Sunday, September 25, 2011

LUCUBRACIONES SOBRE EL 2012

La sensacional victoria en la encuesta “straw poll” de la Florida del pre candidato presidencial por el partido republicano Herman Cain, negro, abre una vertiente fascinante de especulaciones en torno a las elecciones del próximo noviembre del 2012 en los Estados Unidos.

Nadie se imaginaba que Cain pudiera tener una alta votación, menos ganarla. La “straw poll” es una encuesta entre delegados del partido republicano sobre una elección simulada adelantada y marca tendencias con anterioridad a las primarias de febrero del año entrante.

En encustas anteriores, siempre los ganadores fueron los que en las primarias triunfaron: Ronald Reagan, George H Bush, su hijo George W Bush, Bob Dole. Barack Hussein Obama, el actual presidente, también ganó la “straw poll” del partido demócrata en la Florida en el 2008, previa a los comicios de noviembre de ese año.

Si Herman Cain gana terreno entre los republicanos y a la postre resulta el nominado para competir contra Obama en el 2012 (opción por ahora poco probable según los analistas), se daría una lucha política sin precedentes en este país entre dos candidatos de la misma etnia negra.

Obama está en declive en todas las encuestas, por su pésima conducción de la economía reflejada en un desorbitado déficit presupuestario y una deuda pública de l4 trillones de dólares, igual al 100% del PIB nacional, más un desempleo del 9.1% que se prevé se mantendrá hasta el 2015, si es que no aumenta.

La situación es más deprimida entre los negros, entre los cuales el desempleo es del 17% en general y del 40% entre los jóvenes. Esta realidad ha frustrado a los de esta etnia, restándole su apoyo a Obama. En el 2008 los electores negros acudieron a votar por Obama en un 65%, pero la cifra bajó al 37% en las elecciones parciales de noviembre del año pasado.

Obama está preocupado. No puede defenderse con logros positivos en su administración de dos años y medio, porque no los hay, por lo que ha decidido recurrir a la lucha de clases y a su condición de negro para tratar de recuperar el respaldo de los negros y de los desempleados y resentidos sociales.

De un lado ha propuesto un plan de empleo basado en el castigo con más impuestos a los ricos e inversionistas para equilibrar el presupuesto y reducir la deuda. Pero ni los mismos demócratas le creen. La crisis de la economía radica en el gasto fiscal excesivo que le ha obligado a endeudarse con China, Japón y otros países para artificialmente continuar con el mismo tren de gastos. Si no se rectifica esta política, inclusive aún si confiscara toda la riqueza de los millonarios y billonarios, deuda y déficit se reducirían en décimas.

Y fundamentalmente no solo que no se crearían más empleos, sino que se reducirían por el desestímulo a la inversión. “¿Cuándo fue la última vez que tuviste un empleo creado por un pobre?” le preguntó a uno de los defensores del plan Obama uno de los participantes en un foro sobre la materia.

De todos modos, la propuesta de Obama está destinada al fracaso total o parcial, puesto que la Cámara de Representantes, en manos de los republicanos desde noviembre pasado, han advertido que no la aprobarán si incluye cualquier tipo de aumento de impuestos. El jefe de Estado también ha anunciado que si el plan regresa del Congreso sin impuestos, lo vetará.

En suma, la situación incierta y caótica de la economía y el emplo seguirá inalterada hasta los comicios del 2012. A Obama no le quedarán más armas para la campaña de reelección que la lucha de clases (ricos vs pobres) y la negritud (los republicanos dizque protectores de los ricos y opresores de los negros).

Frente a este probable panorama, la candidatura de Herman Cain podría tener consecuencias impresionantes para acabar con el mito que Obama y sus seguidores demócratas tratan de esgrimir contra sus opositores: que quienes lo atacan y critican no se basan en sus malas políticas, sino en su condición de negro.

Cain es negro y firme cuestionador de Obama. Con argumentos que se refieren, bien sustentados, a las equivocadas políticas fiscales generadoras del desempleo, el déficit y la deuda. Nada tienen que ver sus argumentos (como los de todos los demás pre candidatos presidenciales del partido republicano) con la negritud del presidente.

Pero con Cain, el recurso racista se evaporaría. Cain es negro 100%, nacido en Tennessee en 1945 y criado en Georgia (con antepasados que vivieron la esclavitud), ex miembro de la Navy, con títulos académicos y una larga trayectoria en el sector privado hasta liderar una cadena de pizzas en quiebra que la reformó y convirtió en uno de los negocios más prósperos de la región.

Obama, en contraste, es mulato, hijo de una estadounidense blanca y un estudiante universitario de Kenya. No hay pruebas de que haya nacido en Hawaii, presumiéndose que nació en Kenya. No existen copias de las partidas (auténticas) de su nacimiento, ni de matrimonio de sus padres ni del divorcio. Tampoco del segundo matrimonio de su madre con un ciudadano de Indonesia.

Peor aún, la maquinaria protectora de Obama, que incluye a los medios de comunicación, ha bloqueado todo acceso a documentos del presidente en la escuela, colegio y universidad. Su madre, con el segundo matrimonio, pidió que se borre el nombre de Obama en su pasaporte, para que éste adquiera la ciudadanía del padrastro por razones de seguridad y conveniencia.

Como tal, viajó en su juventud a Pakistán con pasaporte británico indonesio y al regresar a Estados Unidos recibió becas para los mejores colegios y universidades en su condición de estudiante extranjero. Los juicios para que legalmente sean esclarecidos estos hechos han sido bloqueados por los jueces e incluso por la Corte Suprema cuando han llegado las apelaciones.

En contraste, la biografía de Cain es nítida. Y sus propuestas, que ahora con el “straw poll” de la Florida seguramente van a merecer más atención de los medios, son claras, precisas, optimistas y dichas con tono firme y convincente. En lo fiscal plantea la fórmula 9/9/9, que es la reducción del sistema tributario para bajar al 9% el impuesto a la renta, a las ventas y a las corporaciones.

Es una propuesta/slogan más atractiva que la vaga de Obama en el 2008: Hope and Change and Yes, We Can...o sea esperanza (¿de qué?), cambio (¿de qué a qué?) y, podemos (¿qué?). Debido al fracaso de su gobierno, Obama se defiende acusando de todos los males a su antecesor Bush por lo cual sus críticos sostienen que su lema de campaña es ahora “Podríamos Estar Peor...”

Cain ha ido ascendiendo paulatinamente en la campaña por la nominación, pero está aún en quinto o sexto lugar entre los nueve pre candidatos. Pero le favorece la “straw poll” de la Florida y el debate por TV del jueves pasado, que significó el hundimiento y acaso desaparición del puntero en las encuestas nacionales, el texano Rick Perry.

Su más fuerte rival sería, en consecuencia, Mitt Romney, un mormón que fue gobernador de Massachusetts donde aplicó un plan de salud estatal que sirvió de modelo al Obamacare, que ahora todos repudian. Su debilidad no solo es esa, sino su constante variabilidad de principios en cuanto al aborto, el matrimonio gay y similares, que disgusta a la base republicana.

Aún faltan meses para las primarias de febrero y muchas cosas impredecibles pueden ocurrir, entre las que no se descarta nuevos candidatos. Chris Christie, gobernador de New Jersey, podría ser uno de ellos. Muchos tienen gran fe en él. Pero igual la tenían en Rick Perry, hasta que la fe se vino al suelo al conocerlo más a fondo en los debates.

Si Christie entra a la contienda y si se repite la historia de desilusión, quedaría entonces abierta la posibilidad de una victoria para Herman Cain en las primarias. Y la hipotética y fascinante posibilidad también de una contienda por la presidencia entre dos candidatos de la misma raza negra, pero de ideologías diametralmente contrapuestas.


Sunday, September 11, 2011

RECORDACIÓN PESIMISTA

A diez años de la tragedia del ataque terrorista a las Torres Gemelas y el Pentágono, a más de la caída del tercer avión en Pennsilvania, el país está más desunido que nunca. El hecho de que varios ex jefes de Estado se hayan reunido para las ceremonias de conmemoración han sido más bien protocolarias.


Cuando el pueblo eligió a Barack Hussein Obama en el 2008 presidente de los Estados Unidos, muchos pensaron que se estaba dando un paso en firme hacia la reconciliación nacional. Puesto que era el primer ciudadano negro en llegar a la Casa Blanca, era lógico suponer que al elegirlo por mayoría, el estigma del racismo se reduciría.


Por desgracia ha ocurrido lo contrario. Y el primero en atizarlo ha sido el mandatario, quien en casi tres años de gobierno ha exacerbado los sentimientos de diferencias raciales y de clase, asi como de rechazo a los principios esenciales de esta nación en cuanto a libertad, tolerancia y consolidación del sistema democrático capitalista.


Cuando prometía en su campaña electoral que había que cambiar a esta nación, pocos imaginaban que el cambio que buscaba y busca era y es radical: la transformación de una cultura de respeto a la individualidad por una de hegemonía del estado en todos los órdenes de la conducta humana.


Esa visión, constante en la historia, calificada modernamente de fascismo se refleja por igual en gobiernos socialistas como los de la Europa actual, como en los comunistas de Cuba, China y Corea del Norte o los populistas de tantos otros regímenes de América Latina (Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua) o del Medio Oriente.


Obama ha manipulado la ley para desviar por esa ruta a esta nación. Una prueba es la incursión en los servicios privados de salud para destruírlos y sustituirlos por un ente estatal. La ley fue aprobada por el Congreso pero a rajatabla, sin un solo voto republicano y con la oposición de la mayoría de los Estados de la Unión y de la opinión popular.


Creó una veintena de zares o superministros, sin la venia del Senado como manda la ley. Con ellos y la ayuda de los demócratas, aumentó las regulaciones para el libre desarrollo e inversión del sector privado, elevó la burocracia y sus salarios, prohibió la inversión petrolera dentro del país y mal utilizó más de 800.000 millones de dólares de gasto fiscal para crear empleos.


El desempleo subió al 9,1% y allí se quedará hasta el 2015. Los beneficiarios del subsidio fiscal fueron fábricas quebradas por mal manejo gerencial, como la General Motors, cuyos sindicatos responsables de esa quiebra no sufrieron reajuste alguno. Los bancos, corresponsables del descalabro hipotecario, recibieron más dinero en lugar de acogerse a la quiebra.


El pasado jueves Obama anunció un nuevo Plan de Empleo. Lo hizo tras semanas de espera y “suspenso”. Tanta fue la expectativa que alguien dijo que tendría que transformar el agua en vino para justificarla. Otros aspiraban a aplaudirlo si admitía que sus políticas equivocadas eran las causales del desempleo, con la esperanza de que prometería detenerlas y reemplazarlas por otras más pragmáticas.


Pero lo que dijo no ha satisfecho ni a sus fieles seguidores demócratas acaso con la excepción de los negros que ven en él no a un líder, sino a uno de los suyos, un negro (pese a ser mulato, hijo de madre blanca y padre negro). Porque lo que anunció son propuestas generales y no un plan, ni menos un plan financiado.


Lo que pide Obama es más dinero fiscal, 450.000 millones de dólares, para combatir el desempleo. Uno de los síntomas de insania es repetir un error y esperar resultados distintos. La medida no va a ser aprobada por la Cámara de Representantes con mayoría republicana desde noviembre del 2010. Y aunque fuere aprobada, no va a crear empleo.


Entre otros objetivos específicos, Obama pide ofecer incentivos tributarios a los empresarios que creen nuevos empleos. Lo cual es absurdo, pues un empresario emplea más gente cuando lo necesita, porque su negocio crece, no porque va a tener una exención tributaria, que además será válida solo por un solo año.


Como hace dos años y medio, Obama también quiere más dinero para obras públicas como carreteras, puentes, puertos. Pero ¿de dónde sacará el dinero para los sueldos y materiales? Si las finanzas están quebradas y la deuda ha llegado a más de 15 trillones de dólares, los recursos no podrían venir de nuevos impuestos, sino de nuevo endeudamiento.


Igualmente pide extender la reducción del 6% al 3.2% del pago que cada empleado tiene que consignar para el seguro social. Aparece compasivo, pero no lo es. Los fondos del seguro están en rojo y lo que se necesita es revisarlo según el model chileno con suma urgencia para evitar el colapso total en pocos años. Rehuir hacerlo es irresponsable y rebajas como la propuesta por Obama, solo agravan el problema.


No obstante todas las evidencias de fracaso, en su discurso Obama conminó al Congreso a aprobar el proyecto de inmediato y sin dilación. Ya se verá luego, dijo, cómo financiarlo. Es lo que ocurrió con el Obamacare. Sus promotores conminaron a los congresistas a aprobarlo sin leer las 2.000 y más páginas del proyecto...para leerlo después. Y así ocurrió, pero con un Congreso de dominio demócrata en ambas cámaras.


“Pass the bill”, aprueben el proyecto ya, se ha convertido en el grito de guerra de Obama al iniciar oficialmente con su discurso la campaña para la reelección presidencial en el 2012. Al día siguiente inició sus giras por Estados clave para esparcir su proclama, con la amenza de que si tal no ocurre, serán los republicanos opositores los causantes del desempleo y la crisis fiscal y económica.


Él y sus demócratas enfatizarán el supuesto obstruccinismo de los republicanos y el Tea Party, pese a que el clamor de éstos simplemente es porque se reduzca el gasto fiscal dispendioso, se pague y baje la monstruosa deuda pública y se cree un clima de respeto a la demonizada empresa privada, motor de la economía y empleo en éste y en cualquier otro país.


Si las elecciones presidenciales en los Estados Unidos se realizaran mañana, cualquiera de los candidatos que nomine el partido republicano podría derrotar a Obama por vasta mayoría. Aún diarios biblia para los demócratas como el The New York Times se muestran escépticos acerca de la posibilidad de que Obama sea reelecto. Pero faltan 14 meses para los comicios reales y cualquier cosa puede suceder.


Está de por medio la maquinaria electoral de Obama, en manos del grupo más radical y mafioso del partido, asentado en Chicago en donde él fue amaestrado para la presidencia. Y existe el peligro de que en el lado opositor emerja un candidato “politically correct” que no quiera incomodar a su rival, como ocurrió en el 2008 con John McCain.


A Obama hay que derrotarlo desnudándole todas las verdades que lo rodean. No solo poniendo en evidencia las equivocaciones en el manejo de la economía y la política externa, sino también con relación a sus orígenes. La Constitución prohibe que se candidatice a alquien que no sea “natural born citizen”, o sea nacido en este país (Obama no lo ha podido probar) y ser hijo de padres norteamericanos (que tampoco aplica a Obama).


¿Por qué no decirlo? ¿Y por qué no exigirle que enseñe los pasaportes con los cuales viajó a Pakistán (probablemente británico por su padre de Kanya, entonces súbdito del Reino), cuando los norteamericanos estaban prohibidos de hacerlo? ¿Y por qué no aclarar por qué su carnet de seguro social está registrado en Connecticut y no en Hawai, que era el sitio donde vivía al supuesto momento de la expedición del documento? Ademas, nunca ha vivido en Connecticut. ¿Y cuál es la historia de su paso por escuelas y colegios, de sus amistades y amoríos?


No se puede ni debe reelegir a un individuo rodeado de tantas dudas y misterio. Lo demanda no solo esta nación, que pugna por mantenerse excepcional por su poderío y sus valores, sino porque lo demanda una humanidad que aspira, con su ejemplo, a vivir con libertad y dignidad.

Friday, September 2, 2011

SI HUBIERA LÓGICA EN POLÍTICA

Barack Hussein Obama, acaso el más nefasto presidente que hayan tenido los Estados Unidos, no debería ser reelecto en los próximos comicios de noviembre del 2012.

Tal debería ser la conclusión lógica tras examinar la situación desastrosa de este país, luego de casi tres años de su administración. Pero el problema es que, al igual que en economía y meteorología, en política no hay lógica.

Obama prometió ampliar el empleo y los beneficios para todos, pero dada su filosofía fascista de entender que el Estado debe prevalecer sobre los individuos, en lugar de facilitar la creación de fuentes de trabajo en el sector privado, se dedicó a hostigarlo.

Lanzó más de 800.000 millones de dólares al mercado para subsidiar a las empresas automotoras en quiebra por los abusos sindicales, subsidiar también a los bancos que generaron la crisis hipotecaria y anunciar que se realizarían obras públicas al estilo FDRoosevelt.

Los resultados han sido negativos. El desempleo creció al 9,1% (del 4,7%) y hoy se anunció que por primera vez desde 1945, en agosto el país no ha creado ni un solo empleo. La deuda se ha disparado a más de 14 trillones de dólares poniendo a la nación al borde de la quiebra.

Obama anunciará un plan de empleo el jueves próximo, ante una sesión conjunta del Senado y la Cámara de Representantes (que solo se convoca para tratar asuntos de suprema importancia, como una declaratoria de guerra, por ejemplo). Exactamente hace un año hizo lo propio y lo único que logró es una tasa de desempleo más alta.

En una demostración de impericia política o malignidad, Obama inicialmente pidió que el Congreso se reuniera el miércoles en la noche, a la misma hora en que está previsto un segundo debate por la TV de los pre candidatos republicanos a la presidencia. El jefe de la Cámara, con mayoría republicana, pidió a Obama que posponga su pedido al día siguiente.

A la postre cedió. Pero en la noche del jueves todos se volcarán a ver la espectacular ceremonia de inauguración de la nueva temporada de fútbol americano. Ante lo cual el jefe de Estado tuvo que acordar un nuevo cambio: dirá su discurso a las 7:00pm para que la gente se deleite sin interferencias con el gran show a partir de las 8:30pm.

Estos traspiés podrían ser de mal augurio por lo que tiene preparado decir el mandatario. Aunque no se ha filtrado nada del discurso, muchos analistas creen que la propuesta no cambiará: más gasto público para generar más empleo, la teoría semi keynesiana que ya ha fracasado en el primer intento.

¿Qué podría ser nuevo y efectivo? Podría quedarle la opción de alinearse con los republicanos y anunciar recortes severos en el gasto fiscal, supresión de impuestos a todo nivel, combate al déficit y al elevado endeudamiento. Es decir, dejar de ser Obama, y no porque ello sea bueno para el pueblo, sino porque a su juicio ello le facilitaría cumplir con su obsesión: ser reelecto.

En todo caso, si Obama sigue siendo Obama, como es lo más probable, entonces propondrá lo mismo de siempre: más gasto público, más restricciones a la inversión nacional y extranjera, más endeudamiento. Con lo cual el veto de la Cámara de Representantes será inevitable, con lo cual el plan se archivará.

Un portavoz de la Casa Blanca ya ha advertido que si el Congreso se opone, Obama adoptará otras medidas ejecutivas a su alcance. Medidas de corte autoritario, que simularían encuadrarse dentro de la ley pero que vulneran el espíritu y la intención de sus autores. Como lo hizo con la ley de salud, aprobada a rajatabla sin un solo voto republicano.

Junto con maniobras administrativas de esa naturaleza, ayudado por los zares extremistas que actúan como superministros sin aprobación ninguna del Senado, Obama estaría resuelto a continuar con su empeño de destruir el sistema capitalista basado en la libre volición para crear, ahorrar, comerciar y lucrar, sin el acoso constante de los gobiernos.

Paralelamente se visulumbra que Obama y sus cercanos asesores ahondarán su campaña electoral, no para resaltar los logros alcanzados en el primer periodo, que son inexistentes, sino para hostigar y humillar a la oposición, tanto del Congreso como del Tea Party y los precandidatos presidenciales del partido republicano.

Su promesa de esperanza (hope) que sedujo a tantos ingenuos en el 2008, se convertirá en esta campaña en miedo (fear) a que el poder pase a manos de los republicanos, a los que, a ellos sí, los calificará de extremistas y fundamentalistas cristianos que buscan una teocracia similar a la del Irán, según ya lo ha dicho un comentarista “liberal”.

Un representante (diputado) negro de Minnesota, el único musulmán en el Congreso, ya acusó al Tea Party de querer promover un regreso a los linchamientos de comienzos del siglo pasado, que terminaban colgando a los negros de un árbol. No mencionó, claro, que la esclavitud fue abolida en los Estados Unidos tras una Guerra Civil que cercenó 600.000 vidas, al mando de Abraham Lincoln, un republicano.

La liberación complementaria de los negros en cuanto a sus derechos civiles fue obstruída sistemáticamente por los demócratas del Sur, hasta que con Lyndon Johnson, demócrata, se convirtió en ley mandatoria por presión republicana, un siglo más tarde.

En esta nación y en el resto del mundo, la elección de Obama alentaba la esperanza de que el factor racial se reduciría aquí significativamente. Después de todo, no fue elegido solo por los negros, sino por una mayoría de blancos. Y en el gobierno actual hay muchos negros en puestos clave. Pero ha ocurrido lo contrario.

La tensión racial no ha amainado, se ha agudizado.Todo aquel que critica al gobierno es acusado de racista. Por ejemplo, los gastos excesivos en viajes de su cónyuge Michelle, hijas y amigos, propios de una familia imperial, no pueden ser objetados porque quien lo hace es del Ku Klux Klan (que era, valga aclararlo, club de los demócratas sureños).

Las encuestas electorales dan bajísimo índice de aprobación al presidente por su manejo de la economía, reflejado en el desempleo. Bordea el 70%, pero en cambio la gente dice que le gusta Obama personalmente casi en la misma proporción. Hay variaciones según el tipo de encuestados, sexo, edades, etnia, pero la tónica general es de descontento con la gestión, pero no con el hombre.

¿Cómo explicarlo? Los especialistas están desconcertados y no hallan una respuesta clara. Lo que si está claro es que Obama contará con el voto seguro de lo negros, quienes volverán a votar por él no por estar calificado para ese cargo, sino porque es negro. La mayoría de los no negros lo hará por razones ideológicas: quieren que un Estado fascista sustituya al actual.

Para la reelección operará la mafia de Chicago que llevó a Obama al poder en el 2008. Utilizarán todas las artes y mañas y todos los medios electrónicos modernos para difundir su mensaje de miedo y amenazas e inclusive intentarán fraguar un fraude con organismos ya sancionados por este y otros delitos, como ACORN.

La batalla para los republicanos será, pues, muy dura, llena de insultos, calumnias y tremendismo por parte del bando demócrata. Quien salga nominado deberá ser de profundas convicciones, impertérrito a los ataques y ardiente defensor del sistema democrático que ha hecho grande a este país. Y no deberá evadir ninguna oportunidad para desenmascarar al verdadero Obama y sus verdaderas intenciones.

Precisamente porque no hubo alguien así, capaz de enfrentarse a Obama con la verdad, es que en el 2009 llegó a la Casa Blanca un descalificado. El candidato republicano John McCain prohibió que se exija a Obama exhibir su certificaco de nacimiento en los Estados Unidos y que se le exijan también documentos acerca de su vida, sus estudios, sus amistades, su familia, sus escritos, sus viajes.

A McCain le cuestionaron su calificación por haber nacido en el Canal de Panamá, cargo que fue desvanecido. A Obama se la ha perdonado todo y hasta la fecha de su nacimiento es un enigma. A última hora, por presión del millonario comediante Donald Trump, se forjó una partida de nacimiento en Hawaii, a todas luces falsificado.

El testimonio de falsedad fue comprobado por calígrafos y expertos de computación profesionales, pero Trump y los medios de comunicación lo aceptaron como válido y definitivo y ahora nadie quiere tocar el tema. Como nadie quiere hablar de que quien mató a los hermanos Kennedy fue la mafia y no unos locos trasnochados.

En suma, todo indica que Obama ha sido un mal gobernante que no merece la reelección. Pero los tiempos actuales son turbulentos y no cabe menospreciar la capacidad de maniobra de la mafia ni el factor racial y el influjo de la ultra izquierda fascista incrustada en universidades y medios de comunicación.