Tuesday, January 27, 2015

LA RELIGIOSIDAD DE OBAMA


Barack Hussein Obama acortó su visita a la India con el propósito de viajar a Arabia Saudita para rendir homenaje al nuevo sultán. La noticia no era una novedad. Lo novedoso era que fue acompañado de su cónyuge, algo desusado en él dada la reverencia que tiene por todo lo que atañe al Islam.
En la cultura musulmana y mucho más en la cuna del Islam que es Arabia Saudita, la mujer no cuenta para nada salvo como vientres reproductores. Aún no se divulgan las imágenes de cenas y otras recepciones a las que asistirá la pareja, de suerte que se ignora cómo irá ataviada Michelle y si el espinazo de Barack será tan flexible ante el nuevo sultán como lo fue con el anterior.
Hay comentaristas que dicen que era preciso que Obama vaya esta vez a Arabia Saudita, para así restañar el “error” de su inasistencia a la marcha de París por la masacre de Charlie Hebdo. Un disparate. Si Barack dejó de ir a París no fue por error sino porque no quiso y fue a la Meca porque le dio la regalada gana.
En seis años Obama ha impuesto su voluntad por sobre la del pueblo, las leyes y la Constitución y costumbres del país. Los asesinatos de París fueron perpetrados por árabes musulmanes que invocaron para ello el nombre de Alá. Como lo han hecho todos los árabes islámicos, en todos los actos terroristas de los últimos tiempos.
En todos los cuales, como Presidente, Obama se ha negado a admitir que los asesinos sean musulmanes. Su máxima concesión de última data ha sido aceptar que eran terroristas. Pero se empecina en no calificarlos de islámicos y menos de islámicos radicales. Lo justifica diciendo que el Islam es una religión de la paz por lo que los terroristas la invocan en vano.
Ni él ni sus portavoces explican cuál sería entonces la inspiración, credo, doctrina o motivación política o económica que impulsa a un número tan considerable de árabes (300 millones de radicales de un total de 1.600 millones de musulmanes) a cometer actos de terror en el Medio Oriente, África, Asia, en Europa y América y consolidar un califato entre Siria e Irak.
Su actitud pro musulmana se puso en evidencia desde los primeros días de su mandato en el 2009, cuando fue a El Cairo a pedir perdón por los errores de los Estados Unidos y a exaltar al Islam como primordial en la formación de la cultura de esta nación. Canceló la guerra contra el terror árabe/musulmán y se batió en retirada de Irak y Afganistán, permitiendo el resurgimiento del enemigo al que se buscaba derrotar.
Una de sus obsesiones ha sido liberar a los terroristas de Guantánamo, allí detenidos como enemigos combatientes en una guerra sin terminar. Oficialmente el gobierno está prohibido de negociar con los terroristas, pero él lo hizo “porque le dio la gana”. Cambió un desertor por cinco de los peores asesinos de esa prisión y lo anunció jubiloso ante las cámaras de TV en los jardines de la Casa Blanca.
El desertor, Bowe Bergdahl, había abandonado su cuartel de campaña en Afganistán para refugiarse con los talibanes. Está de vuelta en Texas y las autoridades militares que estudiaron el caso ratifican que fue un desertor y que deberá recibir las penas correspondientes y devolver el dinero recibido por sueldos no devengados durante su deserción. 
¿Qué pena está reservada a Obama por la triple traición a la Patria que implica el haber liberado a combatientes enemigos en tiempos de guerra, negociado con terroristas y protegido a un desertor, que hubiera sido ajusticiado con un tiro de gracia si sus compañeros lo sorprendían al momento de fugar?
Dado el clima político que se vive en Estados Unidos y la decepcionante conspiración de los medios en favor de Obama, es inverosímil suponer que ni siquiera se trate el tema en el Congreso, no obstante que ahora existe mayoría de oposición. Obama, sin duda, seguirá “haciendo lo que le de la gana” en el manejo de políticas internas y externas.
Como acaba de decir en la India, aleccionando al líder de esa nación que es la democracia mayor en el mundo, que hay que aceptar la pluralidad religiosa y desaprobar los desbordes de intolerancia y fanatismo. Lo que irrita es que se pretenda ocultar la identidad religiosa con propósitos inconfesables y que se ordene sellar los records del pasado individual.
Es lo que ha ocurrido con Obama. Nadie ha podido acceder a documentos de su paso por colegios y universidades, ni verificar testimonios acerca de la falsedad de sus cédulas de nacimiento y seguridad social. En este enlace Obama habla de su religiosidad y en otros links se puede confirmar que el Corán autoriza a sus fieles a mentir si ello va en beneficio de la causa del  Islam. 
   

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