Sunday, April 22, 2012

BLOQUEO A LA REALIDAD


La retórica que está aplicando el presidente Barack Hussein Obama para ganar la reelección en noviembre próximo está probando ser efectiva, pues se sustenta en la premisa de que sus partidarios están blindados a cualquier información que contradiga sus convicciones.
Con los demócratas, que lo siguen como jumentos prohibidos de lanzar miradas en otra dirección que la apuntada por su líder, todo razonamiento que se les plantee acerca de la realidad de la economía en quiebra, el prestigio del país en ruinas o el aumento horrífico de la deuda, cae en oídos sordos.
Esa actitud se observa no solo entre los desempleados que usufructúan de la beneficencia del régimen o los menos educados de la raza negra o hispana, sino entre los más preparados que escriben o comentan en los medios audiovisuales o los dirigentes políticos entrevistados por esos medios.
Obama tuvo el control absoluto de las dos cámaras del Congreso Federal en los dos primeros años de su administración, pero fue incapaz, hasta ahora, de presentar una proforma presupuestaria que guíe el gasto público, como manda la Constitución. No solo los republicanos, sino los demócratas las negaron porque adolecían de errores de forma y fondo. La tercera, que acaba de presentarse hace pocas semanas, fue rechazada con cero votos de respaldo.
El gasto sin el control que emana de ese documento, se  ha disparado en estos tres años a 4 trillones de dólares, que excede al de todos los presidentes que le han precedido, juntos. La deuda pública se ha remontado a l6 trillones de dólares, cifra delirante que supera el conjunto de la riqueza nacional o PNB. Es una situación comparable a la de Grecia o España, Europa en general.
Se trata de una realidad innegable que no necesita más demostración que la lectura diaria de las noticias llegadas de ese continente. Allí se relatan los esfuerzos por rehacer las políticas que originaron la crisis, que son las que está aplicando Obama y su equipo de fascistas convencidos de que solo los gobiernos fuertes y autoritarios son la respuesta para administrar la felicidad a la gente que por si misma es incapaz de encontrarla.
Puesto que Obama y su corte están incapacitados de hacer campaña basados en los logros del gobierno en tres años, siguen prometiendo esa felicidad para el segundo término, "cuando se supere el obstruccionismo de la oposición republicana", según dicen. Si algún reportero les recuerda que no tuvieron oposición en los dos primeros años (en noviembre del 2010 los republicanos volvieron a controlar la Cámara de Representantes), los entrevistados desvían (sin reclamo) la respuesta a otro tema.
Si arguyen que la mala situación actual se debe al gobierno del predecesor George W Bush, nadie les refresca la memoria de que en sus dos últimos años los demócratas se tomaron las dos cámaras del Congreso, mayoría que prevaleció hasta el 2010. La política fiscal y tributaria, como es sabido, la decide el Congreso, no el Ejecutivo. 
A menos que se actúe como Obama, quien ha acrecentado el presupuesto de gastos contra toda ley y lógica mediante decretos ejecutivos y la ayuda de 37 zares o superministros, que no tienen que pasar por el escrutinio de los legisladores para legalizar sus nombramientos. El gasto público ha crecido astronómicamente, incluyendo un aumento en la burocracia con nómina privilegiada, ahora más numerosa que la del sector privado.
La sola victoria de Obama ha sido la aprobación del Obamacare o sistema público de salud, que al aplicarse en su integridad elevará en unos 3 trillones la deuda pública, con más burocracia, eliminación de los sistemas privados, deterioro de los servicios y de la investigación científica privada. La medicina en USA, pionera en el mundo, podría a pasar a un segundo plano si la ley no es vetada por la Corte Suprema de Justicia, que estudia su inconstitucionalidad.
La aprobación de la ley fue precaria y fue forzada con todo el peso de la maquinaria mafiosa de Chicago, que apoyó y apoya a Obama. Hubo desde chantaje hasta coimas indirectas y a la postre se impuso sin leerla, con apenas uno o dos votos de desertores republicanos. Obama dijo que los costos de los servicios de salud bajarían automáticamenrte, pero lo único automático han sido los incrementos.
Según se ha analizado, está en juego no el cuidado de la salud, sino el poder. Si la ley sobrevive el examen de la Corte Suprema y si Obama es reelecto, la dependencia de los ciudadanos al gobierno encontrará otro canal poderoso de sumisión. Las proveedoras privadas, sin posibilidad de competir con el gobierno, serán eliminadas del mercado y no habrá otra alternativa que la única estatal impuesta por la fuerza.
La socialización, que es concentración del poder en los gobiernos, ha sido negativa donde se la aplica. En la antigua Unión Soviética, en Cuba, en la Europa de posguerra. La evidencia, que los demócratas no quieren verla, está obligando en estos momentos a países europeos como Suecia a deshacer las fantasías y enfrentar la realidad. Los suecos, que lucían como un modelo del estado de bienestar, dieron su voto por el candidato que proponía una solución a la crisis diversa al socialismo y los resultados fueron tan brillantes en política fiscal y demás, que recinetemente decidieron reelegirlo. La noticia no se ha leído en los principales medios de este país.
Si el proyecto modelo de Obama, el obamacare, es un desastre y lo demás también, el grupo maneja como armas de campaña la lucha racial y la lucha de clases. Pese a que Obama fue elegido en el 2008 con una mayoría blanca, siguen insistiendo que las críticas a su gestión tienen orígenes raciales, porque él es negro (más bien mulato).
Y afirman que para salir de la crisis económica, hay que gravar más a los ricos que han levantado sus fortunas con la explotación de los débiles, esto es, de los obreros o proletarios según la jerga marxista. Con ese propósito, piden no prolongar la exención tributaria de Bush, que la puso en práctica para estimular la inversión. Los resultados fueron claros y se evitó la recesión post 9/11, la economía creció al 4,7% y el desempleo bajó al 5%.
Si Obama suspende el estímulo a la inversión, ésta irá a mercados más favorables. La economía, cuyo ritmo ha bajado a menos del 3% y el desempleo ha subido al 8,2% o más, se deteriorará peor, en tanto que la deuda pública, impagable, acelerará la destrucción del sistema. Quizás es eso lo que que quieren Obama y su grupo pues repetidamentre han proclamado dentro y fuera de USA que el capitalismo no ha funcionado ni aquí ni en ninguna parte, por lo cual hay que transformarlo.
¿Con qué? Con alguna versión del socialismo/fascismo en que no cuente la opción individual de libre volición y selección. Afirma que lo que se busca es robustecer a la clase media, lo cual es risible pues lo que está ocurriendo es precisamente lo contrario. El nivel de los más ricos, los de la gran banca y la gran industria ligada al gobierno, ha recibido subsidios inmensos para evitar la bancarrota por malos manejos.
En suma, como se está registrando en Estados como California donde las políticas demócratas en esa dirección han asfixiado las economías, los reales beneficiarios han sido la capa multibillonaria, la burocracia sobreprotegida y la creciente masa de gente empobrecida a la que se le contenta con subsidios como al desempleo y los foodstamps. La perseguida clase media ha fugado a Utah y otros Estados menos hostiles.
La popularidad de Obama se fortalece a medida que el candidato rival por los republicanos aparentemente será Mitt Romney. El establishment de los dos partidos y todos los medios de comunicación, sin excepción, cierran filas en su favor. Éste, sin carisma, critica sin descanso a Obama, pero su estilo no cala en la mayoría que prefiere oir que son los ricos, de la raza blanca, los causantes de la pobreza y que la sola fórmula de redención es el castigo a los ricos, con más impuestos o confiscación.
Si a todos los ricos, cuyos ingresos superan por ejemplo el un millón de dólares anuales, se les impusiera un impuesto del 100% como propuso uno de los candidatos presidenciales en Francia, lo recaudado no tendría ningún impacto en la deuda pública ni la crisis fiscal. Representaría menos de 4 mil millones de dólares en 10 años, frente a los 16 trillones de deuda. Lo recaudado no iría a los bolsillos de los pobres, como creen algunos, sino que pasaría a aumentar el gasto fiscal superfluo en burocracia o en inversiones como en la planta de energía solar Solyndra, que quebró sin opción de recuperación del dinero (2.500 millones de dólares) de los contribuyentes.    
Pero estos argumentos, vale repetirlo, resbalan por la mente de los obamistas (y correistas, chavistas, fidelistas). Acaso la única arma que pudiera malherir y frenar a Obama en los próximo comicios sería una que actúe como bala de plata: que lo desnude en su personalidad, que pruebe que es una marioneta del grupo radical amamantado en Woodrow Wilson, Marx, FDR y similares y que, para colmo, ni siquiera ha podido documentar el sitio de su nacimiento, cómo obtuvo su identidad del Seguro Social y cómo logró una beca como estudiante extranjero.
Pero Romney, puntero en las primarias republicanas, ha prometido una y otra vez que no aludirá jamás a los asuntos personales de Obama. Y eso le conviene, pues según la Constitución, tampoco él podría ser elegible Presidente, como Obama, pues su padre es extranjero por nacimiento al haber nacido  en México a donde huyeron sus abuelos mormones en las postrimerías del siglo XIX. Los padres de los candidatos presidenciales deben ser “natural born citizens”, es decir nacidos los dos en territorio norteamericano.
¿Que la disposición constitucional es objetable? Quizás. Pero mientras no se la enmienda, sigue vigente. En todo caso si la persona Obama no es cuestionada a profundidad como lo han sido los candidatos presidenciales en toda la historia de este país, el misterioso Obama seguirá en la Casa Blanca por cuatro años más.

Friday, April 13, 2012

¿SE IMPONDRÁ OTRA VEZ EL ESTABLISHMENT?

Una vez que Rick Santorum se retiró de la contienda del partido republicano por la nominación presidencial, el establishmente tanto del GOP como del partido demócrata, dieron por definida la victoria de Mitt Romney, el candidato de sus preferencias.

Todos los medios de comunicación escritos y audiovisuales, incluídos los que no comulgan con la tendencia “liberal”/izquierdista que predomina entre ellos en este país, se hiciereon eco de la decisión y ya sin debate ni dudas, afirman que los comicios de noviembre próximo se definirán entre Mitt y Obama.

¿Están en lo cierto? Desde el punto de vista profesional, los periodistas al menos deberían decir que las primarias no han terminado y que en la contienda aún hay tres candidatos: Romney, Newt Gingrich y Ron Paul. Podrían especular que Mitt, como puntero, quizás se afiance y logre el mínimo de 1144 delegados para ganar en la convenciónde junio, pero nada más.

La actitud que han adoptado, tanto los dirigentes de los partidos como los medios, es aborrecible por deshonesta. ¿Y si ocurre el milagro de que la gente se rebele y que los partidarios de Santorum y Paul resuelvan, por convicción y como un castigo a la imposición volcarse en favor de Gingrich en las postrimerías de la contienda?

Santorum, de 53 años de edad, decidió renunciar a la candidatura en gran parte por las dificultades financieras y por el peligro de que las elecciones en su estado nativo,Pensilvania, las pierda frente a Romney. Su campaña ha sido excelente porque impuso la fuerza de sus convicciones conservadoras en contraste con el liberalismo de Romney que tanto seduce al establishment.

Romney, mormón, intentó la nominación en el 2008 y perdió frente a John McCain, quien a su vez fue derrotado por Obama. Desde entonces dedicó todo su pensamiento, acciones y capital a conquistar esa nominación de una manera obsesiva. Para alcanzarla, no ha escatimado dinero propio, 41 millones de dólares, ni armas innobles para atacar a sus rivales.

Pero jamás pudo acumular más del 30% de los votos republicanos en cada uno de los Estados que ya han sufragado. ¿Por qué? Porque las bases del GOP, las que organizaron el Tea Party contra el establishment culpable de la victoria de Obama, no tienen simpatía por Mitt y han preferido votar por Santorum o Newt o Ron para expresar su descontento.

La realidad, pues, indica que el voto anti Romney llega hasta hoy a un 60% o 70%. ¿Qué ocurrirá con el grupo que respalda a Santorum? Es difícil predecirlo, pero el establishment, preocupado, quiere dar la impresión de que el asunto está cerrado y que tanto Gingrich como Paul deben retirarse para facilitar la nominación a fin de que el GOP se concentre en alistar la batalla contra Obama.

Pero precisamente ese es el punto central del Tea Party y de quienes piensan igual: Obama. Un candidato como Romney, clon de McCain, sería vapuleado sin piedad porBarack Hussein Obama y la mafia de Chicago que lo respalda. Por eso se oponen a Mitt, por eso quieren a alguien que haya sido firme en sus principios, no como slogan de campaña, sino como reflejo de toda su vida en política.

Romney ha sido liberal en su trayectoria y conservador de última hora. Impuso como gobernador de Massachussetts un sistema estatal de salud, que ha servido de modelo alObamacare cuya inconstitucionalidad está en debate en la Corte Suprema de Justicia. Fue pro aborto, pro matrimonio gay, pro gasto fiscal.

Ahora ha cambiado, pero su personalidad no convence. Ante la presión de los dueños de los partidos (a los obamistas les conviene un MItt, no un Newt) y de los medios, quizás se produzca una reacción anti establishment para favorecer a la única opción que queda: Gingrich. Sería espectacular que ocurra pues pese al Internet y los contactospersonales, el candidato proscrito por los medios está en terrible desventaja.

De ello se quejó Newt, citando a Fox News, del imperio Murdoch, que es ahora el más popular gracias a la opción no exclusivamente liberal que ofrecen los demás medios. Pese a que fue colaborador del canal hasta el anuncio de su postulación a las primarias, Newt se queja de que el medio se dedicó a promover a Romney frente a los demás rivales.

Bill O´Really, que bate récords de sintonía, le ha dado por “muerto” en la campaña casi desde el inicio. George Will, panelista del canal ABC y que escribe como conservador en The Washington Post, ha sido insultante así mismo desde el comienzo frente a la “pretensión” de Gingrich y dijo que nadie tiene derecho a disputarle a Romney.

Otras personalidades conservadoras, como Ann Coulter, críticas de Mitt en el pasado, ahora lo respaldan ciegamente y descargan todo su ácido contra Gingrich. Llama la atención de otro astro de la derecha, Rush Limbaugh, que ha preferido no comentar en la radio sobre el retiro de Rick. Siempre fue crítico de Romney, pero ahora calla.

Romney tiene hasta el momento 645 delegados electorales, apenas algo más de la mitad de los 1144 que se requieren para que la convención de Tampa lo declare nominado en junio. Si ello no ocurre la convención queda abierta a la decisión libre de los delegados, en una nueva convención en agosto subsiguiente.

Tal perspectiva llena de pavor a los del establishment del GOP. Porque la falta de respaldo de las bases del partido podría frustrar a la postre la millonaria campaña de Romney e inclinarse por Gingrich. El cual es, pese a todas sus flaquezas y las calumnias que contra él ha descargado Mitt, el más coherente, visionario, imaginativo y consistente en sus principios.

¿Por qué el establishment pugna por Romney? ¿Por qué Obama prefiere a Romney? ¿Por qué aprentemente al establishment de uno y otro partido les daría igual que culquiera de los dos gane en noviembre? Porque con uno y otro poco cambiaría Washington en lo económico y político.

La clave para las bases del GOP es recuperar el principio sustantivo de la Constitución de los Estados Unidos, que estipula no lo que el gobierno puede hacer, sino lo que no puede hacer. Con las experiencias de la historia, quienes redactaron ese documento buscaron evitar que el poder se centralice en la presidencia y degenere en autocracia.

Gracias a ese principio y la diversifación del poder del gobierno en las tres ramas clásicas, esta nación ha prosperado como ninguna en la historia. Pero comienza a resquebrajarse por el incremento del poder central que ha ido in crescendo desde el presidente Woodrow Wilson a comienzos del siglo pasado. La táctica no ha sido la revolución, sino la manipulación de la ley dentro del sistema.

El gobierno decide, no los individuos y para ello hay que restringir cada vez más sus libertades. Ese es el objetivo del establishment y no solo a nivel nacional, sino internacional: Obama ha decidido borrar la noción de USA como república excepcional y ponerla en el mismo plano que las demás para someterla a un hipotético gobierno global, basado quizás en las Naciones Unidas.

Obama actúa como títere. El establishment y la mafia de Chicago no se sabe cómo lo encontraron y encaramaron en la Casa Blanca. No ha podido probar su ciudadanía y se desconoce su pasado como estudiante. Afirman que fue catedrático de Derecho Constitucional en la Universidad de Chicago, pero no pasó de asistente. Nada se conoce de sus escritos, salvo dos libros sobre su vida que escribió con algún “ghost writer”.

Lo adoran como orador, pero si no lee el teleprompter, trastabilla, vacila, intercala ah! a cada instante, es incoherente, pero si gran insultador. Y es negro, más bien mulato, en base a lo cual se ha encargado de dividir al país más en materia racista aunque prometió ser el gran unificador. Y la ecomomía se descompone a ritmo europeo, gracias a una lucha de clases promovida por él.

El otro establishment, el del GOP, seleccionó a McCain y ahora quiere repetir el mismo error (¿error?) con Romney. Los partidarios del Tea Party no quieren a Obama, lo demostraron en las elecciones parciales de noviembre del 2010. Y se resisten a la presión por Romney porque no satisface como opción para derrotar a Obama.

La última esperanza, aunque remota, es Gingrich.