Sunday, May 9, 2010

¿QUÉ CAUSÓ EL COLAPSO DE LA BOLSA?

Las transacciones en la Bolsa de Nueva York sufrieron una caída de casi mil millones de dólares la semana pasada, la mayor en decenios y pronto brotaron las cábalas para tratar de explicar fenómeno tan descomunal.

Algunos especularon que tras de todo ésto estaban los chinos, dueños de la mayor parte de la deuda astronómica de los Estados Unidos. Objetivo de alguna maniobra cibernética habría sido presionar a Obama para que acelere el alza de impuestos internos para pagar esa deuda.

Otros indicaron que todo fue por error de alguno de los “brokers” que en lugar de marcar millones en el teclado de la computadora, oprimió la tecla de billones en una transacción de ventas. En segudos el pánico cundió y los demás brokers se dedicaron a una venta alocada de acciones.

También hay quienes han especualdo que hubo alguien del gobierno en la maquinación del error. Obama, empeñado en hostilizar a la banca privada y en general al sistema de libre mercado, habría ideado la maniobra para demostrar que la Bolsa es frágil, inestable, impredecible y por tanto inconveniente, por lo que se imponen más restriccciones a sus operativos por parte del Estado, o sea él.

Es probable que las causas de lo sucedido en la Bolsa no vayan más allá de las especulaciones. Lo que si es una realidad innegable por factual, es que los corredores están nerviosos por lo que está sucediendo con la economía y que, con un primer signo voluntario o involuntario, de una crisis imprevista, se dispararon desesperadamente a vender por todos los medios casi 1.000 millones de dólares en valores en cosa de minutos.

¿Qué revela esta actitud? Temor y desconfianza en los inversionistas por las medidas anti empresariales y anti mercado del actual régimen. Obama ha dicho repetidamente que hay empresarios que ganan demasiado y que hay que redistribuir su riqueza entre los pobres, mediante más impuestos a los “ricos”.

Es la ficción de todo utopista de izquierda convencido de que la felicidad se ha de alcanzar con la igualdad, no de oportunidades para progresar y mejorar, sino con igualdad de resultados. Para intentarlo urge una mayor intervención del Estado para restringir las libertades individuales. Los regímenes fascistas así surgidos, de izquierda o derecha, fracasan pues no logran sino generar más pobreza y desprotección entre los débiles.

Obama, sin recurrir al Congreso, creará automáticamente y sin rúbrica alguna un impuesto del 10% a los ricos a partir del 1 de enero del año próximo. La víspera caducará el “tax-cut” o corte de impuestos, de su predecesor George W Bush a los gananacias de capital y dividendos y no lo renovará. Lo que hacen ahora los inversionistas es vender sus acciones para evitar pagar un 10% más de impuestos el año venidero.

Eso explica por qué la Bolsa de Nueva York ha estado al alza, superando los 11.000 puntos. La gente se preguntaba y con razón cómo la Bolsa lucía tan pujante, mientras los indicadores reflejaban una virtual recesión de la economía con un desempleo del 9.9%, uno de los más elevados desde hace diez años y un mercado hipotecario a la deriva.

Las razones parecen ser las que se indican: las empresas venden sus activos, los bancos no prestan y prefieren bonos del Tesoro nacional menos rentables pero menos riesgosos. Cuando llegó la señal inesperada de una súbita venta billonaria, la tendencia se desbordó y aún no se recupera pese a las rectificaciones divulgadas.

La recesión es real y la precipitó el descalabro en el mercado de hipotecas. A la banca se le forzó a conceder hipotecas a los que no tenían respaldo, en aras de la “justicia social”. Los bancos se respaldaron en garantías del fisco a través de entes financieros oficiales como Sallie Mae y Freddy Mac. Si los bancos no recuperaban los préstamos de los no idóneos, el vacío era cubierto con fondos fiscales de esos entes.

La burbuja artificial, creada por los demócratas desde la Casa Blanca y el respaldo de la bancada demócrata del Congreso, estalló y con ello vino no una enmienda a los errores de intervención estatal, sino más de lo mismo.

Obama decidió que se subsidie las pérdidas con dinero fiscal, dinero de los contribuyentes. En lugar de correctivos, fomentó un mayor crecimiento de la deuda pública. La medida no influyó en la creación de empleo, salvo por el lado del sector público.

Paralelamente, manipuló la aprobación de la estatización de la salud y con ello la deuda pública se elevó a más de tres trillones de dólares. La receta, obvia, de reducir el gasto público en tiempo de crisis fue sustituida por la de gastar más.

¿Cómo saldar la deuda sin reducir el gasto? Obama cree que la fórmula es la de incrementar los impuestos a los “ricos”. La no extensión del “tax-cut” de Bush es parte de esa fórmula. Anuncia que habrá también una revisión del impuesto a la renta para castigar más a los “ricos”. Su principal asesor en economía ha insinuado ya la necesidad de recurrir al IVA, o impuesto al valor agregado, manteniendo el impuesto a la renta.

La perspectiva económica con tales elementos es tanto más sombría cuanto que en estos momentos la Unión Europea se desploma en medio de una crisis económica resultante de las mismas medidas que Obama y los demócratas persisten en aplicar en USA. La utopía del “welfare state” o estado de bienestar o protector se ha estrellado con la realidad.

El factor culminante ha sido Grecia. Ingresó a la UE y la zona del euro y en un comienzo gozó de las ventajas del mercado ampliado y la oportunidad de recibir inversiones. Pero, como en el Ecuador con la dolarización, no se sujetó a la disciplina fiscal que tal inserción exigía.

Grecia tenía que ajustar el déficit fiscal al 3% máximo del PIB y la deuda pública al 50%. Nada hizo y el déficit más bien subió al 113% . En lugar de castigar al renuente, la UE premió a Grecia otorgándole un préstamo de 146.000 millones de dólares, con lo cual la deuda pública se ha elevado automáticamente del 41.4% al 49.4%. (La deuda pública en USA llega ya al 90% del PNB con Obama)

Es una táctica similar a la de Obama, destinada a dejar intacto el problema de fondo: gastar más de lo que se tiene, válido por igual a nivel público que a nivel familiar. La utopía socialista de redistribuir la riqueza en favor de los pobres funciona hasta que se acaba el dinero. Como en Grecia. En lugar de correctivos se ofrecen agravantes, como dar más ron al que debe estar en plan de recuperarse del alcoholismo.

En la actualidad la burocracia pública en los Estados Unidos supera en número e ingresos a los empleados del sector privado. Los salarios de los burócratas los paga el sector privado, el contribuyente y han llegado a ser tan altos en gran parte por presión de los sindicatos. Pero pronto llegará el momento de la asfixia, como en Grecia y no habrá ni una Alemania ni una China que puedan llegar en auxilio ni siquiera temporal.

Es un axioma que no puede crearse riqueza si se la confisca y transfiere de los “ricos” del sector privado al público. La depauperización general es lo que sobreviene como en la URSS, Cuba, Venezuela, Corea del Norte, Ecuador. La alternativa para disminuir la pobreza es fomentar la riqueza, hacerla accesible al mayor número de personas mediantes estímulos y oportunidades.

La terminación del tax-cut de Bush es un error. Más impuestos en general, en momentos de recesión, es una total equivocación mayúscula. El sentido común aconseja disminuir las restricciones a la inversión y bajar, no elevar impuestos, facilitar las transacciones comerciales y de valores, liberación plena del mercado.

Mayores obstrucciones estatales a la compleja urdimbre del mercado solo lo entorpecerán. La retórica populista podrá temporariamente favorecer a sus actuales profetas con más poder político, pero a la postre significará su sepultura a un costo social tanto más alto cuanto más tiempo perdure.

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