Friday, April 13, 2012

¿SE IMPONDRÁ OTRA VEZ EL ESTABLISHMENT?

Una vez que Rick Santorum se retiró de la contienda del partido republicano por la nominación presidencial, el establishmente tanto del GOP como del partido demócrata, dieron por definida la victoria de Mitt Romney, el candidato de sus preferencias.

Todos los medios de comunicación escritos y audiovisuales, incluídos los que no comulgan con la tendencia “liberal”/izquierdista que predomina entre ellos en este país, se hiciereon eco de la decisión y ya sin debate ni dudas, afirman que los comicios de noviembre próximo se definirán entre Mitt y Obama.

¿Están en lo cierto? Desde el punto de vista profesional, los periodistas al menos deberían decir que las primarias no han terminado y que en la contienda aún hay tres candidatos: Romney, Newt Gingrich y Ron Paul. Podrían especular que Mitt, como puntero, quizás se afiance y logre el mínimo de 1144 delegados para ganar en la convenciónde junio, pero nada más.

La actitud que han adoptado, tanto los dirigentes de los partidos como los medios, es aborrecible por deshonesta. ¿Y si ocurre el milagro de que la gente se rebele y que los partidarios de Santorum y Paul resuelvan, por convicción y como un castigo a la imposición volcarse en favor de Gingrich en las postrimerías de la contienda?

Santorum, de 53 años de edad, decidió renunciar a la candidatura en gran parte por las dificultades financieras y por el peligro de que las elecciones en su estado nativo,Pensilvania, las pierda frente a Romney. Su campaña ha sido excelente porque impuso la fuerza de sus convicciones conservadoras en contraste con el liberalismo de Romney que tanto seduce al establishment.

Romney, mormón, intentó la nominación en el 2008 y perdió frente a John McCain, quien a su vez fue derrotado por Obama. Desde entonces dedicó todo su pensamiento, acciones y capital a conquistar esa nominación de una manera obsesiva. Para alcanzarla, no ha escatimado dinero propio, 41 millones de dólares, ni armas innobles para atacar a sus rivales.

Pero jamás pudo acumular más del 30% de los votos republicanos en cada uno de los Estados que ya han sufragado. ¿Por qué? Porque las bases del GOP, las que organizaron el Tea Party contra el establishment culpable de la victoria de Obama, no tienen simpatía por Mitt y han preferido votar por Santorum o Newt o Ron para expresar su descontento.

La realidad, pues, indica que el voto anti Romney llega hasta hoy a un 60% o 70%. ¿Qué ocurrirá con el grupo que respalda a Santorum? Es difícil predecirlo, pero el establishment, preocupado, quiere dar la impresión de que el asunto está cerrado y que tanto Gingrich como Paul deben retirarse para facilitar la nominación a fin de que el GOP se concentre en alistar la batalla contra Obama.

Pero precisamente ese es el punto central del Tea Party y de quienes piensan igual: Obama. Un candidato como Romney, clon de McCain, sería vapuleado sin piedad porBarack Hussein Obama y la mafia de Chicago que lo respalda. Por eso se oponen a Mitt, por eso quieren a alguien que haya sido firme en sus principios, no como slogan de campaña, sino como reflejo de toda su vida en política.

Romney ha sido liberal en su trayectoria y conservador de última hora. Impuso como gobernador de Massachussetts un sistema estatal de salud, que ha servido de modelo alObamacare cuya inconstitucionalidad está en debate en la Corte Suprema de Justicia. Fue pro aborto, pro matrimonio gay, pro gasto fiscal.

Ahora ha cambiado, pero su personalidad no convence. Ante la presión de los dueños de los partidos (a los obamistas les conviene un MItt, no un Newt) y de los medios, quizás se produzca una reacción anti establishment para favorecer a la única opción que queda: Gingrich. Sería espectacular que ocurra pues pese al Internet y los contactospersonales, el candidato proscrito por los medios está en terrible desventaja.

De ello se quejó Newt, citando a Fox News, del imperio Murdoch, que es ahora el más popular gracias a la opción no exclusivamente liberal que ofrecen los demás medios. Pese a que fue colaborador del canal hasta el anuncio de su postulación a las primarias, Newt se queja de que el medio se dedicó a promover a Romney frente a los demás rivales.

Bill O´Really, que bate récords de sintonía, le ha dado por “muerto” en la campaña casi desde el inicio. George Will, panelista del canal ABC y que escribe como conservador en The Washington Post, ha sido insultante así mismo desde el comienzo frente a la “pretensión” de Gingrich y dijo que nadie tiene derecho a disputarle a Romney.

Otras personalidades conservadoras, como Ann Coulter, críticas de Mitt en el pasado, ahora lo respaldan ciegamente y descargan todo su ácido contra Gingrich. Llama la atención de otro astro de la derecha, Rush Limbaugh, que ha preferido no comentar en la radio sobre el retiro de Rick. Siempre fue crítico de Romney, pero ahora calla.

Romney tiene hasta el momento 645 delegados electorales, apenas algo más de la mitad de los 1144 que se requieren para que la convención de Tampa lo declare nominado en junio. Si ello no ocurre la convención queda abierta a la decisión libre de los delegados, en una nueva convención en agosto subsiguiente.

Tal perspectiva llena de pavor a los del establishment del GOP. Porque la falta de respaldo de las bases del partido podría frustrar a la postre la millonaria campaña de Romney e inclinarse por Gingrich. El cual es, pese a todas sus flaquezas y las calumnias que contra él ha descargado Mitt, el más coherente, visionario, imaginativo y consistente en sus principios.

¿Por qué el establishment pugna por Romney? ¿Por qué Obama prefiere a Romney? ¿Por qué aprentemente al establishment de uno y otro partido les daría igual que culquiera de los dos gane en noviembre? Porque con uno y otro poco cambiaría Washington en lo económico y político.

La clave para las bases del GOP es recuperar el principio sustantivo de la Constitución de los Estados Unidos, que estipula no lo que el gobierno puede hacer, sino lo que no puede hacer. Con las experiencias de la historia, quienes redactaron ese documento buscaron evitar que el poder se centralice en la presidencia y degenere en autocracia.

Gracias a ese principio y la diversifación del poder del gobierno en las tres ramas clásicas, esta nación ha prosperado como ninguna en la historia. Pero comienza a resquebrajarse por el incremento del poder central que ha ido in crescendo desde el presidente Woodrow Wilson a comienzos del siglo pasado. La táctica no ha sido la revolución, sino la manipulación de la ley dentro del sistema.

El gobierno decide, no los individuos y para ello hay que restringir cada vez más sus libertades. Ese es el objetivo del establishment y no solo a nivel nacional, sino internacional: Obama ha decidido borrar la noción de USA como república excepcional y ponerla en el mismo plano que las demás para someterla a un hipotético gobierno global, basado quizás en las Naciones Unidas.

Obama actúa como títere. El establishment y la mafia de Chicago no se sabe cómo lo encontraron y encaramaron en la Casa Blanca. No ha podido probar su ciudadanía y se desconoce su pasado como estudiante. Afirman que fue catedrático de Derecho Constitucional en la Universidad de Chicago, pero no pasó de asistente. Nada se conoce de sus escritos, salvo dos libros sobre su vida que escribió con algún “ghost writer”.

Lo adoran como orador, pero si no lee el teleprompter, trastabilla, vacila, intercala ah! a cada instante, es incoherente, pero si gran insultador. Y es negro, más bien mulato, en base a lo cual se ha encargado de dividir al país más en materia racista aunque prometió ser el gran unificador. Y la ecomomía se descompone a ritmo europeo, gracias a una lucha de clases promovida por él.

El otro establishment, el del GOP, seleccionó a McCain y ahora quiere repetir el mismo error (¿error?) con Romney. Los partidarios del Tea Party no quieren a Obama, lo demostraron en las elecciones parciales de noviembre del 2010. Y se resisten a la presión por Romney porque no satisface como opción para derrotar a Obama.

La última esperanza, aunque remota, es Gingrich.



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