Friday, June 29, 2012

NOVIEMBRE LA SOLA OPCIÓN


La Corte Suprema de Justicia, manipulada en una forma que no tiene precedentes por el juez presidente John Roberts, acaba de ratificar la ley de reforma a la salud impulsada por el presidente Barack Hussein Obama, pese a considerarla inconstitucional en su versión original. 
Expertos y gente común se devanan los sesos para entender la resolución de este juez conservador (nombrado por George W Bush), quien al parecer a última hora se alineó con los cuatro jueces “liberals” o izquierdistas, que respaldan a Obama incondicionalmente, para decidir por 5 a 4 votos que la ley si era constitucional, con un razonar sofístico.
El propio Roberts, por lo demás de límpida trayectoria profesional, afirma en el fallo que el Obamacare, al establecer un mandato para que todo ciudadano compre un seguro de salud o pague un impuesto punitivo, viola la Constitución en sus cláusulas sobre libre comercio, al imponer el comprar o consumir un bien o un servicio de cualquier naturaleza.
Pero el jurista Roberts, por motivos que solo cabe especular, decidió apartarse de sus colegas conservadores (uno de los cuales, Kennedy, en el pasado ha sido voto dirimente), para imaginar una fórmula mágica que evite echar al tacho de basura la conquista política y legal más preciada de Obama y sus seguidores demócratas.
Puesto que el mandato de la ley es inconstitucional, Roberts modificó el texto de la ley al decir que la obligatoriedad para que todo ciudadano se asegure, o que patronos y empleadores paguen una multa, no es mandato sino impuesto.
Si la Constitución prohibe ordenar por mandato la adquisición de un bien o un servicio, en cambio el Congreso si tiene atribuciones para crear impuestos (surgidos en la Cámara de Representantes). Brotan entonces preguntas múltiples, como por ejemplo ¿se pueden crear mandatos por vía de impuestos para obligar a la compra o consumo de cualquier cosa, sin que se viole la Constitución?
La respuesta es obvia: no. ¿Es Roberts tan ingenuo o simplón como para no percatarse del absurdo jurídico y contradictorio que creó? Si se revisa su currículo, la contestación también es negativa. Los mismos demócratas están desconcertados con el jurista, a cuya nominación  se opusieron tenazmente en el Congreso Obama y sus áulicos.
Cuando se debatía el proyecto de reformas, tanto a Obama como a sus seguidores se les preguntó si el el mandato no podría ser interpretado como un impuesto para los que rehusan adquirir el seguro de salud. Obama repetidamente afirmó que decir que es un impuesto es un absurdo.
Conocido el fallo de la Suprema ayer en la mañana, se les preguntó a los demócratas cómo interpretaban que la constitucionalidad de la ley se base en considerar que el mandato es un impuesto, lo que negaban con agriedad durante las discusiones en el Congreso. Las respuestas han sido vacilantes, aunque algunos recomendaron al reportero que esta pregunta la planteen al juez Roberts.
La ley se aprobó con una presión también sin precedentes por parte de la Casa Blanca, que incluso utilizó amenazas y chantajes contra los demócratas que aparecían vacilantes en su voto. La ley pasó sin un solo voto republicano, excepto el de dos o tres que siempre votaron como demos. 
La victoria de Obama se explica porque entonces tenía bajo su absoluto control las dos cámaras del Congreso, aunque todas las encuestas revelaban y revelan hasta hoy que la ley es rechazada por un 56% de la población. La prueba del repudio se dio en las elecciones parciales de noviembre del 2010, cuando la oposición republicana recuperó la mayoría en la Cámara de Representantes y la de gobernadores estatales.
¿Por qué el rechazo? Básicamente porque la gente entiende que el objetivo de Obama, si la ley entra en plena vigencia en el 2014, es asegurar la omnipotencia del gobierno central en la vida y decisiones de los ciudadanos, en todas sus formas. Es esa visión socialista/fascista de gobernar la que está en juego, no la salud de los desprotegidos. 
Si la ley continúa su curso (en otras palabras, si Obama es reelecto), la meta será eliminar el libre mercado y la competencia entre cerca de 1.500 empresas preoveedoras de servicios de salud para reemplazarlas por un solo proveedor, el Estado. Mañosamente se dispone que durante los tres primeros años la salud será gratuita para los nuevos asegurados que no dependan o no quieran depender de una empresa y una proveedora privadas.
Los costos se reajustarán más tarde. La gratuidad, en tres años y siempre, no es tal. Alguien paga los servicios y no es Obama ni Michelle, sino el ciudadano contribuyente castigado con más y más impuestos cada vez. El aumento desproporcionado de pacientes no podrá satisfacerse con el actual número de médicos, enfermeras, hospitales y clínicas, por lo cual el racionamiento sobrevendrá, como en Europa. 
Mucha gente, especialmente joven, no se asegura porque está sana. Pero si no se asegura, pagaría con la ley una multa de 800 o 900 dólares, cifra menor que una póliza. El empresario también preferirá pagar una multa muy por debajo del actual costo de cooperación para el pago de pólizas de sus empleados, forzando a éstos a optar por el seguro estatal, que a la postre será el único disponible si sobrevive la ley.
Se critica que la oposición republicana no plantea una alternativa válida para el Obamacare, lo cual es falso. La solución no es milagrosa, pero si está basada en la realidad de que el servicio de salud en los Estados Unidos es el mejor y más eficiente del mundo y que hay que preservarlo y fortificarlo, rectificando sus yerros.
Los seguros médicos privados se han encarecido debido a restricciones a la competencia entre proveedores de distintos estados y a que pesan regulaciones extremas para castigar las malas prácticas médicas. Los errores hay que impedirlos y castigarlos cuando se cometen pero la exageración obliga a las aseguradoras a elevar las primas para afrontar eventuales penalidades multimillonarias por mala práctica.
También cabe facilitar la adquisición de pólizas con descuentos de costos para el pago del impuesto a la renta, la formación de pools, el seguro migratorio con cambio de empleadores y mil y una otra formas de estimular la creativad del mercado. Obama piensa que el sistema de mercado libre en general es maldito y en particular el de los servicios médicos, por lo cual busca abolir el sistema.
En cuanto a los desprotegidos, ninguna persona nacida o no en este país queda hoy desprotegida del cuidado de salud. Para ello existe el Medicaid, una creación del demócrata Lyndon B Johnson a mediados de 1960 que igualmente presta servicios a los de la tercera edad no asegurados. Es una falacia que 30 millones de personas estén desprotegidas, la cifra puede ser menor y no siempre la causa es la pobreza.
En todo caso, cabe perfeccionar el sistema en cada uno de los casos, pero siempre con protección del sistema y menos instrusión del Estado. Con el Medicare para los jubilados y Medicaid de hoy, casi a diario se reportan estafas multimillonarias por abusos de un servicio estatal incapaz, como siempre, de evitar fraudes porque la responsabilidad no existe, es mínima o no se aplica.
¿Qué pasaría si la competencia privada desaparece y surge un único proveedor, el Estado? Las estafas y el mal servicio pronto sustituirían al mejor servicio del salud del mundo, el más innovador, al cual acuden pacientes de todos los confines. Por incremento de la demanda de servicios sobre la oferta, con un único proveedor serían inevitables los comités de burócratas para discriminar a quién se atiende y a quién no, por incurables, por viejos, porque los costos no se justifican. Serían los “comités de la muerte”, a los cuales sin ese nombre ya se refirió Obama en su campaña para promover la ley.
¿Es esa la ley que el juez John Roberts la encuentra defendible? Se resiste uno a creerlo, ya que él mismo sostiene que el mandato es inconstiticional. ¿No sigue siéndolo mimetizando mandato con impuesto? ¿Acaso pensó que si se sumaba a los conservadores y daba la estocada de muerte a la ley, la reacción podría haber sido que la Corte se parcializara políticamente y que ello afectaría su respetabilidad?
Quizás un indicio de que ese haya sido su pensamiento se halla en el fallo, cuando Roberts dice que la Corte no puede juzgar lo que la gente haga o deshaga a través de quienes eligió, o sea los congresistas, sino limitarse a opinar sobre la juridicidad frente a la Constitución. Lo obvio habría sido que vote por la inconstitucionalidad. Pero no lo hizo.
Y la sentencia está ya dada. La ley perdurará como constitucional, siempre que en las elecciones del próximo noviembre los ciudadanos decidan reelegir a Obama y que la  mayoría del Senado quede bajo control demócrata.
Hay la esperanza, quizás la última, de que tal no ocurra. No importa si el rival republicano Mitt Romney es o no una luminaria. El desafío está en si la mayoría quiere que Obama acabe con el sistema libre y descentralizado  que ha hecho de los Estados Unidos la mayor potencia de la historia, o si prefiere sustituirlo con un esquema socializante y decadente como el europeo.
En noviembre del 2010, una amplía mayoría de norteamericanos se pronunció en contra de esa tendencia. Obama hizo caso omiso de la advertencia y continuó en su cruzada anti USA. La Corte Suprema acaba de darle un espaldarazo. Solo resta esperar que el sofisma de Roberts genere de todos modos una reacción unificadora y multiplicadora para que mediante el voto, Obama y su ley queden reducidos a tan solo una escalofriante pesadilla del pasado.

Friday, June 22, 2012

ESPECIE EN EXTINCIÓN


El decano caricaturista Asdrúbal de la Torre publica en la edición de ayer del Diario Hoy de Quito una muy atractiva y elocuente caricatura, referida a la conferencia ambientalista que se desarrolla en Río de Janeiro, con asistencia entre otros del presidente Rafael Correa.
Los ambientalistas, dice Asdrúbal, en lugar de perder tiempo en discutir las fantasías de la nueva religión de los verdes, deberían concentrarse en tratar de salvar una especie en verdadero peligro de extinción, no solo en el Ecuador sino en la tierra: la libertad de expresión.
Los verdes, extinguido el imperio soviético, camuflaron la mitología marxista que no pueden abandonar, con la religión ambientalista, según la cual la diosa Natura es humillada, mancillada y explotada sin misericordia por el sistema capitalista, los cuales por sus deseos sin límite de lucro no vacilan en recalentarla, escarnecerla y contaminarla.
La ciencia ha demostrado que esas teorías no tienen sustento y que si bien es plausible buscar la descontaminación de ríos, mar, tierra y aire, es ridículo atribuir daños como el recalentamiento global a los esfuerzos del hombre en su afán de mejorar las condiciones de vida.
Las variaciones climáticas se han dado en todos los tiempos, con aumento de temperaturas y lluvias, explosiones volcánicas, terremotos y deslaves u otros fenómenos similares. Mas no como resultado de la minúscula acción del hombre o del anhidrido carbónico de la digestión animal, sino de alteraciones mayores e inescrutables del sistema solar.
Los verdaderos defensores del medio ambiente no son de ahora. Son los científicos y amantes de la naturaleza que sobre todo a raíz del siglo XIX se preocuparon por la acción depredadora del hombre en sectores específicos como la reducción de especies arbóreas y animales debida, eso si, a una sobre explotación sin restauración. 
Vienen a la memoria decisiones como las del presidente Theodore Roosevelt para crear los parques de reserva nacional, iniciativa imitada luego en sitios clave del orbe. Paralelamente prosperó la idea de proteger a las especies en extinción donde se detectara el peligro y muchos de los resultados han sido espléndidos.
Es en referencia a ello que irónicamente Asdrúbal plantea a los ambientalistas que dirijan sus miradas a esa especie en innegable peligro de extinción, la de la libre expresión del pensamiento, médula de la especie más amplia y global también asediada de la libertad en general.
El tema tiene actualidad con el incidente del “hacker” australiano Julian Assange, prófugo de la justicia británica y sueca y ahora refugiado en la embajada ecuatoriana en Londres. Assange está acusado de violar a dos mujeres en Suecia y para juzgarlo, las autoridades suecas han pedido su extradición a Estocolmo. El acusado apeló, lo que los británicos negaron restando tan solo la extradición a corto plazo.
Assange se habia refugiado en casa de un protector y se comprometió a acatar el fallo. No lo hizo y subrepticiamente se deslizó a la embaja donde lo recibieron con los brazos abiertos. Pidió asilo político, según lo pactado con el régimen de Correa, pero ni aún así lograría escapar. Los gendarmes británicos están vigilantes y el momento que de un paso fuera de la sede diplomática, lo capturarán.
No cabe asilo político. A Assange nadie lo persigue por motivos políticos. En Suecia lo quieren para que se defienda de acusaciones por crímenes sexuales. En Estados Unidos se lo quiere extraditar por cómplice de un delito de traición a la patria, ya que difundió información diplomática y militar secreta y confidencial, proporcionada por un militar ahora en prisión.
Correa lo protege dentro de su cruzada contra los Estados Unidos y los medios de comunicación independientes del Ecuador. Lo considera periodista modelo porque en la información secreta y confidencial que Assange divulgó por Internet sobre el Ecuador, incluye versiones de la embajadora norteamericana en Quito en las que se refiere a Correa como lo que es, deshonesto e inconfiable. (A raíz de la difusión, la embajadora fue expulsada)
Los gobiernos, desde remotos tiempos, se relacionan entre si a través de embajadores y plenipotenciarios. Estos transmiten a sus gobiernos, por canales secretos, toda información válida con juicios de valor sobre autoridades y demas personajes que influyan en las políticas del país huésped. Es la modalidad para mejor diseñar las estrategias de relación intergubernamental.
Cuando un funcionario viola secretos de Estado y los divulga, comete un delito de traición a la Patria, en tiempos de paz o de guerra. Un periodista profesional lo sabe. Assange no es periodista pero con sus asistentes ha montado una maquinaria cibernética impresionante de saqueo de información secreta que ha afectado a todas las naciones.
Su crimen es comparable al que asalta una residencia y a hurtadillas, viola cofres y cajas de seguridad para robar joyas, documentos, cartas íntimas, bonos u otros valores similares. En el periodismo, un medio o un reportero tiene derecho, en determinadas circunstancias, de exigir a los gobiernos la entrega confidencial de documentos sobre algún suceso  de interés. Las autoridades están obligadas a la entrega, pero siempre que los datos no afecten en esos momentos a la seguridad nacional.
Por degracia ese principio ético ha sido violado, sobre todo en los Estados Unidos. El The New York Times lo hizo con datos secretos sobre la guerra de Vietnam y ha vuelto a hacerlo al divulgar los ataques cibernéticos de Israel contra las centrales nucleares de Irán, en cuyo diseño colaboraron los Estados Unidos.
Lo contradictorio es, según se ha mencionado, que Correa quiera proteger a Assange por su condición de “valiente periodista independiente”, cuando en el Ecuador él ha aplastado con todo el peso de su autoritarismo precisamente a todos los medios de comunicación independientes que han osado criticarle. 
Su última acción contra la libertad de expresión ha sido prohibir a ministros y más autoridades dialogar con los periodistas de estos medios. Lo justifica repitiendo que los medios privados son corruptos y distorsionadores y urge a sus partidarios que lean lo que ocurre en su administración solo en los medios públicos (confiscados a empresarios privados).
Pero estos medios no tienen lectores, porque no tienen credibilidad. No obstante y paradógicamente, si bien Correa impone a sus subalternos una mordaza frente a los medios privados, él sigue teniendo espacio en éstos cuando le place y siempre para denostar y humillar a empresarios y periodistas. Su verborrea se publica literalmente y sin réplica, lo cual es desconcertante.
Una columnista de El Comercio, Milagros Aguirre, finalmente ha tenido el coraje de decir a sus colegas que esta conducta servil de los medios es condenable y que debe terminar. Sugiere una inteligente opción: aplicarle la “ley del hielo” o del silencio a Correa y sus colaboradores, de modo que la rebeldía no aparezca como desafío sino como aceptación de reglas impuestas por el propio gobierno.
El periodismo audiovisual e impreso, dice Milagros, podría dedicarse así a hacer un periodismo más profundo e investigativo de lo que ocurre en la sociedad ecuatoriana, más allá del papel de simple eco de las sandeces e insultos que a diario profiere el autócrata. La experiencia sería fabulosa y nada imposible que a la postre culmine con doblegar a Correa.
¿Qué opina El Comercio, otrora líder en la defensa de las libertades y particularmente de la libertad de expresión? Y la Asociación de Diarios ¿para qué sirve? Algunos columnistas se han lamentado y con razón de que existe una pasividad popular enfermiza y generalizada frente a las agresiones constantes de Correa. 
Es misión de los medios líderes despertar al pueblo y rescatarle de esa inacción y letargo. Pero para ello son los dirigentes de los medios los que primero tienen que despertar. La palabra de Milagros Aguirre marcha en esa dirección, por lo cual hay que felicitarla.

Friday, June 8, 2012

LA TOZUDEZ DEL UTOPISTA


La mayoría del pueblo norteamericano ha advertido con claridad al presidente Barack Hussein Obama que rechaza su postura anti capitalista y anti USA. Pero esas advertencias han caído en el vacío en quien la ideología izquierdista está por sobre toda otra consideración.
El primer gran repudio popular se dio en las elecciones de medio término en noviembre del 2010, cuando por abrumadora mayoría la gente le dijo no a la política de Obama. La oposición republicana recuperó la Cámara de Representantes y eligió a más gobernadores y legisladores federales y estatales de esa línea, que demócratas. 
Cuando algo similar le ocurrió al demócrata Bill Clinton, éste modificó su conducta, conversó con los republicanos y finalizó su segundo mandato recortando gastos e impuestos y equilibrando el presupuesto. Dejó de insistir en la estatización de los servicios de salud y ello se tradujo en más confianza, inversión, empleo e incluso superavit.
Obama optó por el camino contrario de acentuar la radicalización, seguir en el gasto público hasta alcanzar una deuda de 5 trillones de dólares (récord superior al de todos los presidentes que le precedieron unidos), pedir más impuestos para los ricos, continuar en el obstruccionismo a la inversión privada. Los resultados han sido pérdida de confianza, aumento del desempleo y virtual recesión económica.
El ejemplo de Europa tampoco dio señales de cambio en Obama. La crisis alli se debió a que el estado de bienestar quebró por el exceso del gasto público, incluídos beneficios para empleados públicos y privados por sobre los ingresos, tal como está ocurriendo en los Estados Unidos con este régimen.
Los que votaron en las elecciones de noviembre del 2010, inspirados por la doctrina del sentido común del Tea Party, han continuado irritados con Obama por su testarudez. Acaban de demostrarlo de nuevo en el Estado de Wisconsin, al derrotar contundentemente a la ideología fascista/socialista en la elecciones del pasado martes.
El gobernador Scott Walker ganó en el 2010 la gobernación en ese Estado históricamente “azul” o demócrata. Su victoria la basó en una campaña para poner orden fiscal en Wisconsin, que debido a las políticas demócratas estaba al borde de la quiebra por los abusos del gasto público idénticos a los que Obama ha puesto en práctica en el país.
Uno de los cambios fundamentales de Walker fue poner freno a los sindicatos públicos, que mediante los contratos colectivos habían logrado privilegios infinanciables en cuanto a salarios, pensiones jubilares, vacaciones y otros. Cortó el gasto sin cancelar empleados, redujo impuestos y logró balancear el presupuesto generando más inversión y empleo.
No hizo nada que no hubiese prometido para ganar el cargo. Pero el solo hecho de que los sindicatos perdiesen fuerza sin los contratos colectivos y con el pedido de que contribuyan con mínimos porcentajes de sus salarios para financiar las pensiones de retiro, como ocurre en el sector privado, desató la furia de los dirigentes, que propusieron revocar su mandato en las urnas. 
Los sindicatos y Obama orquestaron una campaña de difamación contra Walker a costos multimillonarios. Pero el gobernador no cejó y aunque carente de carisma tuvo a su lado la verdad y el apoyo no solo de activistas del Tea Party sino de muchos sindicalistas que optaron por la realidad antes que por el partidismo.
Esta última lección tampoco ha hecho mella en Obama. En rueda de prensa de hoy aceptó solo dos preguntas, ninguna de las cuales se refirió a Wisconsin. Insistió en culpar al Congreso por el mal estado de la economía aquí y en recomendar a Europa que se recupere no con menos sino con más gasto para resucitar al moribundo estado de bienestar.
No solo al Congreso culpó del desastre de la economía, sino a George WBush, su predecesor hasta el 2009. Si bien éste tuvo problemas en las postrimerías del mandato, la economía era saludable con un 5% de desempleo y endeudamiento bajo control. Obama prometió salir de la crisis del mal manejo del mercado hipotecario con un estímulo fiscal a los bancos de 870 mil millones de dólares.
Obama disponía además de un Congreso dócil, bajo control total de los demócratas en las dos Cámaras. Pero nada positivo sucedió. La deuda escaló a 16 trillones de dólares, el desempleo subió al 9% y no ha bajado del 8.2% (en realidad 10.9%) y la inversión, la incertidumbre y la desconfianza campean lo que se refleja en baja inversión.
Obama fue incapaz de lograr que el Congreso apruebe el presupuesto en tres años, no solo tras perder la Cámara de Representantes en el 2010. El rechazo ha sido bipartidista. ¿Cómo gobierna? Pues con la arbitrariedad de los decretos ejecutivos administrados por los zares, mas de treinta ministros de Estado nombrados sin la aprobación constitucional del Congreso.
Dadas las manifestaciones públicas de repudio al estilo socialista de Obama, se podría pensar que en los comicios de noviembre próximo, cuando aspire a la reelección, podría ser derrotado con una avalancha o “landslide” de votos. El vaticinio pudiera ser cierto, siempre que el candidato opositor tuviera el carisma y atractivo que Mitt Romney no tiene.
Su campaña, sin brillo aunque cada vez con más dinero, se limita a señalar lo obvio de los defectos del manejo de la economía y la política de Obama. Pero se necesita algo más, dado que éste explota el factor más irracional de sus políticas: la lucha de clases y la discriminación racial, esto es la supuesta existencia de una sociedad capitalista en la que los dueños del capital explotan sin piedad a la clase trabajadora.
La racionalización del debate para rebatir por falsas las premisas contra el capital, no surte efectos en demoliberals y utopistas. Los medios de TV adictos a Obama, por ejemplo, no se cansaron en repetir la escena de un sindicalista que lloraba por la pérdida en Wisconsin, asegurando que significaba la muerte de la democracia bajo el peso del capital de Walker y sus seguidores.
¿Habría esperanzas de convencerle que quienes más dinero invirtieron en la campaña eran los sindicatos y el gobierno de Obama? ¿Que ellos fueron derrotados en la más clara demostración de democracia? ¿Y que lo único que se trata es de proteger a los mismos sindicatos y sus futuras pensiones con un plan racional de financiamiento presupuestario y fiscal, pues de otro modo las pensiones desaparecerían?
¿Por qué los sindicatos públicos son demócratas? Es un juego que implica una suerte de lavado de dinero. Los demos apoyan a los sindicatos y entre otras medidas, aprueban el aporte obligatorio a las arcas sindicales de todo empleado y obrero. Los sindicatos públicos, sin excepción, a su vez aportan a las campañas de los demócratas con enormes sumas de dinero.
¿De dónde viene ese dinero? De los contribuyentes. En algunos Estados se han rebelado y se ha prohibe el aporte forzoso de los empleados a los sindicatos. Pero en la mayoría no, de suerte que son los contribuyentes los que respaldan a las candidaturas demócratas vía sindicatos, sean o no afines a esa ideología.
Eso sucedió en Wisonsin, donde los sindicalistas exigían no solo eliminar el aporte personal para las pensiones jubilares, sino aumentar sus sueldos. El salario promedio es de 86.000 dólares, frente a menos de 40.000 en el sector privado. El empleado privado gana menos, tiene menos privilegios, pero debe aportar con sus más bajos salarios al bienestar del sindicalista.
¿Hay que ser doctorado (PhD) en economía para entender que ese esquema es absurdo y que hay que eliminarlo? No para los demócratas. El demosocialista Hollande, en Francia, acaba de reducir la edad de jubilación de 62 a 60 años: envidiable austeridad. En Grecia hay protestas en contra de modificar los excesos, como subir la edad de jubilación, que es de 50 años. (En Alemania se busca elevarla a 70 años ¿para mejor subsidiar a griegos y franceses?).
En los Estados Unidos más de la mitad de contribuyentes no paga impuesto a la renta y los foodstamps se han emitido en cifra récord. Cada vez más un segmento de la población asume como derecho adquirido que el Estado (Obama) los proteja. Si para ello hay que aumentarles los impuestos a los ricos o confiscarles de algún otro modo la riqueza, bienevenido. Ello es justicia social.
No cabe tratar de explicarles cómo opera la creación de la riqueza en las naciones, ni cómo han fracasado todos los intentos de socialización y apropiación creciente de los medios de producción por el Estado. No es algo asimilable para ellos. Obama es nuestro hombre, parecen decir, nos quiere, nos protege y votaremos por él a ciegas y con oídos sordos. 
De ahí que aparte de analizar y explicar la situación que se vive en USA, en Europa, Asia y América Latina para auditorios receptivos, la campaña contra Obama debería utilizar otras armas vedadas en la campaña del 2008 con el candidato John McCain y que lo son también ahora: el análisis por ejemplo de quién es en el fondo Obama y qué se propone con un segundo mandato.
¿Por qué no exigir la documentación exigida  a todo candidato de cualquier nivel acerca de su pasado, comenzando con su partida real de nacimiento? En el 2008 McCain prohibió que se cite el nombre Hussein de Obama, para no ofenderle por su ancestro y prácticas musulmanas. Igualmente impidió a su candidata vicepresidencial Sarah Palin que mencione las falsedades de Obama sobre su Seguro Social (o cédula de identidad, en otros países) que la obtuvo en Connecticut, donde jamás vivió. 
En sus dos libros autobiográficos que alguien le escribió y que le han dado millones de dólares, Obama confiesa que era adicto al alcohol y las drogas en el colegio y universidad. ¿Cómo pudo ingresar a Harvard, quién le financió, cuáles sus escritos, memorias, amigos y amigas? Todos estos datos permanecen ocultos y nadie logra filtrar la muralla de silencio impuesta férreamente por la Casa Blanca.
En estos días acaba de descubrirse la afiliación de Obama al  New Party, en 1996. Es otro de los grupos políticos tras los cuales se escudan quienes creen que el capitalismo y la democracia no han funcionado, que son injustos por lo cual que hay que cambiar este sistema por otro en el cual un gobierno fuerte imponga justicia. 
Obama ha dicho que al único partido que se ha afiliado es al demócrata. Es otra de sus innúmeras falsías. Ante estas evidencias, pocas dudas caben: si no se lo denuncia y presenta como el personaje que es, hay el peligro de que parte de la población, grata con sus dádivas e impermeable a la realidad y los razonamientos, lo reelija para un segundo cuatrienio.
Sería una tragedia.

Sunday, June 3, 2012

¿PERIODISMO IGUAL TRAICIÓN?


El periodismo es una respuesta a la necesidad natural que tiene el hombre de comunicarse entre sí. Desde las remotas épocas en las que las ideas se perpetuaban en grafitos hasta cuando surgieron las primeras formas de escritura, la evolución ha sido vertiginosa.
Pero la necesidad sigue siendo la misma. Los humanos buscan transmitrir sus ideas, pensamientos y deseos a sus semejantes cercanos y luego extender el espectro de su comunicación a áreas y círculos cada vez más amplios, hasta alcanzar dimensiones globales.
Los medios de comunicación han ido escalando en sofisticación, desde las muros de las cavernas hasta los papiros, la imprenta y más tarde el telégrafo, la telefonía, la radio, la televisión y últimamente el portento del Internet que resume en un pequeño aparato tres formas de comunicación instantánea: voz, palabra escrita e imagen.
La sed insaciable de información demandó un mejoramiento complejo y eficiente de la comunicación. A la imprenta de Gütenberg sucedieron las linotipos, las rotativas, la impresión digital, las emisoras y los aparatos de radio y televisión. Estos ingenios tenían y tienen que ser administrados no con sentido artesanal, sino con alto sentido  de eficiencia empresarial.
Complejo o no el sistema, en la operación subyace un principio ético que no se altera culaquiera que fuere la característica del medio: honestidad en la transmisión del mensaje. Sea oralmente entre dos personas o a través de la expansión del alcance del mensaje a barrios, ciudades, naciones o el orbe enrtero, la información que se divulga tiene que apegarse a la verdad.
Cuando no lo hace, los medios, genéricamente llamados “prensa” pueden tornarse corruptos, como suele machacar con insolencia el presidente del Ecuador, Rafael Correa. Pero la prensa no es corrupta cuando critica a un gobierno, sino cuando deja de hacerlo o cuando adopta una actitud pasiva antes las constantes injurias y amenazas en su contra.
La prensa también puede ser traicionera. Tal el caso de la cobertura de la guerra de Vietnam en los Estados Unidos. Por primera vez en la historia de este país los periodistas no tuvieron ninguna censura para emitir sus despachos, como ocurrió en la II Guerra Mundial, por ejemplo. Pero ese derecho no lo ejercieron con honestidad.
Vietnam fue colonia de Francia desde mediados del siglo XIX hasta 1941, cuando la Alemania nazi derrotó a ese país e impuso el gobierno de Vichy. Éste cedió Vietnam al Japón, miembro del Eje. Mientras tanto Ho Chi Min, el líder norvietnamita comunista, se impuso en Hanoi con el apoyo de  armas, municiones, recursos y consejos tácticos de Moscú y Pekín. 
Desde entonces el objetivo de la trilogía roja fue apoderarse de Vietnam del Sur, que continuaba como posesión francesa. Los ataques continuaron hasta que en 1954 los franceses fueron forzados a capitular y firmar un armisticio, dividiendo a Vietnam en sur y norte, divididos por el Paralelo 17.
Los asedios de Moscú y Pekin no se detuvieron, en evidente deseo de expandir el dominio comunista en el sudeste asiático y más allá. Igual que con el Eje nazi fascista derrotado en 1945, el principal obstáculo para el objetivo expansionista comunista eran los Estados Unidos. Los sueños de Roosevelt de consolidar la paz tras la caída del Eje, probaron ser no más que eso, sueños, según lo advirtió tempranamente Winston Churchill.
El presidente John F, Kennedy decidió frenar al imperio rojo y autorizó el envío de asesores militares para ayudar al régimen sudvietnamita (que había sustituído al colonialismo francés) a resistir al nuevo eje Moscú/Pekín. Mas la corrupción y otros factores impidieron enfentar al poder militar y táctico de un Ho Chi Minh fuertemente armado por el imperio soviético.
El ataque de los norvietnamitas y vietcongs (sudvietnamitas terroristas) a naves militares norteamericanas en Tonkin, se interpretó y con razón como una declaratoria de guerra contra los Estados Unidos. Lyndon B. Johnson, que reemplazó al asesinado JFK, asumió la responsabilidad histórica de enviar tropas, no asesores, para combatir al enemigo. 
Dada la superioridad militar y tecnológica, los Estados Unidos supusieron que la guerra duraría poco. No fue así. La resistencia fue feroz por la táctica guerrillera del adversario. Aún así la victoria se inclinaba para USA. Hasta que llegó la ofensiva Tet de enero de 1968, fecha de una celebración lunar vietnamita por la cual se suspendieron las hostilidades por dos días.
Norvietnamitas y vietcongs lanzaron por la noche ataques simultáneos en varias ciudades de Vietnam del Sur, desconcertando a los impreparados soldados norteamericanos. El despliegue lo hicieron por la frontera con Laos y Camboya, oficialmente neutrales. Pese al ataque por sorpresa, la recuperación y el contraataque fue notable y la incursión de los comunistas terminó en derrota.
¿Qué informó la “prensa” en USA? El famoso Walter Cronkite, de la NBC, luego de una visita al campo de batalla cuajado de muertos dijo que la guerra estaba perdida y que había que descartar la victoria para buscar una salida “honorable” al conflicto. ¿Cuán honorable puede ser admitir la derrota cuando los mismos líderes militares norvietnamitas aceptaban que la ofensiva Tet fracasó?
Lo de Cronkite es el climax de la desinformación. Ya antes los medios se había dedicado a distorsionar la verdad con exceso de escenas de sangre y muerte, calificando la lucha de inútil porque era una guerra imposible de ganar. La prédica cayó en el terreno fértil de una juventud que no quería arriesgar su cómodo estatus quo con los horrores de la guerra y con la izquierda radical anti militar infiltrada en los medios y en los centros educativos.
Los ejemplos de desinformación se multiplicaron. Como en la heróica toma de la colina “Hamburger”. Los estrategas comandados por el general Westmooreland había decidido valuar la victoria con el número de insurgentes norvietnamitas muertos, no con territorios conquistados. Había qus buscar enemigos y destruirlos. Esa colina era un bastión con 4.000 soldados. La operación era difícil, una lucha de 3 contra 1.
El combate terminó sin embargo con una nueva victoria yanqui, pero con solo 1.200 enemigos muertos. Los restantes huyeron a Camboya y Laos, pero las fuerzas no podía exterminarlos para no incursionar en territorios vedados por impedimentos diplomáticos. En el lado norteamericano hubo 72 bajas.
Los medios informaron que la acción fracasó, que 242 soldados de USA murieron y que la mayoría norvietnamieta se salvó. ¿Para qué seguimos allá, dijeron? La oposición a la guerra en Vietnam subió a casi el 70 % y las manfestaciones y el descontento fueron imparables. Si Cronkite dice que la guerra está perdida, hay que aceptarlo, dijo Johnson. A ello siguió el corte de fondos por el Congreso y en 1975 los últimos soldados de USA huyeron en estampida de Saigon.
En la II Guerra Mundial, relata un documental de Edward Burns del 2011 que acaba de volverse a difundir en el History Channel, el promedio de días en combate era de 10 por cada soldado. En Vietnam fue de 240. Hubo casi 500.000 soldados en el ápice, con un tercio de voluntarios. Al regresar los sobrevivientes no se los recibió como héroes, sino como carniceros.
La prensa exageró, mintió y distorsionó, con lo cual fue factor principal de la primera derrota militar en la historia de los Estados Unidos. Y dejó la siembra anti militar hasta hoy, como es el caso del The New York Times al publicar secretos militares. O en la distorsión de los hechos de la guerra en Irak y Afganistán (incluído lo de la prisión en Abu Graib), los secretos de Israael en su defensa frente a Irán y la  delación del médico iraní que ayudó a ubicar a Bin Laden, condenado a 33 años de prisión.
La guerra es un operativo no deseado en el cual hay que matar o morir. No es una acción sujeta a exponer puntos de vista diferentes ante un tribunal, sino a zanjarlos por la fuerza. La prensa aquí ha contribuído con su campaña anti militar a mermar la capacidad de ataque y defensa de los soldados, imponiendo unas “rules of engagement” que los maniata, so pena de ser acusados de criminales de guerra.
En el caso del Ecuador la prensa ha resuelto ceder ante Correa. Éste utiliza un lenguaje procaz para denigar a prestigiosos medios escritos y audiovisuales, a reporteros y columnistas y encuentra amplios espacios para divulgar sus insolencias, sin réplica. Equivale a un desarme voluntario como el de los Estados Unidos frente al enemigo.
Se ha estrenado la película For  Greater Glory (Cristiada en español) de Andy García. Aparte de excelente, revela cómo en México los gobiernos del PRI y los sumisos medios de comunicación e historidadores han ignorado por completo las atrocidades del presidente Plutarco Calles (que fundó el PRI, partido único por 70 años) para silenciar a la Iglesia Católica y prohibir la libertad de cultos. La represión causó 90 mil muertos (equivalente a unos 2 millones en la USA actual) entre 1926 y 1929, entre ellos mártires frailes y civiles, 24 de los cuales fueron canonizados o beatificados por el Vaticano.
La prensa, el periodismo, es esencial para la humanidad. Pero si no se lo ejerce con ética y dignidad en un ambiente de libertad, es un oficio ruin.