puesto de moda organizar feroces motines para intentar tumbar gobiernos elegidos por voto popular, supuestamente con el financiamiento cubano venezolano. En los Estados Unidos los demócratas están ensayando otro método de golpe de Estado: esta vez con la ficción del "Impeachment".
El impeachment es una interpelación que la inicia la Cámara Baja o de Representantes del Congreso al Presidente de la República por presuntos graves delitos de lesa Patria como traición y similares. La acusación debe plasmarse en Capítulos del Impeachment que pasan a estudio y resolución del Senado, que para el efecto lo preside el Presidente de la Corte Suprema de Justicia.
El objetivo del Impeachment, en caso de culpabilidad, es decidir la destitución del Presidente. Tan complejo paso debe ajustarse a normas. Por ejemplo, que la aceptación de presunta culpabilidad del Jefe de Estado sea de la Cámara, no de una facción y ello solo se refleja si se somete a votación la iniciación de los interrogatorios conducentes a la redacción de los Capítulos.
Nada de eso ha existido en el caso del actual Impeachment a Trump. El asunto se inició con una acusación de Nancy Pelosi, que preside la Cámara de mayoría demócrata, acerca de una conversación del Presidente con su homólogo de Ucrania sostenida en julio pasado. Pelosi dijo,  sin documentarlo, que Trump presionó al Presidente Volodomyr Zelensky a que investigue negocios turbios del ex Vicepresidente Joe Biden y su hijo Hunter en ese país.
Esa es la raíz del "escándalo" armado por el partido demócrata progresista y sus aliados los principales medios de comunicación audiovisual para tratar de desestabililzar y a la postre destituir a Trump con la maniobra del Impeachment. Pero el Presidente destrozó el intento desde el comienzo al hacer pública la versión oficial del diálogo con el líder ucraniano en el cual con claridad se revela que toda alusión a Biden se refería al 2016 y no al 2020, año en el cual habrá nuevas elecciones presidenciales.
Trump busca reelegirse en noviembre próximo y Biden es uno de los varios precandidatos demócratas que le disputarán. Pero él ha dicho que Biden no le preocupa como rival y que, en todo caso, jamás habría pedido ayuda a Ucrania para el 2020. Lo que le interesa y por mandato legal es establecer la verdad sobre la maniobra aparentemente originada en Ucrania en el 2016 sobre la "colusión rusa".
Fue con Obama y la CIA y FBI a su mando que se fraguó la leyenda de la colusión que consumió casi 40 millones de dólares y el pago a 16 costosos abogados demócratas para investigar por casi tres años si en verdad Putin conspiró contra Hillary Clinton para llevar a Trump a la Casa Blanca. Todo resultó falso con gran pérdida de dinero y tiempo y desvío de atención. 
Algo similar ocurrirá con este sustituto de "coup d´etat" cantinflesco que quizás no llegará ni siquiera a ser aceptado para estudio del Senado por carecer de validez de un cargo para el "impeachment". Tras la denuncia de Pelosi y la publicidad del diálogo de los presidentes, surgió un "whistleblower", o soplón denunciante de acciones contrarias a los intereses públicos de altos funcionarios, que pretende sostener que Trump si presionó para que la imagen de Biden sea perjudicada con miras a los comicios del 2020.
El alegado quid pro quo no tiene basamento y aún si asi fuere, no constituiría en si mismo causal de "impeachment". Pelosi y sus áulicos se empecinan en mantener secreto el nombre del whistleblower, que se entrevistó sin  embargo con Adam Schiff, jefe del Comité de Inteligencia que inició en secreto los interrogatorios, sin permitir participación de los republicanos.
A último momento, Pelosi pidió votación para el proceso. Ni un solo republicano la apoyó y dos demócratas se rebelaron. El proceso en esas condiciones debió haberse suspendido y archivado porque el Impeachment corre legal y políticamente si así lo acuerda la Cámara en su conjunto, no una facción. En el caso de la interpelación de Richard Nixon y Bill Clinton los dos procesos comenzaron con amplio consenso bipartidista.
La situación hoy es vergonzosamente distinta. Si el proceso avanza en la Cámara de Representantes por la tozudez de Nancy Pelosi, será entonces en la Cámara del Senado donde deberá hallar su sepultura al momento de arribar.

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