Tuesday, June 30, 2009

TODO RADICA EN EL LIDERAZGO

Lo más probable es que fracase la reacción institucional y popular contra el presidente Manuela Zelaya de Honduras, ¿La razón? No la prevalencia de la democracia, sino del influjo de la calidad del liderazgo externo e interno de ese país.

Si se analiza con estrictez los mecanismos legales que se cumplieron o no en la crisis hondureña, prima el criterio de que el Congreso, la Corte Suprema, el Tribunal Electoral y a la postre los militares no se ciñeron con puridad a los procedimientos.

El menos indicado para señalarlo ha sido el presidente venezolano Hugo Chávez, coreado por sus incondicionales Humberto Ortega de Nicaragua, Rafael Correa del Ecuador, Evo Morales de Bolivia y, ¡O! sorpresa, el jefe de Estado de los Estados Unidos, Barack Hussein Obama.

Que Zelaya violó la Constitución y leyes al tratar de imponer a la fuerza un referendo pasó a segundo plano. Lo que que buscaba es una asamblea que reforme la Constitución y le permita ser reelegido indefinidamente como en Venezuela y Ecuador. Pero a ello se opuso el Congreso.

Ahora se revelan documentos que indican que Zelaya estaba dispuesto a disolver al Congreso si persistía la oposición, tal como lo hizo Correa en el Ecuador (con la complicidad, por propia confesión, de su hermano mayor Fabricio). La disolución en Honduras no se produjo, pero si el arresto y exilio del mandatario, medida de último recurso para impedir el referendo.

Los puristas especulan que lo democráticamente correcto habría sido que el Congreso y la Corte Suprema interpelen a Zelaya y lo destituyan, si lo encontraban culpable. Sin duda esa habría sido la opción ideal. Pero en países como Honduras, Ecuador o Venezuela las situaciones ideales no se dan. Por ello y conocida la amenaza de Zelaya, los militares actuaron.

Lo que se evidencia es una falta de liderazgo en Honduras. El presidente encargado Marchetti luce tan vacilante y endeble como Pedro Carmona, quien asumió el mando en abril del 2002 para derrocar a Hugo Chávez. Carmona no supo comandar y la revuelta se extinguió cuando Chávez ya había dimitido.

Desde entonces Chávez se entregó a Fidel Castro y puso en práctica, con su consejo, una estrategia para destruir el sistema democrático, valiéndose de las propias falencias del sistema y sin inspiraciones del “Che”. La doctrina llamada “socialismo del siglo XXI” comenzó a contaminar la América Latina. La víctima escogida esta vez es Honduras.

Chávez, el golpista que intentó derrocar al presidente Carlos Andrés Pérez en 1992, es el menos calificado para hablar de respeto a la democracia en Honduras. En Venezuela su autoritarismo sigue creciente y la libertad empresarial y de opinión expiran.

Lo que defienden Chávez, Correa y Ortega no es el modelo democrático dentro del cual Zelaya fue elegido y que aborrecen, sino su propio modelo fascista/socialista de absorción de todos los poderes en uno. Hablan de revolución, pero es una involución a prácticas absolutistas que fracasaron en el siglo XX tras cruentas guerras, exterminio y pauperización de los pueblos.

Lo que sorprende es que Obama se sume a Chávez en la defensa sin condiciones de Zelaya. No ha mencionado que el origen de la crisis fue su asociación servil a Chávez y a su directriz para aplicar en Honduras la hoja de ruta hacia la “revolución del siglo XXI”, que funcionó con éxito en otros países del área latinoamericana.

Pero Obama es el líder de los Estados Unidos y supuestamente defensor de su condición de primera potencia democrática en el mundo. Es por ello que desconcierta su falta de liderazgo para defender los principios básicos y sustantivos de esta nación frente a los enemigos.

La humanidad se libró del caos de la I Guerra Mundial por la intervención de los Estados Unidos. Igual ocurrió en la II Guerra Mundial, cuando el eje nazi fascista arrasaba en todos los frentes. Y fueron dirigentes demócratas y republicanos los que frenaron la expansión comunista durante la Guerra Fría, que culminó con la disolución del imperio soviético en 1989.

Con el presidente demócrata Obama, se ha debilitado la defensa de esos principios. Si no hay rectificaciones, se vislumbra un ocaso de Occidente y la victoria del islamismo absolutista, al que se ha unido el “socialismo del Siglo XXI”. Esa posición derrotista se refleja en las genuflexiones de Obama ante el islamismo, en sus repetidos pedidos de perdón urbi et orbi por supuestas fallas americanas - lo que le ha valido el mote de Apologizer in Chief - promesas de desarme unilateral convencional y nuclear, en su tácito respaldo a la represión en Irán y en su inacción ante el desarrollo nuclear de Teheran.

En Irak hizo lo que dijo en su campaña anti intervención militar para derrocar a Hussein: ordenó el retiro de las tropas antes de consolidar a plenitud la institucionalidad gubernamental en ese país. Nada difícil que caiga el régimen de Malik, advenga un aliado de Irán y se pierda el sacrificio de miles de vidas y recursos para dar libertad a ese país. Hay allí 10 mil iraníes listos para estimular el caos tan pronto se complete el retiro de las tropas (las remanentes son de asesoría, no de apoyo militar).

La retirada de los Estados Unidos se extiende ahora a América Latina. La simpatía de Obama por Chávez fue clara cuando le aceptó en una cita de la OEA un libro en que se acusa a los Estados Unidos, desde luego sin fudamento, de todos los males del mundo. Obama jamás objetó el regalo ni su contenido. Es como si Franklin D. Roosevelt hubiese aceptado de las manos de Hitler su “Mein Kempf” (Mi Lucha) en una parecida reunión internacional.

Ese acto y el de aliarse a Chávez para defender a Zelaya, no se entiende venido del jefe de Estado de los Estados Unidos. Su misión primordial es defender a esta nación de sus enemigos. Chávez es enemigo declarado, como lo son sus imitadores, como lo son los terroristas árabes, como lo es el Irán.

No son discrepantes, son enemigos que le han declarado la guerra a los Estados Unidos. Con ellos no cabe dialogar ni intercambiar regalos sino vencerlos o ser vencidos. Chávez tiene aliados para esa guerra en Bolivia, Ecuador, Nicaragua. El siguiente aliado era y acaso llegue a ser Honduras.

¿No lo entiende así Obama? Chávez (con Fidel) busca expandirse como lo hacía la URSS. Cuba cayó en las redes soviéticas en 1959. Y ese bastión sobrevive por la vacilación de John F. Kennedy y ahora por el oxígeno que le ofrece Chávez. Lo menos que podría hacer Obama en esta coyuntura es frenar las ambiciones de Chávez y no aliarse con él para restituir sin más a Zelaya en Tegucigalpa ideando algún mecanismo para recticar los errores de trámite. Hacerle el juego a Chávez y su pandilla será criminal.

A menos que su agenda le señale precisamente batirse en retirada ante el avance enemigo en la región para claudicar, una vez más. Si es así, se confirmaría que el liderazgo obamista llevará al ocaso a esta nación. Hay síntomas en lo interno, en política y economía. Ahora en el frente externo.

Sunday, June 28, 2009

EL PAPEL DE LAS FUERZAS ARMADAS

Al depuesto presidente hondureño Manuel Zelaya evidentemente le falló la lectura del instructivo que Hugo Chávez distribuye para transformar una democracia por el “socialismo del siglo XXI” sin disparar un solo tiro y con la sola manipulación de las debilidades del propio sistema.

Rafael Correa si captó bien las directrices de Chávez (que las recibió a su vez de Fidel Castro y este de Mao Zedong). Tan pronto triunfó en las elecciones del Ecuador, uno de sus primeros cometidos fue anular a las Fuerzas Armadas como garantes del sistema democrático y constitucional del país.

Aduló a los altos mandos, les cedió contratos sin licitación ni control para que ejecuten obras públicas, les encargó el manejo de empresas estatales, todo en violación de las leyes vigentes y sin oposición de importancia en la indolente sociedad ecuatoriana.

A renglón seguido, con las FF. AA. silentes y cómplices, procedió a anular a las dos ramas que equilibran el poder en un sistema democrático: por un lado el Congreso Nacional, al que lo quebró de un tajo y luego a las Cortes en las cuales intervino y sustituyó a jueces a su antojo.

El Congreso y las cortes intervenidas protestaron, hubo políticos aislados que también lo hicieron así como varios medios de comunicación y ciertos periodistas con agallas y sentido de independencia. Pero esa oposición fue inútil y a poco, Correa convocó a elecciones para sustituir en el Congreso a los legisladores que él descalificó y expulsó. Con los nuevos elegidos, el Congreso le fue incondicional.

Todo le vino fácil sucesivamente. Su orden de convocar a una asamblea para dictar una nueva constitución a su medida fue acatada sin chistar por el Congreso y la Asamblea, con similar servilismo, la aprobó sin reflexión ni vigorosa oposición. Desde entonces el gobierno autocrático de Correa se ha acentuado con una reelección presidencial que pudiera ser indefinida.

Esa misma ruta intentó seguirla Zelaya, pero su descuido en controlar a las fuerzas armadas de su país le ha costado el cargo. En Honduras como en el Ecuador el Congreso objetó por inconstitucional su pedido de convocar a un referendo, que debía realizarse hoy, para autorizar a una asamblea el diseño de una nueva constitución siguiendo el modelo de Venezuela y Ecuador.

Zelaya ignoró al Congreso y ordenó al máximo oficial militar que comience a distribuir papeletas y urnas para el referendo de hoy, como es la misión que las leyes allá y en el Ecuador asignan a la institución militar. Pero el oficial se negó a hacerlo y fue destituido. La Corte Suprema juzgó el caso y ordenó a Zelaya restituirlo en el cargo al militar y suspender el referendo. El presidente (encargado de cumplir y hacer cumplir la constitución y las leyes) insistió en su rebeldía.

Esta madrugada y por disposición de la Corte Suprema, los militares han apresado y exiliado a Zelaya. Chávez y su rebaño han protestado y dicen que la OEA y la Casa Blanca deben armar un barullo para evitar que se quiebre la democracia en Honduras con el “golpe de Estado” militar.

Correa ha viajado hoy a Nicaragua para unirse para discutir como “salvar” a la democracia hondureña.

¿No es cantinflesca esta actitud? Quien quebró la constitución y las leyes en Hondura y atentó contra la democracia fue Zelaya. Es lo que debieron haber hecho los militares en el Ecuador cuando Correa violó la democracia al destruir a los congresistas y violar la función judicial y, peor aún, cuando se alió y protegió a las FARC en acto de traición a la Patria.

Pero en el Ecuador las fuerzas armadas están chantajeadas y, según una reforma de la Constitución, carecen incluso de la misión tradicional de garantizar la estabilidad de la democracia. ¿Quienes la garantizan ahora? Puesto que no hay separación de poderes, ya que las ramas tradicionales de equilibrio dejaron de ser tales y todos los poderes están concentrados en Correa, el único garante de la democracia es Correa. Pero según como él entiende a esa democracia.

Democracia para él no es la de los “gringos”. Es la teocrática de Irán, es la autoritaria de Chávez y de la ALBA, es la regresiva que está imponiendo en el Ecuador. Si durante la campaña electoral Correa hubiese propuesto una guerra frontal con los Estados Unidos y sus aliados y una alianza sustitutiva con sus enemigos, es probable que no hubiese ganado. Pero su táctica fue silenciar sus verdaderos designios, su verdadera personalidad que ahora han aflorado con toda transparencia. Si las Fuerzas Armadas no hubieran sido corrompidas por él quizás el país se hubiera librado a tiempo de Correa y su Chávez y su ALBA, como ahora parece ser el caso de Honduras con Zelaya.

Si no hay un complot internacional contra Honduras y la resistencia de sus instituciones al vasallaje de Chávez, la cruzada que éste encabeza para esparcir por América Latina la doctrina retrógrada del “socialismo del siglo XXI” habrá sufrido un duro golpe. No obstante, hay que esperar escépticos al pronunciamiento final del presidente Barack Hussein Obama de los Estados Unidos.

Su actitud ha sido nebulosa. Se niega a respaldar abiertamente a los que se están oponiendo con peligro de muerte a la tiranía teocrática del Irán y, en el caso de Honduras, dice que espera que allí se respete la democracia mediante el diálogo. El diálogo es su escudo para camuflar su protección a quienes atacan a los Estados Unidos y al sistema democrático gracias al cual accedió al mando de la mayor potencia de la historia.

El nazi fascismo fue derrotado con la intervención militar de los EE.UU. y los regimenes comunistas de Polonia y la URSS cayeron por su respaldo moral y logístico, sumado el respaldo del Papa Juan Pablo II y la Primera Minstra Margareth Thatcher del Reino Unido. No hablar con claridad y convicción en favor de los opositores a las tiranías de Irán, Venezuela o de los que buscan evitar caer en ese precipicio, como en Honduras, es ser cómplice.

¿Qué es lo que quiere Correa? Como la oveja boba del rebaño chavista fue a una reunión de las Naciones Unidas a decirlo. Fueron disparates en contra del mercado, el capitalismo, la libertad y la democracia. Nadie le hizo caso y no solo por disparatado, sino porque no había nadie en el foro. Él fue él único jefe de Estado en hablar -ni siquiera su mentor Chávez lo hizo.

En donde si estuvo presente fue en Carabobo para festejar con cánticos de guerra la adhesión del Ecuador a la ALBA. El “show” está descrito con delicia por el periodista Martín Pallares, de El Comercio. Allí la ALBA y por tanto Correa, dieron su respaldo a Ahjmedinejad y al Ayatola y condenaron a los insurgentes y al imperialismo yanqui. Como dice Gonzalo Maldonado, otro columnista del mismo diario, el Ecuador respaldó a los victimarios en contra de las víctimas.

Luego de su papelón en la ONU, Correa volvió a hacer el ridículo con sus amenazas al diario The Wall Street Journal por el artículo de uno de sus más prestigiosos columnistas, Mary A. O’Grady, especializada en asuntos latinoamericanos. Ella se limitó a decir lo que ya todos saben: que Correa y sus súbditos se aliaron a las FARC, permitieron que se asienten en territorio ecuatoriano, conversaron con su líder Raúl Reyes e hicieron todo lo posible porque se les reconozca no como terroristas, que es lo que son, sino como insurgentes. La trama se desplomó con el bombardeo al campamento de Angostura, la muerte de Reyes y otros terroristas y, sobre todo, con la captura de tres laptops y sus discos duros.

La periodista basa sus afirmaciones en los emails auténticos de Reyes en los que se documenta con fechas y detalles los vínculos de Correa con las FARC, los contactos personales de Reyes con su ministro Gustavo Larrea, de Gobierno y Seguridad y otro subalterno.

Anunció Correa que la Cancillería ha enviado una nota al WSJ para que rectifique lo dicho por O’Grady y que, si no lo hace, le demandará. Pero ¿qué quiere que rectifique si todo lo dicho es verdad, si la autenticiadad de los discos duros fue científicamente comprobada por la INTERPOL, que agrupa a un centenar de países, entre ellos el Ecuador?

En cuanto a la potencial demanda contra el Diario, qué asustado deberá estar el señor Rupert Murdock, dueño de ese y de los mayores medios audivisuales y escritos del Reino Unido, Australia y los Estados Unidos.El WSJ, como nadie lo discute, es acaso el diario más respetable del planeta. Otra posición pueril más de Correa.


Sunday, June 21, 2009

LA LÓGICA DE CORREA

El presidente ecuatoriano Rafael Correa y sus incondicionales asesores y periodistas han manejado pobremente la lógica para intentar justificar sus ataques a la libre expresión del pensamiento y su decisión de silenciar a los medios de comunicación que juzga hostiles.

Tres ex-presidentes de la República -Sixto Durán Ballén, Gustavo Noboa y Osvaldo Hurtado Larrea- emitieron un comunicado conjunto para condenar a Correa por su actitud contraria a la libertad de expresión y su amenaza de clausurar a Teleamazonas y al Diario El Universo.

En lugar de rebatir los argumentos que el sobrio comunicado emitía, el jefe de Estado dijo que los tres personajes carecían de autoridad porque cada uno de ellos, en diferentes instancias, atentaron contra esa misma libre expresión de pensamiento que ahora defienden.

También Correa blandió las tesis de que tres de los columnistas que han sido críticos con él - Alfredo Pinoargote, de Diario El Universo, Jorge Ortiz de Teleamazonas y Carlos Vera de varios medios-, no son periodistas profesionales por títulos universitarios, sino por títulos de tales otorgados por el dictador militar Guillermo Rodríguez Lara.

En el caso de los ex-presidentes y en el de los periodistas a los que acusa de carecer de títulos válidos de periodistas profesionales y por tanto de autoridad para oponérsele, la dialéctica de Correa es la misma: pretende negarles derecho a la crítica por circunstancias que nada tienen que ver con la validez de sus argumentos,

Es probable que las acusaciones contra los tres ex mandatarios sean o no históricamente válidas. Pero no cabe aceptar que porque ellos irrespetaron en alguna forma el principio de la libre expresión del pensamiento, estén imposibilitados de señalar faltas parecidas del actual mandatario.

Correa parecería argüir, además, que él está exento de culpa de faltas de respeto a la libre expresión, porque ya esos tres ex-presidentes supuestamente cometieron el mismo error. Igual ocurre con los periodistas acusados de haber recibido de manera impropia sus títulos de periodistas profesionales. Peor aún si se recuerda que quienes se dedican al periodismo de opinión, no están obligados a adquirir el título profesional de periodistas.

Ortiz, Vera, Pinoargote no son reporteros: son comentaristas o directores de programas de TV o radio en los que son libres de entrevistar a los que les venga en gana y dar el giro que quieran al diálogo en favor o en contra del gobierno, así como emitir opiniones sobre cualquier tema y en cualquier momento.

Por cierto, si se extreman en sus posiciones o si se advierte un sesgo no equilibrado en la selección de sus entrevistadas, habrá una sanción a ese proceder: el televidente, el radioyente o los lectores de las columnas en los medios escritos rechazarán al periodista y escogerán otro medio para informarse y oir opiniones.

No es el gobierno el censor y discriminador. No son Correa ni sus súbditos quienes han de recomendar qué medios o periodistas son idóneos, sino el público. No es papel del gobierno monitorear a los medios para calificarlos con notas de buena conducta, ni menos para acallarlos o clausurarlos si no cumplen sus propias reglas de buen proceder.

Con acierto, dos columnistas de El Comercio se refieren al tema y ninguno de ellos es periodista profesional. ¿Los descalificará Correa por ello? En el fondo, lo que Correa no admite es opiniones discrepantes sin entender que él no es mandante sino mandatario del pueblo y que es el pueblo el que no solo tiene el derecho sino la obligación de cuestionar permanentemente su actuación, directamente o a través de la única vía óptima para hacerlo: los medios de comunicación independientes.

Un medio de comunicación, para ser independiente, tiene que ser solvente en lo económico. Correa no lo entiende así, pese a que es economista que ha estudiado en Bélgica y los Estados Unidos. Cree que el hecho de que una empresa de comunicación se afiance económicamente diversificando sus inverisones o abriendo sus capitales a los accionistas, es un pecado mortal.

El término “empresa” es sinónimo de robo y explotación para Correa. Sin embargo ningún medio puede cumplir su misión si su economía no está sólidamente sustentada. Hacer periodismo romántico a la manera de los grupos colegiales, no puede pervivir en una sociedad compleja si el deseo es hacer periodismo independiente.

Eso lo entendieron Carlos y César Mantilla Jácome a comienzos del siglo XX cuando fudaron El Comercio. Hasta esa fecha, la mayoría de diarios tenían un objetivo político y eran, por lo mismo, efímeros. Los Mantilla Jácome buscaron otro objetivos y de ahí el nombre del diario: divulgar noticias y opiniones equilibradas e independientes de los gobiernos buscando el financiamiento en la industria, el comercio y la banca mediante inserción de avisos pagados.

Con el correr de los años, El Comercio creció en lectoría y respetabilidad. Carlos Mantilla Jácome veía su poder en la independencia. Cuando se le sugería que, dado su influjo, podría fácilmente aspirar a la presidencia de la República o a cualquier otra dignidad pública, él se resistía diciendo: yo tengo más poder que un presidente de la República, porque mi poder es trascendente.

Ahora Correa acusa a todos los medios de corruptos, porque son empresas con intereses e inversiones diversificados, inclusive en el exterior. Lo dijo a propósito de mostrar disgusto porque su hermano ha multiplicado por millones su fortuna mediante contratos ilícitos justamente con el gobierno que él preside.

Su hermano Fabricio se ha apoyado, dijo, en “empresas de papel” a las cuales ahora él declara ilícitas. Es ahí cuando involucra a varias de las empresas periodísticas con el mismo pecado, por lo cual prohibe a sus súbditos que contraten avisos oficiales con esos medios.

Las empresa ya sabrán defenderse y aclararán sus posiciones. Pero en lo que respecta al vituperio contra el concepto empresarial en general, cabe advertir que cuando Correa incauta (roba) empresas de comunicación de TV y radio privadas, las empresas como tales no desaparecen. Continúan, pero en manos del Estado.

Las empresas públicas, incautadas o no, están condenadas al fracaso. Por la sencilla razón de que su manejo empresarial no responde ante los accionistas, como en las empresas privadas, sino ante nadie. El ejemplo más elocuente es el diaro El Telégrafo, captado por Correa. Dijo, como en el caso de las televisoras de los Isaías, que lo revertiría al sector privado, pero eso nunca ocurrió.

El Telégrafo no interesa a nadie, nadie anuncia en él, nadie lo compra. Se distribuye gratuitamente pero no hay accionistas que denucien el fracaso y exijan el despido del Gerente. Porque el gerente es Correa y frente a las pérdidas constantes tiene la fórmula infalible para solucionarlas: las arcas fiscales, el dinero de los contribuentes. La última inyección de capital para el diario por 17 millones de dólares no proviene de antiguos o nuevos accionistas: vino del ministerio del Finanzas.

Al censurar Rafael Correa a su hermano Fabricio, dijo que debió cuidarse en su conducta para evitarle el ataque de los “buitres” que constantemente le sobrevuelan para darle picotazos. Se refería, claro está, a los críticos de su desgobierno. Pero la metáfora que utilizó fue fatal. Los buitres, que se sepa, solo sobrevuelan la carroña. ¿Acaso él admite que ya está podrido?


Sunday, June 14, 2009

¿QUÉ ESPERAN PARA IMPEDIRLE?

El presidente ecuatoriano Rafael Corre continúa utilizando los más fétidos adjetivos para atacar a los medios de comunicación del país y éstos, en su mayoría, reaccionan impasibles, salvo la loable excepción de algunos de sus columnistas.

Pero no existe aún un pronunciamiento formal y frontal para oponer resistencia a esta ofensiva del mandatario, cuyo objetivo evidentemente es eliminar toda opinión divergente a la suya, tal como en estos mismos instantes está ocurriendo en Venezuela.

Correa no entiende a la democracia. Malgastó el dinero que invirtieron en él sus becarios (nadie informa quiénes son) para estudiar durante cuatro años en una universidad norteamericana prestigiosa, pero evidencia que no asimiló para nada la cultura política de este país ni las enseñanzas de Economía recibidas.

Pretende dar lecciones a los propios Estados Unidos acerca de cómo ha de entenderse el principio de la libre expresión de pensamiento, sin la cual no es dable la práctica de la democracia. A mi me importa un bledo lo que la Casa Blanca diga y aconseje al respecto, vociferó ayer en su cadena de radio: lo que me importa es lo que piense el pueblo ecuatoriano.

Es una falsía, porque lo que él implícitamente está insinuando es que solo él es el autorizado para interpretar lo que el pueblo ecuatoriano quiere, no los medios de comunicación impresos y audiovisuales, a los que califica de modo reiterativo de “mediocres”, mentirosos y “corruptos”.

No entiende, o miente y manipula, que la democracia (la occidental, si, la que nació y se robusteció primordialmente en los Estados Unidos) es un modelo de gobierno orientado a bloquear los excesos del gobernante (sea rey, emperador, jeque, chávez o correa) mediante un equilibrio y constante balance entre las ramas ejecutiva, legislativa y judicial.

Idealmente, el Ejecutivo gobierna para hacer cumplir las leyes emanadas de la función legislaltiva, las cuales se supone se crean para lograr la armonía en las relaciones sociales evitando abusos. La dinamia de la sociedad, en este sistema, se asienta en los individuos, no en los gobiernos. Éstos se han de limitar a arbitrar esa dinamia, no a inteferir, porque cuando ello se da, esa dinamia se debilitars con peligro de extinguirse.

La libertad individual, pues, junto con el derecho a la propiedad, es básica para la prosperidad común. En caso de conflictos, que perennemente han de darse en toda sociedad, no es el ejecutivo el que juzga y sanciona, es la función judicial independiente. Correa no lo cree así y como Chávez o los Castro de Cuba, considera que lo que le conviene a los ecuatorianos es la desfragmentación del sistema democrático para unificar los tres poderes en uno solo: en él.

Dentro de ese esquema, la prensa libre le incomoda. Habla de un mal uso de la libertad de expresión porque a su juicio Teleamazonas o el diario El Universo publicaron informaciones y opiniones que no se ajustan a sus parámetros de pensamiento y agenda. Y dice que él también quiere ejercer ese derecho a expresar libremente su opinión contrario, vejándolos y amenazándolos con sancionarlos y clausurarlos.

No es así como funciona la democracia. El gobernante tiene que limitarse a bien gobernar y a permitir transparencia total de sus acciones al pueblo. ¿Cómo? No a través de cadenas radiales forzadas y teatristas ni medios bajo su control, sino a través de los medios de comunicación impresos y audiovisuales privados, porque solo asi se garantiza su independencia del régimen.

Por cierto que en determinadas circunstancias habrá medios que yerren de buena o mala fé en una información, análisis o comentario. Y es obvio que ello afecte no solo a los gobiernos sino a personas o corporaciones. Pero la reacción a estos errores no es la invectiva y menos la amenza abusiva del gobernante. Hay la opción de la rectificación oblogatoria y gratuita en el medio involucrado o el juicio por libelo en los tribunales.

Miente Correa al decir que en Estados Unidos, donde recuerda que vivió cuatro años, los medios que dijeran “barbaridades” semejantes a las que dicen los medios ecuatorianos estarían sancionados con multas millonarias o cerrados. En este país no se ha registrado nada de lo que Correa afirma.

En los tiempos mismos de la campaña de la Guerra Americana y luego como gobernante, George Washington (la figura más venerada en este país) fue víctima de injurias calumniosas de innumerables panfletarios. Nunca utilizó la verborrea vitriólica de Correa para condenarlos. Igual ocurrió con otra de las mayores personalidades nacionales, Abraham Lincoln.

The New York Times fue uno de los más furibundos enemigos de George W Bush. En su campaña anti, divulgó documentos secretos de la guerra contra el terrorismo en cuanto a sistemas de intercepción para detectar llamadas de los enlaces en el exterior y para rastrear depósitos en sus cuentas bancarias. Eso infligió daño mayúsculo no a Bush sino a la seguridad nacional. Pero Bush jamás insinuó sanciones ni clausura contra el NYT.

(En el mismo Ecuador el caso del Presidente Galo Plaza es clásico. El semanario Combate, cefepista, dejó de circular por falta de papel. Plaza ordenó que se les provea de bobinas de papel del Registro Oficial para que sigan con la publicación...con los usuales, atroces y falsos insultos contra él y su gobierno)

En contraste, anticiparse a divulgar noticias sobre un temblor como lo hizo Globovisión en Caracas o decir que un taladro de exploración petrolera en la isla Puná podría afectar la pesca en el lugar, no constituyen amenaza o instigación a la conmoción social, como risiblemente dicen Chávez y su pupilo Correa: son cantinfladas para camuflar su vocación dictatorial.

La mejor ley de prensa es la que no existe. No la hay en los Estados Unidos, ni la hay en Gran Bretaña. En los países de endeble o inexistente democracia como en Venezuela y Ecuador, existe la tendencia a multiplicar leyes y regulaciones para enmarañarlo todo y justificar los abuso de poder del Ejecutivo en contra de la libre expresión del pensamiento.

La mejor regulación para moderar los yerros y equivocaciones de un medio la dan no los gobiernos sino los consumidores. Si el consumidor observa que un medio es “mentiroso, mediocre y corrupto” como sostiene Correa, simplemente deja de comprarlo. Si la auditoría y lectoría disminuyen, el que paga anuncios deja de hacerlo en ese medio porque es mal negocio y busca otros. Son las leyes del mercado las que rigen para éste y otros productos, así materiales como intelectuales.

La regla, por cierto, no se aplica a los medios bajo control estatal. Allí no importan los resultados gerenciales sobre lectoría y anunciantes. El diario El Universo publica hoy un excelente artículo que revela que Correa controla directamente 15 medios: 5 televisoras, 4 radios, 2 periódicos y 4 revistas. Ninguno es rentable. El Telégrafo se reparte gratis y no tiene avisos. ¿Cómo se financia y subsiste? Con el dinero de los contribuyentes. La última inyección será de 16,1 millones de dólares y sobre su uso nadie será responsable de nada ante nadie.

Los diarios que aún no caen bajo el dominio estatal podrían estarlo pronto si persisten en su actitud temerosa salvo si han resuelto no incomodar y adular al gobernante. ¿Será una primera muestra de ello el editorial que el diario El Comercio publicó ayer elogiando a Correa por su “victoria” en la negociación del segmento de la deuda externa que él mismo calificó de “ilícita”?

(Correa dijo que esa deuda de alrededor de 3.000 millones de dólares no la pagaría por ilícita. Habló de iniciar un juicio para probarlo, sin decir cómo ni en qué tribunales. Luego guardó silencio para de pronto decidir que la compraría para “beneficiar” al país. Pagó 900 millones de dólares por el total, menos un 9% de acreedores que rechazaron la propuesta. El asunto es simple: Correa actuó como un tramposo, primero al calificar esa deuda de ilícita y decidir no pagarla. Los acreedores le creyeron y cuando luego propuso pagar aunque sea una mínima parte prefirieron esa opción a la de no cobrarla nunca o entrar en un largo y engorroso litigio con un tramposo. Nadie ha explicado de dónde salieron los 900 millones de dólares ¿talvez del fondo de los afiliados al IESS? En todo caso lo hecho por Correa es otra maniobra inmoral como la perpetrada antes por Patiño en complicidad con el gobierno venezolano)

Jorge Mantilla Ortega siempre se opuso a que El Comercio se sume a la AEDEP (Asociación de Editores de Periódicos). Decía (y yo lo escuché de sus labios en alguno de los diálogos que sostenía al frente a su escritorio de Director) que a El Comercio no le intresaba sumarse a otros para decir su verdad. La diría siempre y en voz clara y alta cuando se justificare. Si otros coincidían con esa verdad, eran bienvenidos a sumarse, no al revés.. (Años atrás dio ejemplo de su verticalidad frente al embate de JM Velasco Ibarra, lo que le valió una prisión y la clausura del Diario. Su entereza fue saludada internacionalmente y le valieron premios y admiración de todos.

Ahora la AEDEP está silente. Peligra Teleamazonas, peligra El Universo, peligra el país. ¿No hay nadie que reaccione? Muy oportunos los artículos que sobre el tema publican dos articulistas de El Comercio en su edición de hoy, Gonzalo Maldonado y Diego Pérez. El primero alude a la Rusia del siglo XIX y comienzos del XX. Habría que añadir la Alemania de 1930.

Friday, June 12, 2009

ENTRE EL ODIO Y EL MIEDO

El avance del fascismo en el mundo occidental, entendiendo al fascismo como el sistema que subyuga al individuo y sus libertades a las decisiones autoritarias de los gobiernos, se sustenta en el odio y el miedo.

Líderes como Hugo Chávez, Rafael Correa y otros de América Latina e inclusive Barack Hussein Obama en los Estados Unidos, afianzan su poder y control estimulando el odio de clases y el miedo a la represión.

Obama, cuyo pasado es tan oscuro que ni siquiera ha podido exhibir su partida de nacimiento en los Estados Unidos (Sara Obama, la mujer de su abuelo asegura que estuvo presente en su nacimiento en Mombassa, Kenya, tierra de su progenitor), hostiga sin cesar valores y principios que han hecho de esta nación la mayor potencia militar, cultural y libre de todos los tiempos.

Al igual que Chávez, Correa y otros, cree que el capitalismo democrático es injusto y tiene que ser sustituido por un sistema centralizado de corte fascista/socialista, en el cual el trabajo, ahorro e inversión de los individuos debe ser regulado en todas sus formas por el gobierno.

En menos de seis meses de gestión ha comenzado a aplicar su agenda con celeridad pasmosa. Intervino por la fuerza en los mayores bancos privados, cancelando y reemplazando ejecutivos e igual ha hecho con corporaciones paradigma como la General Motors.

En sus propósitos ha tenido el respaldo incondicional de la mayoría de los medios impresos y audiovisuales, de tendencia izquierdista, que lo han ensalzado y le siguen ensalzando sin el menor esfuerzo analítico desde los tiermpos de campaña.

Su retórica apela a los sentimientos subterráneos de los resentidos, de los envidiosos, de los frustrados. El sistema vigente, dice, es malo porque los de abajo no han triunfado: hay, por tanto, que nivelar los resultados pues los ganadores lo son no por sus méritos sino porque han explotado a los más débiles, porque han violado la ley.

Los enemigos primarios de este socialismo/fascismo son la cultura judeo cristiana de Occidente, cuyo bastión es los Estados Unidos e Israel en el Medio Oriente. Obama está convencido de ello y en sus giras por la Europa socializada de posguerra y en El Cairo ha denigrado al país que representa y ha pedido perdón por los errores cometidos por sus políticas imperialistas (como la “invasión” a Normandía en 1944, seguramente).

Es un extraño fenómeno sociológico y cultural el que se ha fraguado en los Estados Unidos tras la derrota que por su intervención se infligió al Eje en la II Guerra Mundial. El país aún estaba sumergido en la Gran Depresión de los años de 1930 y corría peligro de ahondarse con las políticas de corte estatista/socialista del presidente F. D. Roosevelt, cuando estalló la guerra.

Con la guerra comenzó a salir del marasmo. Todo el aparato productivo se reactivó con la industria para la guerra y tras el triunfo en 1945 advino una era de prosperidad sin precedentes. A los veteranos se les ofreció becas para que opten por carreras universitarias y eso incrementó el ritmo y la calidad de la producción en todas las áreas.

El problema surgió con los baby boomers, hijos de los veteranos. La era del racionamiento y la pobreza de la Depresión y los tiempos de guerra se acabó y a las nuevas generaciones todo les vino demasiado fácil. El resultado fue una crisis generacional: los niños mimados con disfrute casi sin esfuerzo propio de la prosperidad, comenzaron a rebelarse contra las generaciones precedentes en búsqueda de identidad.

La “contestación” a los valores tradicionales se propagó en el plano de la política, del arte, el sexo, de la historia. Si querías aparecer independiente y liberal, tenías que reprobar el establishment y tanto mejor si te ayudabas con drogas, comenzando por la marihuana. Se distorsionó la idea original del movimiento feminista y éste cedió paso al de la “liberación” de la mujer para el sexo sin compromiso y con opción al aborto.

Esta nueva filosofía de la vida (los interesados en profundizar sobre el tema pueden consultar el libro ya clásico de Robert Bork titulado "Slouching Towards Gomorrah") se instaló en lo académico con profesores que desde el decenio de 1960 se dedicaron a la tarea que no termina de adoctrinar a los estudiantes con el axioma de “Blame America first” para explicar que todos los males del mundo se deben a los Estados Unidos.

En esa escuela se educó Obama (y Correa a su paso como universitario en este país). Durante 20 años fue adicto al pastor Jeremiah Wright, que lo casó con Michelle y bautizó a sus dos hijas. Wright es un emponzoñado enemigo de los Estados Unidos y furibundo antisemita.

Hay quienes creen que el actual presidente comenzó a recibir ese adoctrinamiento temprano en un colegio de Los Angeles donde se habría educado como becario extranjero (igual que Correa). Pero los documentos probatorios por el momento será imposible recuperarlos.

La generación de los baby boomers lideró el movimiento anti militar con las guerras de Vietnam y Corea y últimamente con las de Irak y Afganistán. El origen, más que idealista, fue práctico: el servicio militar era obligatorio en los años de la guerra de Vietnam. A los muchachos cómodos de entonces no les parecía nada patriótico abandonar el placer, las drogas y el sexo fácil y sujetarse a los rigores y riesgos de la vida militar.

Vino la rebelión que se extendió por las universidades y los círculos políticos demócratas y liberales, ayudados por los medios sobre todo de TV. Cuando Walter Cronkite falseó la verdad en una de las tres únicas cadenas de TV y dijo que la guerra de Vietnam estaba perdida, el presidente Lyndon B. Johnson le creyó más que a sus mandos militares y decidió iniciar la retirada.

Cuando el Congreso congeló los fondos para la guerra, todo quedó consumado. Los Estados Unidos perdieron por primera vez una guerra y no en los campos de batalla, sino en el Congreso y en los campos de las universidades infestadas de beatniks con olor a alcohol y marihuana.

La tendencia anti militar ha recrudecido ahora con Obama. Ordenó que las tropas en Irak comiencen el éxodo el 30 de este mes, sin garantizar que la victoria antiterrorista se afiance. La violencia ha recrudecido ya ante el anuncio y Malik, el premier iraquí elegido por voto popular, dice que las consecuencias de la retirada de tropas podría desencadenar el caos.

Al propio tiempo, Obama exalta al islamismo ignorando sus excesos y su intolerancia y no citó, menos defendió, al judeo cristianismo que es la base sustantiva de la democracia occidental. Y promete que Estados Unidos se desarmará unilateralmente de sus reservas nucleares, mientras da el visto bueno a Irán para que continúe desarrollanso su propio arsenal nuclear.

Las afrentas y el menosprecio por Israel son continuos. No cabe imaginar que Obama desconozca la historia. La distorsiona a propósito. Dice que el estado de Israel nace como fruto del sentimiento de culpa por el exterminio de 6 millones de judíos en la II Guerra Mundial, pero no menciona que Judea existía como estado/nación mil años antes de la llegada de los romanos a lo que luego se llamó Palestina.

Palestina fue el nombre impuesto por los romanos para borrar a Judea de la memoria popular. Los árabes no eran palestinos, los judíos lo eran y esa identificación solo terminó con la creación de Israel en 1948. Obama yerra al equiparar el holocausto con las acciones de la defensa israelí contra las agresiones de los palestinos terroristas del Fatah, Hezbollah y Hamas, apoyados por Siria e Irán.

Israel ha suscrito varios convenios de paz con los árabes al amparo de Jimmy Carter y Bill Clinton. Los palestinos nunca se sujetaron al compromiso, jamás crearon una nación estado en los territorios cedidos por Israel y toda la ayuda internacional para ello la emplearon en armas y cohetes para bombardear a la población civil de Israel.

Israel es el único estado democrático próspero del Medio Oriente y es allí donde los árabes/israelíes tienen el más alto estándar de vida en la región. En la mente de Obama y sus seguidores Israel es genocida ¿como quizás también los Estados Unidos? Cuando Obama habla de dialogar con los ayatolas iraníes y les da el visto bueno para que prosigan en su escalada nuclear pese a la prohibición de las Naciones Unidas, está de hecho aliándose con Ahmedinejad y su juramento de borrar del mapa a Israel.

Correa, Chávez, los Castro, Ortega, Morales, todos están, como Obama, contra los Estados Unidos e Israel y todos aman a Ahmedinejad, que los ha visitado y con quien han establecido relaciones diplomáticas. Si él es o no reelecto hoy es lo de menos: el dueño del circo, el dueño de cualquiera que sea elegido premier, es el Ayatola y su política no variará ni un ápice con los resultados.

¿Y Correa? ¿Y el Ecuador? Da grima referirse a este país, tanto por él y los que le siguen como por el resto. Correa está a punto de cerrar el canal Teleamazonas, siguiendo la pauta de Chávez con Globovisión y apenas si han aparecido unas tibias notas editoriales en los diarios, no de protestas sino de ruego “para que no sea malito”. ¿En dónde está escondida la otrora pomposa AEDP?

Y Correa sigue obsesionado por el ataque a Angostura. Quiere enjuiciarle a Uribe porque mató al camarada Franklin Aisalla en el ataque certero al campamento de las FARC, el 1 de marzo del años pasado. A quien habría que enjuiciar post mortem es a Aisalla por haber actuado como agente no registrado de una organización terrorista extranjera.

Por cierto los peces gordos como Correa y Gustavo Larrea hace tiempo que debieron haber sido enjuiciados y condenados por traición a la Patria por su complicidad con las FARC. Lejos de ello, Rafael Correa fue reelecto Presidente por amplio margen y Larrea volverá a ser parte de su gabinete. Los más optimistas creen que este regímen fascista durará “solo” unos 10 años más en el poder...pero ¿por qué no otros 10 años más y otros 10?