Friday, August 5, 2011

LA ÚNICA OPCIÓN: ECHARLO DE LA CASA BLANCA

Barack Hussein Obama lleva casi tres años en la Casa Blanca y para quienes quieren reelegirlo su desempeño ha sido brillante, pero desastroso para los que buscan evitar su reelección como única vía para salvar a los Estados Unidos y al resto del mundo democrático.

La ideología de Obama y sus seguidores se basa en la convicción de que el sistema democrático capitalista no conduce a la justicia social que ellos preconizan, por lo cual hay que sustituirlo por otro en el cual la ingerencia del Estado y concretamente del Ejecutivo sea decisiva para redistribuir la riqueza acumulada en manos de unos pocos.

La justicia social, según ellos la entienden, tiende a la formación de una sociedad igualitaria en la cual todos tienen iguales ingresos y en la que se elimina la competencia y el libre mercado de ideas, bienes y servicios, que conlleva compensaciones diferentes para los dueños de las iniciativas en los distintos campos de la actividad humana.

La idea no es nueva, muchos la han intentado aplicar en variada forma y todos han fracasado. Porque la utópica igualación no podría darse sino con la aplicación de la fuerza por parte de quienes gobiernan como reyes, dictadores, emperadores o caudillos. Pues nadie cede voluntariamente el fruto de su esfuerzo.

Cuando Stalin abolió la propiedad privada de la tierra y forzó a los granjeros a adherirse a las granjas colectivas, hubo 30 millones de muertes, sea por rebeldía, sea por hambre debido a la caída en picada de la producción agropecuaria.

La Revolución Francesa se sustentó en los principios de libertad, igualdad y fraternidad. Aún muchos suspiran por ellos, pese a que son contradictorios entre sí: o tienes libertad o tienes igualdad y si no tienes libertad, no tienes fraternidad. La Revolución se anegó en sangre y tanta, que no justificó sus logros de transformación.

Algo más de una centuria más tarde advino la Revolución Rusa con Lenin y el pretexto para los degüellos colectivos fue también la búsqueda de la igualdad. Las cabezas de la monarquía rodaron, pero los siervos no alcanzaron ni libertad ni felicidad. Siguieron siendo parte de un gigantesco rebaño pastado por una élite de hierro, primero con Lenín, luego con Stalin.

Pese a las evidencias históricas persiste en muchos la inclinación por la utopía de la igualdad, llamada hoy justicia social. El ejecutivo fuerte, que todo lo orienta y domina, fue comunista y nazi fascista en el siglo pasado. Unidos los unos en un Eje nazi, ambos quisieron imponerle al mundo sus ideologías mediante guerras, infiltraciones, propaganda y sublevaciones. No pudieron.

Pero la idea sobrevive. Tras la derrota del Eje, en Gran Bretaña el gran campeón anti nazi y anti comunista, Winston Churchill, fue derrotado en las elecciones y sustituido por un laborista/socialista. Desde entonces, allí y en el resto de Europa Occidental comenzó a propalarse la figura del Estado protector, del Estado/bienestar que busca mitigar con dádivas a los que menos tienen.

El problema fue y es que las dádivas tienen un alto costo que las alcancías del fisco no pueden llenar sino con impuestos, pues los gobiernos no son creadores de riqueza. Su papel es exclusivamente el crear el ambiente propicio para que el sector privado produzca y tribute, mas sin llegar al extremo de la confiscación.

Cuando el fisco recibe menos dinero del que gasta en beneficios para los sobreprotegidos, que con el aumento de los índices de vida son cada vez más numerosos que los que trabajan y aportan, sobreviene la crisis. Ello es lo que está ocurriendo en Europa con los casos salientes de Grecia, Italia, España, Portugal e Irlanda.

Lo dramático es que Obama, con sus tres años en la Casa Blanca, ha hecho todo lo posible con sus genuflexos demócratas para llevar a los Estados Unidos por la ruta hacia el desastre económico como en Europa. La deuda, con la reciente licencia del Congreso para elevar el techo, ya ha llegado a 14 trillones de dólares, equivalente al valor total de la economía norteamericana.

Y Obama sigue prometiendo más gasto público para mejorar la economía y el empleo, que aún está por sobre el 9% (o 17%, según analistas). Al inicio de su administración lanzó al mercado más de 890 mil millones de dólares y los resultados han sido nulos. Para el acuerdo sobre el techo, aceptó que no crearía más impuestos para no empeorar la crisis, como lo exigieron los republicanos.

Pero tan pronto como firmó el decreto del acuerdo, volvió a amenazar a los “ricos” con más tributos, reclamándoles que tienen que ser parte del sacrificio para estabilizar deficit y deuda. No mencionó que el 51% de la población no paga impuesto a la renta y que la minoría con mayores ingresos aporta con el 90% en ese rubro.

La intención de Obama es clara: atacar a los ricos, azuzar la lucha de clases como cualquier caudillo de menor cuantía. Puesto que en los Estados Unidos no caben rebeliones estilo república bananera, el embate contra el sistema democrático y capitalista lo hace a través de impuestos cada vez más confiscatorios y con regulaciones prohibitivas a la inversión.

Así no se crean empleos. En un reciente debate popular por TV alguien le preguntó a una partidaria de Obama: ¿cuándo fue la última vez que un pobre te dio empleo? Los creadores de empleo son aquellos con virtudes empresariales, inventiva, capacidad de ahorro e inversión. Son ellos los que forman empresas que emplean...a los pobres.

Hay otro gran empleador, por supuesto: el Estado. En los Estados Unidos, como en Grecia y demás países europeos, la burocracia ha crecido como un cáncer y ahora el promedio de sus salarios es más alto que en el sector privado, los funcionarios se retiran a temprana edad y con pensiones de envidia.

Pero ¿de dónde saca el Estado el dinero para pagos tan generosos? Una votante por Obama, entrevistada por TV, decía que votaba por él porque confiaba que su situación financiera mejoraría una vez que resultara elegido. ¿Y cómo así, con qué dinero? se le preguntó. A lo que respondió: pues de las alcancías de Obama...

Margaret Thatcher decía que el socialismo es una gran cosa hasta que se acaba el dinero de los demás. Ese dinero se está acabando en Europa y se está acabando en los Estados Unidos de Obama. La deuda colosal y el déficit no van a solucionarse con más impuestos. Aún si toda la riqueza de los “ricos” fuese tomada por asalto directo, no haría mella alguna en la deuda. La raíz del problema está en el gasto, no en los ingresos, igual que en Europa.

El virus del socialismo/justicia social ha degenerado aquí la noción y papel de los sindicatos. Éstos se justifican en el sector privado porque permiten el diálogo con el inversionista en procura de ventajas para los trabajadores. Pero no con posiciones extremas. El caso típico es el de la General Motors, la mayor fabricante de automóviles.

La corporación entró en virtual quiebra por los excesos exigidos por sus sindicatos o unions. Había jubilados a los 45 años de edad, pensiones mayores que los mejores sueldos ganados, pagos por no trabajar por años, prebendas para educación, alimentos y más. Obama decidió subsidiar con 15 mil millones de dólares a la compañía, sin posibilidad de que se revisen y reformen las causas del mal: los sindicatos abusivos.

Pero si los sindicatos se justifican en el sector privado, son inaceptables en el sector público. En una empresa privada, una concesión patronal en favor de los obreros se compensa con ajustes gerenciales y de productividad. En el sector privada, la contraparte gerencial no existe: si se cede a las exigencias sindicales, el único recurso de compensación es más impuestos. Como lo está haciendo Obama.

La solución a la crisis que azota a los Estados Unidos, con repercusiones en todo el mundo, sería simple: bajar los impuestos a todos, incluídas las corporaciones y empresarios y a las ganancias de capital, así como abolir las restricciones y regulaciones al mercado, que han aumentado en este régimen a niveles solo comparables con el tercer mundo.

Pero Obama no es un Clinton. Éste, igualmente demócrata, rectificó sus políticas socialistoides cuando en su primer período tuvo votaciones tan negativas como las de Obama en noviembre pasado. Y Clinton ganó la reelección con amplio margen. La diferencia está en la ideología pro socialista/justicia social, que en Obama es un artículo de fé.

Por eso no reaccionó ni cambió con los comicios del año pasado. Solo cambió en algo su retórica, para acusar a su predecesor George W Bush y a los republicanos de todos los males de la economía actual. En la lucha por el alza del techo de endeudamiento demonizó a la republicanos afirmando que se oponían para hambrear a los viejos jubilados y dejar de pagar a los veteranos de guerra y asistir a los enfermos sin recursos.

Inicialmente pidió aumento del techo de endeudamiento sin límite ni condiciones. Pero en la Cámara de Representantes dominan hoy los republicanos y le cerraron el paso. Claro que el acuerdo final no es ideal, pero demuestra una baja en el autoritarismo de Obama. No hay que olvidar que los demócratas controlan la Casa Blanca y el Senado.

Quedan pendientes los debates y la aprobación de recortes del gasto, que es parte del compromiso. Impredecibles los resultados hasta la fecha tope del Día de Acción de Gracias. Pero la maquinaria manipuladora de la mafia de Chicago, que maneja a Obama, es terrible y ningún recurso para vencer, por vedado que sea, dejarán de utilizarlo.

En consecuencia la verdadera meta, para quienes consideran que Obama es el mayor peligro para el sistema democrático y capitalista de los Estados Unidos, es vencerlo en las próximas elecciones presidenciales de noviembre del 2012. Y consolidar la actual mayoría en la Cámara de Representantes y recuperarla en el Senado.

De otro modo y salvando las diferencias de fondo y forma, podrían tener razón quienes sostienen que USA está en proceso de extinción, como la Roma imperial.


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