Sunday, February 13, 2011

EGIPTÓLOGOS Y OBAMANÓLOGOS

Los incondicionales de Barak Hussein Obama no caben más en si del gozo con la “victoria” alcanzada por su líder en Egipto: cayó Hosni Mubarak, el mayor aliado de los Estados Unidos en la conflictiva área del Medio Oriente y pieza clave para la protección de Israel.

Obama, para los suyos, no tiene defectos. Con lo ocurrido en El Cairo se ha confirmado para ellos que en verdad él es el nuevo mesías y poco falta para que pidan que se le vuelva a conceder el Premio Nobel de la Paz, por la “pacificación” que ha logrado en la región.

De nada sirve recordarles que Obama ha actuado una vez más de manera contradictoria en el manejo de la política exterior. Cuando el pueblo se levantó en Irán contra el régimen despótico y teocrático de Ahmadinejad y del Ayatola en el 2009, calló y dijo que la era del intervencionismo de los Estados Unidos había terminado.

En el caso de Egipto, dijo e hizo lo contrario. Apoyó la revuelta contra Hosni Mubarak y exigió que renuncie ipso facto al poder. Cuando las fuerzas armadas lo respaldaron a Mubarak, dio pie atrás y pidió que se quedara para presidir el proceso de transición. Más tarde volvió a su posición inicial y finalmente celebró jubiloso la caída del aliado de los yanquis.

¿Y Hillary Clinton? Es una pieza sin importancia en la diplomacia noteamericana. En las primeras horas de la crisis epicia dijo que en Egipto había estabilidad plena, luego cambió de criterio y en ese plan se mantuvo al igual que su jefe. Ahora gobierno y seguidores dicen que han cambiado la historia y que Egipto dará pasos firmes hacia la democracia tras 6.000 años de espera.

El artífice del cambio, dicen, es Obama, pero los egipcios no comparten tal creencia. Al contrario, piensan que él con sus predecesores de la Casa Blanca apoyaron por treinta años a un dictador que ahora repudian, por lo que ninguna interferencia es bienvenida, no obstante las buenas intenciones que tuvieren.

Algunos observadores “imparciales” aplauden a Obama por haber corregido su “error” de no haber apoyado la revuelta popular en Irán y si haberlo hecho en el caso de Egipto. Pero no hubo error. Obama sabía muy bien por qué no apoyar a los iraníes insurgentes: porque querían, ellos sí, un sistema democrático muy a la occidental, en contraste con los islámicos de Egipto.

Lo que si fue un error fueron los constantes pasos en falso del presidente demócrata Jimmy Carter en Irán cuando en lugar de apoyar una transición pacífica hacia la democracia con el Sha de Persia, hizo lo opuesto hasta desembocar en la autocracia teocrática del Ayatola, que ahora se arma con bombas nucleares para extender el dominio islámico por la región y el orbe, con aliados tan demócratas y distantes como Hugo Chávez y Rafael Correa.

Es probable que entre los insurgentes de Egipto haya sobre todo jóvenes ilustrados que quisieran para su país un tipo de democracia como la tradicional de Occidente, secular y de funciones estatales de poder dividido. Pero la mayoría no quiere eso, sino un estado teocrático regido por la ley del sharia, que es la negación de la libertad y los derechos humanos.

A poco de iniciar su administración hace dos años, Obama cortó la ayuda a los programas de dilvulgación de principios democráticos en Egipto y es ya célebre el discurso que pronunció en El Cairo para pedir perdón por los errores de dominación cometidos por los Estados Unidos y sostener que el islamismo es parte consustancial de la cultura norteamericana.

Lo cual si es aplicable pero para Egipto y la mayoría de naciones árabes, pero jamás a los Estados Unidos cuya tradición cultural, religiosa y política es de base exclusivamente judeo cristiana. Los principios de democracia y libertad, que presupone un gobierno al servicio del individuo y al revés, brotan del judeo cristianismo, no del islam.

El Corán, que inspira a los musulmanes, no exalta al individuo: busca avasallarlo bajo regímenes autocráticos y confundirlo con la multitud. En ello se identifican con las dictaduras fascistas, nazis o comunistas y de similar comportamiento caudillista, como tantas que han abundado y abundan en el tercer mundo del África o América Latina.

Mubarak, que gobernó por 30 años como dictador, frenó a los extremistas islámicos en su intento de anular el tratado de paz con Israel, que firmó su antecesor Anuar el Sadat. Por haberlo hecho, el movimiento Hermandad Musulmana lo asesinó en una parada militar. Fue Mubarak quien lo sucedió.

La Hermandad se fundó en 1928 para imponer la ley sharia entre los árabes primero y en el resto del mundo después. Se alió al nazismo de Hitler por su común visión de extrema intolerancia y más tarde procreó los hijuelos Hamas, Taliban, Al Qaeda, Hezbollah y otros que siembran la muerte y el terrorismo por cualquier resquicio que se les abre en Occidente.

La Hermandad fue prohibida por Mubarak y las fuerzas armadas en Egipto pero ha sobrevivido en la clandestinidad y a través de sus ramificaciones. El Islam, mas que una religión, es un movimiento político expansionista como el nazismo o el comunismo. Obama quiere ahora que se reconozca a la Hermandad y el director de inteligencia de la CIA acaba de benedecirla al declarar ante el Congreso que se trata de un grupo secular, mixto, neutro e inofensivo.

Cuando antes en una entrevista de TV le preguntaron a Obama si creía que la Hermandad era un peligro terrorista, evadió la respuesta. Cuando un soldado musulmán asesinó a 13 de sus compañeros en un cuartel de Texas, dijo que era un prejuicio suponer que actuaba por motivos religiosos. La investigación comprobó que era un fanático con antecedentes, pero Obama y la prensa adepta han omitido comentarlo.

Egipto está ahora en manos de una dictadura militar, que ha disuelto al parlamento y suspendido la Constitucion, rara forma de encaminarse hacia la democracia, pero muy del agrado de Obama. Se ignora si los militares seguirán condenando a la Hermandad. Pero el clan se fortalecerá y a la postre asumirá el poder, acaso indirectamente al comienzo, a plenitud después.

¿Se extenderá la mancha, para unos, la estela de esperanza para otros del islamismo en la región? El islam es un solo como es uno solo el Corán y una sola la Biblia. No existe un islam moderado y otro extremo. Hay un solo islam que desde el punto de vista judeo cristiano es extremo, porque surprime libertad y tolerancia. Los musulmanes “moderados” o no son practicantes o son farsantes.

¿Qué es Obama? ¿musulmán, cristiano, agnóstico, ateo? Cuando las dudas se multiplicaron semanas atrás, optó por ir algunos domingos a una iglesia cristiana pero pocos creen en su sinceridad. Demasiados elogios ha enunciado en favor del islamismo dentro y fuera del país y jamás se ha referido siquiera a los basamentos judeo cristianos de esta nación.

Su pade africano fue musulmán y él lo fue mientras estudiaba de niño en Indonesia. Más tarde asitió durante veinte años a una iglesia protestante cuyo pastor predicaba el odio contra el imperialismo yanqui. Fue él quien lo casó con Michelle y bautizó a sus dos hijas.

De su nacimiento en Hawaii hay dudas y de su niñez y adolescencia se carece de documentación escrita (porque está prohibido) o de testimonio de amigos o compañeros de estudio porque nadie los conoce. Es demócrata y por ello ningún escándalo ha podido “infiltrarse” en ningún medio de comunicación de importancia.

Los documentos, al parecer auténticos, que de todos modos han circulado por el Internet, indican que su madre estaba en Kenya cuando súbitamente dio a luz en un hospital de la localidad. Cuatro días más tarde voló a Hawaii donde obtuvo un certificado especial de nacimiento, que se estilaba conferir entonces a los hijos de madres inmigrantes de nacionalidad norteamericana. La Constitución prohibe candidatizar a la presidencia a los ciudadanos que no sean norteamericanos por nacimiento.