Friday, January 26, 2007

COMEDIA O TRAGEDIA DE EQUIVOCACIONES?

La “comedia de equivocaciones” de la primera semana de gobierno del socialista Rafael Correa se convirtió en tragedia con el absurdo accidente aéreo en el que falleció la ministra de Defensa, su hija y 5 militares de la Fuerza Aérea.
A todos contrista la muerte de la ministra. Pero exaspera saber que la tragedia pudo haberse evitado de no mediar la irresponsabilidad de la propia ministra y de los jefes militares que autorizaron el vuelo y, a la final, del piloto al mando del helicóptero.
Las informaciones indican que el Gazelle fabricado en Francia tenía capacidad para 4 pasajeros. Según el reglamento, un edecán está asignado por obligación a acompañar al ministro de Defensa en misiones oficiales. La aclaración dada por los jefes militares es que el edecán no voló “por falta de espacio”.
Es obvio deducir que la ministra se impuso y ordenó a su edecán que no vuele para que su lugar lo ocupe su hija, de 17 años de edad. Ni el edecán ni el piloto ni los superiores debieron acatar tal orden. Un piloto, civil o militar, es el jefe inapelable en su aeronave y en este caso pudo y debió decidir quiénes podían volar y quiénes no o negarse a decolar.
Los agravantes son mayores cuando se conoce que el vuelo del helicóptero era por la noche y que juntamente con otros helicópteros harían prácticas de prueba de instrumentos para vuelos nocturnos. El operativo era, pues, totalmente militar y por ende no cabía la presencia en la prueba de civiles sin entrenamiento.
El presidente Correa ha nombrado a una comisión con expertos de Chile y Francia para que investigue el accidente y llegue a una de las conclusiones obvias: que no hubo conspiración “gringa” para matarle a la ministra opuesta a la base militar de USA en Manta, sino o fallas humanas o desajuste en los instrumentos de vuelo nocturno que se ponían a prueba.
Adicionalmente ha sido irritante observar cómo Correa no pierde oportunidad para insistir en su proclama “revolucionaria” socialista y bolivariana. En varias ocasiones del luctuoso suceso, repitió que en homenaje a la occisa buscará “rescatar la Patria perdida” y uno de sus discursos formales terminó con la frase castrista/chavista “venceremos…hasta la victoria siempre”. Solo le faltó agregar “Patria o muerte”, aunque esto resonó en todos los oídos aún sin ser enunciada.
¿De quién o de quiénes Correa quiere rescatar a la patria ecuatoriana? ¿De los “gringos imperialistas”? ¿De los oligarcas o latifundistas o de la “partidocracia”? Da la impresión de que el gobernante economista busca quemar etapas en su ambición de imitar a Chávez y que los “enemigos” de la Patria a que alude son seguramente los que quieren impedir que se convierta en dictador a corto plazo.
Pese a la comedia de equivocaciones de sus primeros días como Presidente, Correa no disminuye su tono ultrajante, altanero, propio de matón de barrio. Ha dicho que le tiene sin cuidado que su “orden” al Tribunal Supremo Electoral para convocar a la asamblea constituyente se haya interrumpido porque el organismo transfirió el pedido al Congreso, como manda la Constitución.
Correa dice que si el Congreso y el TSE obstruyen o niegan la convocatoria, él organizará un Tribunal ad-hoc para que lo haga. Quiere la asamblea para que elabore una nueva Constitución, pero no da detalles de cómo la quiere. Mas en ningún momento duda de que la asamblea se realice y siga en todo el esquema que él trazará y “ordenará” seguir en tiempo oportuno.
Mientras tanto, adelanta decisiones y anuncios en materia económica que han generado una reacción negativa en los mercados financieros internacionales.
Su teoría de la “deuda eterna”, prestada de Alberto Acosta, implica la decisión unilateral del no pago del 60% de la deuda externa por “ilegítima”, calificativo que nadie explica.
Los bonos de la deuda pendientes de pago suman 3.860 millones de dólares y vencen el próximo mes y los atrasos se calculan entre 800 y 1.000 millones de dólares. La decisión unilateral de limitar el pago y de calificar como ilegítima una parte de ella es considerada en el exterior como preludio de moratoria de pago.
Las consecuencias han sido inmediatas, según revelan los gremios de empresarios de Costa y Sierra. Los acreedores están limitando o cerrando los créditos y exigen pagos antes de los términos acordados y mayores garantías. El “riesgo país” para las inversiones sobrepasó el índice 1.000 que basta para hacer cambiar de opinión a cualquier inversor potencial sensato.
Simultáneamente se divulga que la “justicia social y distributiva” se aplicará con más impuestos a los “ricos” y más subsidios a los “pobres”. Bajará el IVA pero se castigará a las empresas y corporaciones con el impuesto confiscatorio al patrimonio. Las empresas que no declaren utilidades serán gravadas como castigo, en la presunción de engaño.
Si la inversión interna y del exterior se evapora, se cierne sobre el país el peligro de una crisis financiera que quiebre el artificioso sistema de la dolarización, que ha permitido la supervivencia de la economía nacional, juntamente con el alza de los precios del crudo y las remesas de los emigrantes.
Pero si el suministro de dólares decrece porque el Ecuador no es Venezuela con exceso de petrodólares y no hay banco que emita dólares, entonces el sistema dolarizado colapsa y sobreviene el caos. Muchos empresarios o dueños de ahorros ya estarán planeando emigrar.
Esta visión apocalíptica quizás convenga a los propósitos autócratas de Correa. Porque podría suceder que crezca en el país una resistencia civil contra la tesis de la asamblea y que la solicitud de convocatoria se dilate o peor se rechace. O que la asamblea se convoque y que los elegidos no sean todos serviles al gobierno.
Después de todo ¿qué permite suponer que los 130 elegidos para la asamblea serán de mejor calidad política que los actuales 100 congresistas? A menos, claro está, que Correa y Chávez se ingenien algún mecanismo para elegir a 130 incondicionales…
En cualquiera de los casos, la economía se deteriora con el paso de los días y con la incógnita política de la asamblea. ¿Cómo gobernará Correa mientras tanto? Si tiene un Congreso adverso ¿cómo transformará el sistema tributario para castigar a los ricos sin leyes aprobadas según el trámite constitucional?
Si la fuga de capitales y de más refugiados económicos a Europa y los Estados Unidos se incrementa, empobreciendo peor al país y sumiéndolo en el caos y la turbulencia de los descontentos, es probable que Correa intente asumir plenos poderes inclusive sin esperar a la Asamblea.
Lo cual no sería sorpresivo. Lo han hecho tantos otros de sus antecesores en la inacabable historia de frustraciones del Ecuador.

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